EL
CAZADOR
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Magdalena Castelucci Borcellino, Antigua Lasombra |
El Anillo de Magdalena
En la puerta de una
vieja herrería del barrio judío, hay una Antigua cainita del clan Lasombra
llamada Magdalena. Viene a ver a Gabriel, nuevo Señor del barrio cristiano.
Kal-el, ghoul de Gabriel, le indica a la dama donde está su señor.
La mujer, muy
elegante, con vestido negro correspondiente a una acaudalada veneciana. Su cabello
oscuro cuidadosamente arreglado y recogido para mayor comodidad. Camina con
cuidado de no mancharse ni engancharse con nada de la herrería.
–Gabriel. Veo que aun sigue pensándose mi oferta. –Dice la Lasombra al
ver al anciano Toreador, inmerso en el traslado de refugio a la villa romana
del barrio cristiano– Tenga en cuenta que
todo buen producto tiene una fecha de caducidad… ¿Tiene ya respuesta para mi
Sire Narses?
–¿Tu ayuda es sincera? –pregunta Gabriel a Magdalena– debo afianzar mi posición como Señor del
barrio cristiano. Lo que ocurre… es que ahora mismo tengo entre manos un
problema de vital importancia…
Sven, el Brujah
varego, observa la escena en un segundo plano observando a la mujer, no se fía
de ella, algo le da mala espina.
–Ha llegado a mi cierta información, muy valiosa, que
seguro desea escuchar. ¿Este lugar es seguro? –pregunta Magdalena en voz baja a Gabriel.
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Gabriel, Primogénito Toreador, Señor del barrio cristiano |
–Vayamos abajo mejor –dice el Toreador mientras guía a la
atractiva mujer por unas escaleras que descienden al refugio de Gabriel. Un
sótano de la herrería habilitado como dormitorio, donde el Anciano duerme por
el día. Sacos de carbón, hierros retorcidos y deshechos de metal en las
esquinas.
Gabriel se asegura
con su Auspex de que todo está en orden. Sus sentidos agudizados no detectan
nada fuera de lo común y parece no haber peligro… a no ser, por una incómoda
sensación de algo peligroso que proviene de la propia Magdalena.
Sven sigue a la
pareja y se posiciona en las escaleras, impidiendo el paso a nadie que quiera
marcharse.
–Ha llegado a mi red de comercio cierto objeto valioso
por el que piden una suma estratosférica de dinero. –Explica Magdalena– Tanto como para vivir diez vidas. Una cantidad
altamente inusual, incluso para el mercado negro. Ya sabemos que en estos
lugares siempre hay más de un interesado… y que cada comprador puede utilizar
el objeto a su antojo. Por ejemplo para limpiar su alma o para extorsionar a
una eminencia. También podría volver a su dueño original… pero no sería barato…
–¿Qué es? –pregunta Sven intrigado.
Magdalena, a la luz
de una vela, con las tinieblas como aliadas, mira a Sven con condescendencia y
después mira a Gabriel.
–Creo que ese objeto le interesa especialmente. Un anillo
de cristal, ¿me equivoco? –pregunta Magdalena
–No –responde sin paños calientes Gabriel.
–Podría conseguirlo y devolvértelo. A cambio de un precio
asequible para su bolsillo. –Dice Magdalena mientras saca un papel y una pluma
blanca, lo abre y se lo da a leer a Gabriel.
–Es un pacto con mi Sire Narses –explica la Lasombra
mientras el Toreador lo lee– en el que se
compromete a ser su socio en el señorío del barrio cristiano a un cincuenta por
ciento y me posiciona a mí, su chiquilla, como Antigua y representante Lasombra
de Venecia en Jerusalén.
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Sven de Scania, Ancillae Brujah |
Gabriel lee el
documento, en el que pone lo que dice
Magdalena exactamente.
–No creo que tenga muchas más opciones –dice Magdalena– sobre todo porque aun nadie sabe lo del
anillo. Si pasa el tiempo alguien podría irse de la lengua y sin duda todo
acabaría mal para usted y los suyos. A mi parecer no tiene otra opción. Esta
vez no tiene tiempo de pensarlo, o firma y el anillo vuelve a su dedo de donde
nunca debió salir y nadie se entera. O cada cainita con Auspex que le mire el
aura sabrá su oscuro secreto, y será cuestión de poco tiempo que llegue a
alguien al que le moleste como para tomar partido y hacer justicia cainita.
Gabriel lee muy bien
el documento, examinándolo con Auspex, intensificando su vista para ver que no
tenga nada extraño y termina de asegurarse del todo utilizando psicometría
sobre el papel para ver quien lo ha redactado y dónde. El Toreador ve a
Magdalena redactando el documento de su puño y letra pero hablando con alguien
que no se encuentra en la habitación con ella, su Sire Narses, al que reconoce
por las palabras de ella. Parece que él es quien dicta la carta.
El Toreador se da
cuenta de que no hay tinta y pregunta:
–¿Supongo que debo firmar con mi sangre? –le pregunta Gabriel a
Magdalena.
La Lasombra asiente
sonriendo y observando como Gabriel se pincha una vena con la pluma para con su
sangre firmar el pacto con Narses, Príncipe de Venecia. Algunos preferirían
pactar con el mismísimo diablo y otros piensan que son la misma persona.
Magdalena recoge el
documento que le ofrece Gabriel y sacando una pluma nueva, esta de color negro,
la mujer pincha su mortecina muñeca y firma con su sangre también. Lo hace a
lado de la firma, ya seca, de Gabriel.
–¿Ve Gabriel? ya somos Aliados, no era para tanto. –Dice sonriendo Magdalena y enrollando
el documento que guarda en su vestido. La mujer recoge la pluma negra y se la
guarda.
–Envié una misiva a tu Sire contándole que no me gustó tu
actuación en el Conclave de mi nombramiento. –Confiesa Gabriel
temiendo que esa carta pueda perjudicar su nueva alianza – pero ahora que tenemos un trato esa carta ya no tiene valor.
–No hay problema –dice Magdalena acercándose a Sven para que le
deje pasar. El Vikingo se aparta y deja subir a la mujer por las escaleras.
–Se bienvenida Antigua de Jerusalén –dice Gabriel
verbalizando su posición para que ella sienta que ya tiene el título.
–Gracias Señor del barrio cristiano –dice Magdalena
bajando la mirada.
Magdalena se despide
de Gabriel con una exquisita reverencia y poco después de su marcha con el
documento, un criado de esta le da el anillo a Gabriel, en una bolsita de cuero.
Gabriel lo primero que
hace es mirar su aura antes de ponerse el anillo y después de hacerlo, para
observar si con él se le dejan de ver las vetas negras en el aura, y
efectivamente, con él, su aura queda inmaculada de mancha.
–¿Que tequemanejes verdad Sven? –dice Gabriel, arqueando
las cejas, a su compañero el Brujah.
Acto seguido, ambos
cainitas se van, por separado, a cazar. Sven, se encuentra aun malherido, tiene
un garrazo en la garganta por el que se le ven hasta los huesos de la tráquea. El Brujah sale de la ciudad, y al otro lado de
las murallas de Jerusalén, caza alimañas con las que apenas bebe la sangre que
su organismo ha consumido durante el día.
Gabriel, por su parte
se dispone a seducir a una moza de dudosa reputación, en una taberna cualquiera
de algún olvidado callejón y en cuanto puede bebe de su sangre, lo justo para dejarla inconsciente por la
pérdida de Vitae, pero viva. Bebe la medida de 3 vasos de vino, que apenas son
para él un tercio de lo ingerido, ya que su edad hace que necesite más alimento
cada vez para saciarse.
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Pacifico Grillati, Lasombra heredero |
El ofrecimiento de
Pacifico
Pacifico Grillati,
cainita del clan Lasombra, se presenta ante la mansión de Vinzenzo Giovanni con
un trato para Gabriel. Bianca, ghoul del Capadocio, le hace esperar por aquello
de haberse presentado ante su señor sin avisar.
El astuto Pacifico
Grillati es un digno Lasombra, clásico en su estilo romano. A sus dos siglos de edad se suma su aire de
esplendoroso cortesano y su fe en la iglesia, que es algo que lo acompaña.
Una vez es guiado por
Bianca hasta la biblioteca, donde se encuentra Vinzenzo, el cainita comienza a
hablar:
–He pensado que debía explicárselo primero a vos –dice Pacifico con
tono conciliador– sois italiano, como yo,
entendéis de sociedades, y seguro que podrás aconsejar a vuestro Señor Toreador
debidamente. Además siendo esta mansión, su imponente dominio, parte del barrio
judío, debería saber de mi decisión, antes de que suceda. A mí también me interesa
su punto de vista, y más teniendo en cuenta que tiene sobre si a su Sire, poseedor
de cierta influencia en el clan Capadocio ¿me equivoco?
–Saca a mi Sire de la ecuación –asevera con firmeza
Vinzenzo– soy Antiguo de Jerusalén, no
metas a mi Sire en estos asuntos, nunca.
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Bianca Giovanni, Ghoul de Vinzenzo |
–Así será. Disculpe mi atrevimiento –se disculpa Pacifico
con una sutil reverencia.
–Voy a proclamarme –continua Pacifico– públicamente ante la sociedad vampírica de Jerusalén, Señor del
barrio judío. Me gustaría que Gabriel y vos me apoyaseis. Es lo menos que
podíais hacer después de haber matado a mi Sire.
Vinzenzo no sabía que
Pacifico estaba enterado de que ellos mataron a su Sire y por ello se muestra
inquieto y atento.
–A pesar de un primer acercamiento más que cordial, tu
Sire intentó colgarnos cierto muerto que no nos correspondía –explica Vinzenzo
defendiéndose– Nosotros no matamos a esa
Malkavian…
–Por lo que se de las Tradiciones “colgar muertos” no es
romper ninguna de ellas –dice Pacifico con tono irónico– sin embargo la Eliminación no solo está entre las Tradiciones de Caín
si no que es quizás la más importante de ellas.
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Mansión de Vinzenzo Giovanni |
–Sí, se que el cabrón de mi Sire se lo merecía –continua el Lasombra
con un discurso muy estudiado– pero matar
a un vástago, es romper una Tradición y los restos del Santo Sepulcro están
llenos de pruebas que os incriminan a vosotros, además de a varios cainitas de
vuestro entorno.
–No estoy interesado en airear este tema –dice Pacifico– Es más, creo que podríamos sacar partido
todos de él. Vosotros ya lo habéis hecho, acepto mi derrota y ahora como
segunda opción pido un presente de segunda fila: el barrio judío. Con vuestro
apoyo, el de vuestros allegados, tendría los suficientes para que ni los
Ventrue, ni los Assamita se pudieran oponer.
–Los Tremere fueron señores del barrio y ahora nadie lo
reclama, por miedo. –Dice
Pacifico– Y el residente más poderoso del
barrio, Abraham, de su clan, no está interesado en la política. Así que ha
llegado el momento de que yo lo reclame.
–Tres barrios aliados, cristiano, judío y armenio. –Dice Pacifico mirando
a los ojos a Vinzenzo, que escucha atentamente– tendremos el poder suficiente para plantar cara al barrio musulmán,
incluso adueñarnos de Jerusalén si jugamos bien nuestras cartas.
–Pensadlo bien y contestadme mañana a media noche. –Dice Pacifico– Si no lo hacéis, intentaré hacerme con el
barrio por mi cuenta y nuestros caminos se habrán separado para siempre.
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Vinzenzo Giovanni, Antiguo Capadocio |
–¿Y tu colega Bonifacio que opina? –pregunta Vinzenzo
pensativo.
–Tengo su apoyo –afirma Pacifico con seguridad.
–Trasmitiré su declaración a Gabriel –dice Vinzenzo– ultimadamente no estoy muy de acuerdo con
él…
Y acercándose a
Pacifico, el Giovanni le susurra –y recuerda
Pacifico, que pase lo que pase, siempre tendrás mi apoyo.
Esas últimas palabras
inquietan al Lasombra, que hasta ese momento había estado muy seguro de sí
mismo.
Los cainitas se
despiden cordialmente hasta la próxima noche y Vinzenzo se dispone a ordenar al
servicio que le preparen el carruaje para acercarse al refugio de Gabriel.
No se encuentra muy
lejos, muy cerca, en el propio barrio judío, pero alguien de tal estilo no debe
dejarse ver caminando por la ciudad, solo y sin amparo.
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Carruaje Giovanni |
Giovanni y Toreador
El carruaje negro,
tirado por corceles negros también, luce la G de la familia Giovanni de
Venecia, perteneciente al clan Capadocio. El cochero detiene el vehículo ante
la herrería del ghoul de Gabriel y Vinzenzo desciende del coche con clase y
seguridad. Aun mantiene el enfado por el oscuro secreto de Gabriel, desvelado
por sorpresa en la última visita a Bonifacio, el Anciano Brujah, momento desde
el que Vinzenzo no se ha dirigido a Gabriel.
Ha llegado la hora de
romper ese distanciamiento que había entra ambos cainitas, por parte del
Giovanni. Se sintió traicionado, porque Gabriel ocultase algo tan espantoso y
que podía tumbar cualquier acuerdo que tuvieran debido a la relevancia del
crimen, que desvelaban las vetas negras en el aura del Toreador.
La Diablerie,
Amaranto como lo llaman los más viejos, es el peor de los crímenes del que se
puede acusar a un cainita, y el alma sucia de Gabriel indica que es más que
culpable.
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Kal-el, Herrero Ghoul de Gabriel |
Kal-el, el herrero
ghoul de Gabriel es quien abre la puerta y recibe al Giovanni. Lleva su mandil
de cuero, esa barba desaliñada y un hierro incandescente en la mano, objeto que
inquieta enormemente al Capadocio, debido a que el calor de su punta podría
acabar con cualquier Vampiro. Huele a quemado y el calor es intenso.
El rudo herrero lo
recibe toscamente y Vinzenzo entra en la herrería con cuidado de no mancharse.
Es un lugar tremendamente hostil y sucio para la finura que está acostumbrado
Vinzenzo.
Finalmente Vinzenzo
se encuentra con Gabriel, en el sótano de la herrería, lugar donde Gabriel está
preparando todo para mudarse al barrio cristiano, en la villa romana remodelada
por Aesir.
Hay una tensión
inicial entre ambos cainitas y Vinzenzo rompe y hielo contándole la propuesta
de Pacifico.
–Me parece bien su apoyo –dice Gabriel– ¿Qué opinas tu?
–Tú eres el Señor del barrio cristiano. Si tienes
intención de recibir su apoyo, no hay nada más que decir… –responde Vinzenzo con
cierto resquemor.
–Una alianza de los tres barrios ante el musulmán, es
algo que no debemos desdeñar –añade Gabriel– y más cuando acabo de firmar una propuesta irrechazable con Narses,
por la que es el propietario del 50% del barrio cristiano. Si no nos limitamos
al apoyo de Narses, seremos menos dependientes, por eso deberíamos aceptar la
alianza de Pacifico.
–¿Has firmado? –pregunta Vinzenzo incrédulo.
–Sí. He firmado –Responde Gabriel– ¿Qué otra opción tenia?
–Acabas de firmar que si mueres todo es propiedad de
Narses y su chiquilla Magdalena –dice Vinzenzo molesto– Tú sabrás…
–Te pregunté si querías hacerte cargo del barrio
cristiano como su Señor y me dijiste que no, por eso tome yo las riendas –dice Gabriel molesto
igualmente.
–No estoy interesado en ese cargo –dice Vinzenzo– pero lo de ser diabolista es un pequeño
detalle que debías haberme contado…
–Tú también tendrás tus secretos y no te pido que me los
cuentes –explica
Gabriel– debes entender por qué no lo
hice. Confío en ti Vinzenzo y para mi eres alguien valioso.
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G de Giovanni |
–Por eso estoy aquí –responde Vinzenzo– deseo mantener mi alianza con vos y no guardarle rencor a pesar de
que no comparta su decisión. Entonces, le transmito a Pacifico que puede asumir
el poder del barrio judío… espero que la respuesta a Pacifico la hayas meditado
bien, sobre todo porque Narses y Paliuro no parecían llevase bien y siendo
Pacifico el chiquillo de Paliuro…
–En el fondo Pacifico será otro aliado, da igual como se
lleve con Narses, yo me llevaré bien con ambos. –Explica Gabriel al
Giovanni– Uno puede cubrirnos las
espaldas si el otro nos falla.
Vinzenzo se acerca al
Primogénito y entrecerrando los ojos se dirige a él con un tono de voz muy
bajo.
–Oigáis lo que oigáis, Gabriel –dice Vinzenzo
susurrando al oído del Toreador– me
tienes de tu lado ¿eh?
Y Vinzenzo abandona
la herrería dejando incomodo a Gabriel ¿a qué venía ese último comentario?
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Fukaina, difunta chiquilla de Gabriel |
La invitación
Una noche después, ya
en su nuevo refugio en la remodelada villa romana, villa Fukaina, en el barrio
cristiano, Gabriel recibe una invitación formal.
El nombre de Fukaina
es por el de una chiquilla a la que abrazó para una compañera Setita llamada Nailah,
que ya no está en Jerusalén, dado que ella era estéril y debía abrazar a su
ghoul o moriría como humana para siempre, le pidió a Gabriel que la abrazase
para ella. Lástima que la nenonata, Fukaina, murió poco después de ser abrazada
por Gabriel.
Pacifico le ha
mandado una carta a Gabriel. Le invita él y a sus compañeros a una modesta
ceremonia dónde se declarara señor del barrio judío. En la misma asegura que si
le apoyan públicamente serán aliados. También puntualiza que no es necesaria la
presencia de sus apoyos, físicamente, explica que no quiere llamar la atención
y que con un escrito donde cada uno de ellos firme dicho apoyo, será
suficiente. Ellos deciden quien pueda estar capacitado para apoyar el ascenso
de Pacifico. El Lasombra confía en su criterio.
Gabriel pide a Sven
que reúna al grupo, tiene algo importante que comunicarles. El Brujah sale en
su búsqueda sin tener claro dónde encontrar a Aesir, sabe que debe andar por el
barrio cristiano, pero no tiene nada claro dónde exactamente, lo dejará para el
final.
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Fuente de la villa romana de Gabriel |
El Primogénito
Toreador, Gabriel, aprovecha para tener una charla con su ghoul Kal-el, el
herrero, donde le insinúa que está contento con su trabajo y que pudiera ser
que en el futuro fuera elegido para ser abrazado a las tinieblas. Este sutil
ofrecimiento hace que el rudo herrero se desmorone físicamente y acabe llorando
en el suelo, hecho un ovillo. Tan fuerte por fuera y tan frágil por dentro.
Parece que no ha sido capaz de asimilar presión de una peligrosa no vida
inmortal en la Estirpe, en la que ve reflejado a su señor Gabriel cada noche.
Esto ha sido demasiado para él y Gabriel acaba reculando y diciéndole que si no
lo desea no será forzado a ello, cosa que tranquiliza momentáneamente a Kal-el.
Sven aun se encuentra
herido de su último encuentro con Alexandrus, su contacto. Su cuello continúa
desgarrado por las peligrosas zarpas del Gangrel. El vikingo varego decide
cazar antes de buscar a sus compañeros y, como habitualmente sale de la ciudad
para ello. Más allá de las murallas de Jerusalén encuentra un rebaño de cabras
de las que se alimenta hasta saciar su hambre no humana. Se sacia completamente
bebiendo su sangre, cura sus heridas agravadas y por primera vez en mucho
tiempo el tono de su piel es ligeramente más ruborizado que normalmente. Ahora
parece humano y no un cadáver andante.
Sven va recogiendo de
sus refugios a Vinzenzo, a Katja y a Aesir, que para este último tiene que
dejarse encontrar por él, ya que sigue sin ubicar su refugio. Una vez los
cuatro se encuentran juntos, se dirigen a la villa romana donde Gabriel, Señor
del barrio cristiano les espera.
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Katja, Hechicera Tzimisce, Ancillae |
Gabriel, ya ante sus
cuatro cainitas de confianza, tres Ancillae y un Antiguo, les explica la
situación actual. Su pacto con Magdalena y Narses; Su futura alianza con Pacifico
y el apoyo que le darán a continuación, y la invitación que le ha enviado el
propio Pacifico para que recaben las firmas de los apoyos para su ascenso.
–¿Has preguntado a Magdalena, tu nueva socia, sobre tu
futuro apoyo a su rival Pacifico? –Pregunta molestamente Vinzenzo a Gabriel.
–No tengo por qué hacerlo. Es algo que me beneficia y no
debo consultar alianzas, Narses tendrá las suyas y yo no entro ni salgo, pues yo
igual –explica
Gabriel.
–¿Por qué no le has cortado la cabeza a Magdalena? –pregunta Katja
frustrada– pudo haberte robado el anillo
ella misma.
–Lo sé. Pactar con ella es la mejor solución que he
encontrado –responde
Gabriel a la Tzimisce.
–En cuanto a ese pequeño detalle llamada diablerie… ¿Qué
tienes que contarnos Gabriel? –pregunta Aesir de forma sincera y clara.
–Presumible diablerie –dice Katja sonriendo y sabiendo que
ella también es diabolista, consumió el alma de su Sire allá en su lejana
patria.
–Bebí sangre de un Salubri de cuarta generación, ofrecida
por una Tremere que se lo diabolizó y con su magia, nos dio parte del poder que
le absorbió al Salubri por delatar su refugio secreto. –Explica Gabriel
sincerándose– No estuvo bien, pero los
acontecimientos se tornaron y el Salubri no fue diabolizado, poseyendo el
cuerpo de la Tremere. Después, por azares del destino acabé trabajando para el
Salubri, ahora en el cuerpo de la Tremere y me acabó perdonando. Así que las
vetas negras de ese acontecimiento tienen su explicación y su perdón, aunque
sean visibles en mi halo.
Todos entienden la
explicación del Toreador y Aesir le quita hierro al hecho en sí, a pesar de ser
el mayor crimen que un cainita puede hacer en la Estirpe.
–¿Vamos a apoyar a Pacifico como Señor del barrio judío? –pregunta Katja
poniendo en cuestión el movimiento del Lasombra y volviendo al asunto político
del ascenso de Pacifico.
–Seremos aliados, no veo problema en ello –explica Gabriel.
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Aesir Pentagast, Ancillae Tremere |
–¿Por qué no reclamamos nosotros el barrio judío? –pregunta Katja de
nuevo.
–Katia Señora del barrio judío –dice Vinzenzo.
–No. No quiero serlo –contesta la Tzimisce mirando al
Capadocio.
–Seremos tres barrios aliados. El armenio con Varsik, el
judío con Pacifico y el cristiano con nosotros –dice Gabriel.
–¿El Señor del dominio y del barrio es también el señor
de los vampiros residentes? –pregunta Vinzenzo– lo digo porque yo vivo en el barrio judío y no me gustaría tener dos
Señores.
Nadie sabe que
responder al Giovanni, pero entienden que podrían hacer una especie de embajada
del barrio cristiano en el dominio de Vinzenzo.
–Otro asunto que estamos dejando de lado –dice Katja mirando a
Gabriel– te han robado el anillo para
dejarte en evidencia. Han matado a un Nosferatu a mi cargo y han secuestrado a
otro. ¡Nos están dando por el culo y no estamos haciendo nada!
–Igual es el cazador que te persigue –dice Vinzenzo
recordando el problema de Katja– Los
neonatos Nosferatu pueden haber llamado su atención por no saber moverse en la
noche y Alexandrus también puede haberlo hecho, mira sus pintas. Cambia tu
aspecto y no hagas mucho ruido. Ese es mi consejo.
–¿Un cazador de vampiros? –pregunta Katja– ¿cómo podemos luchar contra eso? Se mueve
por el día y suelen ser hombres de fe, ¿verdad? Podríamos tenderle una trampa.
–A lo mejor la trampa te la tiende el cazador a ti –dice Vinzenzo a Katja– si vamos todos por él, podemos morir
fácilmente.
–En cuanto a Magdalena, podemos invitarla al barrio
cristiano y cortarle la cabeza, estaríamos en nuestro derecho, es tu dominio
Gabriel. –Dice
Vinzenzo.
–¿Bien, con qué
apoyos contamos para darle a Pacifico? –pregunta Gabriel centrando el tema en la
política– Yo, Magdalena, Hannah, Varsik,
Danielis…
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Brazo Artificial de Gabriel |
–Abraham, el anciano Capadocio–dice Aesir.
–De eso nada. Abraham no entra ni sale en política, igual
que mi Sire. Así que olvidad ese apoyo. –Explica tajantemente Vinzenzo– yo soy el representante del clan Capadocio
y yo me encargo de estos asuntos. No debemos molestarles, tienen tareas más
importantes que estas.
–Celine –dice Sven.
–Bien, entonces tenemos dos tareas importantes que
abordar. Conseguir los apoyos para Pacifico e investigar sobre las desapariciones
que dice Katja. –Dice
Gabriel.
–¿Y si las
desapariciones son una trampa del cazador para atraernos y matarnos? –pregunta Vinzenzo
insistentemente.
–Deberemos correr el riesgo –dice Gabriel– no podemos dejar que nos cacen a voluntad.
–¿Cómo funciona la magia que pusiste en mi brazo? –pregunta Gabriel a
Aesir.
–Debes mirar a un fuego que quieras apagar, del tamaño
máximo de una hoguera de medio cuerpo y dices la palabra “Itzali”, que en una
antigua lengua del oeste quiere decir “apágalo” –explica Aesir– y el fuego se apagará mágicamente. Solo
puedes usarlo una vez, pero puede salvarte la no vida.
–¿Qué hacemos con lo del cazador? –insiste Vinzenzo
preocupado por su vida.
–¿Sabes que podrías ordenárnoslo, verdad? –pregunta Aesir
mirando a Gabriel– eres nuestro Señor y
tu posición vampírica está por encima de la nuestra. Deberíamos obedecerte.
–No voy a ordenaros nada –dice Gabriel muy
serio mostrando su forma de gobernar–
quien quiera hacerlo que lo haga, porque crea en ello, no porque yo se lo
ordene.
Para finalizar Aesir
cuenta a Vinzenzo su encuentro con el Anciano de su clan, Marcus. Al decirle
que le prendió fuego y que ambos se dieron cuenta de que el otro era peligroso
y podían morir en sus manos, Vinzenzo se impresiona y mira al Tremere con otros
ojos.
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Danielis de Patras, Toreador |
El grupo de cainitas
consigue el apoyo de sus vampiros allegados: Magdalena, Antigua Lasombra;
Varsik, Ravnos Señor del barrio armenio; Celine, Sire de Sven; Hannah,
Nosferatu espía de Gabriel; Y Danielis de Patras, Ancillae Toreador.
Aesir, el Tremere fue
el encargado de conseguir este último apoyo y sudó sangre para hacerlo, ya que
Danielis comenzó insinuándose y acabó desnudándose ante la férrea voluntad del
hechicero, que no contemplaba la posibilidad de un romance, cuando lo que había
venido a buscar era su apoyo en forma de firma en un papel. Finalmente Aesir no sucumbió a los encantos
de la bella Toreador y Danielis le firmó el documento de forma lasciva y
provocadora. El hechicero pasó un mal rato y salió del encuentro pensando que
no recordaba haber mantenido relaciones duraderas con una mujer en toda su no
vida, ya que su vida humana no la recordaba.
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Katja, Ancillae Tzimisce |
La ceremonia
Llega la noche de la
ceremonia. Katja adquiere el aspecto de cuando era una inofensiva humana en la
que su Sire Janosz se fijaría para abrazarla, para años después ser diabolizado
por ella y transmitirle antes una maldición que metió a la Tzimisce en sopor,
en el propio sarcófago de Janosz, que fue su cárcel durante muchos años. Más
tarde fue trasladada de la vieja patria hasta Jerusalén por su chiquillo
Vadjanosz, el resto es historia.
De camino a la
ceremonia, en el barrio judío, frente a la Sinagoga Tiferet Yisrael, dominio de
Abraham, cerca de la biblioteca de Adam, Aesir que ha pasado a buscar a Katja, escucha
atentamente la historia de la bruja Tzimisce de cuando era aliada de Celine,
allá en la lejana Constantinopla, Danielis, su rival, se la jugó para ganarles
la partida.
La belleza de la Koldun
es llamativa como una polilla a una antorcha. Sus caderas se contonean
caminando y su sedoso pelo luce a la luz de la luna llena. Seguramente sea una
de las mujeres humanas más bellas del mundo actual y Aesir está encantado de
acompañarla a la ceremonia, agarrando su brazo cuando entran, por si Danielis
estuviera mirando, cosa que no ocurre ya que la Toreador no está presente. Este
detalle no le gusta a Katja que rápidamente aparta el brazo del Tremere para
caminar únicamente a su lado.
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Sinagoga Tiferet Yisrael, barrio judío |
Vinzenzo,
elegantísimo, como siempre, ya se encuentra de camino en su carruaje, con una
botella de vino de Vitae en sus manos, enfundada en una caja de madera,
especialmente cosechado para nutrir a vampiros, manteniendo el sabor al mejor
vino humano. La botella es un regalo especial para el nuevo Señor del barrio
judío.
Gabriel, el
Primogénito Toreador y su presencia inquietante, llega luciendo su brazo
mecánico con piezas, engarces y cabujones de obsidiana. A su espalda siempre
alerta Sven, presto para la batalla, yelmo puesto y cota de maya pulida y
limpia. Hachas a la espalda y espada enfundada en el cinto, hoja que por cierto
le forjó Gabriel para saldar una deuda de vida en un enfrentamiento contra un
Golem, en el que Sven le salvó la vida.
El encuentro será en
un pequeño y modesto torreón, bien acomodo situado en el este del barrio judío.
Los cinco cainitas se encuentran abajo, en la entrada y un silencioso criado
les abe la puerta y les conduce al primer piso, donde hay acomodado un pequeño
salón de armas redondo y muy completo. Armaduras, armas, picas, boleadoras,
escudos…
Una vez allí, les
recibe Pacifico, digno Lasombra, con fino estilo de vestir. Aire de
esplendoroso cortesano. Lleva un pequeño escudo del hospital de Jerusalén se
presenta ante los cainitas recién llegados.
Vinzenzo aprovecha
para darle la botella a Pacifico y este le agradece el detalle diciéndole que
no debía haberse molestado, dándole la botella a uno de los criados que pululan
por la estancia, encargados del servicio.
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Lucius Tiberius Rufus, Anciano Ventrue |
Acto seguido el
anfitrión Lasombra presenta los cainitas que se encuentran con él. Primero, la
máxima autoridad Ventrue cristiana, Lucius Tiberius Rufus, pelirrojo de ojos
azul claro, con pecas, robusto y de complexión alta. Ropas refinadas con
motivos romanos de diseño moderno. No pudo acudir en el ultimo Conclave, pero
hoy aquí está, invitado por Pacifico.
Junto a él, Leufruy de Provenza,
Antiguo Ventrue.
De altura media, Musculoso, pelo rubio toscamente cortado, ojos azules, atuendo
militar de las cruzadas.
También se encuentra,
como era de esperar, Bonifacio, como máxima autoridad Brujah cristiano. Hombre
pequeño de rostro delgado, negro cabello tonsurado. Delgado y con apariencia de
buena salud. Viste con hábitos de los caballeros hospitalarios.
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Leufruy de Provenza, Antiguo Ventrue |
Pacifico presenta de
pasada a Ezra, Tremere invitado por los Ventrue, está en el bando de los Patricios
y no parece haberse percatado de la presencia de Aesir. No le mira ni le presta
atención alguna. Es un imponente mago de inquietante apariencia, perturbadora
mirada y gran aura de poder.
Aesir permanece
pensativo al ver al tal Ezra, no da crédito a lo que se parece a su mentor
humano, el cazador de Tremere que le enseñó todo lo que sabe sobre la magia de
sangre y la Estirpe.
Gabriel y los suyos
están inquietos al ver que Pacifico ha invitado a los Ventrue, a priori,
rivales en el barrio cristiano. Sin embargo el Lasombra se encuentra la mar de
cómodo, como si fueran sus aliados, cosa harto difícil debido a la rivalidad
entre clanes existente. Si fuera así, es como si Pacifico habría vendido su alma
al diablo.
Hay tensión en el
ambiente cuando aparece, por sorpresa, Magdalena, Antigua veneciana chiquilla
de Narses, Príncipe de Venecia. Cabello oscuro arreglado, vestido de noble bien
posicionada. Hebras de oro y plata en sus ropajes y joyas de la mejor calidad.
Por la cara de
Pacifico no la esperaba y parece que no le gusta que haya aparecido.
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Canis, Aciano Gangrel |
Junto a Magdalena se
encuentra Canis, presentado por ella como Antiguo del clan Gangrel. Parece un
gran y fiero perro, con mezcla de rasgos de chacal y zorro e impone bastante
caminando junto a la Lasombra y mirado a los presentes con ojos que denotan
gran inteligencia.
Al otro lado, también
tras Magdalena, se presenta Al-Ain, “Los ojos de Alamut”, La máxima autoridad musulmana
del clan Assamita. No se le ve bien, camina entre sombras refinadas y
camufladas, pasa completamente inadvertido, tiene un rostro ordinario que
pasaría desapercibido entre la multitud.
Junto al inquietante
asesino, se encuentra Habiba, la Assamita que conocieron hace pocas noches. Cabello
corto, no lleva velo tradicional, viste como un hombre con camisa y pantalones
holgados. De lejos No parece una mujer.
Pacifico se encuentra
muy incomodo ante las nuevas incorporaciones y presentaciones de los cainitas
que han venido con Magdalena. Está claro que no los ha traído para hacer bulto.
Son personalidades de relevancia en Jerusalén y seguro que la mano negra de
Narses está tras este sorpresivo movimiento.
Viendo las miradas
que Pacifico le lanza a Gabriel, Vinzenzo se aparta del Toreador, poniéndose
muy lejos de su Señor.
Pacifico no deja que
pase el tiempo y empieza a hablar rompiendo la tensión en el ambiente:
–Estamos aquí reunidos para proceder a atar un cabo
suelto esencial para el buen funcionamiento de Jerusalén.
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Ezra, Ejecutor Tremere, Mentor de Aesir |
Ezra eleva su brazo
en dirección a Gabriel y el Toreador comienza a librar una batalla en su mente,
que pierde sin cuartel. El Tremere deja inconsciente a Gabriel con un chasquido
de dedos y a continuación su cuerpo levita manejado por Ezra, que lo dirige por
el aire, a no mucha velocidad, y lo empala con una pica, bajo la atenta mirada
de todos los presentes.
En ese mismo momento
alguien invisible atraviesa el corazón de Katja por la espalda, empalándola y
cayendo su cuerpo perfecto al suelo, haciendo un ruido seco de carne y huesos
cocando contra la piedra. Tras Katja se encuentra Hannah, su cara de sádica
extrema delata sus intenciones de venganza tanto tiempo reprimidas. Estaba
deseando que este momento llegase. Se ha mordido la lengua durante mucho
tiempo, pero la espera al fin ha merecido la pena. Cuando hace unas noches, Pacifico
le pidió que a su señal, empalase a la bruja Tzimisce, Hannah aceptó sin
pensárselo dos veces, traicionando a su supuesta aliada y devolviéndole sus
palabras hirientes en el anterior Conclave. La venganza es un plato que se
sirve frio.
Gabriel y Katja se
encuentran inmovilizados y tirados en el suelo. La Tzimisce con los ojos
abiertos y plenamente consciente de lo que ocurre. Así como Gabriel tiene los
ojos cerrados, no será consciente de su final.
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Al-Ain, Los Ojos de Alamut, Anciano Assamita |
Vinzenzo se asusta
por el ataque a sus compañeros y se pega contra la pared como una lagartija,
cogiendo la empuñadura de su espada y alerta para que nadie le ataque por
sorpresa. Mira a los lados y nadie parece fijarse en el, al parecer no tienen intención
de atacar a nadie más, esto le tranquiliza y quita la mano de su espada,
colocándose correctamente el traje.
Aesir aprovecha la
confusión para acercarse a Ezra y preguntarle si es él, a lo que Ezra no solo
no le contesta, si no que ni siquiera le mira, fijando su mirada únicamente en
Gabriel, arrojado en el suelo y atravesado por una lanza. ¡No puede ser Ezra!
Odiaba a los Tremere…
Sven desenfunda sus
hachas con filo fulgurante y pregunta que significa este ataque pidiendo una
explicación que nadie le da.
–Hay un crimen mayor que quebrantar las tradiciones… –dice Pacifico en voz
alta que retumba en las paredes del torreón– y es el Amaranto. Todos los presentes estarán de acuerdo en que no debe
haber nadie que camine impunemente con vetas negras después de haber
diabolizado a un hermano cainita.
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Habiba Al-Sikkeen, Assamita |
–El castigo por la diablerie es la muerte definitiva. –Dice Pacifico
mientras se agacha ante el cuerpo de Gabriel y le quita el anillo negro de su
dedo, volviéndose transparente en su mano, como si fuera de cristal– Y ambos serán condenados a morir.
–El cainita al que diabolizó le acabó perdonando –dice Aesir intentando
salvar a Gabriel en el último momento.
–No tienes toda la información Aesir –añade Pacifico– una vez Elsh, Sire de Gabriel, me contó
que hace miles de años tenía dos chiquillos y que uno diabolizó a otro por
envidia, el nombre del asesino era Gabriel. Sucedió hace tanto tiempo que
seguramente Gabriel estuviera ya muerto, pero Elsh seguía sintiéndose culpable
por el crimen de uno de sus hijos al otro. Quién nos iba a decir que Gabriel se
despertaría de un sopor milenario y poco después, en nuestros días, acabaría
reclamando el barrio cristiano. No sin antes haber reforzado sus vetas negras, bebiendo
la sangre de un Salubri de cuarta generación, que se refugiaba en Jerusalén, su
nombre: Nahum Ben Enosh, chiquillo de Saulot.
–No tenía tanta información –dice Aesir mirando a
Pacifico y dando un paso atrás, no pudiendo hacer más por Gabriel.
Sven, hachas en mano,
expectante mira a Gabriel sin saber qué hacer para protegerle.
Pacifico mira a
Hannah, la Nosferatu y a Lucius
Tiberius Rufus,
el Anciano Ventrue, que a su vez mira a Ezra, el ejecutor Tremere.
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Hannah, Nosferatu |
Gabriel comienza a
arder en llamas a la mirada mágica de Ezra y Hannah coge un hacha de dos manos de
la pared y con paso decidido se acerca a Katja. La mira a los ojos, eleva el
hacha con cara de sádica y decapita limpiamente a la Tzimisce. Su cabeza rueda
mientras se deshace en cenizas al igual que su cuerpo, dejando sus ropajes
cubiertos de cenizas grises. Hannah satisfecha tras haber completado su
venganza, se va sin mirar atrás y sin despedirse.
Gabriel arde hasta consumirse,
obteniendo también la muerte definitiva, ante la atenta mirada de todos los
presentes. Con él, arden los papeles de los apoyos conseguidos por él y sus
compañeros para aupar al poder a Pacifico, si es que al final los reclama, será
un problema recuperarlos.
Magdalena aplaude la
conspiración de Pacifico y sin dar tiempo a pesar… ¡Reclama el barrio cristiano
como su Señora!
Ante ella, Pacifico,
lo reclama también, alegando que es el heredero de su difunto Sire, el Padre
Paliuro Rustucci, Señor del barrio cristiano.
Los cainitas Ventrue,
con Lucius
Tiberius Rufus a
la cabeza, se posicionan tras Pacifico frente a la mujer. Ezra, el Tremere,
forma parte de la comitiva de Lucius, apoyándole en su decisión.
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Bonifacio, Antiguo Brujah |
–Alguien capaz de organizar este juicio para limpiar de
escoria diabolista a la Estirpe de Jerusalén, se merece nuestro apoyo –dice Lucius muy
digno. Ezra a su lado y mira a Aesir para ver que hace.
Al-Ain, Los ojos de
Alamut, y Habiba se posicionan en el bando de Magdalena, a su lado y frente a
los Ventrue cristianos, mirándoles a los ojos, reabriendo viejas heridas,
desafiantes.
Bonifacio se sitúa
junto a Pacifico, se lo debe a su Sire, así se lo dice para que todos lo
escuchen.
El Antiguo Gangrel,
Canis, camia elegantemente en su forma lupina, situándose junto a los Assamita,
y también frente a los Ventrue, enseñándoles los dientes y gruñendo.
Ahora mismo hay un empate
técnico. Hay los mismos apoyos del lado de Pacifico, que del lado de Magdalena.
Ambos Lasombra están equilibrados y cualquiera podría acabar gobernando el
codiciado barrio cristiano. Lo que ocurre es que falta posicionarse a Vinzenzo,
Antiguo Capadocio, Sven, Ancillae Brujah y Aesir, Ancillae Tremere.
Tanto Pacifico como
Magdalena miran a los tres protagonistas. Poco después todos los presentes los observan
expectantes, ya que serán ellos quienes decidan quién será el próximo Señor o
Señora del barrio cristiano. Una cosa queda clara: será un Lasombra, como
antaño.
Pacifico mira a Vinzenzo
a los ojos. El Giovanni deduce que le está alertando con su mirada de que sabe
un secreto de ellos que no ha dicho aun. Ya hablaron del tema la otra noche. Ellos
mataron a su Sire, y seguramente si lo dice aquí haya un nuevo juicio, que
siendo culpables, no les vendría nada bien, ya que en caliente podrían atajarse
los tiempos de respuesta y ajusticiar aquí mismo a los asesinos del Sire de
Pacifico, por romper una de las sagradas Tradiciones de Caín. Y en frio podrían
recabar pruebas rápidamente en el Santo Sepulcro, lugar no muy lejano.
Magdalena espera que
entren en razón y se unan al bando ganador, Venecia, junto a Narses. Otra cosa
no tendría sentido para la Lasombra.
–Gabriel iba a apoyarte –dice Aesir mirando a
Pacifico– así que cumpliré su deseo
póstumo. Y tú, viejo, y yo, tenemos que hablar –dice Aesir mirando a Ezra y
caminando hacia Pacifico, situándose en el mismo bando que está Ezra y los
Ventrue.
–¿Me vas a chantajear? –pregunta Vinzenzo a
Pacifico, que no le responde más que con una mirada desafiante.
–¿Respetarás mi posición si te apoyo? –pregunta Vinzenzo
mirando ahora a Magdalena.
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Torreón de armas, barrio judío |
–Por supuesto –dice Magdalena sonriendo a Vinzenzo mientras
este camina hacia ella. Pero en el último momento, hace un giro y se sitúa
junto a Pacifico, mirando provocador a Magdalena, que se queda petrificada ante
la bofetada social del Giovanni. El Antiguo Capadocio mira desafiante a
Magdalena y sonríe. La Lasombra, humillada retiene su bestia, que desea salir a
arrancar la cabeza de Vinzenzo.
–Voy con mis compañeros y solo con ellos. Tenía un trato
con Gabriel que respetaré –dice Sven caminando con las hachas en la mano, hacia
Vinzenzo y Aesir.
–¿Todo bien verdad? –pregunta Vinzenzo a Bonifacio, que se
encuentra a su lado, muy serio.
–Sin rencores –le responde Bonifacio en voz baja al
Capadocio.
–Como viste, no estaba de acuerdo con Gabriel cuando
fuimos a visitarte –dice
Vinzenzo a Bonifacio de forma muy oportunista.
–Lo vi en tu cara –añade Bonifacio concluyendo la
conversación.
–¿Puedes dejarme el anillo para estudiarlo? –pregunta Aesir en
voz baja a Pacifico.
–Ahora no es el momento –responde Pacifico muy
serio al hechicero.
–Sin problema, esperaré –dice Aesir apartándose
ligeramente de Pacifico y mirando a Ezra que sigue ignorando a Aesir.
Pacifico toma la
palabra y declara señores del barrio judío a los tres cainitas, Vinzenzo, Aesir
y Sven.
Magdalena, muy
enfadada, saca el documento firmado por Gabriel mientras tacha de traidores a
los tres cainitas y les declara enemigos de Narses. Tras estas palabras de odio
la mujer se va airada del lugar. Su estrategia ha fracasado una vez más. La
Lasombra teme más a su Sire que a cualquiera de los presentes…
Los Assamita hacen
una reverencia rápida a Pacifico y junto al Gangrel se van también.
Bonifacio se declara
consejero y aliado de Pacifico. Y Lucius, en nombre de los Ventrue de Tierra
Santa, apoyarán al Lasombra como apoyaron a su padre.
Aesir mira los restos
de Katja con pena, podrían haber hecho muchas cosas importantes juntos. La
magia ha perdido una pieza clave en la ciudad.
Con la velada
acabando, aparece Celine, viene corriendo y le dice a Sven que sabe dónde está
Alexandrus. La Brujah pide ayuda también a Vinzenzo y a Aesir para rescatarlo. Con
Alexandrus también está el Nosferatu desaparecido a cargo de Katja.
Los tres cainitas
corren junto a Celine mientras Sven no encuentra el momento de contarle lo
sucedido a su Sire, lo hará más adelante.
Toman dirección al
barrio armenio y con Celine a la cabeza, se paran ante una vieja casa ruinosa,
situada entre los angostos callejones, fríos y oscuros.
No pueden evitar
sentir miedo por lo que allí pueda haber. La fe de un Dios se oculta en su
interior y ellos lo saben.
|
Jerusalén, 1197 d. C. |
La Caza
El frio es abrumador.
Nadie diría que por el día hace tanto calor que el agua casi se evapora. Celine
es la primera que atraviesa el umbral de la casa en ruinas. Tiene que azuzar a
Sven para que aligere el paso y vaya a su lado, dado que el vikingo se queda
atrás y ella no se lo permite. Juntos bajan por unas oscuras y húmedas escaleras,
llenas de basura que deberían dar a un sótano infecto. Las ratas campan a sus
anchas y se dan un festín con los restos podridos de algún animal muerto y lleno
de gusanos.
Aesir y Vinzenzo,
tras pensárselo muy bien, acompañan a los Brujah, pero a una distancia
prudencial. También acaban bajando por las escaleras, bajo las que parece haber
iluminación.
Todo el lugar está
empapado de agua o algún tipo de líquido incoloro. Por si acaso Aesir toca el
suelo, por si fuera algún tipo de combustible y la realidad es mucho peor para
los vampiros: es agua bendita. La mano de Aesir se deshace y la reacción en
cadena hace que el hechicero pierda todo el brazo, en un dolor indescriptible,
como si hubiera metido el brazo en acido y se le hubiera derretido en segundos.
Aesir mantiene el
tipo pero mira aterrado a Vinzenzo. Ambos confirman que la fe de quien ha
bendecido esta agua es poderosa.
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Celine, Sire Brujah de Sven |
Echándole valor, los
cuatro cainitas descienden por las escaleras “benditas” y llegan a un sótano
medio derruido, donde tras uno de los muros medio tirado, hay restos de un
antiguo templo de otra época.
La luz proviene de
una sola antorcha en la pared más lejana, al otro lado del muro hay una gran
estancia que se abre ante ellos, son ruinas del pasado que recuerdan a viejos
tiempos donde las leyes eran otras. Mosaicos romanos y columnas corintias
partidas en pedazos. En una esquina oscura hay dos cuerpos tirados. Son Alexandrus
y Goran, ambos empalados por sendas estacas que atraviesan sus corazones, por
eso no se pueden mover. Sin embargo sus ojos están abiertos, son conscientes de
todo lo que ocurre a su alrededor. Ellos son el cebo ¿Quién es el cazador?
Toda la zona está encharcada
y se ha rociado de agua bendita, lo saben por qué causa incomodidad a los cainitas
y hace del suelo una trampa mortal, como comprobó Aesir cuando lo tocó.
–Muerte por fin voy a conocerte. –Susurra Vinzenzo
desenvainando su espada.
Sven tiene sus hachas
en la mano, y su brillo fulgurante color verduzco las hacen parecer infernales.
Celine agarra su
espada con las dos manos y mira con rabia esperando con ansia poder atacar.
Aesir mantiene sus
manos a la vista y permanece muy alerta.
Los cuatro cainitas
se encuentran al fin ante quien ha pertrechado esta mortal trampa: el cazador.
Es un hombre calvo y robusto,
con cara de pocos amigos, que viste con una raída túnica marrón y va descalzo.
Su fe le da un aura de peligrosidad que hace que los cuatro vampiros se
paralicen ante su mera presencia.
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El Cazador |
Con la mano izquierda
alza una gran cruz de madera y con la derecha apunta a los recién llegados con
una ballesta lanza-estacas, seguramente confeccionada por el mismo.
El terror empieza a
recorrer los cuerpos de los cuatro cainitas que se percatan de que no hay
salida posible además de las escaleras que quedan a sus espaldas. Esto será un
combate a vida o muerte y seguramente no saldrán todos de aquí.
El cazador, con voz
desgarrada, comienza a recitar de memoria un pasaje de la Sagradas Escrituras.
Lo hace con rabia, rechinando incómodamente los dientes. Sus palabras resuenan
en el lugar, siendo escuchadas por los cainitas aumentando su miedo y
confirmando a su bestia que van a morir esta noche.
–Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. Guardaos de
los perros, guardaos de los mutiladores de cuerpo… ¡Porque nosotros somos los
que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús!
(Nuevo Testamento: Samos Proverbios, Filipenses 2, 3 Capitulo
3)
La fe del hombre
junto con las palabras que recita sirve de escudo invisible ante los aterrados cainitas.
Los cuatro vampiros
comienzan a dar pasos retrocediendo, siendo imposible para ellos acercarse al
peligroso hombre de fe, que los mira decidiendo a quien va a atacar primero.
Aesir mira a
Alexandrus, tumbado en la esquina tenebrosa, y con su magia del movimiento
mental, le arranca la estaca del corazón, dejándolo libre para actuar, si es
que puede. Es una buena táctica ya que está tras el cazador y éste no se ha
percatado de lo ocurrido.
En el mismo justo
momento, el cazador, apunta con su ballesta al corazón de Aesir y lanza una
estaca a gran velocidad que atraviesa el pecho del Tremere, dejándolo inmóvil
debido a que la estaca está hecha de madera. Aesir cae al suelo indefenso, y
tiene mucha suerte de no mojarse con el agua bendita que lo cubre.
Celine, aprieta los
dientes con fuerza, toma el coraje suficiente y corre hacia el cazador,
elevando la espada con las dos manos por encima de su cabeza. La mala suerte o
quizás la mano invisible de Dios, hace que la Brujah resbale con el agua del
suelo y caiga de cara, arrastrándose durante unos metros mientras se deshace
entre humo y reacciones combustibles. El agua bendita está derritiendo lateramente
a la mujer que mientas se desliza por el suelo va desapareciendo del todo,
hasta quedar solamente sus ropajes, armadura y espada tirada en el suelo, a los
pies del cazador. Todo ello emanando una nube de vapor mezclada con restos de
la propia Celine, convertida en humo. La Sire de Sven acaba de morir
definitivamente, ante los ojos de su chiquillo y de su guardián Alexandrus.
Vinzenzo se agacha
ante Aesir, con mucho cuidado para no tocar el suelo, ni los ropajes mojados
del hechicero y agarrando la estaca, que inmoviliza al Tremere, tira de ella
desempalandolo.
Ambos, con mucho
cuidado, comienzan a subir las escaleras para salir de la escena. Esto los
supera y hay muchas posibilidades de acabar muerto o desintegrado por el agua
bendita que cubre suelo y las paredes.
Sven, que ve como su
Sire acaba de morir ante el cazador, y debido a la debilidad Brujah, les cuesta
mucho auto controlarse, no puede evitar correr en frenesí con las hachas en la
mano usando su puro instinto animal y de dos hachazos mutila y decapita al
cazador. Matándolo en el acto.
Ante Sven Alexandrus,
también en frenesí, acaba de presenciar la muerte de su amada Celine y también
ha corrido para acabar con el cazador, pero se encuentra con Sven y con sus
hachas ensangrentadas. Ninguno de los dos se encuentra en sus cabales y ambos
en frenesí lucharan hasta que solo quede uno en pie. El Gangrel de dos garrazos
certeros, desgarra cota de maya, ropa, piel, carne y huesos, para finalmente decapitar
limpiamente a Sven, matándolo y cayendo sus restos junto a los de Celine.
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Alexandrus, Gangrel contacto de Sven |
Los gritos en frenesí
de Alexandrus se escuchan desde la superficie, donde Vinzenzo y Aesir esperan que
haya clama para actuar.
Unos segundos después,
el silencio lo envuelve todo y ambos cainitas bajan al sótano, con cuidado,
para ver que ha sucedido. Después de todo el cazador ya está muerto.
Llegan justo para ver
como Alexandrus, esa bestia que más parece un lobo que un hombre, arrodillado
comienza a deshacerse en el agua bendita que encharca el suelo, formando una
humareda que hace que el Gangrel parezca difuminado. La cara de Alexandrus está
llena de lágrimas de sangre y la desesperación ha invadido su ser. Solo ve una
salida rápida a esta agonía y es dejándose caer hacia delante, mojándose de
agua bendita y suicidándose para darse muerte de una vez por todas.
Ante las atónitas
miradas de ambos cainitas, el Gangrel se deja caer y es lo último que hace.
Deshaciéndose, consumido por la inconmensurable fe que ha bendecido este agua y
ha hecho de este sótano una trampa para vampiros. Solo queda una nube de vapor
y sus restos en el suelo, junto a los de su “familia”.
Entre restos de
cainitas, cuerpos mutilados y vapor de agua bendita, a lo lejos, junto a una
pared queda un Nosferatu inmovilizado con una estaca a través de su corazón. Es
Goran, único superviviente del entorno de Katja y los Tzimisce del lejano
norte.
Vinzenzo se acera a
él, desenvaina su espada y le dice mirándole a los ojos:
–Lo siento chico –exclama muy serio al neonato Nosferatu. Y el
Giovanni bromea cambiando su cara y agarra la estaca desempalando al cainita,
que por un momento pensaba que el Capadocio iba a ejecutar.
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Goran, neonato Nosferatu |
El Nosferatu sin
poderse creer que siga con vida, abraza a Vinzenzo fuertemente. Acaba de
sobrevivir al rapto de un cazador. La mitad del cebo sigue vivo.
–¿Cómo te llamas chico? –pregunta Vinzenzo cuándo
el monstruo deja de abrazarlo.
–Goran –dice el Nosferatu bajando la mirada ante
Vinzenzo.
–Goran, parece que es tu noche de suerte. Puedes venir a
mi dominio, allí estarás seguro. –Dice Vinzenzo.
– Mi vida es tuya, hare todo para defenderte. –Asegura Goran
arrodillado ante el Giovanni.
–¿Y Hannah? –pregunta Vinzenzo esperando su reacción.
–Es mi Sire, ella me abrazó. Ahora también es mi mentora,
me enseña cada noche– dice Goran muy sincero.
–Debo devolverte a ella –dice Vinzenzo
entristeciendo a Goran– aun no has sido
liberado y como neonato eres su responsabilidad.
Goran agacha la
cabeza y asume las palabras del Capadocio, parece mucho más capacitado para
tomar una decisión que el.
Aesir, Vinzenzo y
Goran abandonan el inestable inmueble dejando atrás el escenario de horror
causado por la fe en un Dios ausente.