Réquiem por una hija
Jerusalén |
Han pasado varias
noches desde los acontecimientos del alzamiento infructuoso de los Nosferatu en
Jerusalén, alentado por una leprosa rebelde llamada Hannah.
Nadie sabe de su
destino actual, pero si se sabe que su clan, los Nosferatu, han decidido
adentrarse más aun en sus escondrijos del valle de Hinnom, colonia de leprosos
liderada por Kothar el Profeta, el primer Vampiro de Jerusalén.
Aun están calientes
los rescoldos de la capilla de los Tremere, que ardió hasta los cimientos
engullendo los últimos resquicios de ese ambicioso clan de magos. Ahora ya no
hay Tremere en la ciudad, ni Salubri tampoco, ya se ocuparon ellos de que no
los hubiera.
Con la ruptura de
este cabo, nuestros protagonistas quedan huérfanos de patronazgo ya que nadie
gobierna sus actos. Peligrosa situación pero al mismo tiempo gran oportunidad
de forjar su propio destino a la sombra de la ciudad eterna: Jerusalén.
Tres Vástagos serán
los protagonistas de esta aventura: Sven, el vikingo varego del clan Brujah;
Katja, la hechicera Koldúnica del clan Tzimisce y Gabriel, el anciano maestro
herrero del clan Toreador. Los tres unidos por las circunstancias que han hecho
que sobrevivan juntos ante las adversidades.
Veamos en detalle
cómo transcurre la noche para cada uno de ellos:
Sven de Scania, Brujah |
El vikingo observaba
lontananza sobre las murallas de Jerusalén cuando Alexandrus, el Gangrel
contacto de su Sire, susurró su nombre tras de él.
–Sven… –gruño Alexandrus– vengo para ver cómo te estás desenvolviendo entre los tuyos…
Sven encendió una
antorcha en sus manos, lo hizo chocando dos pequeñas piedras de pedernal y
prendiendo un poco de yesca. El Gangrel se apartó del Brujah de un salto.
–¿Estás loco? –preguntó Alexandrus– ¿qué pretendes hacer con esa antorcha?
–Estoy superando mis miedos –responde Sven
mientras eleva la antorcha y no la quita ojo. El Brujah aprieta los dientes y a
fuerza de gasto de voluntad se aferra a su posición sin temer al fuego, cuando
su bestia interior ruge por salir huyendo de allí.
Alexandrus, paciente
observa al neonato mientras suda sangre y afronta su terror al fuego. Hay que
reconocer que tiene un par de cojones, piensa el bestial Gangrel mientras no
quita ojo de la llama.
Tras unos minutos,
Sven, supera su terror y arroja la antorcha al vacío. La oscuridad vuelve a
envolver a los vástagos y entre tinieblas hablan en voz baja.
Alexandrus, Gangrel contacto de Sven |
–Dila que tras algún contratiempo todo está como debe –responde Sven.
–Es cierto que al menos, aun sigues vivo… no daba una
moneda por ti…
–dice socarronamente Alexandrus– ¿tienes
algún mensaje que quieras que devuelva a nuestra señora Celine?
–Todo sigue su curso –dice Sven mientras salta la muralla
hasta el suelo y con gran celeridad se dirige hacia la Cúpula de la Roca, lugar
Santo que sin duda servirá para aplacar su terror a los lugares con fe.
Alexandrus observa
como el Brujah camina con dificultad hacia un lugar que da pánico a cualquier
vampiro, la tumba de Jesucristo. El Gangrel salta fuera de la ciudad, ya ha
visto lo que necesita para comunicárselo a Celine, Sire de Sven.
Sarcófago de Katja |
La Hechicera Tzimisce
se encuentra descansando en el interior de su sarcófago. Antes que de ella, era
el lugar de descanso sagrado de Janosz, su Sire, al que diabolizó para absorber
el poder de su alma.
Tallado en madera
negra del bosque de las almas y confeccionado por los mejores Maestros
artesanos y hechiceros Kouldunes. La luz no sería capaz de entrar y siempre
estaría protegida de todo mal allí dentro, recostada directamente sobre dos
palmos de tierra de su patria natal, al norte de Transilvania.
Poco antes de
despertar un pálpito llena los pensamientos de la antes bella Katja. Ella está
aquí. Ha llegado a Tierra Santa. Danielis de Patras, la poderosa Toreador rival
de Katja.
La Tzimisce no sabe
cómo ha sentido su presencia. Quizás tenga algo que ver con los poderes
desconocidos de su sarcófago y de su conexión con su tierra mientras reposa en
el. Es como si el propio sarcófago le alertara de que una posible amenaza se
acerca.
Rebeca, ghoul meretriz de Katja |
–Tengo un trabajo para ti –dijo Katja mirando a
los grandes ojazos azules de Rebeca– una
vieja rival ha llegado cerca de Jerusalén. Lo sé. Es una vieja y poderosa noble
del clan Toreador, llamada Danielis de Patras. Búscala e infórmame de su
paradero. Se cauta y discreta. No te dejes ver por sus espías. Necesito
aprovechar que yo se que está cerca y ella no sabe de mi paradero. Si no ha
cambiado demasiado, seguramente la encuentres en el mercado nocturno, le gustan
esos ambientes.
–¿Y si la mato para vos? –pregunta Rebeca con
una ambición desmedida en su mirada.
–Ni lo intentes –responde Katja– Sería estúpido por tu parte. No es una enemiga, si no una rival, la
darías razones para que intentase matarme y nunca ha sido ese su objetivo
final. De momento me conformo con saber dónde está y que hace. Incluso de esta
rival podría sacar algo positivo, pero muerta no me sirve de nada. Por no decir
que jamás lo conseguirías…
Rebeca, impertérrita,
hace una reverencia a su Señora Katja y encapuchada sale a las frías calles con
un cometido: encontrar a la vieja Toreador.
Adin Yakar, Gaón Caraíta |
Gabriel se despierta
de una pesadilla empapado en sudor de sangre. El Toreador ha soñado con la
noche que cometió diablerie sobre un rival de su Sire Elsh, el famoso Maestro
arquitecto constructor de Templos y Maravillas.
No ha sido un sueño
agradable y el recuerdo del acto de canibalismo, que hizo que absorbiera la
esencia del alma del rival de su Sire, le ha dejado gravemente alterado. Ahora
su ansia es de algo más que de sangre…
Adin Yacar, Gaón Caraíta, sabio líder judío, todas
las noches que el Vampiro puede, intercambia saber con Gabriel y ambos aprenden
el uno del otro. Adin aprende sobre el pasado y el viejo vampiro sobre el presente.
Su hijo Kal-el, es herrero y ghoul de Gabriel.
Kal-el, herrero ghoul de Gabriel |
Cuando acaba de forjar esta increíble obra maestra, Gabriel la envuelve con
sumo cuidado en una piel de cordero curtida para regalársela a Sven. El anciano
Toreador le debe la vida al vikingo por salvarle de una muerte segura, ante un
Golem de fuego invocado por aquella difunta Tremere llamada Inés Arista.
Palacete embrujado Arista |
El palacio Arista es
el lugar elegido para reunirse los tres.
Sven camina con
decisión hacia el lugar donde se encontraran. Los filos hechizados de sus
hachas entrechocan tintineando envueltas en una mantilla de cuero. El Brujah
piensa como podría esconder su infernal fulgor, ya que para disponer de ellos
necesita demasiado tiempo para desenvolverlos y tenerlos listos para hacer manar
sangre de sus contrincantes a borbotones.
Gabriel lleva
envuelta en una funda de cuero la liviana espada que con tanto mimo ha forjado
para Sven. Ha conseguido un filo tan espectacular que su daño agravado hará
meya en todo el que ose probarlo. Aun está caliente, casi recién salida de la
forja de Kal-el. El Toreador camina hacia el refugio de Katja, donde se
encontrará con sus compañeros.
Runa en la espada de Sven |
La Tzimisce espera a
sus compañeros Sven y Gabriel, juntos deberán elegir el próximo paso a dar en
Jerusalén. Por el bien de todos, mejor hacerlo juntos.
Sven llama a la puerta del palacete y Rebeca le abre dejándole pasar y alertándolo del tremendo agujero que se alza en el interior. Poco después Gabriel llega y la ghoul de Katja lo reúne con Sven. Ambos son guiados por Rebeca, entre montañas de escombros, hasta las mazmorras, donde la hechicera Koldúnica les espera.
Una vez se encuentran
los tres, se saludan fríamente con gestos y en tinieblas alumbradas por
antorchas lejanas comienzan su reunión.
El aspecto de Katja es diferente. Ahora no parece un monstruo descarnado como antes. Esta noche tiene la apariencia de una vieja bruja con malas pulgas. Y por supuesto debe aclarar a sus compañeros que no deben inquietarse, ya que a pesar de no parecer Katja, es ella.
Gabriel avanza unos
pasos en dirección Sven e inclinando la cabeza hacia él, le ofrece la manta de
cuero que envuelve un regalo para el intrigado vikingo. Sven abre el hatillo y la
belleza del peligroso filo le emociona. Lo coge con ilusión y observa cada
detalle, deteniéndose en la runa nórdica que hay garbada en la empuñadura.
Sven mira los ojos a
Gabriel y agradecido le da un fuerte abrazo de oso, que el Toreador acoge con
sorpresa.
–Esto es por aquella vez que me salvaste la vida de aquel
Golem
–dice Gabriel explicándole a Sven el porqué del presente– es una legendaria arma forjada por Gabriel, el mejor maestro herrero de
la antigüedad… yo.
Katja, Hechicera Koldun Tzimisce |
–Nuestra deuda está saldad entonces –dice Sven admirando la hoja y
usándola contra el viento, comprobando lo sencillo que es utilizarla debido a
su liviano peso.
–Bien compañeros, ¿cuál será nuestro próximo paso ahora
que hemos quedado huérfanos de patrón? –pregunta Sven guardando su espada nueva en el
cinturón.
–Acabo de saber dé una rival del clan Toreador –dice Katja mientras
mira a Gabriel por ser de este clan– que
se encuentra cerca de Jerusalén. Sus pasos no tardaran en traerla a la ciudad y
seguro que inevitablemente se inmiscuirá en mis asuntos. Nos conocemos de la
época en la que yo era ghoul de tu Sire Celine –dice mirando hacia Sven.
–¿Quién es esa Toreador? ¿Qué poder tiene? –pregunta Sven.
–Se llama Danielis de Patras y media Grecia es suya…
–¿Y hasta que nos encontremos con ella que haremos? –pregunta Sven.
–Creo que es el momento de prosperar en la ciudad y
ganarnos cierta influencia –responde Gabriel asintiendo.
Gabriel, Anciano Toreador |
Gabriel y Katja se
percatan de que lejos, hay un peculiar sonido que llama su atención. Sería algo
difícilmente audible para nadie pero la Tzimisce dispone de medios para saber,
con precisión, de dónde vienen esos ruidos.
Katja alerta a sus
compañeros no muertos y les dice que una mujer llora en algún lugar ahí fuera,
en lo más profundo de la oscura noche, e invocando a los espíritus de la
tierra, la hechicera puede guiarles hacia la fuente.
No tendrían porque,
pero Katja, gracias a su hechicería, sabe que la que llora es una vampiresa, y
deciden ir a echar un vistazo por si pudieran sacar tajada de la situación. Guiados
por Katja salen del barrio cristiano, pasan las murallas que los separan y
llegan al barrio musulmán.
Mientras se van
acercando su piel comienza a picarles como si les quemara el sol indirecto. La incomodidad
de acercarse a Tierra Sagrada hace que los tres tengan que tomar las riendas de
sus bestias interiores, que desean salir para correr en dirección contraria
hacia donde se encaminan.
El esfuerzo de coraje
es monumental y Gabriel no puede más, y poseído por su bestia, sale corriendo
en Rõtschreck, completamente aterrorizado huyendo del barrio musulmán y
perdiéndose arbitrariamente en las angostas calles del peligroso barrio
armenio.
Sven y Katja se
encuentran en el Monte del Templo, uno de los lugares más sagrados de
Jerusalén. En él se encuentra, la Cúpula de la Roca, el Muro de las Lamentaciones
y la iglesia del Santo Sepulcro.
Mezquita de Al-Aqsa, La Cúpula de la Roca |
La cúpula se eleva a
32 metros y se extiende 18 metros sobre la Roca del Templo, la piedra desde la
cual el Profeta Jesucristo ascendió al Cielo, el llamado: Viaje Nocturno del
Profeta. La Mezquita fue edificada alrededor de esta sagrada roca.
Ambos Vástagos escuchan
llorar a una mujer y fácilmente llegan hasta donde se encuentra. Katja, gracias
a sus poderes de hechicería Koldúnica, sabe que hay dos vampiresas juntas y una
de ellas es la que está llorando.
Intrigados por el llanto de la no muerta, Katja y Sven se acercan y ven a una mujer zíngara lagrimando sangre, que está siendo consolada por… ¿una niña de la calle?
El aspecto de la
zíngara es propio de la vestimenta del clan Ravnos. Leva un vestido de colores
llamativos, de sus ropas cuelgan gasas de vuelo y pañuelos, y se escucha un
ligero tintineo de las campalillas cuando mueve sus pies. Su cabello es castaño
rojizo, lo lleva recogido en revoltosos rizos y de sus verdes ojos brotan amargas
lágrimas de sangre, que manchan el pañuelo con el que la niña la limpia
esporádicamente.
La niña, que toma el
papel inverso consolando a la mujer adulta, parece una pequeña triste,
abandonada, de grandes y oscuros ojos y mata de rizos negros. Su ropa es bastante
harapienta, suscita compasión. Se la ve muy vivaracha para su aparente corta edad.
–Hola pequeña, ¿necesitáis ayuda? –pregunta Katja a la niña
mirándola a los ojos, ya que sabe que ambas son vampiras.
Yasmina, chiquilla Ravnos de Varsik |
En una calle cercana
un hombre muy enfadado grita rasgando la noche:
–¡¡¡Yasmina!!!
La niña mira aterrada
a los vampiros y justo antes de salir pitando les pide que por favor no la
delaten. Sven y Katja se miran mientras escuchan pasos que se acercan corriendo
desde un callejón aledaño. La mujer que lloraba se queda en un segundo plano,
apoyada en una pared cercana, protegida por las sombras y completamente
desolada.
De pronto aparece un
enfurecido comerciante. Su atavío es discreto para ser del clan Ravnos. De pelo
negro y ojos brillantes capaces de mirar con sorprendente intensidad.
Está hecho una furia
y pregunta por una pequeña ladronzuela… pero al fijarse mejor en Katja y Sven y
ver que son Vástagos, pregunta por su chiquilla:
Varsik, Antiguo Ravnos |
–Yo soy Katja y este es Sven –dice la Tzimisce con
tono receptivo– escuchamos el llanto de
una miembro de la Estirpe y hemos considerado oportuno tomar el control de la
situación…
–¿Por dónde se ha ido?
–pregunta
Varsik mirando de reojo a la zíngara que solloza a un lado del callejón.
–Por aquel callejón –dice Sven señalando el lugar exacto
por donde han huido, a pesar de que la niña, expresamente les pidió que no lo
hicieran.
–Acabamos de llegar… –decía Katja al mismo tiempo que Sven,
parece que la Tzimisce no quería delatarlas. Pero ya es tarde para eso, porque
Varsik sale corriendo en la dirección que ha indicado el Vikingo.
Poco después, en la
dirección por la que han ido todos, se oyen los gritos de una niña, parece que
alguien la está pegando.
Katja se dirige hacia
allí con paso ligero y sin embargo Sven lo hace más despacio, no parece muy
interesado en los problemas domésticos de los Ravnos.
Cuando Katja llega al
lugar, Varsik está golpeando violentamente a Yasmina, con una mano mientras la
agarra con la otra.
–¡Así aprenderás a obedecerme!... chiquilla ingrata –vocea el Ravnos
enfurecido– ¿Qué hacías aquí? ¿Otra vez
con esa lunática?
La mujer zíngara deja
de llorar al escuchar a la niña gritar ante la paliza de Varsik y asustada,
abraza algo invisible y corre donde se encuentran adelantado a Sven y enfrentándose
al violento Ravnos.
–¡No pegues a la niña! –dice
la mujer con voz amenazante mientras lo señala con el dedo índice y se encara
ante el Ravnos.
Varsik deja de
golpear a la pequeña y desafiante reta a la zíngara:
Jeanette D´Avignon, Malkavian |
–¡Varsik! –grita Katja de manera autoritaria– No es el lugar ni el momento. Estáis
llamando la atención y eso no es bueno para nadie, aunque tu tribu sea famosa
por causar problemas…
En ese momento llega
Sven, que observa todo desde la entrada del callejón, tocando sus hachas por si
hubiera que entrar en acción.
–Es mi chiquilla –se defiende Varsik ante las dos mujeres que
le increpan– Me ha desobedecido, tengo
derecho a aleccionarla.
–¿Quieres tu también recibir una lección? –dice el Ravnos
señalando solo a Jeanette y
acercándose poco a poco a ella. Y dejando al margen de esto a la Tzimisce con
una mirada disuasoria.
Sven se interpone
entre Varsik y Katja, dispuesto a sacar a danzar a sus hachas, pero en ese
momento Yasmina, grita para llamar la atención y romper la tensa escena, que
enfrentaría a su Sire con Jeanette.
La niña sale
corriendo, consiguiendo lo que deseaba, que Varsik la siga raudo, dejando a un
lado sus diferencias con Jeanette y Katja.
Jeanette comienza a
deambular por las calles del Monte del Templo, hasta llegar hasta la puerta
dorada. Katja y Sven la siguen topándose de lleno con esta bella entrada a la
ciudad, que aun no conocían.
Puerta dorada (Monte del Templo) |
La puerta dorada es
la que lleva directamente al sagrado Monte del Templo, desde fuera de la
ciudad. Hay una leyenda que dice que no se debe pasar por la puerta dorada para
comerciar, si se hiciera se faltaría al respeto al propio lugar sagrado. No
está prohibido, pero si desaprobado y el mercader que lo haga, como poco, no
venderá nada ese día.
Jeanette mira hacia
la puerta dorada como si su vista la atravesase.
Se abre la puerta y gracias
a su Presencia, los guardias permiten pasar a Gabriel, que estaba fuera de la
ciudad, tras haber huido aterrorizado de Tierra Sagrada. Aun con miedo en los
ojos, el Toreador se acerca a sus compañeros y con una mirada les indica que
todo está bien.
Después Jeanette mira
a Katja, después de todo ella también defendió a la pequeña Yasmina de su
violento Sire. Con lágrimas en los ojos, la zíngara les confiesa su
desdicha:
–He perdido a mi querida hija… –dice Jeanette entre
sollozos– Yasmina me recuerda a ella, su
compañía me calma y me gusta estar a su lado –sonríe mientras abraza algo
invisible. Poco después, enfadada e impotente se dirige a Katja de nuevo y la
dice apretando los dientes:
–Necesito recuperarla… –dice Jeanette con la voz quebrada.
–Intentaremos encontrarla –dice Katja mirando fijamente
a Jeanette.
–¿Alguien se la ha podido llevar? –pregunta Gabriel sin
obtener respuesta de la apenada zíngara.
–¿Dónde fue la última vez que la viste? –insiste Gabriel.
–Por aquí… por el barrio musulmán –dice Jeanette
desorientada– la gusta jugar entre los templos.
–¿Qué es tuyo? ¿chiquilla, ghoul? –pregunta Katja.
–Es mi hija carnal –responde Jeanette desesperada– ¿y si está llorando ahora mismo? Me
necesita… puede estar asustada… no está acostumbrada a estar sola…
–¿Cómo se llamaba? –pregunta Gabriel sin percatarse de
haber usado el pasado en su pregunta.
–Eina –responde rompiendo a llorar desconsoladamente
al darse cuenta Jeanette. Gabriel la tranquiliza abrazándola y Katja la
pregunta por la descripción de la niña: –¿Cómo
es? ¿Qué ropa llevaba?
–Su cabello es rojo como el fuego y llevaba un bonito
vestido de flores azules, con un lazo a juego… está guapísima –responde la quebrada
mujer justo antes de volver a romper a llorar desconsoladamente.
–¿Cuántos años tiene? –pregunta Katja.
–Dos… o tres… –dice Jeanette dudando.
–¿Tienes enemigos? –pregunta Sven insensible.
–¿Enemigos? –pregunta Jeanette a Sven– soy una bailarina, no tengo enemigos… a veces tengo revelaciones que
me muestran el futuro… pero no he tenido ninguna desde que Eina desapareció…
–Buscaremos a tu hija –afirma Gabriel abrazando a la
desconsolada mujer– descuida. La
encontraremos.
–¿Dónde podremos encontrarte a ti cuando sepamos algo? –pregunta Katja.
–Estaré en esta puerta. La puerta dorada, la más sagrada
de las entradas a Jerusalén. –Responde Jeanette.
Los tres vampiros
dejan allí a la desconsolada mujer y comienzan a buscar a la niña por las
calles del barrio musulmán.
Puerta de Herodes (Barrio Musulmán) |
Las vacuas
investigaciones de los tres vástagos por el barrio musulmán, les llevan a
perderse por sus oscuras calles, la mayoría vigiladas por parejas soldados
nocturnos. Los vampiros tratan de no mostrarse ante estos guardias, para no
tener que dar explicaciones de más.
No hay evidencia
alguna de la niña a la que buscan, hasta que Gabriel se percata, precisamente,
que una niña pequeña las está observando desde las sombras.
El Toreador guía a
sus compañeros en silencio para dar con la pequeña observadora, de una forma
sutil y sigilosa. Katja, utiliza su hechicería y con la senda del espíritu es
capaz de saber que quien les acecha, no es otra que la pequeña Ravnos que
acaban de conocer hace apenas unas horas: Yasmina.
Se encuentran ante la
puerta de Herodes, una de las ocho puertas de Jerusalén, la que mira a los extraños con su alargada sombra.
Esta puerta es una de
las más antiguas de la muralla y normalmente se encuentra bien defendida, pues
las familias de la zona se cuentan entre las más ricas y poderosas de la
ciudad. Aunque nadie ha visto evidencia alguna que pruebe los rumores en uno u
otro sentido, hay muchos que creen que la puerta dispone de una defensa
especial. Hay quien cree que cualquiera que trate de causar daño a la ciudad e
intente entrar por la puerta de Herodes, morirá transcurrida una noche desde su
entrada a ella.
En un lugar alejado
de los guardias de la puerta, Katja llama a la pequeña Ravnos:
–Yasmina, acércate. No queremos hacerte daño –dice la hechicera
señalando descubriendo a la vampiresa que se oculta en un callejón oscuro.
Tímidamente, Yasmina sale de las tinieblas y se acerca a los tres vampiros. Lo primero que ven son
sus grandes y oscuros ojos y su mata de rizos negros. El aspecto de niña triste
y abandonada da lástima, sin duda, pero ellos apenas tienen sentimientos
humanos.
Con una rapidez
felina la niña se planta ante ellos mirando a los ojos fijamente a Katja,
aguantándole la mirada, como una mujer adulta.
–Saludos pequeña Ravnos –dice Gabriel
agachándose para mantener su mirada a la altura de sus enormes ojos negros –buscamos a una niña llamada Eina, hija de
Jeanette, ¿la has visto por aquí?
–No, pero os ayudaré a buscarla. –Responde Yasmina con
tono desafiante – mi Sire Varsik se pondrá como una fiera pero
me da igual. Soy demasiado valiosa para deshacerse de mí. Le consigo mucha
información de las calles, sacada a los peregrinos… de todo el mundo.
–Venid, tengo que contaros un secreto –les dice la pequeña
mendiga mientras les guía hasta un agujero oscuro y húmedo de una casa en
ruinas. Para llegar a ella, han tenido que sortear a varios vagabundos que
dormían en las sucias esquinas de los callejones de esta zona.
–Jeanette es una vidente y tiene visiones que se
cumplen. Hay leyendas de nuestro clan, los Ravnos que hablan de ella –dice
Yasmina susurrando en voz baja mientras la oscuridad arropa sus palabras– Varsik no piensa igual que yo, como suele
suceder entre los Sires y los chiquillos, y no le gusta que me junte con Jeanette,
dice que su compañía me distrae de mis tareas.
–¡Yasmina! –se oye a lo lejos la voz de Varsik que grita
su nombre.
La niña salta de un
respingo y se escabulle por un agujero de la ruinosa casa, desapareciendo y
riendo como un demonio, dejando intranquilos a nuestros protagonistas.
Los tres Vástagos
permanecen en el lugar, viendo apenas sus semblantes tintados de tinieblas. Se
encuentran entre sombras y solo se escucha el ruido del agua lejana correr,
bajo ellos.
–No conozco nada sobre leyendas Ravnos –confiesa Gabriel– ¿y vosotros?
–Yo sí recuerdo que mi Sire Celine me contó que no había
que desdeñar las leyendas sobre los videntes gitanos, había mucho poder tras
las siniestras brujas del clan Ravnos. –Dice Sven arrojando algo de luz sobre la
oscuridad de su tema de conversación.
–Pues estamos perdidos otra vez… y no teneos nada –dice Katja.
–Creo que deberíamos seguir buscando por el barrio
musulmán –dice
Gabriel– es la única pista que tenemos.
Pero creo que podemos recibir ayuda…
Gabriel activa su
disciplina de Presencia y comienza a desandar el camino que les ha traído hasta
aquí, despertando a todos los vagabundos que se va encontrando.
Todos ellos se quedan
ensimismados con el imponente herrero de brazo de hierro. El Toreador acaba
rodeado de un grupo de erráticos y harapientos despojos humanos que desean
agradarle.
Todos ellos le
escuchan atentamente cuando les convoca para encontrar a la niña llamada Eina,
dándoles la descripción de su hija que les dio Jeanette. Los sentimientos del
ganado hacia Gabriel pasan de la admiración, hasta el temor y todos ellos se
ponen manos a la obra para buscar a la niña perdida para su nuevo amigo y líder
Gabriel, el imponente herrero del brazo de hierro.
Las pesquisas del
puñado de vagabundos les llevan hasta una nueva pista, situada en la piscina de
Bethesda.
Las 8 puertas de Jerusalén |
Piscina de Bethesda (Barrio musulmán) |
Aun en el barrio
musulmán, se encuentran rodeados de unas viejas y abandonadas piscinas,
inauguradas en la época romana como piscina de Bethesda. Allí uno de los
vagabundos encuentra una muñeca que raudo lleva a Gabriel, guiando después a
los tres vampiros al lugar donde la ha encontrado, junto a una de las piscinas
vacías, antes mencionadas.
Gabriel cierra sus
ojos y tocando la muñeca, utiliza su poder de Psicometría para ver si alguna
imagen se ha quedado impregnada en la muñeca. Y efectivamente ve algo
inesperado: Jeanette lleva la muñeca en la mano mientras salta y baila en la
noche, haciendo sonar sus cascabeles. En una de sus locas cabriolas a la
zíngara se le cae la muñeca al suelo. Esto sucedió hace unas horas, poco
después del anochecer, antes de encontrarse con ellos y llorar como una loca.
Otro detalle
importante en el que cae Katja, es que la muñeca es pelirroja y va con un
vestido y un lazo igual que el que les describió Jeanette. La muñeca es igual a
la niña que ha desaparecido…
Jeanette aparece
entre las sombras y dando un gran susto a los personajes, salta loca de alegría
quitándole a la muñeca a Gabriel de las manos y abrazándola como si fuera su verdadera
hija.
–¡Habéis encontrado a mi hija!– dice Jeanette
haciendo sonar sus cascabeles mientras da vueltas sobre sí misma y alrededor de
los vampiros, con la muñeca en sus brazos.
En ese instante ocurre
algo muy extraño, Jeanette se encorva y tras unos espasmos comienza a moverse
de forma diferente. Agarra la muñeca de un brazo, como la llevaría una niña y
mira a los personajes con cara de extrañeza.
–¿Queréis jugar? ¿Sabéis algún juego? ¿Sois amigos? –pregunta Jeanette
con una voz de niña que parece brotar de su garganta con una facilidad pasmosa.
–Niña, ¿Cómo te llamas? – pregunta Gabriel a
la nueva Jeanette.
Eina, La hija de Jeanette |
–¿Sabes dónde está tu madre? –pregunta el Toreador
a la encorvada mujer mientras esta, se estira ante sus ojos y vuelve a ser la
madre, que danza y salta contentísima por haber encontrado a su hija, la muñeca
a la que abraza y besa como si no hubiera un mañana.
–Como agradecimiento, voy a compartir algo único con vosotros
–dice
Jeanette en voz baja y cogiendo la mano de Gabriel para que los tres le sigan a
un lugar seguro.
En algún lugar oscuro
y secreto les confiesa su secreto legendario:
–Quiero que mi hija y yo seamos liberadas de la maldición
cainita y se cómo conseguirlo –dice Jeanette muy segura de sus palabras– Lo he visto. Hemos sentido paz mientras el
calor del sol nos daba la vida de nuevo y humanas partíamos de Jerusalén. Sé que este
será nuestro destino, pero puedo compartir con vosotros el secreto de cómo
librarse de la maldición cainita con nosotras, como pago por vuestra buena
obra.
–¿Es posible librarse de la maldición de ser vampiro?
¿Cómo se hace eso? –pregunta
Sven a la inestable zíngara.
–¡Por supuesto que es posible! –responde contrariada
la mujer– En el Santo sepulcro hay cierta
magia que tiene que ver con todo esto. En mis visiones me veía el Santo Sepulcro,
pero aun no sé por qué…
–Por favor echad un ojo en el Santo Sepulcro mientras yo
voy a dar de cenar, bañar y dormir a mi hija. –dice Jeanette mientras
abraza feliz a su muñeca. Y bailando baja la calle hasta desaparecer de la
vista de los atónitos vampiros, que quedan solos en la noche.
–¿Qué opináis? –rompe el incomodo silencio Gabriel.
–Está tarada –dice Sven con desprecio.
–Está bastante tocada… parece ser una Malkavian –dice Katja– parecía una Ravnos, pero claramente es una
lunática.
–Malkavian o Ravnos… ¿la creéis? –pregunta Gabriel.
–No lo sé –responde Sven– ha hablado del Santo Sepulcro, es un lugar sagrado de Jerusalén
¿verdad?
–Yo echaría un vistazo como nos ha sugerido Jeanette –dice Gabriel– si vemos que se nos complica la cosa, nos
vamos y listo. Sugiero ir mañana al anochecer, ya no quedará mucho para el amanecer.
–¿Realmente creéis que es posible volver a ser humanos? –pregunta Sven.
–Puede –responde Katja– cosas más raras he visto…
–Hay alguien que si que cree en Jeanette… la pequeña
Yasmina –dice
Gabriel pensativo.
–Ella puede volver a ser humana… –dice Katja– su hija no creo.
–Para ella si –añade Gabriel.
–Hay que reconocer que el poder de devolver la humanidad
a un vampiro es algo muy interesante… –dice Sven mientras los tres vampiros regresan
a sus refugios para pasar el día de la forma más segura posible.
Santo Sepulcro (barrio cristiano) |
A la noche siguiente
nuestros tres vampiros protagonistas se encuentran en el barrio cristiano,
donde todos se refugian. Katja en el ruinoso palacete Arista; Sven en el oscuro
sótano de una antigua villa romana; Y Gabriel bajo la herrería de su ghoul, que
trabaja a golpe de martillo y yunque durante las horas diurnas, música para los
oídos del Toreador.
Deciden ir al Santo
Sepulcro para investigar el misterioso asunto del que les habló Jeanette la
lunática.
Siguen la vía
dolorosa, que fue la ruta que Jesucristo hizo a través de Jerusalén en su
camino desde el pretorio hasta el lugar de su crucifixión en el monte Calvario.
Esta vía también es
famosa como el tramo principal de las calles para vendedores de cualquier
producto imaginable. Desde lo mundano hasta lo arcano, hay muy poco que no se
pueda comprar si sabes con quien hablar.
La mayor parte de la mercancía vendida en el “Mercado Nocturno” es
robada o ilegal. Los vendedores de esta área no necesitan bazar para pregonar
sus productos. Son sombrías figuras en lóbregos rincones.
Vía Dolorosa |
Los monjes que allí
moran los pillan husmeando y los llevan ante el Padre Paliuro Rustucci, que se
encuentra en una modesta iglesia situada
frente a la iglesia del Santo Sepulcro.
La fe que se destila
en el aire de este lugar no es ni de lejos la que puede haber en el Santo
Sepulcro, los personajes se sienten incómodos pero Katja y Gabriel mantienen el
tipo sin huir del lugar, como sus impulsos primarios les aconsejan.
Sven sin embargo no
es capaz de cruzar el umbral de la puerta que les adentra en la iglesia. Los
monjes le dejan ir y el Brujah Varego hecha a correr como alma que lleva el
diablo, y lo hace en dirección contraria a este Sagrado lugar. El Terror se ha
adueñado de sus actos y no puede pensar con claridad hasta que no deje de
sentir la guadaña de la muerte sobre su gaznate.
Gabriel y Katja son
escoltados por cuatro monjes que los conducen a un despacho situado junto a la
sacristía. Iluminado por cirios, se encuentran con un imponente sacerdote
Católico Romano. El Padre Paliuro Rustucci de humano fue un hombre moreno y
hermoso, el ideal de hombría genovesa que aún conserva en su compostura,
añadida a una ominosa apariencia. Aunque se dibujan arrugas en su carne,
seguramente ocasionada por los tormentos que padece cada noche, su hipnotizante
aspecto de hombre santo es suficiente para causar en mayor confort o el más
sumo terror, según lo necesite.
Padre Paliuro Rustucci, Antiguo Lasombra |
–No hacíamos nada especial –miente Gabriel– solo admirábamos la iglesia del Santo
Sepulcro…
–¡Qué vergüenza a tu edad! Anciano Toreador… y mintiendo
como un bellaco –dice
el Padre Paliuro con semblante de desprecio absoluto.
–Dime la verdad Gabriel –ordena el Lasombra mirándole
a los ojos. Ambos ya se conocían, hace unos meses Gabriel se presentó ante el
Lasombra para presentarle sus respetos.
–Seguimos los rumores de una magia capaz de cosas
increíbles… –confiesa
Gabriel sin oponer excesiva resistencia ante el imponente Vástago.
–¿Cosas increíbles? –pregunta el Lasombra intrigado.
–El poder de volver a ser humano… –responde Gabriel
mientras Katja permanece en silencio observando– ¿te lo puedes creer? –pregunta el Toreador en tono de mofa quitándole
hierro al asunto.
–No, no me lo puedo creer –responde el Padre muy
serio mirando a Gabriel como si hubiese dicho un sacrilegio mayúsculo.
Katja sabía que el
Padre Paliuro es un Lasombra, alguien se lo dijo cuando se despertó en
Jerusalén, pero la hechicera Tzimisce se fija en que hay un espejo en la
estancia que está reflejando al tenebroso vampiro. Algo imposible, ya que los
Lasombra no se reflejan en las superficies reflectantes, es una debilidad de todos
los miembros de su clan, de la que no pueden escapar.
La hechicera Koldun
piensa que pueden suceder dos cosas: el Padre Paliuro no es un Lasombra y es un
impostor, o el espejo es mágico y refleja al Lasombra para que pueda pasar
desapercibido ante el ganado humano con el que trate por la noche.
–Y bien Gabriel… me interesa saber quien os ha hablado de
esa estúpida superstición y os ha conducido hasta el Santo Sepulcro –dice el Padre Paliuro
poniendo en un compromiso al Toreador, que no quiere delatar a Jeanette.
–Nadie –dice Gabriel mintiendo de nuevo.
–¡Dime quien! –dice el Padre Paliuro subiendo el tono y
comenzando a impacientarse. Parece que el Lasombra ha cazado la mentira de
Gabriel al vuelo.
–Son supersticiones de una bruja cualquiera –responde Gabriel algo
intimidado– una vidente… –continua al
ver que el Lasombra está muy interesado en sus palabras, pero no le da el
nombre de la mujer.
El Padre Paliuro
pierde la paciencia y se levanta de su silla, camina raudo hasta el lugar donde
se encuentra Gabriel y mirándole a los ojos, muy molesto le dice severamente al
Toreador:
–Soy un Antiguo del clan Lasombra, muy influyente, si no
el más, en el barrio cristiano, donde están vuestros refugios. –Dice Paliuro muy
enojado– te he pillado dos mentiras,
Gabriel, no habrá posibilidad de que lo haga en una tercera… ¿quién os lo dijo?
–¿Acaso es tan importante? –pregunta Gabriel
poniendo a prueba la paciencia del viejo Lasombra.
–No lo era, pero ahora sí lo es –responde
crípticamente el Padre Paliuro.
–Debes perdonarla, está mal de la cabeza –dice Gabriel
excusando a la buena de Jeanette.
–¿Acaso es una Malkavian? –pregunta el Lasombra
deduciéndolo de las palabras de Gabriel.
–No lo sé –dice Gabriel intentando librarse de esta
encerrona, diciendo esta vez la verdad–
No sé su clan. No nos lo dijo.
–¡Su nombre! –exige el Padre Paliuro abriendo los ojos de
par en par.
Gabriel se mantiene
estoico manteniendo el tipo sin querer decirle el nombre que tanta importancia
parece estar dándole el paranoico Lasombra. Cuando de pronto las velas se
apagan y la temperatura parece bajar unos grados de golpe. La mayor negrura que
nunca han visto envuelve toda la estancia, oscureciendo a los tres presentes en
el abismo. Parece como si el aire se hubiera transmutado en tinta de calamar.
Incluso la voz suena distorsionada. Lo saben por qué se escucha la voz del
Padre Paliuro, que pregunta en un tono aterrador:
–¡¿Quién fue?!
–Jeanette –confiesa Gabriel sintiéndose completamente
intimidado y sin salida.
En ese momento vuelve
la luz y las velas vuelven a encenderse, un sigiloso fraile lo está haciendo de
forma sutil poco antes de irse del lugar.
–No quiero sonar irrespetuosa… –dice Katja que hasta
ahora había permanecido callada y muy atenta– pero si vuelves a envolverme con tu negrura, no me voy a quedar parada
la siguiente vez.
Paliuro mira a la
vieja mujer, no sabe quién es, y tampoco le importa demasiado. Con cierto
desdén hacia la Tzimisce, de la que no sabe ni su nombre, el Lasombra se vuelve
a dirigir hacia el anciano Gabriel.
–Desprecio profundamente a Jeanette –dice Paliuro
enfadado– es una lunática maldecida por Satán.
Pagana gitana sacrílega, su alma está condenada sin remedio. Suele rondar por
mis dominios y no me gusta nada que lo haga. No es la primera vez que mando que
la expulsen de las inmediaciones del Santo Sepulcro. Debí imaginar que ella
estaba en esto… Advertirla que tomaré medidas la próxima vez que lo haga. Ya he
colmado mi paciencia.
–En cuanto a vosotros –continua el Padre dando su sermón– debo pediros que no volváis a hacerlo,
este es mi dominio y podría defenderme en él y seria legitimo según las
Tradiciones Cainitas.
–Buenas noches os de Dios –dice el Padre Paliuro
para despedirse– mis criados os
acompañarán a la puerta, no es necesario que os despidáis. Espero no volver a
veros.
Tras este tenso
encuentro Gabriel y Katja salen de la pequeña parroquia y se topan con la
imponente iglesia del Santo Sepulcro ante ellos. La fe vuelve a golpearles para
que no olviden su condición de no muertos maldecidos por Dios.
Asalto nocturno
Mientras se alejan
del lugar por la vía dolorosa, ignorando a los comerciantes que desde las
sombras les ofrecen sus pecaminosos productos. Ambos piensan en el incomodo
encuentro que han tenido con el sacerdote cristiano Lasombra.
Casi en la muralla
del barrio musulmán, se encuentran con Sven, que anda con pies de plomo
intentando esquivar cualquier atisbo de fe, tarea arto compilada en Jerusalén, la
ciudad más santa del mundo.
Cuando Katja y
Gabriel se disponían a contarle a Sven su agradable encuentro eclesiástico,
tres asaltantes con cara de malas pulgas y armados con dagas oxidadas rodean a
los tres vampiros, que sonríen pensando en que estos tres infortunados
asaltantes no saben a quién se están enfrentando.
Los tres asesinos cargan
contra los Vástagos y comienzan un combate desigual, que termina con dos de los
tres asaltantes muertos y tomados como alimento para Gabriel y Sven. Y el
tercero acaba bebiendo sangre de Katja, por lo que se hace su ghoul.
La hechicera Tzimisce
aprovecha que está más receptivo para interrogar al único superviviente sobre
el asalto, pero al parecer no fue nada premeditado, simplemente estaban en el
lugar equivocado en el momento equivocado.
El atónito asesino superviviente,
había visto nada menos, como la tierra bajo sus pies lo había engullido hasta
inmovilizar sus piernas y ahora una tenebrosa anciana le había dado de beber su
sangre. Sus dos compañeros de asalto yacían en el suelo vacíos de sangre, que
habían servido de alimento para un pálido vikingo y un imponente hombre con un
brazo de metal.
Ninguna de las
puñaladas de sus compañeros había servido de nada y las dagas con las que
atacaban solo pudieron hacer más que rasguños en los cuerpos muertos de Gabriel
y Sven. Así que el ahora ghoul de Katja pregunta si se puede marchar.
–Te vas a quedar aquí una temporada –dice Katja
acariciando la cara del afortunado asaltante–
ahora eres mi esclavo ¿cuál es tu nombre?
Ashshur, nuevo Ghoul de Katja |
–Aunque no lo creas –dice Katja al oído del humillado saco
de carne y sangre– tu vida va a mejorar
notablemente.
A continuación la
hechicera Tzimisce lo encierra en una de sus maltrechas mazmorras del palacete
Arista, para después acabar la noche compartiendo palabras con sus compañeros
no muertos.
–¿Te fijaste en el espejo de Paliuro? –pregunta Katja a
Gabriel.
–No –responde Gabriel–
estaba demasiado ocupado sudando sangre ante su inoportuno interrogatorio.
–Puede ser un impostor y ni siquiera ser Lasombra –dice Katja– o poseer un espejo mágico, algo improbable
pero posible.
–La gran pregunta es: ¿queremos a este Lasombra bufón de
enemigo? –sugiere
Katja.
–No ceo que nos convenga tener un enemigo de tal calibre –dice Gabriel– fue Príncipe de Jerusalén y ahora sin serlo,
sigue vivo, algo inaudito.
–¿Se lo decimos a la Malkavian? –pregunta Katja a sus
compañeros, sin obtener respuestas convincentes de ellos.
–En caso de creernos lo que nos dice Jeanette –dice Katja– ¿Queremos volver a ser humanos?...
–Deberíamos plantearnos –dice Katja pensativa– Qué queremos de Jeanette.
Todas estas
cuestiones quedan en el aire sin respuesta y cada uno regresa a su refugio en
el barrio cristiano, donde piensan en lo ocurrido esta noche para decidir que
paso dar a continuación y qué camino seguir.
Jerusalén espera
impaciente sus decisiones.
Mazmorras del Palacete Arista |