Réquiem por una hija III
La profecía
Eina, La hija de Jeanette |
Jeanette va de la
mano con su hija Eina. Esa noche es especial, algo la dice que toda la
oscuridad vivida hasta ahora está por terminar…
Salen por la puerta
de las basuras, un lugar impopular ya que en la antigüedad, era por donde
tiraban todos los desperdicios de la ciudad. Todavía hay montones de escombros
de civilizaciones pasadas que demuestran lo que este lugar fue.
Pero Jeanette no se
está fijando en eso, únicamente mira hacia el horizonte donde el crepúsculo
comienza a dibujar un color anaranjado y mortal para los vampiros. La Malkavian
se agacha y mira a los ojos a su hija, que espera sus palabras con temor en el
rostro.
–Descuida mi pequeña Eina, hoy volveremos a ser humanas y
dejaremos toda la maldad y la corrupción atrás –dice Jeanette con
voz suave y maternal. La niña, en silencio, abraza fuertemente a su madre
cubriéndole la cara con sus suaves rizos rojizos. La mujer coge a su hija y
avanza con ella en brazos.
Ya en el horizonte
comienza a salir el astro Rey. El sol asoma tímidamente y avanza dando calor a
las pieles de ambas espectadoras, que quietas como estatuas disfrutan el
momento.
Efectivamente su
carne no se deshace en cenizas y su dermis no arde como lo hace la de un
Cainita… es un milagro ¡Han dejado de ser criaturas malditas!
Jeanette llora de
alegría y contagia de felicidad a su pequeña, que sonríe al sol de la mañana.
La paz y la calma que sienten son tan abrumadoras que a penas pueden pensar.
Han cumplido su
sueño, recuperando su humanidad, como la Malkavian había visto en una de sus
visiones. La profecía se ha cumplido… y ella sabía que así seria.
Jeanette hace algo
que no parece tener mucho sentido, pero teniendo en cuenta que esto es un
sueño, que están teniendo al mismo tiempo todos los cainitas del grupo, ellos
si agradecen lo ocurrido.
–Muchas gracias por vuestra ayuda –dice Jeanette mirando al cielo
mientras las lágrimas de felicidad ruedan por sus mejillas iluminadas como
diamantes al sol.
En ese momento, cada
uno en su lugar de descanso, Gabriel, Sven, Aesir, Vinzenzo y Katja, despiertan
con el recuerdo vivido de lo recién narrado, como espectadores aéreos.
Lo que ocurre, es que
ellos deducen que la realidad fue más cruda de lo que acaban de soñar.
Seguramente esto es lo que su demencia orquestó por un trance para encubrir la
realidad: Jeanette fue apaleada, empalada y arrastrada a las afueras de
Jerusalén. Una vez allí, el amanecer hizo su labor deshaciendo a la Malkavian
en cenizas, que en ningún momento dejó de abrazar fuertemente la muñeca, de su
hace mucho difunta hija: Eina.
Ashshur, nuevo Ghoul de Katja |
Katja se encuentra
deambulando por su antiguo barrio, cerca de su dominio, ahora quemado hasta los
cimientos humeantes. Es hora de cazar y hoy, la Tzimisce, se encuentra
especialmente contenta y por eso no matará a su víctima.
Esta noche ha
empezado con Ashshur, uno de sus ghoules, regresando de un encargo. Katja le
mandó ir a buscar una serie de hierbas y un cachorro animal vivo. Ashshur le había
conseguido todo con tremenda facilidad y jugaba con el cachorro de perro, color
negro brillante, cuando la bruja Tzimisce, con ese aspecto octogenario tan
inquietante, se agacho ante el animal, se abrió las venas con sus colmillos y
le dio de beber de su sangre. El cachorro sufrió un subidón de adrenalina tal
que no podía parar de correr en círculos por la estancia. Ignorando a Ashshur Katja,
satisfecha, salió de caza, debía alimentarse.
La victima de esa
noche, un anónimo transeúnte, había tenido suerte y Katja solamente bebió de él
lo suficiente para poco más que recuperar la Vitae que el día le había
arrebatado, como sucede cada noche. El placer de ambos en el beso, fue tal que
la víctima se fue encantado de lo ocurrido, sin saber muy bien que le habían
hecho. Katja lamió sus heridas antes, para que no se desangrase, y ahora con un
poco más de sangre en su organismo decidió ir a ver a su compañero Gabriel, el
anciano Toreador.
Kal-el, Herrero Ghoul de Gabriel |
El Toreador fue
herrero en su lejana vida de humano, hace ya más de 1500 años. Ahora transmite
su sabiduría sobre el arte de la forja, mientras su ghoul Kal-el, herrero de
profesión, aprende de su antiguo saber.
Kal-el ayuda a
Gabriel, utilizando el fuelle y colocando correctamente el metal mientras el
Toreador golpea certeramente con el martillo sobre el yunque. Lo asombroso es
que Gabriel solo tiene un brazo útil, aun así, lo hace de forma precisa y
efectiva. Las dagas son livianas como el aire y tan afiladas que cortan con
solo mirarlas. Los últimos detalles son unas filigranas talladas que terminan
la obra maestra, acabada: dos dagas de forja única que pueden dañar a todo tipo
de criaturas sobrenaturales.
Adin Yakar, Gaón Caraíta, Contacto de Gabriel |
Katja se presenta en
la casa de Adin Yakar, el Gaón Caraíta padre de Kal-el, y al nombrar a Gabriel,
Adin le acompaña a la herrería de su hijo, donde el Toreador enfría sus dagas
recién forjadas.
–Matusalén Toreador Gabriel –dice Katja con
respeto máximo– vengo porque he tenido un
encontronazo con una miembro de tu clan. Se llama Danielis y es una vieja
rival. Invadió mi dominio y me robó el sarcófago donde descanso cada día. Por
supuesto tuve que recuperar lo que es mío y corrió la sangre de sus criados en
su refugio. No voy a tolerar ese comportamiento, y al ser de tu clan y tu más
anciano…
–Entiendo… –dice Gabriel sin dejar terminar a Katja– vienes a mí para que medie...
–En otras circunstancias, su cabeza ya estaría en una
pica –dice
Katja dolida– por eso recurro a vos,
antiguo y sabio Toreador.
–¿Qué deseas? –pregunta Gabriel.
–Quiero la disculpa pública de Danielis –responde Katja
orgullosa.
–¿Te disculparás tu por tus afrentas? –pregunta Gabriel.
–Si se disculpa ella, le daré el diario que desea –responde Katja.
–Por cierto… han matado a Jeanette, la Malkavian –dice Katja.
–Sí, he soñado con ella –responde Gabriel apenado.
–¡Yo también! –exclama Katja dejando perplejo al Toreador.
–Su profecía se ha
cumplido
–dice Gabriel.
–Había prometido protegerla. –Dice Katja– Hemos averiguado mediante el Auspex de
Abraham que alguien nos intenta incriminar. Aparecemos como los asesinos de la
pobre desdichada. Es todo mentira. Ahora mismo me molesta más esta falsa
acusación que la intromisión de Danielis.
Katja le cuenta todo
lo ocurrido en las noches que Gabriel no ha estado con ellos. Le habla sobre el
Giovanni que ahora les acompaña y la aventura que tuvieron, que acabó en el
casi enfrentamiento de los dos viejos Brujah.
–Por suerte Vinzenzo Giovanni y Aesir, impidieron que la
sangre llegase al rio. –Concluye Katja– Alguien
estaba interesado en que los Brujah se matasen, ¿pero quién?
Ambos cainitas
terminan su conversación y Katja invita a Gabriel al refugio del Giovanni para
presentárselo. El Toreador pide unos minutos a la hechicera, quiere hablar con Adin
Yakar, Gaón Caraíta padre de su ghoul Kal-el.
Vinzenzo Giovanni, Capadocio |
Nos encontramos en la
mansión de Vinzenzo Giovanni, dentro de sus acaudalados muros, dos Capadocio
hablan sobre el futuro del clan en Jerusalén. Vinzenzo le cuenta a su Sire
Amborgino lo bien que ha ido la investigación sobre la muerte de Adam. La
historia que el chiquillo le narra al Sire explica como el clan Capadocio ha
sido claramente mermado. Pero eso va a cambiar…
–Has hecho un excelente trabajo de presentación,
chiquillo mío –dice
Amborgino a Vinzenzo– ahora toca dar el
siguiente paso: liderar el clan en la ciudad. Por parte del viejo Abraham no
vamos a tener oposición, pero hay alguien que puede ser un problema…
Vinzenzo deja de
beber el excelente vino que ambos degustan, para escuchar con atención a su
Sire, la palabra problema no suele estar en su vocabulario y eso escamó a
Vinzenzo.
–Hay otro Capadocio en la ciudad –dice Amborgino
fijándose en el vino a través de su copa de cristal de Bohemia– no sé mucho sobre él, pero lo poco que sé,
es relevante. Se llama Marcus y tiene más de mil años. No está mezclado en
asuntos de clan y tampoco se le conoce en la zona. Es alguien misterioso que
parece estar en un segundo plano en los tejemanejes de la Estirpe. Solo por su
edad y por respeto a la misma, deberías obtener su bendición para ser el
representante del clan en Jerusalén. Tu aumento de posición, a Ancillae, pasa
por que Marcus esté de acuerdo. No queremos problemas con nadie anciano del
clan.
–Así lo haré Sire. –Dice Vinzenzo a su Sire– En cuanto al asesinato de la Malkavian,
Jeanette, he pensado invocar su espíritu. Algunas veces, si el vampiro tiene
grilletes muy fuertes a este mundo, se pude hacer… ¿Qué te parece?
–Excelente idea –dice Amborgino sin darle mayor importancia,
mientras se despide de su chiquillo y pensativo, sin hacer ruido, se va de la
estancia, dejando a Vinzenzo a solas con la muñeca de Jeanette en las manos.
Vinzenzo pide a su
ghoul, Bianca Giovanni, que busque a Marcus e investigue sobre él. Le da la
poca información de la que dispone y le pide que no se ponga en peligro,
dándole acceso a sus recursos para localizarlo, si fuera necesario. La oscura
sirvienta se va para hacer lo que mejor se le da: investigar.
Espíritu de Jeanette D´Avignon, Malkavian |
El Giovanni, ahora a
solas, toca la ajada y sucia muñeca de Jeanette y se concentra para utilizar
sus poderes de nigromancia. Quiere que el espíritu de la Malkavian regrese de
entre los muertos y hable con él. Esto tiene cierta complicación, ya que la
mayoría de los espíritus de los cainitas no pueden ser llamados de esta forma,
o si pueden, pero no suelen contestar…
Pero esta vez parece
ser que el vínculo con la muñeca, es suficientemente fuerte para que Jeanette
se materialice ante Vinzenzo.
La Malkavian,
traslucida y espectral, iluminada en un tono azulado, acompañado de una bajada
notable de la temperatura, mira confundida al Giovanni. Viste como la última
vez que Vinzenzo le vio, pero en sus brazos tiene una niña pequeña, vestida
igual que la muñeca y con su mismo pelo rojizo. Es la viva imagen de una niña
de verdad, lo que ocurre es que ahora también parece estar muerta, como
Jeanette. Esto deja completamente descolocado a Vinzenzo que saluda a la recién
difunta Malkavian.
La lunática sonríe
con paz en sus ojos y mira al Giovanni sin parecer recordarle.
–Jeanette, soy yo Vinzenzo ¿me recuerdas? –pregunta el
Capadocio mientras la Malkavian asiente–
¿Qué paso?
–Lo conseguí –dice recordando al Giovanni y mirando con
amor a su hija en brazos– Hemos
trascendido. La profecía se cumplió tal y como la había visto, tantas veces.
Eina y yo caminamos hacia el amanecer y con él, vino la paz…
–¿Todo fue bien por el camino? –pregunta Vinzenzo
escamado.
–Mejor que bien –responde Jeanette con una tremenda sonrisa en
su cara. Ambas son la viva imagen de la felicidad familiar.
–Me alegro que seáis tan felices. Es un placer veros. –Dice Vinzenzo– Solo quería asegurarme que todo iba bien.
Y con estas palabras
la imagen de Jeanette y de su hija, desaparecen sin dejar rastro. Devolviendo a
la habitación una temperatura normal para esta época del año.
Gabriel, Anciano Toreador |
Gabriel, a solas con Adin
Yakar, padre de Kal-el, su aprendiz de herrero. Le transmite una inquietud
mientras Katja le espera fuera de la herrería.
–Adin, eres alguien sabio –dice Gabriel mirando
a los ojos a su contacto y elevando su pesada y vieja prótesis hecha de metal y
madera, situada en el brazo que le falta–
y seguro que conoces a más sabios y maestros que puedan ayudarme. He pensado en
que me ayudes a idear y construir un brazo mecánico. Me gustaría tener cierta
movilidad, después de tantos siglos, creo que me lo he ganado… Si lo consigues,
ayudaré más aun a tu familia.
Adin Yakar asiente
sonriente, parece que sabe dónde empezar a indagar.
Señora Pods, Ghoul de Abraham |
La adorable señora
Pods, ghoul de Abraham, contacta con Aesir. Su señor, en anciano Capadocio,
quiere hablar con él. Raudo Aesir sigue a la señora mayor, que se mueve con una
agilidad insospechada para su edad, a saber cuántos años, o siglos, tendrá.
Abraham ha traducido
parte de los textos hebreos que el hechicero le confió la pasada noche. Son un
ritual, increíblemente bien confeccionado para despertar un Golem de fuego, el mismo que
asesinó a la Tremere autora de estos textos, Inés Arista, una verdadera fuerza
de la naturaleza, de la que manaba la magia del fuego desde que era solo una
niña.
Aesir se extraña de
cómo ha podido haber traducido sus textos tan rápidamente y Abraham le confiesa
que lo ha hecho durante el día. Algo imposible para los cainitas, ya que todos
ellos sucumben al sueño diurno, pero Abraham confiesa tener la práctica para poder
ser despertado por sus criados para poder aprovechar el día para estudiar, sin
sufrir las penalizaciones de la luz diurna.
Abraham, Buscador de las Revelaciones Sagradas, Matusalén Capadocio |
El hechicero promete
a Abraham que no va a utilizarlo para hacer el mal, consensuando ambos que con
hacer el mal se refieren a no hacer daño a nadie inocente o que no se lo
merezca.
Sobre el resto de los
documentos que Aesir le facilito al Capadocio, aun hay escritos hebreos que
Abraham no ha desentrañado. Son los relacionados directamente con la mesa de
Salomón y el nombre de Yahvé, seguramente de los que sacó la sagrada palabra
para insuflar vida al Golem de Inés.
Aesir se va
satisfecho y guardando el ritual dentro de su túnica, sonríe fascinado pensando
en las infinitas posibilidades que tiene esta magia para poder ser empleada…
Mansión Giovanni |
Los cuatro vampiros
se encuentran en el salón comedor de la mansión de Vinzenzo Giovanni. Las velas
iluminan el lugar y los silenciosos criados dejan todo listo para que los
cainitas degusten Vitae en finísimas copas de cristal de Bohemia.
–¿Conociste a Salomón? –pregunta Aesir al
anciano Gabriel mientras relee la traducción del ritual que le ha dado Abraham– tengo unos escritos hebreos que provienen
de su época…
–Sí, claro que le conocí –responde Gabriel – y a su padre el Rey David… pero no recuerdo
su mesa. Soy un herrero y su mesa seria de piedra o de madera. Otro tipo de maestro
tendría mano en ella. ¿Por qué lo preguntáis?
–Me he hecho con un ritual que se alimenta de su
sabiduría –responde
Aesir enigmáticamente.
–¿Un ritual? –pregunta Katja interesada en su hechicería– podrías enseñármelo, a pesar de ser de
diferentes escuelas de magia podría aprenderlo.
–Es sencillo pero poderoso –responde Aesir
sonriendo– con él se invoca a una
tremenda fuerza de fuego.
–Estoy interesada en dotar de protecciones mágicas a mi
refugio –dice
Katja dirigiéndose al hechicero, que ensimismado con el pergamino a penas la
escucha– recuerdo que me hablaste de
ello.
–Soy Gabriel, Matusalén Toreador –dice el Toreador
dirigiéndose y tendiéndole la mano a Vinzenzo Giovanni.
–Un placer, soy Vinzenzo Giovanni, Capadocio –responde el anfitrión
dando un firme apretón de manos a Gabriel.
–He conseguido hablar con Jeanette –dice Vinzenzo
dirigiéndose a los tres cainitas, que sentados a la mesa, se callan y le miran
incrédulos– puedo hablar con los muertos. La profecía se ha cumplido. Estaba
feliz y su muñeca era una niña.
Katja, Hechicera Koldun Tzimisce |
–Podría haberlo hecho un Tremere –añade Aesir.
–¿No es más sencillo que sea todo fruto de la locura de
su mente? –pregunta
Katja sin esperar respuesta.
–Puedo ir al lugar donde desapareció Jeanette, cerca del
Santo Sepulcro, y ver donde la mataron –sugiere Gabriel.
–Mas que donde, debemos saber quién –dice Katja.
–El culpable de la muerte de Jeanette es El padre
Rustucci o Varsik…, incluso ambos compinchados –conjetura Aesir– los dos tenían razones para matarla.
–Varsik es sospechoso por que Jeanette era una mala
influencia para su chiquilla Yasmina. –Dice Katja– Y al Padre Paliuro Rustucci no le gustaba que merodease por su dominio,
además de tacharla de pagana y lunática. Pero ¿que gana el enfrentando a los
ancianos Brujah e inculpándonos a nosotros en el asesinato? Es todo muy
enrevesado y elaborado.
–¿Y si el espejo mágico del Lasombra tiene algo que ver
con la muerte de Jeanette? –pregunta Vinzenzo– puede que muestre escenas irreales… imágenes mágicas falsas.
–Supongo que el Padre Rustucci no se lleva bien con
ninguno de los dos Brujah –dice Katja– Azif es un engendro “sin alma” y
Bonifacio un santurrón que ayuda a los “sin alma”. Nunca me cayó bien, es un
hombre poco respetuoso.
–Cuidado con hacernos enemigos de Paliuro Rustucci –dice Vinzenzo– es un Lasombra poderoso. Podría ser un
problema.
–Hay otra opción –dice Katja–
que no sea ni Varsik, ni Rustucci, si no alguien que nos desea mal por alguna
razón que se me escapa…
Abdullah Al-Sathaja, El Manso, Seguidor de Set |
Mientras nuestros
queridos Vástagos hablan en el calor de la mansión Giovanni, un inesperado
invitado se presenta ante el anfitrión: Vinzenzo el Capadocio.
Es un cainita con
aspecto árabe. Se presenta como Seguidor de Set. Parece inofensivo de forma
agradable, pero de algún extraño modo, no es exactamente alguien que podría ser
olvidado, no parece alguien corriente ni banal. Su forma de hablar y su
compostura lo hacen muy especial. Le rodea un aire de tranquila competencia,
parece que sabe de lo que habla.
En una breve
conversación, Vinzenzo intenta averiguar la razón por la que viene a verles.
Busca información sobre Jeanette para su Señor.
El Giovanni intenta
averiguar si es alguien mezquino, y al parecer el extraño está interesado en
agradar en extremo a su Señor, un tal Alá… ¡el Dios Alá!
No parece que el
Setita hable en broma y parece que su Señor es el Dios Alá. En múltiples
ocasiones los ancianos vampiros han sido venerados como Dioses y Vinzenzo
relaciona esto con el poder y la avanzada edad del cainita que lo envía en su
lugar.
Abdullah, apodado el
manso, medita cada pregunta y comentario del Giovanni antes de responder… pero
cuando el Capadocio habla de Alá… entonces, el Seguidor de Set deja que se
derrame su entusiasmo por ser un esclavo de Ala, al que también llama Al-Hakim.
Vinzenzo le cuenta
todo lo relacionado con el asesinato de Jeanette y el Setita desvela que la ira
de Alá acabará con todo el que hay atenido que ver con su muerte. Incluso se
atreve a advertir su confesión, si han tenido algo que ver con su
fallecimiento, será lo mejor ante su Señor Alá.
El Giovanni pide
tiempo para interceder ante sus compañeros no muertos y la próxima vez hablarán
directamente con su Señor Alá. El Setita pide un adelanto para no ir con las
manos vacías ante Alá y Vinzenzo le asegura haber hablado con el espíritu de
Jeanette tras su muerte, por lo que maneja información que nadie más puede
saber sobre su crimen.
Abdullah, satisfecho,
sale del a mansión de Vinzenzo y el Giovanni se dirige ante sus invitados para
contarles lo acontecido.
Los cuatro cainitas
hablan de lo curioso de un seguidor de Set esclavo del Dios de los musulmanes,
Alá.
Aesir aprovecha para
hacer tratos con Vinzenzo y para saldar la deuda que el Giovanni tiene con
ellos, el hechicero invoca un lingote de oro ante ellos, dejando boquiabierto a
Vinzenzo. Aesir quiere que le ayude a construir un refugio seguro, en un lugar
concreto, pero de forma discreta, rápida y concienzuda. Ambos cierran el
acuerdo y así Vinzenzo estará en paz con el grupo de cainitas. Katja está de
acuerdo y Gabriel no estaba cuando Vinzenzo adquirió la deuda con los
presentes, así que, a falta de Sven, Aesir y Vinzenzo zanjan el tema con un
apretón de manos.
El Giovanni escribe
una carta a Varsik, para pedirle ayuda con este tema y se la hará llegar a
Vartan, ghoul del Antiguo Ravnos. El asunto ya está fraguándose.
Para terminar la
noche, Gabriel se pasa por los alrededores del Santo Sepulcro, para ver si
encuentra indicios del asesinato de Jeanette. Investiga pacientemente cada
marca, cada rincón, pero no encuentra nada, si sucedió aquí, este trabajo ha
sido hecho por profesionales.
Katja y Aesir charlan
sobre magia y el hechicero decide dar una vuelta por las calles del barrio
armenio para ver si encuentra a Yasmina por allí. No hay rastro de la Ravnos,
debe estar hundida por la muerte de su amiga la Malkavian.
Los cainitas se
recogen a sus lugares de descanso mientras el crepúsculo da paso al amanecer, cálido
y mortal.
Marcus, el Bárbaro, Capadocio |
Ya a la noche
siguiente, Bianca, la ghoul de Vinzenzo, tan fría y distante como acostumbra, aparece
cual sombra y tras observar la puerta detenidamente llama con sus pálidos nudillos.
Al otro lado abre Vinzenzo, se acaba de despertar de su descanso diurno. Los
ojos grises de la mujer miran fijamente y el Giovanni, que asiente para que
Bianca comience a hablar.
–Mi señor, he descubierto información sobre Marcus –dice Bianca
bajando la cabeza como muestra de sumisión– se
mueve mucho por las peores calles del barrio armenio. Frecuenta los antros más
oscuros y peligrosos de toda la ciudad. Sus favoritas son las tabernas
infestadas de criminales y mercenarios. Marcus es alguien que infunde miedo
allí por donde pasa. Dicen que es un bárbaro, un criminal, un asesino. Es algo
muy inusual en el clan Capadocio, pero todo lo que le cuento es cierto, mi
señor Vinzenzo.
Vinzenzo escucha
atentamente la tenue voz de Bianca Giovanni, mientras bebe Vitae de la mejor
cosecha servida en una copa de cristal de la mejor calidad.
Tras escucharla y
meditar el siguiente paso, ordena a Bianca escribir una carta a su aliado
Lesmes Sinester, el Lasombra, explicándole en ella todo lo que sabe de Marcus.
De paso le cuenta toda la historia sobre el asesinato de la Malkavian. La forma
más segura de que le llegue la carta es que se la lleve Horus, en la Umbra es
más difícil que sea interceptada. Y así es como le ordena a su fiel esbirro que
realice tal sencillo cometido: hacerle llegar esta misiva a la Ciudad Oscura.
Vinzenzo ordena a
Bianca que le cuente a Amborgino, su Sire, todo lo que ha averiguado sobre
Marcus, el también debe estar informado sobre esto. Dicho y hecho la mujer lo
hace rauda.
Un estruendoso ruido
metálico rompe la calma que se respira en la mansión Giovanni. Alguien está
golpeando incesantemente la verja de hierro de la puerta exterior. El ruido es
horrible y llama la atención en medio de la noche, algo que a Vinzenzo no le
gusta nada.
G de Giovanni |
–¿Por qué me buscas? –vocea el “gigante” al otro lado de la
verja.
–¡Para, por favor! –grita Vinzenzo al desconocido conteniendo
su malestar, pero intuyendo ya quien puede ser. Nadie osaría hacer esto excepto
un incauto o un vampiro milenario.
Bianca abre la verja
y deja pasar al enorme hombre. Ya sobre el jardín mira de arriba abajo a
Vinzenzo, mientras la mujer pasa a formar parte de un segundo plano.
El robusto hombre es
pálido como un cadáver fornido y de altura superior a la media. Tiene rostro de
guerrero bárbaro, barba recortada a estilo romano y nariz aquilina. Aparenta
unos 30 años y viste con hábitos cristianos de la ciudad, seguro que para no
suscitar una atención no deseada.
–Marcus… –dice el Giovanni mirando a los ojos al enorme
bárbaro– soy Vinzenzo Giovanni,
Capadocio.
–¡¿Capadocio?! –pregunta incrédulo el bárbaro mirando atónito
al elegante mercader veneciano.
–¿Capadocio? –pregunta Vinzenzo a su vez mirando a Marcus
sonriente intentando encontrar complicidad con el maleducado anciano de su clan.
Marcus rompe a reír
en una larga y estruendosa carcajada a la que se une Vinzenzo invitándole a
pasar a su refugio. El enorme cainita está completamente fuera de lugar, nada
de lo que hay en la casa tiene algo que ver con este bárbaro y así lo manifiesta
abiertamente, tocando y manoseando todo sin respeto alguno por la propiedad
ajena.
–¿Te va bien, eh hermano? –dice Marcus con un
carísimo jarrón oriental en su enorme mano a lo que Vinzenzo, con una paciencia
infinita, le responde sobre los recursos activos de la familia en su lugar de
origen: Venecia.
–¿Por qué me buscabas? –pregunta Marcus a su
anfitrión mirando a Bianca de reojo mientras los tres caminan hacia el comedor,
dejando el jarrón en cualquier lugar.
Bianca Giovanni, Ghoul de Vinzenzo |
–Seguramente se lo buscó –responde Marcus sin
ningún respeto por la muerte de su hermano de clan.
–Ante su muerte y con la bendición de Abraham, el anciano
de nuestro clan en Jerusalén, quiero ser el representante de los Capadocio en
la ciudad, ahora que Adam ya no está presente. –Explica Vinzenzo al
bárbaro mientras este mira el interior de la imponente mansión, con media
sonrisilla en su severo rostro guerrero.
–¡Me suda el nabo! –responde con fuerza Marcus de forma
completamente obscena ante tales afirmaciones de relevancia para su clan –haz lo que quieras pero ten claro que no
vas a mandar sobre mí.
–Marcus, deseo que mantengamos una buena relación –dice Vinzenzo ya en
el ostentoso comedor, mientras Bianca sirve un par de copas de Vitae para los
cainitas. Marcus le quita violentamente la botella a la ghoul y se la bebe de
un trago, arrojándola después contra el suelo y estallándola en mil pedazos.
–Me parece bien –dice Marcus limpiándose la sangre de la boca
con la manga, mientras los sigilosos sirventes limpian todo el desaguisado que
ha montado el viejo Capadocio.
–¿Por qué has venido a Jerusalén? –pregunta Marcus
intentando ser social, pero dejando claro que no le importa en absoluto, ya que
no parece atender a la respuesta.
–El clan me ha enviado –responde Vinzenzo
colmándose de paciencia– desea que
tengamos cierto estatus en Jerusalén.
–Tú que tendrás tus hilos y contactos por aquí… –dice Marcus mirando un
inquietante retrato familiar– ¿me puedes
ayudar hermano? –y eructa fuertemente al aire, dejando un olor a podrido
que ni en la más antigua cripta de nigromante alguno.
–Dime en que te puedo ayudar –responde Vinzenzo
manteniendo la compostura y con una educación exquisita en contraste con el
desprecio constante por la etiqueta de Marcus. Ambos son como el agua y el
aceite.
–Investigo algo para un aliado, se llama Paliuro y es
Lasombra ¿Qué sabes sobre la muerte de Jeanette? Mi amigo quiere estar
informado y me ha mandado a hacer el trabajo de campo, ya sabes, no quiere que
le salpique la mierda y nadie le cuelgue el sambenito ¿me explico? –Explica Marcus a
Vinzenzo.
–Conozco al Padre Paliuro Rustucci –responde Vinzenzo– y confieso que sospeche de él cuando
mataron a Jeanette. Pero no te preocupes, nada le salpicará. Es a nosotros a
quienes quieren colgarnos el sambenito de su muerte. Esta misma noche ha venido
un Seguidor de Set para conseguir la misma información que tú deseas. Se la voy
a vender… a ti sin embargo te regalaré sin coste alguno. Eres un hermano de
clan.
Vinzenzo le cuenta el
capítulo de la invocación a Jeanette y Marcus escucha atento al veneciano interesándose
por sus artes para hablar con los muertos. Hablan del tema y vuelven al
Lasombra que ambos conocen.
–Paliuro es un cabrón duro de pelar –dice Marcus– fue un cruzado y defendió el Santo
Sepulcro personalmente en el ataque a Jerusalén de la primera cruzada, la que
arrasó la ciudad –dice Marcus sonriendo como si eso le gustase de alguna
manera.
–A mí, sin embargo –continua Marcus– me importan una mierda de camello los lugares sagrados, ayude a
destruir el Templo de Jerusalén y Yahvé no me ha fulminado por ello, todavía.
Por ahora no parece que Yahvé, Dios, Alá o cualquier otra deidad vaya interponerse en mi camino en absoluto.
–He viajado mucho, como mortal y como Cainita, y he
conocido a muchos hijos de puta, Paliuro es uno de ellos, mejor no llevarse mal
con él, te lo aseguro. –Asegura Marcus a Vinzenzo convencido de sus palabras.
Ambos Capadocio
terminan su encuentro cordialmente y Marcus se va del refugio de Vinzenzo
dejando un rastro de torpe destrucción a su paso, la decoración de la casa ha quedado
altamente dañada tras la visita de este peculiar bárbaro.
Vinzenzo no le da mayor
importancia y pide a Bianca que transmita inmediatamente lo que acaba de
suceder a Amborgino Giovanni. Por supuesto el servicio de la mansión
rápidamente se dispone a limpiar y reponer todo lo agraviado en el refugio de
Vinzenzo.
Al-Hakim, Alá, el Lagarto, Malkavian |
Gabriel, Aesir y
Katja se encuentran con Vinzenzo en su mansión, lugar seguro y cómodo para
tratar cualquier tema que deseen.
Acomodados en el
salón comedor, beben rico vino de Vitae mientras comparten sus últimas
vivencias en Jerusalén. Sin duda todos ellos están interesados en lo mismo,
prosperar en la política de la Estirpe, para poder llevar una no vida más
digna, siendo aceptados por la entramada red de cainitas de la ciudad.
Vinzenzo ha recibido
la noticia de que Al-Hakim, el señor de Abdullah, el Seguidor de Set que se
presentó la otra noche, viene esta noche para hablar con ellos. Sin duda será
una velada interesante, ya que parece ser un cainita de peso.
Poco después del anuncio,
Bianca abre la puerta y tras ella dos hombres entran en el comedor. Vinzenzo,
como buen anfitrión, se presenta ante ellos. Uno es Abdullah, el Setita que el
Giovanni conoce, pero el otro nadie en esta sala lo había visto antes.
Al-Hakim tiene el porte
y la dignidad de un califa con la postura imperial que le corresponde. Se viste
con grandeza y elegancia. Su figura imponente presenta a alguien elevado que
entra en la estancia.
–Soy Alá –dice
el gran hombre con un tono claramente arrogante. Su esclavo Abdullah se
arrodilla junto a él y los demás cainitas se presentan. Todos con su clan como
apellido, excepto Aesir, que simplemente dice su nombre.
–Me han informado de que sabéis de la muerte de Jeanette,
–dice
Al-Hakim malhumorado– solo quiero buscar
a quien ha osado matar a una hermana de clan y darle su merecida muerte.
Vinzenzo le cuenta al
Malkavian todo lo que saben del asesinato de Jeanette, con pelos y señales,
incluido lo de la invocación de su espíritu. También le da los posibles
sospechosos, entre los que está el Padre Paliuro Rustucci.
Al-Hakim les cuenta
que va a tomar parte y a usar su poder para destruir al asesino y a todo su
entorno. Tiene claro que ha sido Paliuro y está decidido a destruirle, sin
importarle la relevancia del Lasombra o su peligroso pasado.
El Malkavian, ofrece
a su grupo de seguidores, y a su esclavo Abdullah para el asalto al refugio del
Lasombra. Les promete que si le ayudan podrán quedarse con el dominio del
barrio Cristiano, además de haber ayudado a matar a un asesino, haciendo
justicia. El Malkavian asegura que podrán reclamar al menos su dominio, el los
apoyará en esto, no está interesado en sustituirle. Parece que son viejos
conocidos.
El obtendrá venganza,
así de claro se lo expresa a los personajes. Mañana a media noche comenzará el
principio del fin para el asesino Lasombra.
Aesir Pentagast, Hechicero Tremere |
Vinzenzo le pide algo
de tiempo para pensarlo. Como grupo deben hablarlo para ver si apoyan el ataque
que Al-Hakim quiere hacer. Tienen una noche para decidirlo, mañana, el Malkavian
está decidido a destruir al antiguo Lasombra con o sin su ayuda.
Al-Hakim y Abdullah
se despiden y abandonan el refugio y dominio de Don Vinzenzo Giovanni y los
cuatro cainitas debaten sobre la posible participación en esta conspiración,
que fortuitamente se ha puesto en su camino.
–El Malkavian no es creíble –dice Katja abriendo
debate– pero Rustucci es sospechoso.
Cuadra que sea el culpable. Odiaba a Jeanette, dijo que se había ocupado del
asunto y ese tal Marcus, que trabaja para él, estaba recabando información
sobre lo que sabíamos nosotros, básicamente… Todo apunta en su dirección y eso
me hace dudar…
–¿Y si desaparece Rustucci va a venir bien para el frágil
equilibrio en la política humana? –pregunta Vinzenzo– actualmente su figura evitan que se maten unos a otros, manteniendo
cierto equilibrio de poder.
–Bonifacio tiene más peso que Paliuro Rustucci –dice Aesir pensativo.
–Prefiero mil veces a Bonifacio –dice Katja– de él si me creo la paz.
–Ya sospechábamos de Paliuro Rustucci sin pruebas –dice Aesir– así que ahora que este Malkavian está tan
convencido, parece conocerle de antes.
Gabriel aprovecha
para tocar la muñeca y utilizar su Auspex, viendo claramente como sus
compañeros han ejecutado a la Malkavian tal y como Abraham les había contado.
No hay duda de que alguien quiere inculparles y lo tiene fácil porque ellos
estuvieron con ella esas noches.
Aesir se interesa por
la muñeca de Jeanette y la observa con detenimiento, cada costura, cada tela,
cada detalle, por si pudiera tener algo de magia o hechicería en ella. Al
parecer no es así, es una muñeca normal y corriente, ajada y manchada de ceniza
y sangre seca.
Amborgino Giovanni, Sire Capadocio de Vinzenzo |
Mientras los cuatro
cainitas están enfrascados en la toma de la decisión de si ir a asesinar a un
Antiguo poderoso de Jerusalén, Vinzenzo cae en la cuenta de que su Sire
Amborgino se encuentra en las inmediaciones y decide buscarle para contarle las
últimas novedades, quizás el pueda arrojar algo de luz para así tener más clara
la decisión a tomar.
Amborgino Giovanni se
encuentra en la biblioteca inmerso en sus estudios, rodeado de manuscritos,
papiros y tablillas con extraños y viejos símbolos cuneiformes.
Don Vinzenzo Giovanni
le cuenta a su Sire todo lo que saben y Amborgino dice conocer al Malkavian que
se autodenomina Alá.
–“El loco”, le llaman, y tiene su apodo bien merecido –dice Amborgino– Es un megalómano de manual. “Las amenazas
de castigo divino siempre están dispuestas en caso de que sus antojos no sean
obedecidos“… son todos iguales, todo es ilusorio para nosotros, pero real para
él. Su convencimiento le hace poderoso, no teme a nada ni a nadie y puede hacer
cosas que muchos “cuerdos” jamás harían por no creer en ello.
–Si me preguntas que haría yo… –dice Amborgino
gustándose y levantándose de la silla con la mano derecha sobre su pecho– Mi consejo joven chiquillo, es que te
ganes a Marcus, claramente es el perro de Paliuro, y lo utilices para que
traicione a su Señor. Después deberías aliarte con el lagarto para dar muerte
al asesino de la Malkavian. No hay nada como una causa justa para perpetrar un
crimen.
–Abdullah, la serpiente –dice Amborgino
mirando a los ojos a Vinzenzo– irá tras “El
loco” y tendrás una verdadera red con la que comenzar a pescar.
–Supongamos que Marcus no quiere colaborar… –insinúa Vinzenzo.
–Lo matáis –dice Amborgino sin escrúpulos ni pena alguna
por el bárbaro mercenario– sois seis y el
solo uno…
Vinzenzo queda
pensativo y Amborgino pide a su chiquillo que lo deje trabajar. Así lo hace y
regresa con sus compañeros con una visión renovada de lo que poder hacer.
Aesir insiste en
meter a los Brujah en el fregado y hacer que Bonifacio tome parte y se una a la
conspiración contra el Lasombra.
Finalmente deciden no
hacerlo, los demás no tienen claro que dos cristianos quieran pelear, a pesar
de sus diferencias de opinión.
Terminan la
conversación decidiendo que van a ayudar a Al-Hakim a matar al Padre Paliuro
Rustucci y deciden irse esta noche de caza para mañana estar rebosantes de
sangre, puede ser una noche en la que el gasto de Vitae decida hacia qué lado
cae la balanza.
Mientras todos
duermen en sus respectivos refugios, Aesir transcribe en su Grimorio el ritual
que le ha regalado Abraham, ese con el que pude invocar un Golem de fuego. El Grimorio
Sin'dorei absorbe las palabras escritas por el hechicero. A partir de ahora
solamente él podrá leerlas y quedarán escritas aquí para siempre.
Grimorio Sin´dorei, de Aesir |
Marcus
La noche siguiente,
apenas media hora entes de la media noche, los personajes se encuentran
buscando a Marcus por las angostas calles del barrio armenio.
En el callejón más
infecto, ven como Marcus se limpia la sangre de la boca tras haber bebido hasta
la última gota de una pobre prostituta que ya no verá la luz del día nunca más.
Vinzenzo intenta
convencer a Marcus de que van a atacar a Paliuro y que no quiere que sufra daño
por estar demasiado cerca del Lasombra. El viejo Capadocio le saca al Giovanni
las fuerzas contra las que se va a enfrentar a Paliuro esta noche y decide
hacerse a un lado, con la promesa de Vinzenzo de que no le va a salpicar nada
de este asunto.
De este modo,
locuazmente, Vinzenzo consigue matar dos pájaros de un tiro, dejar a Paliuro
sin un apoyo peligroso y no tener que pelear con un anciano miembro de su clan.
Aunque Vinzenzo no
tiene claro si hubieran podido matar a Marcus, al retirarse él primero,
seguramente hubiera caído, aunque por su aspecto, también es seguro que se
hubiera llevado a aliguen por delante en su descenso a los infiernos.
A penas tienen el
tiempo justo para llegar ligeros al barrio cristiano, ante el Santo Sepulcro,
donde ya se vislumbran antorchas encendidas.
Santo Sepulcro |
La iluminación de un
grupo de una decena de hombres, armados con antorchas encendidas, da la
bienvenida a los cuatro Vástagos que llegan al amparo de la sombra del
imponente Santo Sepulcro.
Liderando la pequeña
turba silenciosa, el Malkavian al que llaman de diferentes formas, Al-Hakim, Lagarto,
Alá, el Loco… Mantiene su característico porte y la dignidad que le corresponde
a quien lidera un imperio. Sus ropajes elegantes desentonan iluminados a la luz
de las antorchas, pero su figura imponente y arrogante da la bienvenida sin
palabras a los personajes que vienen a formar parte del ataque.
Al-Hakim los esperaba
y no agradece su participación, sabe que han tomado la decisión acertada de acatar
las órdenes de su único Dios Alá, él mismo.
Alado del Malkavian, Abdullah,
el manso, sonríe a los recién llegados, mostrando cómo crece su lengua de
serpiente que cuelga medio metro de su inmensa boca, preparándose para el
asalto.
–¿Cuántas veces habéis tenido la ocasión de acabar con
una mentira como la de el Cristianismo? –pregunta Alá a los suyos, incluidos
los personajes, sin esperar respuesta– Hagámoslos
cenizas… –dice Alá abriendo la puerta de la iglesia del Santo Sepulcro de
una gran patada.
Katja no puede
soportar el poder de la fe y la bestia le instiga a huir como una perra
ardiendo. Tras ella corre Aesir que ejecuta un ritual con el que inmoviliza a
la hechicera con cadenas invisibles, para no perderla de vista. La Tzimisce
grita en Rötschreck mientras todos los asaltantes entran a la iglesia, solo
Aesir se queda con ella.
Dentro del templo
comienza la carnicería. Los asaltantes, espadas y dagas en mano, luchan a
muerte contra los monjes y frailes que intentan defender el sagrado lugar, don
más numerosos los defensores, pero están peor armados.
Estalla la batalla y
entre sangre y gritos de los humanos matándose entre sí, los cainitas buscan a
su presa: el Padre Paliuro Rustucci.
En el piso de arriba,
una tenebrosa sombra, que presuntamente es el Padre Rustucci, de la que emergen
tentáculos de oscuridad materializada que serpentean en el aire como si
tuvieran vida propia.
Tentáculos de Lasombra |
El ambiente es
tétrico y la luz proveniente de antorchas en las paredes hace que las sombras
sean las dueñas del lugar.
El jaleo de la pelea
de abajo ha alertado al Lasombra que espera a sus atacantes. Todos los
presentes se abalanzan sobre él, armados hasta los dientes y los tentáculos de
sombra atrapan a algunos de ellos deteniéndolos a medio camino.
Alá, cimitarra en mano,
atraviesa varias veces al Lasombra pero es inútil, no puede dañar algo inmaterial.
El Malkavian grita impotente a cada espadazo que da. No puede matar a Paliuro y
eso le enerva sobremanera.
Gabriel, el anciano
Toreador, se desenvuelve especialmente bien con la espada que él mismo ha
forjado, con ella y su celeridad, destruye a un gran número de tentáculos, ya
que sus hojas están creadas para dañar a seres sobrenaturales.
Abdullah lucha a
latigazos con su larga lengua, contra uno de los tentáculos, pero la fuerza de
este lo deja inmóvil, igual que a Vinzenzo, que apenas puede avanzar hacia el
objetivo.
Mientras tanto, en la
calle aledaña al templo, Katja se calma y Aesir, que la ha mantenido inmóvil
mágicamente, le explica la situación. La bruja decide utilizar su hechicería
Koldúnica para percibir su entorno, gracias a los espíritus de la zona, y ahora
sabe donde se encuentra cada persona en la iglesia del Santo Sepulcro e
inmediaciones. Mientras Katja está concentrada asimilando la información, Aesir
decide adentrarse en el templo y buscar a sus compañeros, para ayudarles a
vencer a Paliuro.
Una vez tiene a todos
localizados, desde el mismo callejón donde ella está, Katja comienza a calentar
la alfombra sobre la que pelean contra Paliuro. Es un ejercicio de magia que
necesita toda la concentración de la hechicera. No es algo inmediato, requiere
de algo de tiempo…
Mientras tanto, en el
primer piso, la sangrienta contienda de los asaltantes contra los clérigos se
torna en una bacanal de golpes y tajos que empieza a dejar fogatas localizadas
que comienzan a prender el lugar.
En el segundo piso Paliuro,
convertido en sombra, ataca con sus tentáculos de oscuridad, agarrando,
golpeando y aplastando a los cainitas que no saben cómo dañar al Lasombra.
–¡Darle fuego! –grita Vinzenzo mientras lucha con uno de los
tentáculos. El si sabe que su único punto débil es el fuego, a pesar de su
forma intangible. Ese es el momento decisivo en el que de estar perdidos, ven
algo de luz al final del túnel, hay esperanza.
Vinzenzo coge una
antorcha encendida de la pared, mientras sigue defendiéndose con su espada
sobrenatural de los tentáculos de sombra. Este especial filo fue obtenido como
pago de un Salubri llamado Innarius justo antes de ser asesinado. El Giovanni
corre a quemar al Lasombra.
Gabriel lucha
bravamente cortando tentáculos a una velocidad imposible. Alá y Abdullah luchan
contra sus tentáculos como pueden, son duros de pelar y su fuerza es inmensa.
El anciano Toreador se hace también con una antorcha encendida, las tornas
comienzan a girar…
Aesir esquiva a los
que luchan en el piso de abajo y llega corriendo al piso de arriba, donde se
encuentran sus compañeros, luchando contra el poderoso ser de oscuridad que es
ahora Paliuro. El hechicero utiliza su capacidad para crear fuego a distancia
para empezar a dañar levemente a Paliuro, que quema tímidamente en su brazo
derecho, en sombras.
El Lasombra que
siempre ha defendido la pureza de la cristiandad y el bien de la humanidad, y
ahora parece un ser de tinieblas de oscuridad absoluta, más cerca del mal que
cualquier demonio del Averno.
Gabriel y Vinzenzo
cargan contra Paliuro y antorchas en mano, comienzan a atizarle, haciéndole
daño y prendiendo más aun al Lasombra.
En ese instante la
alfombra bajo los pies de Paliuro, Gabriel, Vinzenzo y Alá, estalla en llamas,
por efecto de la combustión ocasionada por la hechicería de fuego de Katja,
concentrada fuera de la iglesia.
La tremenda hoguera
prende fuego a todos los que allí se encuentran. Los que no están sobre el
fuego se apartan del fogonazo.
Gabriel y Vinzenzo,
arden en llamas y salen disparados arrojándose al suelo y apagándose como
pueden. No así sucede con Alá, que quemándose vivo se tira al suelo de la
alfombra en llamas, a por una antorcha para seguir atacando a Paliuro. Es un
infierno en el que el Malkavian y el Lasombra son bañados por el fuego.
Sombra del Padre Paliuro Rustucci, Antiguo Lasombra |
Aesir utiliza su
magia para apagar la zona en la que presumiblemente está Alá, entre llamas y al
suceder esto, el megalómano Malkavian se crece, entendiendo que sus poderes divinos
le han salvado de la muerte ¡no se pude matar a Alá! Calcinado ve como Paliuro
se consume en cenizas y muere definitivamente. Satisfecho, Alá sale triunfal de
la hoguera, aun ardiendo, humeante y con la piel quemada, pero altivo y digno,
es un Dios y acaba de demostrarlo ante sus súbditos. El fuego no va a evitar que
camine como si nada peligroso pasara.
Aesir se acerca a
apagar a Alá con su capa y el Malkavian lo mira impasible, pensando que así
debe ser.
–¡Pero... ¿qué haces imbécil?! –grita Aesir apagando al
Malkavian en llamas, a punto de consumirse por el fuego.
Alá asesina a Aesir
con la mirada por su falta de respeto, no literalmente, y Vinzenzo rompe la tensión con una
pregunta inesperada: –¿No ha estado mal
eh?
Alá asiente y sonríe,
olvidándose del maleducado de Aesir.
El Anciano Gabriel le
presta su capa a Alá, que se deja ponérsela como si de un criado vistiendo a su
amo se tratase.
Nuestros
protagonistas salen triunfantes del Santo Sepulcro, dejando el lugar devorado
por las llamas. Todos los cainitas que han venido a matar a Paliuro, salen
victoriosos, pero no así los humanos seguidores de Alá, que han muerto todos y
ahora son pasto de las llamas, junto a la cantidad de monjes que habrán caído
bajo sus filos.
Alguno de los monjes
supervivientes intentan atacar a los cainitas al marcharse, pero Aesir los ha
retenido con su magia, que deja de hacer efecto en cuanto el hechicero deja de
concentrarse, para dejarles tiempo y salven su vida.
Uno de estos clérigos
carga a la desesperada contra Vinzenzo, que para defenderse emplea su disciplina
de Dominación contra él, ordenándole que baile. El hombre de fe baila entre las
llamas como si de un demente se tratase.
Esta escena hace que
Alá se parta el culo de risa y salga del Santo Sepulcro llorando sangre de la gracia que le da ver al monje bailando entre las llamas.
El espectáculo es
grandioso. El fuego se está tragando todo el Santo Sepulcro. La tumba de
Jesucristo peligra con tanto fuego y la iglesia que la alberga es pasto de las
llamas que arden con los restos de un Lasombra y sus frailes de combustible.
Alá, un humeando, se
acerca a los personajes y les agradece su ayuda, parece que por primera vez hay
algo de bondad y humanidad en sus palabras, aunque el gesto altivo, no
desaparece del todo.
–Habéis correspondido a vuestro deber al ayudar a acabar
con el verdadero mal. –Dice Alá con voz alta y profunda. Acto seguido se da la
media vuelta y se va con ayuda de Abdullah que les dedica una sonrisa mientras
mira de reojo las llamas del Santo Sepulcro satisfecho.
–¡Manso! –grita Vinzenzo a Abdullah antes de perderles
de vista– ahora que el barrio cristiano
carece de líder, esperamos tener vuestro apoyo para crear concordia.
–Se lo diré a Alá –dice Abdullah mientras se va– seguro que no desea que haya discordia…
Y con una reverencia
del Setita, los personajes se quedan observando de lejos como un símbolo de la
cristiandad se quema ante ellos.
Katja, que los
esperaba a su salida, cambia ante ellos de apariencia. Ahora su aspecto es más normal,
pero claramente antinatural, sus ojos azules, son imposibles para un ser humano
y la frialdad de sus facciones son algo más acorde a las estatuas de piedra.
De fondo ante la
transformación de la hechicera Tzimisce, calor del fuego, el humo negro y el
olor a quemado, son los protagonistas de este apoteósico final, que ha acabado
con un viejo cruzado y Antiguo Lasombra llamado Paliuro Rustucci.
Katja, Hechicera Tzimisce |