Cadios, Ravnos |
Preludio Cadios
Dicen que todo esto
es un sueño, pero por desgracia, hay diferentes tipos de sueño. Mi juventud se
debería de considerar más una pesadilla que un sueño, pues no es agradable
quedarte solo a la edad de nueve años. No procedo de una familia rica, o de una
familia pobre y sin recursos, procedo ni más ni menos que de los Rom, los
primeros nómadas. Mi familia son los Edena´ru, una de las muchas familias Rom
que hay por el mundo, pero por desgracia de dicha familia, quedamos muy pocos.
Mis padres son, o
mejor dicho eran, lo que viene a definirse como una pareja feliz y enamorada.
Él era el cabeza de familia de los Edena´ru y mi madre la hija de una familia
noble de algún lugar del norte de Europa. Ocurrió lo que suele ocurrir, hombre
apuesto y misterioso enamora a una mujer pudiente de una noble familia y se
escapan para que no puedan impedir su floreciente amor, todo muy bonito hasta
que tienen un hijo y tras nueve años, la venganza del que habían decidido que
iba a ser el marido de aquella hermosa joven logra vengarse matando a toda la
familia y allegados, a todos menos a dos, un niño de nueve años y un viejo que
llevaba unos días viajando con ellos y que de alguna forma logró salvar al
joven.
Cuando tienes nueve
años y te abandonan sin poder depender de nadie salvo de ti mismo, no es muy
divertido que digamos, y menos aún cuando no tienes nada que llevarte a la
boca. Todo esto hace que aprendas a sobrevivir a cualquier precio, robando,
mintiendo, tocando el laúd para sacar unos cuartos y llevarte algo de comer a
la boca, matando…
En este periodo de mi
vida, de la cual no tengo muy buenos recuerdos ni me siento en absoluto
orgulloso, conocí el mundo oscuro de la humanidad. Vi que la humanidad es sin
ninguna duda la peor amenaza posible y a la vez la bondad personificada, dos
extremos que se ven representados por la variedad de personas que hay, y la
variedad de otras cosas. En estos años también volví a coincidir con mi
salvador. Fue algo fugaz, unos pocos días, pero me alegró ver algo de mi
pasado. Sí que es verdad que me inquieto una frase que susurró antes de
marchar, “no estás preparado”, pero no le di importancia hasta más tarde.
Los años fueron
pasando hasta que cometí un error, seduje a la mujer que no debía y a su marido
no le agradó. Tuve que huir de un colérico noble y de sus guardias refugiándome
en un oscuro bosque donde me encontré por tercera vez con mi salvador. Lo
ocurrido esa noche aún está borroso en mi memoria, solo recuerdo el sabor
amargo y metálico que me invadía, así como el miedo que padecía huyendo de una
muchedumbre mientras mi salvador gritaba que no huyese que no era necesario,
pero le ignoré.
En mi huida por el
bosque me di cuenta que portaba una manta y un broche que no eran míos, me los
habrían puesto cuando me desmaye, así que cuando me topé con un ermitaño que
estaba congelándose de frío en medio del bosque, no dude en entregársela para
que entrase en calor, por alguna misteriosa razón, esa noche no padecía frío,
más bien diría que era como si estuviese febril, con muchísimo calor, y luego,
como si el destino me jugase una mala pasada, el calor me rodeo.
Los muy hijos de puta
dieron fuego al mismísimo bosque para sacarme de allí y llevarme donde su
asqueroso amo. Dieron fuego por todos lados donde me vi rodeado, y al verme
rodeado, algo dentro de mi tomo el control, algo oscuro y siniestro nublo mi
juicio y me impulso a huir, huir sin dirección, pero por suerte, mi destino no
era morir allí si no conocerla.
El lugar al que
llegue no puede describirse con palabras y solo con intentarlo sería faltar al
respeto a ese lugar de ensueño así que me lo ahorrare, lo que sí puedo
describir es lo que viví allí. Allí conocí a Elune´ara o luz de luna en nuestro
idioma. La mujer más hermosa en la que mis ojos se hayan posado y mi salvadora.
Cuando llegue allí no conocía mi nueva existencia, no sabía que era un maldito,
un cainita, un vampiro, y si no hubiese sido por ella, no estaría vivo a día de
hoy. Eru, como solo yo tengo derecho a llamarla, es una fae, un hada. Es
heredera de los conocimientos descubiertos y obtenidos por sus predecesoras,
una encarnación de la sabiduría que no pertenece a ninguna corte, una reina.
Dentro del mundo de
Arcadia, Eru es intocable por su valor, y eso es lo que le ha hecho estar sola
siempre, hasta mi llegada. Maestra y amante, mentora y amor platónico,
compañera inmortal, pero por desgracia, prisionera. Fueron mis mejores años,
mis mejores momentos, aunque hoy en día, me los traigo conmigo y mi diosa suele
visitarme en mis noches, y en mis sueños.
Tuve que marchar del
paraíso pues mi presencia podía poner en peligro a mi amada diosa de las fae, y
eso como buen hijo de mi padre no puedo hacerlo, así que marche, aunque dos de
mis amigos decidieron seguirme, un mono y un oso, la pareja más variopinta a la
vez que problemática con la que me he topado, pero son mis compañeros, nos une
la sangre, y por mucho que intente matarlos siempre regresan, por alguna razón
no se les puede matar y hay veces, créeme, que desearía poder.
Mi amada siempre me
envía dos mujeres para que estén cerca mío, mujeres que no sé cómo lo hace,
pero puede poseer y aunque vayan muriendo por el camino siempre vienen más,
siempre una rubia y otra morena. Por mis leves conocimientos veo que las posee
dependiendo de la época del año, en primavera y verano a la rubia, en otoño e
invierno a la morena.
Y poco más puedo
contar, ese es un resumen un poco apresurado de mi vida hasta la fecha pues se
me marchan mis familiares. ¿Qué ha donde me dirijo preguntas?, pues a
Jerusalén. Por lo que tengo entendido el que ahora es mi nuevo padre o sire o
como se diga es de allí, así que voy a buscarle. Sé que viajar es peligroso,
pero en mi caso no hay problema, la familia está para eso, ellos me protegen de
día y yo de noche, además tengo a charlatán y a dormilón, así como a mis dos
bailarinas preferidas y sobre todo a ella, mi diosa. Por cierto, gracias por
las monedas de plata, las usare bien.
Cadios, el Trovador |