R.I.P. Sven de Scania, Brujah

Valquiria
La despedida de un Varego

Su cuerpo debería haber ardido en una gran hoguera, pero al menos Sven murió con Månegarm y Sköll, sus hachas, en sus manos. Eso le asegura la entrada en el Valhalla, el salón de los caídos, lugar donde se hallan los valientes guerreros muertos en combate.

Sven se encuentra en la proa de un gran drakar camino de Asgard, mientras le da el viento en la cara. Los drakar, dragón en la lengua antigua, están diseñados para llevar a los guerreros a través del mar, pero bajo ellos no había agua salada, si no nubes blancas.

Para llegar a Asgard los mortales tenían una sola vía, debían morir como dignos guerreros en batalla, así las valkirias tomarían su alma para llevarla ante Odín en los salones dorados del Valhalla, todo para formar parte del Ragnarök.

Celine, Brujah
Sire  de Sven

Celine aparece tras Sven y se sitúa a su lado, admirando el firmamento. Ambos se encuentran satisfechos con sus logros en Midgard, el mundo de los hombres. Varias Valkirias rodeaban el drakar cabalgando sobre corceles voladores, ellas son las que eligen a los caídos en batalla que entrarán en el Valhalla. Celine sonríe y mira a Sven orgullosa.

Sven siempre había querido luchar en la batalla final entre el orden y el caos, el Ragnarök, donde los dioses y su mundo serán destruidos, ya que ese es su destino. Sven luchará a lado de los mejores guerreros, los Einherjer, cuando el día llegue y verá como el mismísimo Odín será engullido por el lobo Fenrir.

Alexandrus,
Gangrel contacto de Sven
Hablando de Fenrir, Alexandrus aparece tras ellos y llega con tres cuernos de hidromiel. Aparece tarde pero a tiempo, ya se ve a lo lejos el arcoíris que conduce a Asgard, allí podrían vivir cómodamente hasta que el fin del mundo los reúna.

¡Skol! gritan los tres cainitas chocando los cuernos al aire, en un brindis vikingo, el mismo que hacían durante las invasiones para incentivarse a continuar peleando para dar aún más, para darse aliento, que es lo que los tres cainitas se dan ahora más que nunca…

¡SKOL!


Sven de Scania, Ancillae Brujah


R.I.P. Katja, Tzimisce

 

Rebeca, ghoul meretriz de Katja

La muerte de la Bruja

Rebeca, como cada noche, espera impaciente la llegada de su Señora Katja. Lo hace en su refugio, las ruinas de una capilla Tremere situada a las afueras del barrio musulmán. Lo que ocurre es que esta noche Katja no regresa.

La ghoul se encarga de buscar a Ashshur para que esté con ella, el viejo tiene habilidades que le pueden serle útiles y si vienen a atacarla él podría defenderla, después de todo también es un ghoul de Katja.

Hay algo que ha cambiado, Rebeca no sabía bien que le ocurría, pero ahora lo tiene claro, su Señora ha muerto. Ha dejado de sentir ese amor mezclado con miedo que tenia por Katja, el vinculo de sangre se ha roto y eso solo pude hacerse con la muerte definitiva, fue una de las lecciones que la Tzimisce dejo clara a ambos ghoules. Ashshur también ha dejado de sentirlo y su primer impulso es el de vivir la libertad, y declara a Rebeca su intención de huir de Jerusalén para dejar todo esto atrás. 

Ashshur, Ghoul asesino de Katja

Rebeca agarra fuertemente un puñal y poniéndolo en la garganta del viejo asesino, le amenaza diciéndole que si se va, será lo último que haga. Ashshur mira fijamente a los ojos de Rebeca mientras estos se llenan de lágrimas y acaba abrazando a la bella muchacha. Desvalida le confiesa que no tiene a nadie y que tiene miedo. Ashshur promete seguir a su lado, si iba a marcharse también, era por miedo. Juntos pueden sobrevivir, ambos lo saben.

Rebeca pone en duda que el vínculo con Katja se haya roto del todo y deciden esperar por si hubiera sucedido algo que desconocen, siempre ocurre igual, se enteran de lo que sucede después de que haya ocurrido.

La bella meretriz apenas ha dormido unas horas y ha comido algo que Ashshur le ha traído, el viejo protege a la joven mientras ambos esperan nerviosos junto al sarcófago vacio de Katja, pero esta noche tampoco regresa.

Rebeca convence a Ashshur, ha llegado el momento de ir juntos a buscar a su Señora.

Ashshur sabe que Rebeca es la que tiene el cerebro, así que hace caso a la mujer. Y la meretriz tiene claro dónde empezar a buscar: en una herrería del barrio judío.

Kal-el, herrero ghoul de Gabriel

Allí se encuentran con Kal-el, ghoul de Gabriel, al que conocen por que sus Señores vampiros son aliados. El herrero les pide que pasen y les cuenta que está preocupado porque siente que le ha ocurrido algo a Gabriel, no sabe cómo explicarlo, pero es así. Rebeca le dice a Kal-el que vaya olvidándose de su Señor y que utilice lo que le ha enseñado para continuar con su vida. Kal-el con lagrimas en los ojos les dice donde debería estar Gabriel, es la dirección de una villa romana, recientemente restaurada, en el barrio cristiano. El herrero aprieta los dientes y se va a alimentar el fuego con el que trabajará mañana, perpetuando las enseñanzas de Gabriel, con la esperanza de que regrese, algún día.

Rebeca y Ashshur caminan por las oscuras calles del barrio judío y pasan el muro que lo separa del cristiano para llegar a la villa romana, dominio de Gabriel.

Allí Rebeca encuentra una carta. Es la invitación de Pacifico Gillati a Gabriel y los suyos, donde les dice que el encuentro será frente a la Sinagoga Tiferet Yisrael, en el barrio judío.

Ambos ghoules corren raudos al lugar indicado y cuando llegan encuentran los restos de Katja, junto a los de Gabriel. Sus ropajes manchados de cenizas de lo que era su Señora vampiresa. Al parecer la decapitaron, ya que se ve claramente como hay un pequeño cerco de cenizas separado del resto del cuerpo. A Gabriel parece que lo quemaron, el suelo está ennegrecido por el fuego.

Rebeca se quita la capa y coloca con cuidado sobre ella los restos de Katja, mientras llora lagrimas que se mezclan con las cenizas de su Señora. Ashshur permanece alerta con un cuchillo oxidado en la mano, por si tuviera que utilizarlo. Una vez Rebeca termina, hace un hatillo con su capa y se lo da a Ashshur para que lo lleve con cuidado. La mujer se las ingenia para conseguir combustible y prende la casa donde ha ocurrido todo. Frente a la Sinagoga Tiferet Yisrael ahora hay una gigantesca hoguera de fuego que se ha tragado los restos de Gabriel. Rebeca y Ashshur con el muro de fuego de fondo, vuelven al refugio para dar el siguiente paso.

Sarcófago de Katja

Ambos ghoules se encuentran ante el imponente sarcófago de Katja, con la tierra de su patria dentro. Rebeca pensativa, pide a Ashshur que cargue la gran caja. Para hacerlo y el ghoul necesita utilizar el poder de la ultima reserva de sangre de Katja, que aún hay en su organismo. Ashshur no sabe lo que trama Rebeca, pero le hace caso, confía ciegamente en ella.

Rebeca llama a la puerta de la mansión de Danielis de Patras, Ancillae Toreador y antigua rival de Katja. Ashshur planta ante ella el sarcófago de Katja y Danielis pide a sus soldados que les dejen a solas.

Rebeca ofrece el sarcófago a Danielis ahora que Katja ha muerto y le pide de rodillas vitae para ser su ghoul. La Toreador, sonriente, se corta las venas con un uñero de plata y le da de beber de su sangre a la bellísima mujer y después repite la operación con Ashshur.

Mientras Rebeca saborea la Vitae de Danielis piensa en su venganza, pero para ello debe averiguar primero quién ha matado a Katja, la bruja del barrio cristiano.

Danielis de Patras,  Ancillae Toreador


 

R.I.P. Gabriel, Toreador

 

Gabriel, Anciano Toreador

Los portadores del Arca
Historia de un Toreador

Gabriel, cuyo nombre significa Fortaleza de Dios, durmió durante siglos en lo que los cainitas llaman sopor. Fueron casi 2000 años de sueño durante los cuales Jerusalén fue reconstruida desde las cenizas.  Tuvo mucho tiempo para pensar en el pasado… y en el futuro.

Siempre había sido un niño peculiar atormentado por visiones del futuro transmitidas por Yahvé. En ellas se veía en otra época, ya de adulto, vistiendo con ropajes extraños, hablando en una lengua ininteligible, portando un brazo hecho de metal, viviendo en una herrería y corriendo todo tipo de aventuras con un grupo de seres de la noche a los que llamaban Vampiros.

Cuando solo era un humano, Gabriel aprendió de su padre el arte de la herrería, convirtiéndose en un gran herrero.

Ya de joven, huyendo de las purgas del ejército egipcio hacia los judíos, perdió su brazo izquierdo y quedó tullido para siempre, pero esto no le impidió ser un maestro herrero capaz de enseñar a jóvenes como ayudar a su pueblo a defenderse de su enemigo.

Ya de adulto, Gabriel, fue uno de los elegidos por el Rey David para tomar la ciudad de Jerusalén de los jebuseos. Un grupo de héroes consiguieron conquistar la ciudad sin violencia en la gesta conocida como “La Gruta del Sinnor”. Todos ellos fueron recompensados por David nombrándolos como sus consejeros, reputados maestros que hicieron de Jerusalén el primer hogar de los judíos.

Años después, el Rey David reunió al grupo de héroes que tomaron Jerusalén a su lado y les pidió que trajeran en Arca de la Alianza a Jerusalén, donde debía estar.

Gabriel fue uno de los portadores del Arca de la Alianza, la más sagrada Reliquia, lugar donde Moisés guardó las Tablas de la Verdad, donde las Leyes de Dios fueron esculpidas en piedra.

El Templo de Salomón

Con ella vencieron ejércitos y purificaron la tierra, quemando demonios y seres del averno a su paso, hasta que consiguieron traer el Arca a su nuevo lugar de descanso, en el monte Sion dentro de la capital de Israel, Jerusalén.

Y todo esto lo hizo Gabriel, siendo solamente un humano.

Gabriel tuvo un solo hijo, Buki. Un prometedor joven que también llegó a ser un maestro reputado, en el campo de la arquitectura. El hijo de Gabriel tenía un secreto, había sido abrazado a las Tinieblas por un Toreador fenicio llamado Elsh y decidió abrazar a su padre Gabriel, como recompensa por su vida tan prospera y plena. No podía dejar que la muerte acabase con su historia en la tierra. Yahvé podía esperar para tenerlo a su lado. 

Ahora Gabriel era chiquillo de su Sire Buki, hijo humano suyo. Elsh era su abuelo vampírico, aunque en el futuro seria como un Sire para él, asumiendo el rol debido a la falta de Toreador en Jerusalén.

Entonces ocurrió una desgracia y la envidia hizo que  Gabriel diabolizara a un vampiro rival en una reyerta desdichada, un hermano de su propio clan de artesanos. Su Sire Buki le desterró por ello, condenándolo 100 años a morar por catacumbas perdidas sin subir a la superficie. Esta diablerie seria la causante de su muerte, siglos después…

Una vez pagó su pena acabó en el reino vecino de Asiria, allí conoció a un ambicioso Ventrue llamado Samael, un viejo amigo de sui hijo Buki, que ayudó a construir el famoso templo de Salomón, hijo favorito del Rey David.

Juntos, Gabriel y Samael, ascendieron peldaños en la política vampírica asiria, ganándose la confianza de sus Señores Assamita. Eran muy buenos captando y exterminando espías Setitas venidos del peligroso Egipto.

Samael y Gabriel regresaron a Jerusalén donde resistieron un asedio babilonio que finalmente acabó arrasando la ciudad. Samael, el primer Príncipe judío, fue asesinado y con él, todos los cainitas de Jerusalén.

Samael, Príncipe Ventrue judío

Gabriel consiguió salvar su no vida gracias a un pacto de su abuelo Elsh con Kothar, el Profeta, Señor del valle de Hinnom, colonia leprosa a las afueras de Jerusalén. Kothar, del clan Nosferatu, acogió a Elsh y a Gabriel que durmieron en sopor, ocultos en cuevas, durante siglos.

Cuando Gabriel despertó todo había cambiado. Habían pasado casi 20 siglos y Jerusalén era prospera de nuevo, pero había sido dividida en cuatro partes, controladas en secreto por cainitas, que luchaban en las sombras por el control de la ciudad.

Gabriel vivió una vida plena, fue Sire de una efímera neonata; Protector de la Capilla Tremere; Primogénito Toreador; y Señor del barrio cristiano.  Luchó y sobrevivió a un Golem y acabó sus noches ajusticiado por los crímenes que hizo hace casi dos milenios.

La justicia divina se hace esperar, pero cuando llega, la ira de Yahvé es implacable. Puede que de esta forma por la que Gabriel haya conseguido descansar a lado de Yahvé, junto a sus seres queridos… o puede que no.

CAPITULO 31: El Cazador

EL CAZADOR


Magdalena Castelucci Borcellino,
Antigua Lasombra
El Anillo de Magdalena

En la puerta de una vieja herrería del barrio judío, hay una Antigua cainita del clan Lasombra llamada Magdalena. Viene a ver a Gabriel, nuevo Señor del barrio cristiano. Kal-el, ghoul de Gabriel, le indica a la dama donde está su señor.

La mujer, muy elegante, con vestido negro correspondiente a una acaudalada veneciana. Su cabello oscuro cuidadosamente arreglado y recogido para mayor comodidad. Camina con cuidado de no mancharse ni engancharse con nada de la herrería.

–Gabriel. Veo que aun sigue pensándose mi oferta. –Dice la Lasombra al ver al anciano Toreador, inmerso en el traslado de refugio a la villa romana del barrio cristiano– Tenga en cuenta que todo buen producto tiene una fecha de caducidad… ¿Tiene ya respuesta para mi Sire Narses?

–¿Tu ayuda es sincera? –pregunta Gabriel a Magdalena– debo afianzar mi posición como Señor del barrio cristiano. Lo que ocurre… es que ahora mismo tengo entre manos un problema de vital importancia…

Sven, el Brujah varego, observa la escena en un segundo plano observando a la mujer, no se fía de ella, algo le da mala espina.

–Ha llegado a mi cierta información, muy valiosa, que seguro desea escuchar. ¿Este lugar es seguro?  pregunta Magdalena en voz baja a Gabriel.

Gabriel, Primogénito Toreador,
Señor del barrio cristiano

–Vayamos abajo mejor –dice el Toreador mientras guía a la atractiva mujer por unas escaleras que descienden al refugio de Gabriel. Un sótano de la herrería habilitado como dormitorio, donde el Anciano duerme por el día. Sacos de carbón, hierros retorcidos y deshechos de metal en las esquinas.

Gabriel se asegura con su Auspex de que todo está en orden. Sus sentidos agudizados no detectan nada fuera de lo común y parece no haber peligro… a no ser, por una incómoda sensación de algo peligroso que proviene de la propia Magdalena.

Sven sigue a la pareja y se posiciona en las escaleras, impidiendo el paso a nadie que quiera marcharse.

–Ha llegado a mi red de comercio cierto objeto valioso por el que piden una suma estratosférica de dinero. –Explica Magdalena– Tanto como para vivir diez vidas. Una cantidad altamente inusual, incluso para el mercado negro. Ya sabemos que en estos lugares siempre hay más de un interesado… y que cada comprador puede utilizar el objeto a su antojo. Por ejemplo para limpiar su alma o para extorsionar a una eminencia. También podría volver a su dueño original… pero no sería barato…

–¿Qué es? –pregunta Sven intrigado.

Magdalena, a la luz de una vela, con las tinieblas como aliadas, mira a Sven con condescendencia y después mira a Gabriel.

–Creo que ese objeto le interesa especialmente. Un anillo de cristal, ¿me equivoco? –pregunta Magdalena

–No –responde sin paños calientes Gabriel.

–Podría conseguirlo y devolvértelo. A cambio de un precio asequible para su bolsillo. –Dice Magdalena mientras saca un papel y una pluma blanca, lo abre y se lo da a leer a Gabriel.

–Es un pacto con mi Sire Narses –explica la Lasombra mientras el Toreador lo lee– en el que se compromete a ser su socio en el señorío del barrio cristiano a un cincuenta por ciento y me posiciona a mí, su chiquilla, como Antigua y representante Lasombra de Venecia en Jerusalén.

Sven de Scania, Ancillae Brujah

Gabriel lee el documento, en el que  pone lo que dice Magdalena exactamente.

–No creo que tenga muchas más opciones –dice Magdalena– sobre todo porque aun nadie sabe lo del anillo. Si pasa el tiempo alguien podría irse de la lengua y sin duda todo acabaría mal para usted y los suyos. A mi parecer no tiene otra opción. Esta vez no tiene tiempo de pensarlo, o firma y el anillo vuelve a su dedo de donde nunca debió salir y nadie se entera. O cada cainita con Auspex que le mire el aura sabrá su oscuro secreto, y será cuestión de poco tiempo que llegue a alguien al que le moleste como para tomar partido y hacer justicia cainita. 

Gabriel lee muy bien el documento, examinándolo con Auspex, intensificando su vista para ver que no tenga nada extraño y termina de asegurarse del todo utilizando psicometría sobre el papel para ver quien lo ha redactado y dónde. El Toreador ve a Magdalena redactando el documento de su puño y letra pero hablando con alguien que no se encuentra en la habitación con ella, su Sire Narses, al que reconoce por las palabras de ella. Parece que él es quien dicta la carta.

El Toreador se da cuenta de que no hay tinta y pregunta:

–¿Supongo que debo firmar con mi sangre? –le pregunta Gabriel a Magdalena.

La Lasombra asiente sonriendo y observando como Gabriel se pincha una vena con la pluma para con su sangre firmar el pacto con Narses, Príncipe de Venecia. Algunos preferirían pactar con el mismísimo diablo y otros piensan que son la misma persona.

Magdalena recoge el documento que le ofrece Gabriel y sacando una pluma nueva, esta de color negro, la mujer pincha su mortecina muñeca y firma con su sangre también. Lo hace a lado de la firma, ya seca, de Gabriel.

–¿Ve Gabriel? ya somos Aliados, no era para tanto. Dice sonriendo Magdalena y enrollando el documento que guarda en su vestido. La mujer recoge la pluma negra y se la guarda.

–Envié una misiva a tu Sire contándole que no me gustó tu actuación en el Conclave de mi nombramiento. –Confiesa Gabriel temiendo que esa carta pueda perjudicar su nueva alianza – pero ahora que tenemos un trato esa carta ya no tiene valor.

–No hay problema –dice Magdalena acercándose a Sven para que le deje pasar. El Vikingo se aparta y deja subir a la mujer por las escaleras.

–Se bienvenida Antigua de Jerusalén –dice Gabriel verbalizando su posición para que ella sienta que ya tiene el título.

–Gracias Señor del barrio cristiano –dice Magdalena bajando la mirada.

Magdalena se despide de Gabriel con una exquisita reverencia y poco después de su marcha con el documento, un criado de esta le da el anillo a Gabriel, en una bolsita de cuero.

Gabriel lo primero que hace es mirar su aura antes de ponerse el anillo y después de hacerlo, para observar si con él se le dejan de ver las vetas negras en el aura, y efectivamente, con él, su aura queda inmaculada de mancha.

–¿Que tequemanejes verdad Sven? –dice Gabriel, arqueando las cejas, a su compañero el Brujah.

Acto seguido, ambos cainitas se van, por separado, a cazar. Sven, se encuentra aun malherido, tiene un garrazo en la garganta por el que se le ven hasta los huesos de la tráquea.  El Brujah sale de la ciudad, y al otro lado de las murallas de Jerusalén, caza alimañas con las que apenas bebe la sangre que su organismo ha consumido durante el día.

Gabriel, por su parte se dispone a seducir a una moza de dudosa reputación, en una taberna cualquiera de algún olvidado callejón y en cuanto puede bebe de su sangre,  lo justo para dejarla inconsciente por la pérdida de Vitae, pero viva. Bebe la medida de 3 vasos de vino, que apenas son para él un tercio de lo ingerido, ya que su edad hace que necesite más alimento cada vez para saciarse.

 

Pacifico Grillati, Lasombra heredero
El ofrecimiento de Pacifico

Pacifico Grillati, cainita del clan Lasombra, se presenta ante la mansión de Vinzenzo Giovanni con un trato para Gabriel. Bianca, ghoul del Capadocio, le hace esperar por aquello de haberse presentado ante su señor sin avisar.

El astuto Pacifico Grillati es un digno Lasombra, clásico en su estilo romano.  A sus dos siglos de edad se suma su aire de esplendoroso cortesano y su fe en la iglesia, que es algo que lo acompaña.

Una vez es guiado por Bianca hasta la biblioteca, donde se encuentra Vinzenzo, el cainita comienza a hablar:

–He pensado que debía explicárselo primero a vos –dice Pacifico con tono conciliador– sois italiano, como yo, entendéis de sociedades, y seguro que podrás aconsejar a vuestro Señor Toreador debidamente. Además siendo esta mansión, su imponente dominio, parte del barrio judío, debería saber de mi decisión, antes de que suceda. A mí también me interesa su punto de vista, y más teniendo en cuenta que tiene sobre si a su Sire, poseedor de cierta influencia en el clan Capadocio ¿me equivoco?

–Saca a mi Sire de la ecuación –asevera con firmeza Vinzenzo– soy Antiguo de Jerusalén, no metas a mi Sire en estos asuntos, nunca.

Bianca Giovanni,
Ghoul de Vinzenzo

–Así será. Disculpe mi atrevimiento –se disculpa Pacifico con una sutil reverencia.

–Voy a proclamarme –continua Pacifico– públicamente ante la sociedad vampírica de Jerusalén, Señor del barrio judío. Me gustaría que Gabriel y vos me apoyaseis. Es lo menos que podíais hacer después de haber matado a mi Sire.

Vinzenzo no sabía que Pacifico estaba enterado de que ellos mataron a su Sire y por ello se muestra inquieto y atento.

–A pesar de un primer acercamiento más que cordial, tu Sire intentó colgarnos cierto muerto que no nos correspondía –explica Vinzenzo defendiéndose– Nosotros no matamos a esa Malkavian…

–Por lo que se de las Tradiciones “colgar muertos” no es romper ninguna de ellas –dice Pacifico con tono irónico– sin embargo la Eliminación no solo está entre las Tradiciones de Caín si no que es quizás la más importante de ellas.

Mansión de Vinzenzo Giovanni

–Sí, se que el cabrón de mi Sire se lo merecía –continua el Lasombra con un discurso muy estudiado– pero matar a un vástago, es romper una Tradición y los restos del Santo Sepulcro están llenos de pruebas que os incriminan a vosotros, además de a varios cainitas de vuestro entorno.

–No estoy interesado en airear este tema –dice Pacifico– Es más, creo que podríamos sacar partido todos de él. Vosotros ya lo habéis hecho, acepto mi derrota y ahora como segunda opción pido un presente de segunda fila: el barrio judío. Con vuestro apoyo, el de vuestros allegados, tendría los suficientes para que ni los Ventrue, ni los Assamita se pudieran oponer.   

–Los Tremere fueron señores del barrio y ahora nadie lo reclama, por miedo. –Dice Pacifico– Y el residente más poderoso del barrio, Abraham, de su clan, no está interesado en la política. Así que ha llegado el momento de que yo lo reclame.

–Tres barrios aliados, cristiano, judío y armenio. –Dice Pacifico mirando a los ojos a Vinzenzo, que escucha atentamente– tendremos el poder suficiente para plantar cara al barrio musulmán, incluso adueñarnos de Jerusalén si jugamos bien nuestras cartas.

–Pensadlo bien y contestadme mañana a media noche. –Dice Pacifico– Si no lo hacéis, intentaré hacerme con el barrio por mi cuenta y nuestros caminos se habrán separado para siempre.

Vinzenzo Giovanni, Antiguo Capadocio

–¿Y tu colega Bonifacio que opina? –pregunta Vinzenzo pensativo.

–Tengo su apoyo –afirma Pacifico con seguridad.

–Trasmitiré su declaración a Gabriel –dice Vinzenzo– ultimadamente no estoy muy de acuerdo con él…

Y acercándose a Pacifico, el Giovanni le susurra –y recuerda Pacifico, que pase lo que pase, siempre tendrás mi apoyo.

Esas últimas palabras inquietan al Lasombra, que hasta ese momento había estado muy seguro de sí mismo.

Los cainitas se despiden cordialmente hasta la próxima noche y Vinzenzo se dispone a ordenar al servicio que le preparen el carruaje para acercarse al refugio de Gabriel.

No se encuentra muy lejos, muy cerca, en el propio barrio judío, pero alguien de tal estilo no debe dejarse ver caminando por la ciudad, solo y sin amparo.

 

Carruaje Giovanni
Giovanni y Toreador

El carruaje negro, tirado por corceles negros también, luce la G de la familia Giovanni de Venecia, perteneciente al clan Capadocio. El cochero detiene el vehículo ante la herrería del ghoul de Gabriel y Vinzenzo desciende del coche con clase y seguridad. Aun mantiene el enfado por el oscuro secreto de Gabriel, desvelado por sorpresa en la última visita a Bonifacio, el Anciano Brujah, momento desde el que Vinzenzo no se ha dirigido a Gabriel.

Ha llegado la hora de romper ese distanciamiento que había entra ambos cainitas, por parte del Giovanni. Se sintió traicionado, porque Gabriel ocultase algo tan espantoso y que podía tumbar cualquier acuerdo que tuvieran debido a la relevancia del crimen, que desvelaban las vetas negras en el aura del Toreador.

La Diablerie, Amaranto como lo llaman los más viejos, es el peor de los crímenes del que se puede acusar a un cainita, y el alma sucia de Gabriel indica que es más que culpable.

Kal-el, Herrero
Ghoul de Gabriel
Kal-el, el herrero ghoul de Gabriel es quien abre la puerta y recibe al Giovanni. Lleva su mandil de cuero, esa barba desaliñada y un hierro incandescente en la mano, objeto que inquieta enormemente al Capadocio, debido a que el calor de su punta podría acabar con cualquier Vampiro. Huele a quemado y el calor es intenso.

El rudo herrero lo recibe toscamente y Vinzenzo entra en la herrería con cuidado de no mancharse. Es un lugar tremendamente hostil y sucio para la finura que está acostumbrado Vinzenzo.

Finalmente Vinzenzo se encuentra con Gabriel, en el sótano de la herrería, lugar donde Gabriel está preparando todo para mudarse al barrio cristiano, en la villa romana remodelada por Aesir.

Hay una tensión inicial entre ambos cainitas y Vinzenzo rompe y hielo contándole la propuesta de Pacifico.

–Me parece bien su apoyo –dice Gabriel– ¿Qué opinas tu?

–Tú eres el Señor del barrio cristiano. Si tienes intención de recibir su apoyo, no hay nada más que decir… –responde Vinzenzo con cierto resquemor.

–Una alianza de los tres barrios ante el musulmán, es algo que no debemos desdeñar –añade Gabriel– y más cuando acabo de firmar una propuesta irrechazable con Narses, por la que es el propietario del 50% del barrio cristiano. Si no nos limitamos al apoyo de Narses, seremos menos dependientes, por eso deberíamos aceptar la alianza de Pacifico.

–¿Has firmado? –pregunta Vinzenzo incrédulo.

–Sí. He firmado –Responde Gabriel– ¿Qué otra opción tenia?

–Acabas de firmar que si mueres todo es propiedad de Narses y su chiquilla Magdalena –dice Vinzenzo molesto– Tú sabrás…

–Te pregunté si querías hacerte cargo del barrio cristiano como su Señor y me dijiste que no, por eso tome yo las riendas –dice Gabriel molesto igualmente.

–No estoy interesado en ese cargo –dice Vinzenzo– pero lo de ser diabolista es un pequeño detalle que debías haberme contado…

–Tú también tendrás tus secretos y no te pido que me los cuentes –explica Gabriel– debes entender por qué no lo hice. Confío en ti Vinzenzo y para mi eres alguien valioso.

G de Giovanni

–Por eso estoy aquí –responde Vinzenzo– deseo mantener mi alianza con vos y no guardarle rencor a pesar de que no comparta su decisión. Entonces, le transmito a Pacifico que puede asumir el poder del barrio judío… espero que la respuesta a Pacifico la hayas meditado bien, sobre todo porque Narses y Paliuro no parecían llevase bien y siendo Pacifico el chiquillo de Paliuro…

–En el fondo Pacifico será otro aliado, da igual como se lleve con Narses, yo me llevaré bien con ambos. –Explica Gabriel al Giovanni– Uno puede cubrirnos las espaldas si el otro nos falla.

Vinzenzo se acerca al Primogénito y entrecerrando los ojos se dirige a él con un tono de voz muy bajo.

–Oigáis lo que oigáis, Gabriel –dice Vinzenzo susurrando al oído del Toreador– me tienes de tu lado ¿eh?

Y Vinzenzo abandona la herrería dejando incomodo a Gabriel ¿a qué venía ese último comentario?

 

Fukaina, difunta
chiquilla de Gabriel
La invitación

Una noche después, ya en su nuevo refugio en la remodelada villa romana, villa Fukaina, en el barrio cristiano, Gabriel recibe una invitación formal.

El nombre de Fukaina es por el de una chiquilla a la que abrazó para una compañera Setita llamada Nailah, que ya no está en Jerusalén, dado que ella era estéril y debía abrazar a su ghoul o moriría como humana para siempre, le pidió a Gabriel que la abrazase para ella. Lástima que la nenonata, Fukaina, murió poco después de ser abrazada por Gabriel.

Pacifico le ha mandado una carta a Gabriel. Le invita él y a sus compañeros a una modesta ceremonia dónde se declarara señor del barrio judío. En la misma asegura que si le apoyan públicamente serán aliados. También puntualiza que no es necesaria la presencia de sus apoyos, físicamente, explica que no quiere llamar la atención y que con un escrito donde cada uno de ellos firme dicho apoyo, será suficiente. Ellos deciden quien pueda estar capacitado para apoyar el ascenso de Pacifico. El Lasombra confía en su criterio.

Gabriel pide a Sven que reúna al grupo, tiene algo importante que comunicarles. El Brujah sale en su búsqueda sin tener claro dónde encontrar a Aesir, sabe que debe andar por el barrio cristiano, pero no tiene nada claro dónde exactamente, lo dejará para el final.

Fuente de la villa
romana de Gabriel
El Primogénito Toreador, Gabriel, aprovecha para tener una charla con su ghoul Kal-el, el herrero, donde le insinúa que está contento con su trabajo y que pudiera ser que en el futuro fuera elegido para ser abrazado a las tinieblas. Este sutil ofrecimiento hace que el rudo herrero se desmorone físicamente y acabe llorando en el suelo, hecho un ovillo. Tan fuerte por fuera y tan frágil por dentro. Parece que no ha sido capaz de asimilar presión de una peligrosa no vida inmortal en la Estirpe, en la que ve reflejado a su señor Gabriel cada noche. Esto ha sido demasiado para él y Gabriel acaba reculando y diciéndole que si no lo desea no será forzado a ello, cosa que tranquiliza momentáneamente a Kal-el.

Sven aun se encuentra herido de su último encuentro con Alexandrus, su contacto. Su cuello continúa desgarrado por las peligrosas zarpas del Gangrel. El vikingo varego decide cazar antes de buscar a sus compañeros y, como habitualmente sale de la ciudad para ello. Más allá de las murallas de Jerusalén encuentra un rebaño de cabras de las que se alimenta hasta saciar su hambre no humana. Se sacia completamente bebiendo su sangre, cura sus heridas agravadas y por primera vez en mucho tiempo el tono de su piel es ligeramente más ruborizado que normalmente. Ahora parece humano y no un cadáver andante.

Sven va recogiendo de sus refugios a Vinzenzo, a Katja y a Aesir, que para este último tiene que dejarse encontrar por él, ya que sigue sin ubicar su refugio. Una vez los cuatro se encuentran juntos, se dirigen a la villa romana donde Gabriel, Señor del barrio cristiano les espera.

Katja, Hechicera Tzimisce, Ancillae

Gabriel, ya ante sus cuatro cainitas de confianza, tres Ancillae y un Antiguo, les explica la situación actual. Su pacto con Magdalena y Narses; Su futura alianza con Pacifico y el apoyo que le darán a continuación, y la invitación que le ha enviado el propio Pacifico para que recaben las firmas de los apoyos para su ascenso.

–¿Has preguntado a Magdalena, tu nueva socia, sobre tu futuro apoyo a su rival Pacifico? –Pregunta molestamente Vinzenzo a Gabriel.

–No tengo por qué hacerlo. Es algo que me beneficia y no debo consultar alianzas, Narses tendrá las suyas y yo no entro ni salgo, pues yo igual –explica Gabriel. 

–¿Por qué no le has cortado la cabeza a Magdalena? –pregunta Katja frustrada– pudo haberte robado el anillo ella misma.

–Lo sé. Pactar con ella es la mejor solución que he encontrado –responde Gabriel a la Tzimisce.

–En cuanto a ese pequeño detalle llamada diablerie… ¿Qué tienes que contarnos Gabriel? –pregunta Aesir de forma sincera y clara.

–Presumible diablerie –dice Katja sonriendo y sabiendo que ella también es diabolista, consumió el alma de su Sire allá en su lejana patria.

–Bebí sangre de un Salubri de cuarta generación, ofrecida por una Tremere que se lo diabolizó y con su magia, nos dio parte del poder que le absorbió al Salubri por delatar su refugio secreto. –Explica Gabriel sincerándose– No estuvo bien, pero los acontecimientos se tornaron y el Salubri no fue diabolizado, poseyendo el cuerpo de la Tremere. Después, por azares del destino acabé trabajando para el Salubri, ahora en el cuerpo de la Tremere y me acabó perdonando. Así que las vetas negras de ese acontecimiento tienen su explicación y su perdón, aunque sean visibles en mi halo.

Todos entienden la explicación del Toreador y Aesir le quita hierro al hecho en sí, a pesar de ser el mayor crimen que un cainita puede hacer en la Estirpe.   

–¿Vamos a apoyar a Pacifico como Señor del barrio judío? –pregunta Katja poniendo en cuestión el movimiento del Lasombra y volviendo al asunto político del ascenso de Pacifico.

–Seremos aliados, no veo problema en ello –explica Gabriel.    

Aesir Pentagast, Ancillae Tremere

–¿Por qué no reclamamos nosotros el barrio judío?  –pregunta Katja de nuevo.

–Katia Señora del barrio judío –dice Vinzenzo.

–No. No quiero serlo –contesta la Tzimisce mirando al Capadocio.

–Seremos tres barrios aliados. El armenio con Varsik, el judío con Pacifico y el cristiano con nosotros –dice Gabriel.

–¿El Señor del dominio y del barrio es también el señor de los vampiros residentes? –pregunta Vinzenzo– lo digo porque yo vivo en el barrio judío y no me gustaría tener dos Señores.

Nadie sabe que responder al Giovanni, pero entienden que podrían hacer una especie de embajada del barrio cristiano en el dominio de Vinzenzo.

–Otro asunto que estamos dejando de lado –dice Katja mirando a Gabriel– te han robado el anillo para dejarte en evidencia. Han matado a un Nosferatu a mi cargo y han secuestrado a otro. ¡Nos están dando por el culo y no estamos haciendo nada!

–Igual es el cazador que te persigue –dice Vinzenzo recordando el problema de Katja– Los neonatos Nosferatu pueden haber llamado su atención por no saber moverse en la noche y Alexandrus también puede haberlo hecho, mira sus pintas. Cambia tu aspecto y no hagas mucho ruido. Ese es mi consejo.

–¿Un cazador de vampiros? –pregunta Katja– ¿cómo podemos luchar contra eso? Se mueve por el día y suelen ser hombres de fe, ¿verdad? Podríamos tenderle una trampa.

–A lo mejor la trampa te la tiende el cazador a ti –dice Vinzenzo a Katja– si vamos todos por él, podemos morir fácilmente.

–En cuanto a Magdalena, podemos invitarla al barrio cristiano y cortarle la cabeza, estaríamos en nuestro derecho, es tu dominio Gabriel. –Dice Vinzenzo.

 –¿Bien, con qué apoyos contamos para darle a Pacifico? –pregunta Gabriel centrando el tema en la política– Yo, Magdalena, Hannah, Varsik, Danielis…

Brazo Artificial de Gabriel

–Abraham, el anciano Capadocio–dice Aesir.

–De eso nada. Abraham no entra ni sale en política, igual que mi Sire. Así que olvidad ese apoyo. –Explica tajantemente Vinzenzo– yo soy el representante del clan Capadocio y yo me encargo de estos asuntos. No debemos molestarles, tienen tareas más importantes que estas.

–Celine –dice Sven.

–Bien, entonces tenemos dos tareas importantes que abordar. Conseguir los apoyos para Pacifico e investigar sobre las desapariciones que dice Katja. –Dice Gabriel.

 –¿Y si las desapariciones son una trampa del cazador para atraernos y matarnos? –pregunta Vinzenzo insistentemente.

–Deberemos correr el riesgo –dice Gabriel– no podemos dejar que nos cacen a voluntad.

–¿Cómo funciona la magia que pusiste en mi brazo? –pregunta Gabriel a Aesir.


–Debes mirar a un fuego que quieras apagar, del tamaño máximo de una hoguera de medio cuerpo y dices la palabra “Itzali”, que en una antigua lengua del oeste quiere decir “apágalo” –explica Aesir– y el fuego se apagará mágicamente. Solo puedes usarlo una vez, pero puede salvarte la no vida.

–¿Qué hacemos con lo del cazador? –insiste Vinzenzo preocupado por su vida.

–¿Sabes que podrías ordenárnoslo, verdad? –pregunta Aesir mirando a Gabriel– eres nuestro Señor y tu posición vampírica está por encima de la nuestra. Deberíamos obedecerte.

–No voy a ordenaros nada –dice Gabriel muy serio mostrando su forma de gobernar– quien quiera hacerlo que lo haga, porque crea en ello, no porque yo se lo ordene.

Para finalizar Aesir cuenta a Vinzenzo su encuentro con el Anciano de su clan, Marcus. Al decirle que le prendió fuego y que ambos se dieron cuenta de que el otro era peligroso y podían morir en sus manos, Vinzenzo se impresiona y mira al Tremere con otros ojos.  

Danielis de Patras,  Toreador

El grupo de cainitas consigue el apoyo de sus vampiros allegados: Magdalena, Antigua Lasombra; Varsik, Ravnos Señor del barrio armenio; Celine, Sire de Sven; Hannah, Nosferatu espía de Gabriel; Y Danielis de Patras, Ancillae Toreador.

Aesir, el Tremere fue el encargado de conseguir este último apoyo y sudó sangre para hacerlo, ya que Danielis comenzó insinuándose y acabó desnudándose ante la férrea voluntad del hechicero, que no contemplaba la posibilidad de un romance, cuando lo que había venido a buscar era su apoyo en forma de firma en un papel.  Finalmente Aesir no sucumbió a los encantos de la bella Toreador y Danielis le firmó el documento de forma lasciva y provocadora. El hechicero pasó un mal rato y salió del encuentro pensando que no recordaba haber mantenido relaciones duraderas con una mujer en toda su no vida, ya que su vida humana no la recordaba.

 

Katja, Ancillae Tzimisce
La ceremonia

Llega la noche de la ceremonia. Katja adquiere el aspecto de cuando era una inofensiva humana en la que su Sire Janosz se fijaría para abrazarla, para años después ser diabolizado por ella y transmitirle antes una maldición que metió a la Tzimisce en sopor, en el propio sarcófago de Janosz, que fue su cárcel durante muchos años. Más tarde fue trasladada de la vieja patria hasta Jerusalén por su chiquillo Vadjanosz, el resto es historia.

De camino a la ceremonia, en el barrio judío, frente a la Sinagoga Tiferet Yisrael, dominio de Abraham, cerca de la biblioteca de Adam, Aesir que ha pasado a buscar a Katja, escucha atentamente la historia de la bruja Tzimisce de cuando era aliada de Celine, allá en la lejana Constantinopla, Danielis, su rival, se la jugó para ganarles la partida.

La belleza de la Koldun es llamativa como una polilla a una antorcha. Sus caderas se contonean caminando y su sedoso pelo luce a la luz de la luna llena. Seguramente sea una de las mujeres humanas más bellas del mundo actual y Aesir está encantado de acompañarla a la ceremonia, agarrando su brazo cuando entran, por si Danielis estuviera mirando, cosa que no ocurre ya que la Toreador no está presente. Este detalle no le gusta a Katja que rápidamente aparta el brazo del Tremere para caminar únicamente a su lado.

Sinagoga Tiferet Yisrael, barrio judío

Vinzenzo, elegantísimo, como siempre, ya se encuentra de camino en su carruaje, con una botella de vino de Vitae en sus manos, enfundada en una caja de madera, especialmente cosechado para nutrir a vampiros, manteniendo el sabor al mejor vino humano. La botella es un regalo especial para el nuevo Señor del barrio judío.

Gabriel, el Primogénito Toreador y su presencia inquietante, llega luciendo su brazo mecánico con piezas, engarces y cabujones de obsidiana. A su espalda siempre alerta Sven, presto para la batalla, yelmo puesto y cota de maya pulida y limpia. Hachas a la espalda y espada enfundada en el cinto, hoja que por cierto le forjó Gabriel para saldar una deuda de vida en un enfrentamiento contra un Golem, en el que Sven le salvó la vida.

El encuentro será en un pequeño y modesto torreón, bien acomodo situado en el este del barrio judío. Los cinco cainitas se encuentran abajo, en la entrada y un silencioso criado les abe la puerta y les conduce al primer piso, donde hay acomodado un pequeño salón de armas redondo y muy completo. Armaduras, armas, picas, boleadoras, escudos…

Una vez allí, les recibe Pacifico, digno Lasombra, con fino estilo de vestir. Aire de esplendoroso cortesano. Lleva un pequeño escudo del hospital de Jerusalén se presenta ante los cainitas recién llegados.

Vinzenzo aprovecha para darle la botella a Pacifico y este le agradece el detalle diciéndole que no debía haberse molestado, dándole la botella a uno de los criados que pululan por la estancia, encargados del servicio.

Lucius Tiberius Rufus,
Anciano Ventrue

Acto seguido el anfitrión Lasombra presenta los cainitas que se encuentran con él. Primero, la máxima autoridad Ventrue cristiana, Lucius Tiberius Rufus, pelirrojo de ojos azul claro, con pecas, robusto y de complexión alta. Ropas refinadas con motivos romanos de diseño moderno. No pudo acudir en el ultimo Conclave, pero hoy aquí está, invitado por Pacifico.

Junto a él, Leufruy de Provenza, Antiguo Ventrue. De altura media, Musculoso, pelo rubio toscamente cortado, ojos azules, atuendo militar de las cruzadas.

También se encuentra, como era de esperar, Bonifacio, como máxima autoridad Brujah cristiano. Hombre pequeño de rostro delgado, negro cabello tonsurado. Delgado y con apariencia de buena salud. Viste con hábitos de los caballeros hospitalarios.

Leufruy de Provenza,
Antiguo Ventrue

Pacifico presenta de pasada a Ezra, Tremere invitado por los Ventrue, está en el bando de los Patricios y no parece haberse percatado de la presencia de Aesir. No le mira ni le presta atención alguna. Es un imponente mago de inquietante apariencia, perturbadora mirada y gran aura de poder.

Aesir permanece pensativo al ver al tal Ezra, no da crédito a lo que se parece a su mentor humano, el cazador de Tremere que le enseñó todo lo que sabe sobre la magia de sangre y la Estirpe.

Gabriel y los suyos están inquietos al ver que Pacifico ha invitado a los Ventrue, a priori, rivales en el barrio cristiano. Sin embargo el Lasombra se encuentra la mar de cómodo, como si fueran sus aliados, cosa harto difícil debido a la rivalidad entre clanes existente. Si fuera así, es como si Pacifico habría vendido su alma al diablo.

Hay tensión en el ambiente cuando aparece, por sorpresa, Magdalena, Antigua veneciana chiquilla de Narses, Príncipe de Venecia. Cabello oscuro arreglado, vestido de noble bien posicionada. Hebras de oro y plata en sus ropajes y joyas de la mejor calidad.

Por la cara de Pacifico no la esperaba y parece que no le gusta que haya aparecido.

Canis, Aciano Gangrel

Junto a Magdalena se encuentra Canis, presentado por ella como Antiguo del clan Gangrel. Parece un gran y fiero perro, con mezcla de rasgos de chacal y zorro e impone bastante caminando junto a la Lasombra y mirado a los presentes con ojos que denotan gran inteligencia.

Al otro lado, también tras Magdalena, se presenta Al-Ain, “Los ojos de Alamut”, La máxima autoridad musulmana del clan Assamita. No se le ve bien, camina entre sombras refinadas y camufladas, pasa completamente inadvertido, tiene un rostro ordinario que pasaría desapercibido entre la multitud.

Junto al inquietante asesino, se encuentra Habiba, la Assamita que conocieron hace pocas noches. Cabello corto, no lleva velo tradicional, viste como un hombre con camisa y pantalones holgados. De lejos No parece una mujer.

Pacifico se encuentra muy incomodo ante las nuevas incorporaciones y presentaciones de los cainitas que han venido con Magdalena. Está claro que no los ha traído para hacer bulto. Son personalidades de relevancia en Jerusalén y seguro que la mano negra de Narses está tras este sorpresivo movimiento.

Viendo las miradas que Pacifico le lanza a Gabriel, Vinzenzo se aparta del Toreador, poniéndose muy lejos de su Señor.

Pacifico no deja que pase el tiempo y empieza a hablar rompiendo la tensión en el ambiente:

–Estamos aquí reunidos para proceder a atar un cabo suelto esencial para el buen funcionamiento de Jerusalén.

Ezra, Ejecutor Tremere, Mentor de Aesir

Ezra eleva su brazo en dirección a Gabriel y el Toreador comienza a librar una batalla en su mente, que pierde sin cuartel. El Tremere deja inconsciente a Gabriel con un chasquido de dedos y a continuación su cuerpo levita manejado por Ezra, que lo dirige por el aire, a no mucha velocidad, y lo empala con una pica, bajo la atenta mirada de todos los presentes.

En ese mismo momento alguien invisible atraviesa el corazón de Katja por la espalda, empalándola y cayendo su cuerpo perfecto al suelo, haciendo un ruido seco de carne y huesos cocando contra la piedra. Tras Katja se encuentra Hannah, su cara de sádica extrema delata sus intenciones de venganza tanto tiempo reprimidas. Estaba deseando que este momento llegase. Se ha mordido la lengua durante mucho tiempo, pero la espera al fin ha merecido la pena. Cuando hace unas noches, Pacifico le pidió que a su señal, empalase a la bruja Tzimisce, Hannah aceptó sin pensárselo dos veces, traicionando a su supuesta aliada y devolviéndole sus palabras hirientes en el anterior Conclave. La venganza es un plato que se sirve frio.

Gabriel y Katja se encuentran inmovilizados y tirados en el suelo. La Tzimisce con los ojos abiertos y plenamente consciente de lo que ocurre. Así como Gabriel tiene los ojos cerrados, no será consciente de su final.

Al-Ain, Los Ojos de Alamut,
Anciano Assamita

Vinzenzo se asusta por el ataque a sus compañeros y se pega contra la pared como una lagartija, cogiendo la empuñadura de su espada y alerta para que nadie le ataque por sorpresa. Mira a los lados y nadie parece fijarse en el, al parecer no tienen intención de atacar a nadie más, esto le tranquiliza y quita la mano de su espada, colocándose correctamente el traje.

Aesir aprovecha la confusión para acercarse a Ezra y preguntarle si es él, a lo que Ezra no solo no le contesta, si no que ni siquiera le mira, fijando su mirada únicamente en Gabriel, arrojado en el suelo y atravesado por una lanza. ¡No puede ser Ezra! Odiaba a los Tremere…

Sven desenfunda sus hachas con filo fulgurante y pregunta que significa este ataque pidiendo una explicación que nadie le da.

–Hay un crimen mayor que quebrantar las tradiciones… –dice Pacifico en voz alta que retumba en las paredes del torreón– y es el Amaranto. Todos los presentes estarán de acuerdo en que no debe haber nadie que camine impunemente con vetas negras después de haber diabolizado a un hermano cainita.

Habiba Al-Sikkeen, Assamita

–El castigo por la diablerie es la muerte definitiva. –Dice Pacifico mientras se agacha ante el cuerpo de Gabriel y le quita el anillo negro de su dedo, volviéndose transparente en su mano, como si fuera de cristal– Y ambos serán condenados a morir.

–El cainita al que diabolizó le acabó perdonando –dice Aesir intentando salvar a Gabriel en el último momento.

–No tienes toda la información Aesir –añade Pacifico– una vez Elsh, Sire de Gabriel, me contó que hace miles de años tenía dos chiquillos y que uno diabolizó a otro por envidia, el nombre del asesino era Gabriel. Sucedió hace tanto tiempo que seguramente Gabriel estuviera ya muerto, pero Elsh seguía sintiéndose culpable por el crimen de uno de sus hijos al otro. Quién nos iba a decir que Gabriel se despertaría de un sopor milenario y poco después, en nuestros días, acabaría reclamando el barrio cristiano. No sin antes haber reforzado sus vetas negras, bebiendo la sangre de un Salubri de cuarta generación, que se refugiaba en Jerusalén, su nombre: Nahum Ben Enosh, chiquillo de Saulot.

–No tenía tanta información –dice Aesir mirando a Pacifico y dando un paso atrás, no pudiendo hacer más por Gabriel.

Sven, hachas en mano, expectante mira a Gabriel sin saber qué hacer para protegerle.

Pacifico mira a Hannah, la Nosferatu y a Lucius Tiberius Rufus, el Anciano Ventrue, que a su vez mira a Ezra, el ejecutor Tremere.

Hannah, Nosferatu

Gabriel comienza a arder en llamas a la mirada mágica de Ezra y Hannah coge un hacha de dos manos de la pared y con paso decidido se acerca a Katja. La mira a los ojos, eleva el hacha con cara de sádica y decapita limpiamente a la Tzimisce. Su cabeza rueda mientras se deshace en cenizas al igual que su cuerpo, dejando sus ropajes cubiertos de cenizas grises. Hannah satisfecha tras haber completado su venganza, se va sin mirar atrás y sin despedirse.

Gabriel arde hasta consumirse, obteniendo también la muerte definitiva, ante la atenta mirada de todos los presentes. Con él, arden los papeles de los apoyos conseguidos por él y sus compañeros para aupar al poder a Pacifico, si es que al final los reclama, será un problema recuperarlos.

Magdalena aplaude la conspiración de Pacifico y sin dar tiempo a pesar… ¡Reclama el barrio cristiano como su Señora!

Ante ella, Pacifico, lo reclama también, alegando que es el heredero de su difunto Sire, el Padre Paliuro Rustucci, Señor del barrio cristiano.

Los cainitas Ventrue, con Lucius Tiberius Rufus a la cabeza, se posicionan tras Pacifico frente a la mujer. Ezra, el Tremere, forma parte de la comitiva de Lucius, apoyándole en su decisión.

Bonifacio, Antiguo Brujah

–Alguien capaz de organizar este juicio para limpiar de escoria diabolista a la Estirpe de Jerusalén, se merece nuestro apoyo –dice Lucius muy digno. Ezra a su lado y mira a Aesir para ver que hace.

Al-Ain, Los ojos de Alamut, y Habiba se posicionan en el bando de Magdalena, a su lado y frente a los Ventrue cristianos, mirándoles a los ojos, reabriendo viejas heridas, desafiantes.

Bonifacio se sitúa junto a Pacifico, se lo debe a su Sire, así se lo dice para que todos lo escuchen.

El Antiguo Gangrel, Canis, camia elegantemente en su forma lupina, situándose junto a los Assamita, y también frente a los Ventrue, enseñándoles los dientes y gruñendo.

Ahora mismo hay un empate técnico. Hay los mismos apoyos del lado de Pacifico, que del lado de Magdalena. Ambos Lasombra están equilibrados y cualquiera podría acabar gobernando el codiciado barrio cristiano. Lo que ocurre es que falta posicionarse a Vinzenzo, Antiguo Capadocio, Sven, Ancillae Brujah y Aesir, Ancillae Tremere.

Tanto Pacifico como Magdalena miran a los tres protagonistas. Poco después todos los presentes los observan expectantes, ya que serán ellos quienes decidan quién será el próximo Señor o Señora del barrio cristiano. Una cosa queda clara: será un Lasombra, como antaño.

Pacifico mira a Vinzenzo a los ojos. El Giovanni deduce que le está alertando con su mirada de que sabe un secreto de ellos que no ha dicho aun. Ya hablaron del tema la otra noche. Ellos mataron a su Sire, y seguramente si lo dice aquí haya un nuevo juicio, que siendo culpables, no les vendría nada bien, ya que en caliente podrían atajarse los tiempos de respuesta y ajusticiar aquí mismo a los asesinos del Sire de Pacifico, por romper una de las sagradas Tradiciones de Caín. Y en frio podrían recabar pruebas rápidamente en el Santo Sepulcro, lugar no muy lejano.

Magdalena espera que entren en razón y se unan al bando ganador, Venecia, junto a Narses. Otra cosa no tendría sentido para la Lasombra.

–Gabriel iba a apoyarte –dice Aesir mirando a Pacifico– así que cumpliré su deseo póstumo. Y tú, viejo, y yo, tenemos que hablar –dice Aesir mirando a Ezra y caminando hacia Pacifico, situándose en el mismo bando que está Ezra y los Ventrue.

–¿Me vas a chantajear? –pregunta Vinzenzo a Pacifico, que no le responde más que con una mirada desafiante.

–¿Respetarás mi posición si te apoyo? –pregunta Vinzenzo mirando ahora a Magdalena.

Torreón de armas, barrio judío

–Por supuesto –dice Magdalena sonriendo a Vinzenzo mientras este camina hacia ella. Pero en el último momento, hace un giro y se sitúa junto a Pacifico, mirando provocador a Magdalena, que se queda petrificada ante la bofetada social del Giovanni. El Antiguo Capadocio mira desafiante a Magdalena y sonríe. La Lasombra, humillada retiene su bestia, que desea salir a arrancar la cabeza de Vinzenzo.

–Voy con mis compañeros y solo con ellos. Tenía un trato con Gabriel que respetaré –dice Sven caminando con las hachas en la mano, hacia Vinzenzo y Aesir.

–¿Todo bien verdad? –pregunta Vinzenzo a Bonifacio, que se encuentra a su lado, muy serio.

–Sin rencores –le responde Bonifacio en voz baja al Capadocio.

–Como viste, no estaba de acuerdo con Gabriel cuando fuimos a visitarte –dice Vinzenzo a Bonifacio de forma muy oportunista.

–Lo vi en tu cara –añade Bonifacio concluyendo la conversación.

–¿Puedes dejarme el anillo para estudiarlo? –pregunta Aesir en voz baja a Pacifico.

–Ahora no es el momento –responde Pacifico muy serio al hechicero.

–Sin problema, esperaré –dice Aesir apartándose ligeramente de Pacifico y mirando a Ezra que sigue ignorando a Aesir.

Pacifico toma la palabra y declara señores del barrio judío a los tres cainitas, Vinzenzo, Aesir y Sven.

Magdalena, muy enfadada, saca el documento firmado por Gabriel mientras tacha de traidores a los tres cainitas y les declara enemigos de Narses. Tras estas palabras de odio la mujer se va airada del lugar. Su estrategia ha fracasado una vez más. La Lasombra teme más a su Sire que a cualquiera de los presentes…

Los Assamita hacen una reverencia rápida a Pacifico y junto al Gangrel se van también.

Bonifacio se declara consejero y aliado de Pacifico. Y Lucius, en nombre de los Ventrue de Tierra Santa, apoyarán al Lasombra como apoyaron a su padre.  

Aesir mira los restos de Katja con pena, podrían haber hecho muchas cosas importantes juntos. La magia ha perdido una pieza clave en la ciudad.

Con la velada acabando, aparece Celine, viene corriendo y le dice a Sven que sabe dónde está Alexandrus. La Brujah pide ayuda también a Vinzenzo y a Aesir para rescatarlo. Con Alexandrus también está el Nosferatu desaparecido a cargo de Katja.

Los tres cainitas corren junto a Celine mientras Sven no encuentra el momento de contarle lo sucedido a su Sire, lo hará más adelante.

Toman dirección al barrio armenio y con Celine a la cabeza, se paran ante una vieja casa ruinosa, situada entre los angostos callejones, fríos y oscuros.

No pueden evitar sentir miedo por lo que allí pueda haber. La fe de un Dios se oculta en su interior y ellos lo saben.

 

Jerusalén, 1197 d. C.
La Caza

El frio es abrumador. Nadie diría que por el día hace tanto calor que el agua casi se evapora. Celine es la primera que atraviesa el umbral de la casa en ruinas. Tiene que azuzar a Sven para que aligere el paso y vaya a su lado, dado que el vikingo se queda atrás y ella no se lo permite. Juntos bajan por unas oscuras y húmedas escaleras, llenas de basura que deberían dar a un sótano infecto. Las ratas campan a sus anchas y se dan un festín con los restos podridos de algún animal muerto y lleno de gusanos.

Aesir y Vinzenzo, tras pensárselo muy bien, acompañan a los Brujah, pero a una distancia prudencial. También acaban bajando por las escaleras, bajo las que parece haber iluminación.

Todo el lugar está empapado de agua o algún tipo de líquido incoloro. Por si acaso Aesir toca el suelo, por si fuera algún tipo de combustible y la realidad es mucho peor para los vampiros: es agua bendita. La mano de Aesir se deshace y la reacción en cadena hace que el hechicero pierda todo el brazo, en un dolor indescriptible, como si hubiera metido el brazo en acido y se le hubiera derretido en segundos.

Aesir mantiene el tipo pero mira aterrado a Vinzenzo. Ambos confirman que la fe de quien ha bendecido esta agua es poderosa.

Celine, Sire Brujah de Sven

Echándole valor, los cuatro cainitas descienden por las escaleras “benditas” y llegan a un sótano medio derruido, donde tras uno de los muros medio tirado, hay restos de un antiguo templo de otra época.

La luz proviene de una sola antorcha en la pared más lejana, al otro lado del muro hay una gran estancia que se abre ante ellos, son ruinas del pasado que recuerdan a viejos tiempos donde las leyes eran otras. Mosaicos romanos y columnas corintias partidas en pedazos. En una esquina oscura hay dos cuerpos tirados. Son Alexandrus y Goran, ambos empalados por sendas estacas que atraviesan sus corazones, por eso no se pueden mover. Sin embargo sus ojos están abiertos, son conscientes de todo lo que ocurre a su alrededor. Ellos son el cebo ¿Quién es el cazador?

Toda la zona está encharcada y se ha rociado de agua bendita, lo saben por qué causa incomodidad a los cainitas y hace del suelo una trampa mortal, como comprobó Aesir cuando lo tocó.

–Muerte por fin voy a conocerte. –Susurra Vinzenzo desenvainando su espada.

Sven tiene sus hachas en la mano, y su brillo fulgurante color verduzco las hacen parecer infernales.

Celine agarra su espada con las dos manos y mira con rabia esperando con ansia poder atacar.

Aesir mantiene sus manos a la vista y permanece muy alerta.

Los cuatro cainitas se encuentran al fin ante quien ha pertrechado esta mortal trampa: el cazador.

Es un hombre calvo y robusto, con cara de pocos amigos, que viste con una raída túnica marrón y va descalzo. Su fe le da un aura de peligrosidad que hace que los cuatro vampiros se paralicen ante su mera presencia.

El Cazador

Con la mano izquierda alza una gran cruz de madera y con la derecha apunta a los recién llegados con una ballesta lanza-estacas, seguramente confeccionada por el mismo.

El terror empieza a recorrer los cuerpos de los cuatro cainitas que se percatan de que no hay salida posible además de las escaleras que quedan a sus espaldas. Esto será un combate a vida o muerte y seguramente no saldrán todos de aquí.

El cazador, con voz desgarrada, comienza a recitar de memoria un pasaje de la Sagradas Escrituras. Lo hace con rabia, rechinando incómodamente los dientes. Sus palabras resuenan en el lugar, siendo escuchadas por los cainitas aumentando su miedo y confirmando a su bestia que van a morir esta noche.

–Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. Guardaos de los perros, guardaos de los mutiladores de cuerpo… ¡Porque nosotros somos los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús!

(Nuevo Testamento: Samos Proverbios, Filipenses 2, 3 Capitulo 3)   

La fe del hombre junto con las palabras que recita sirve de escudo invisible ante los aterrados cainitas.

Los cuatro vampiros comienzan a dar pasos retrocediendo, siendo imposible para ellos acercarse al peligroso hombre de fe, que los mira decidiendo a quien va a atacar primero.

Aesir mira a Alexandrus, tumbado en la esquina tenebrosa, y con su magia del movimiento mental, le arranca la estaca del corazón, dejándolo libre para actuar, si es que puede. Es una buena táctica ya que está tras el cazador y éste no se ha percatado de lo ocurrido.

En el mismo justo momento, el cazador, apunta con su ballesta al corazón de Aesir y lanza una estaca a gran velocidad que atraviesa el pecho del Tremere, dejándolo inmóvil debido a que la estaca está hecha de madera. Aesir cae al suelo indefenso, y tiene mucha suerte de no mojarse con el agua bendita que lo cubre.

Celine, aprieta los dientes con fuerza, toma el coraje suficiente y corre hacia el cazador, elevando la espada con las dos manos por encima de su cabeza. La mala suerte o quizás la mano invisible de Dios, hace que la Brujah resbale con el agua del suelo y caiga de cara, arrastrándose durante unos metros mientras se deshace entre humo y reacciones combustibles. El agua bendita está derritiendo lateramente a la mujer que mientas se desliza por el suelo va desapareciendo del todo, hasta quedar solamente sus ropajes, armadura y espada tirada en el suelo, a los pies del cazador. Todo ello emanando una nube de vapor mezclada con restos de la propia Celine, convertida en humo. La Sire de Sven acaba de morir definitivamente, ante los ojos de su chiquillo y de su guardián Alexandrus.

Vinzenzo se agacha ante Aesir, con mucho cuidado para no tocar el suelo, ni los ropajes mojados del hechicero y agarrando la estaca, que inmoviliza al Tremere, tira de ella desempalandolo.

Ambos, con mucho cuidado, comienzan a subir las escaleras para salir de la escena. Esto los supera y hay muchas posibilidades de acabar muerto o desintegrado por el agua bendita que cubre suelo y las paredes.

Sven, que ve como su Sire acaba de morir ante el cazador, y debido a la debilidad Brujah, les cuesta mucho auto controlarse, no puede evitar correr en frenesí con las hachas en la mano usando su puro instinto animal y de dos hachazos mutila y decapita al cazador. Matándolo en el acto.

Ante Sven Alexandrus, también en frenesí, acaba de presenciar la muerte de su amada Celine y también ha corrido para acabar con el cazador, pero se encuentra con Sven y con sus hachas ensangrentadas. Ninguno de los dos se encuentra en sus cabales y ambos en frenesí lucharan hasta que solo quede uno en pie. El Gangrel de dos garrazos certeros, desgarra cota de maya, ropa, piel, carne y huesos, para finalmente decapitar limpiamente a Sven, matándolo y cayendo sus restos junto a los de Celine.

Alexandrus, Gangrel contacto de Sven

Los gritos en frenesí de Alexandrus se escuchan desde la superficie, donde Vinzenzo y Aesir esperan que haya clama para actuar.

Unos segundos después, el silencio lo envuelve todo y ambos cainitas bajan al sótano, con cuidado, para ver que ha sucedido. Después de todo el cazador ya está muerto.

Llegan justo para ver como Alexandrus, esa bestia que más parece un lobo que un hombre, arrodillado comienza a deshacerse en el agua bendita que encharca el suelo, formando una humareda que hace que el Gangrel parezca difuminado. La cara de Alexandrus está llena de lágrimas de sangre y la desesperación ha invadido su ser. Solo ve una salida rápida a esta agonía y es dejándose caer hacia delante, mojándose de agua bendita y suicidándose para darse muerte de una vez por todas.

Ante las atónitas miradas de ambos cainitas, el Gangrel se deja caer y es lo último que hace. Deshaciéndose, consumido por la inconmensurable fe que ha bendecido este agua y ha hecho de este sótano una trampa para vampiros. Solo queda una nube de vapor y sus restos en el suelo, junto a los de su “familia”.

Entre restos de cainitas, cuerpos mutilados y vapor de agua bendita, a lo lejos, junto a una pared queda un Nosferatu inmovilizado con una estaca a través de su corazón. Es Goran, único superviviente del entorno de Katja y los Tzimisce del lejano norte.

Vinzenzo se acera a él, desenvaina su espada y le dice mirándole a los ojos:

–Lo siento chico –exclama muy serio al neonato Nosferatu. Y el Giovanni bromea cambiando su cara y agarra la estaca desempalando al cainita, que por un momento pensaba que el Capadocio iba a ejecutar.

Goran, neonato Nosferatu

El Nosferatu sin poderse creer que siga con vida, abraza a Vinzenzo fuertemente. Acaba de sobrevivir al rapto de un cazador. La mitad del cebo sigue vivo.

–¿Cómo te llamas chico? –pregunta Vinzenzo cuándo el monstruo deja de abrazarlo.

–Goran –dice el Nosferatu bajando la mirada ante Vinzenzo.

–Goran, parece que es tu noche de suerte. Puedes venir a mi dominio, allí estarás seguro. –Dice Vinzenzo.

– Mi vida es tuya, hare todo para defenderte. –Asegura Goran arrodillado ante el Giovanni.

–¿Y Hannah? –pregunta Vinzenzo esperando su reacción.

–Es mi Sire, ella me abrazó. Ahora también es mi mentora, me enseña cada noche– dice Goran muy sincero.

–Debo devolverte a ella –dice Vinzenzo entristeciendo a Goran– aun no has sido liberado y como neonato eres su responsabilidad.

Goran agacha la cabeza y asume las palabras del Capadocio, parece mucho más capacitado para tomar una decisión que el.

Aesir, Vinzenzo y Goran abandonan el inestable inmueble dejando atrás el escenario de horror causado por la fe en un Dios ausente.