CAPITULO 29: El Cónclave

 

El Cónclave

 

Ciudad Oscura
Carta desde la ciudad oscura

Vinzenzo Giovanni, observaba desde el balcón de su mansión, las ruinas humeantes del Santo Sepulcro. La última herida sangrante en el corazón, tantas veces herido, de Jerusalén.

Un lugar sagrado ha sido profanado y la tumba de Jesucristo ahora está sepultada bajo los restos de la iglesia calcinada. Su cúpula principal está agujereada a causa del derrumbe ocasionado por el devastador fuego.

Horus, el dragón espiritual del Giovanni, desgarra la realidad de un zarpazo y desde la Umbra, el plano del más allá, le ofrece a su amo una carta negra. Su sello rojo contiene dos iniciales mayúsculas: L.S.  

Al romperlo, se muestra el papel negro de la carta, que está escrito con sangre:

 

“Me reconforta saber de ti y siento orgullo al ver que te va bien. Al fin y al cabo yo te hice como eres.

El viejo Marcus… se de buena tinta su historia, conocí a su Sire Theophilus, y por razones que no vienen al caso, tuve que seguir de cerca su andadura. Si recurres a mi es por que deseas saber su historia. He aquí pues una muestra de mi alianza.

Hacía más de un siglo que no pisaba Jerusalén. Si dices que está allí es porque ha vuelto recientemente, no pensaba que regresaría nunca, no después de lo que hizo.

Todo empezó allá por el año 70 d. C. cuando trabajaba con cuadrillas de demolición para derribar el Templo del Dios judío que había incitado a un pueblo, en apariencia subyugado, a rebelarse contra el Imperio Romano.

Durante la revuelta, a Marcus se le encomendó diezmar dos poblaciones; literalmente, crucificar a uno de cada diez hombres. En tres semanas, él y sus hombres levantaron más de 2.000 cruces en el camino de Joppa a Tiro, y observaron cómo morían las víctimas lentamente.

La sangre fría de Marcus atrajo la atención del Cainita Theophilus que lo abrazó y lo enterró “vivo” durante tres días y tres noches. Tras emerger y recuperarse de su noche oscura del alma, Marcus viajó con su Sire por todo el imperio dirigiendo una errabunda correría de muerte mientras la civilización romana seguía desmoronándose a su alrededor. Marcus y Theophilus se separan finalmente en Atenas hacia el año 650 d. C.

Desde entonces Marcus ha deambulado, sobre todo a través del Imperio Bizantino, pasando por la lejana Persia. Se unió a los ejércitos de los Tzimisce balcánicos para asolar monasterios e iglesias durante el apogeo de la iconoclasta Bizancio, hacia el año 730 d. C., granjeándose la enemistad de los Ventrue.

Ezra, el Archimago, Mentor de Aesir
Uno de sus enfrentamientos más sonados en el clan Capadocio con Marcus tuvo que ver con un trabajo que debía hacer para tu familia, los Giovanni, de aquí lo tuve que investigar. Por orden de los Giovanni de Venecia asesinó a la familia del futuro aprendiz de Ezra, un archimago enemigo de los Tremere, recientemente asesinado en Ceoris, presumiblemente por Tremere en persona. Al parecer Marcus debía matar al niño elegido por Ezra, por unas profecías de los Ravnos que lo relacionaban con una gran desgracia para los Giovanni. Ezra llegó para salvar al niño, no pudo evitar la masacre de su familia, unos modestos artesanos de Milán, los Pentagast. El archimago plantó cara a Marcus y al parecer algo hizo que el Capadocio desistiera de acabar su trabajo para la familia Giovanni, huyendo hacia el corazón de Arabia. El tiempo dio paso al olvido entre los Giovanni y los Capadocio, no sé si te dirá algo, pero ese niño se llamaba Aesir. 

Marcus ha vuelto a Jerusalén, la ciudad donde fue abrazado. Por tus palabras tiene relación con el bastardo cobarde de Paliuro Rustucci. Seguro que Marcus tiene que ver con los oscuros rituales de muerte que Rustucci hacia a escondidas de los que dicen que hay cainitas que han desaparecido en las catacumbas… para siempre.

Espero haber arrojado saber sobre tu ignorancia, aunque ahora deberás acarrear el peso de tal saber. En ocasiones es mejor no indagar… Ten mucho cuidado con Marcus, no es de fiar. Yo no lo enfadaría demasiado, es capaz de cualquier cosa, literalmente…”

 

L.S.

 

Elsh, el Constructor de Templos,
Anciano Toreador
Gabriel y Elsh

Gabriel lleva bajo su capa, unos bocetos del brazo mecánico que quiere fabricar. Adin el Gaón caraíta se los ha conseguido, por medio de sabios judíos, un adelanto de lo que puede llegar a ser y Gabriel los quiere compartir con su Sire, Elsh.

Gabriel se encuentra en la calle de los oficios, situada en el barrio cristiano.

Carpinteros, ebanistas, curtidores, herreros, panaderos… todos los oficios tienen cabida en este lugar. Lo que ocurre es que ahora está todo en silencio. Cuando bulle la calle es durante el día, cosa que nunca volverá a ver Gabriel.

Se encuentra en el taller de un alfarero. Elsh confecciona un jarrón con sus propias manos dándole forma como con una maestría extrema. Maneja el torno con maestría, mojando el barro con el que trabaja y cuando ha terminado lo mete la pieza cuidadosamente en un horno para su cocción. azuzando el fuego con un fuelle mientras mira hacia otro lado para que el fuego no le inquiete tanto.

Mientras la pieza de barro cuece, Elsh se lava las manos, mostrando sus delgados y finos dedos de artista.

–Chiquillo, cuéntame, ¿cómo va todo por la herrería? –pregunta Elsh a Gabriel.

Gabriel le pone al día, le enseña los bocetos del brazo mecanizado y Elsh, secándose las manos, se sienta ante su anciano chiquillo, viendo con detalle los dibujos de lo que podía llegar a ser la extremidad de su milenario chiquillo.

–Tú que aun conservas tu buen hacer… –dice Gabriel mirando los bocetos junto a su Sire– Sigues creando arte. Como erudito que eres, me gustaría que echases un vistazo a esta prótesis.

Boceto del Brazo Artificial para Gabriel
–Parece un buen trabajo –dice Elsh pasando los bocetos– los judíos tienen mano para esto de animar lo inerte… mira el Golem, ha sido realidad más de una vez.

–Muy a nuestro pesar… –responde Gabriel recordando alguno de los encuentros con Golems.

Cuéntame Gabriel, he oído que deseas meterte en política para ser el alguien importante en el clan –dice Elsh enrollando los bocetos y devolviéndoselos a Gabriel– dime, ¿cuáles son tus aspiraciones hijo?

Gabriel le cuenta que desea meterse en política para ser el Primogénito del clan Toreador de la ciudad y Elsh le escucha atentamente.

–Deseo con toda mi alma que la ciudad se florezca. Jerusalén debe ser prospera y expandirse en el mapa como debe. –Asevera Gabriel– Alguien influyente debería gobernarla. He pensado en la razón de mi despertar de un sopor milenario. No hay un líder claro en Jerusalén, no tiene Príncipe. No se siguen las leyes. Cada cual hace lo que desea y cuando desea…

Elsh cabila pensativo las palabras de su anciano chiquillo.

–Constructores, artesanos, amantes y preservadores de lo exquisito, esos somos los Toreador de Jerusalén, todos luchamos con la actual política y los levantamientos religiosos que hacen peligrar tanta belleza histórica. No podemos permitir que destruyan todo nuestro trabajo, otra vez…

–Nuestro clan sigue pretendiendo construir más para gloria de Dios, y en algunos casos, de nosotros mismos, pero los tiempos y las circunstancias no siempre hacen posibles tan notables propósitos. Al menos siempre queda la política para que algunos miembros del clan se dediquen a ella. Y en Jerusalén, la política puede sin duda alguna definirse como una forma de arte en sí misma.

–Es un arte que no manejo, a pesar de haberme empeñado en el pasado –dice Elsh cabizbajo– siempre he fracasado en la política. Por eso la dejo para artistas más duchos.

–Por eso Gabriel, si decides meterte en política como dices –continua Elsh– debes tener claro que tu objetivo debe ser salvar la ciudad de la guerra, que solo trae fuego, ira y destrucción ¿estás de acuerdo Gabriel?

–Claro Sire. Muchísimas gracias por tu bendición. –Dice Gabriel agradecido– Que me apoyes en esto es muy importante para mí, después de todo lo que hemos compartido juntos… recuerdo como, hace tantos siglos que no puedo contarlos, tú me salvaste la vida en la destrucción de Jerusalén por los babilonios. Gracias a tu acuerdo con Kothar, el Señor de los Nosferatu, nos refugiamos en la colonia del valle de Hinnom, donde ni los invasores se atrevían a entrar, tierra de leprosos y apestados.

–Dejo la política del clan en buenas manos –responde Elsh.

–Intentaré que la unión de la Estirpe haga más fuerte a Jerusalén –dice Gabriel convencido de sus palabras.

Tras la amigable charla. Elsh se despide de Gabriel, sacando del horno el pequeño jarrón que ha hecho. Lo hace con sus propias manos, aun caliente del horno, haciéndose feas quemaduras evidentes, pero que no parece importarle. Cuando se ha enfriado bajo la atenta mirada de Elsh, el Toreador acerca la pieza de cerámica a Gabriel para que este la coja.

Gabriel anonadado y absorto observa la pieza de cerámica. Es una verdadera obra de arte, sencilla, meticulosa y poderosa al mismo tiempo. El anciano Toreador abandona la calle de los gremios con el presente de su Sire Elsh, aun caliente en las manos. Está cuidadosamente envuelto en paños algodonados.

 

Ashshur, Ghoul de Katja
El Cazador

Rebeca trae a Ashshur, el ghoul callejero de Katja, ante la hechicera. Y este le cuenta que un clérigo busca a la bruja que vivía en la torre Arista, su refugio recién quemado. Nadie sabe lo que ocurrió a la bruja, se dice que se quemó viva tras un fracaso de uno de sus hechizos. Fue castigada por Dios, por pagana y sacrílega. Muestra un dibujo del aspecto anterior que tenia Katja y le dice que está difundiendo estos retratos por todo el barrio cristiano.

Dibujo de
búsqueda de Katja
El clérigo busca pistas de la bruja para cazarla. No cree que muriera en el incendio, vio como una gata negra salía de las cloacas bañada en sangre y se convertía en un súcubo. El cazador sabe el nombre de quien busca: Katja

–No volváis por los restos de la torre Arista –advierte Katja a sus ghoules– no os acerquéis a él y no utilicéis mi nombre.

Los sirvientes de Katja asienten y se retiran dejando la hechicera pensando sobre este nuevo giro de los acontecimientos.

 


Escena bíblica en las
Murallas de Jericó
Sangre en Jericó

Sven y Celine se han ido de Jerusalén durante varias noches. La Sire del vikingo necesitaba apoyo de algún tipo, Sven no suele preguntar demasiado. Alexandrus, “sombra” de Celine, se queda en las inmediaciones de Jerusalén, por si ocurriera algo relevante y visible, para  poder enterarse.

Durante el viaje a Jericó, Celine le dice a Sven que deberán encontrarse con un contacto del clan Brujah, ella lleva una carta firmada con el sello del clan, que enseña a Sven.

Jericó es la próxima ciudad en dirección al este, a la vera del río Jordán, justo antes de desembocar en el mar muerto. Sus legendarias murallas son inmensas e infranqueables.

El calor es horrible y pegajoso. Cuándo la pareja de cainitas se presentan en el lugar donde Celine debe darle al contacto la carta, éste no se presenta.

El siguiente paso es buscarlo por Jericó. Así lo hacen y el contacto aparece muerto. Ha sido asesinado, le han clavado un puñal por la espalda que ha atravesado su corazón. Esto es claramente un mensaje. Ha sido un agravio contra el clan Brujah… pero ¿Quién?

Celine decide que deben regresar a Jerusalén y así o hacen.

El viaje de vuelta es especialmente tranquilo. Celine no tiene, esta vez, lecciones de que dar a Sven, que acompaña fielmente a su Sire.

A las pocas noches llegan a Jerusalén y se encuentran con Alexandrus en lo alto de la muralla este.

El Gangrel les dice que ha ardido una iglesia “gorda” de la ciudad y que hay cierto revuelo. Alexandrus nunca ha sido un orador elocuente y confiesa no haberse acercado mucho al lugar por miedo a llamar la atención, pero si ha palpado la tensión en el ambiente y desde el incendio se nota mucho movimiento en toda la ciudad.

Celine manda de regreso al interior de la ciudad a su chiquillo Sven. La mujer le asegura que estará aquí si la necesita pero debe ir a Belén, el siguiente pueblo al sur de Jerusalén. Allí deberá dar el mensaje que no pudieron dar en Jericó, esta vez a otro contacto del clan Brujah.

Sven se despide de su Sire pidiéndola que tenga cuidado, a lo que Celine le responde lo mismo. El Brujah varego se adentra en el barrio judío, camino a la mansión de Vinzenzo Giovanni, últimamente parece ser el lugar más concurrido por sus compañeros cainitas. Es un lugar cómodo y seguro, algo que no abunda entre los suyos.

 

Amborgino Giovanni,
Sire Capadocio de Vinzenzo
Consejo Giovanni

Vinzenzo y su Sire Amborgino Giovanni mantienen una interesante conversación intima en el salón de armas de la mansión del primero. Armaduras, tapices con escudos de estados italianos y diversas armas de toda Italia adornan las paredes del salón.

–Ahora que el Lasombra ha caído, tenemos pensado poner a alguien en su lugar –explica Vinzenzo– no quisiera yo estar en el ojo del huracán y creo que hay alguien con el importante respaldo de la edad tras de sí, que pude ocupar este puesto, del que podemos beneficiarnos todos. Hablo de Gabriel, el Toreador, tiene casi dos mil años.

–Me parece algo lógico. –Responde Amborgino– Permíteme que te de un consejo: antes de reclamar el barrio cristiano, sugiero que hagáis un Cónclave e invitéis a todos los vástagos del barrio cristiano o afines a la causa cristiana. No creo oportuno mezclar facciones, se liaría con facilidad y os podríais llevar la autoría del fracaso diplomático por convocar el evento. Una vez allí podéis hablar con cada una de las facciones y ver los apoyos que verdaderamente tenéis. Después de esto, deberíais mediar y decidir declararos con la posición, o por el contrario, esperar al momento más oportuno para hacerlo.

Vinzenzo piensa mientras degusta un exquisito vino de sangre y tras paladearlo mira a su Sire y continúa la interesante conversación.

–Bonifacio, el antiguo Brujah nos debe una, puede ser un buen momento para pedírsela. –Dice Vinzenzo– También deberé mandar una carta a mi aliado Lesmes Sinester, del clan Lasombra, puede que tenga algo que decir…

–Yo no le molestaría –responde Amborgino– recuerda su hastío por la política de la Estirpe. Por eso vive tan aislado y se rodea de zombis en lugar de siervos vivos.

–También tenemos a Marcus –continua Vinzenzo asintiendo por el último comentario de su Sire– que no tengo claro si contar con él. Quizás debimos matarlo cuando tuvimos oportunidad…

–Supongo que deberíamos reconducirlo –siguiere Amborgino.

–Hay algo sobre una profecía que debería aclarar con el… –dice Vinzenzo pensativo.

–No creo que sea oportuno contar con él. No parece de fiar. –Aconseja Amborgino.

–Invitéis a quien invitéis –dice Amborgino– Sabiendo quien irá, una vez allí podéis ver que puede interesar a cada uno y que desean por su apoyo. En cuanto consigáis los suficientes apoyos los detractores se harán a un lado, obteniendo lo que deseáis y sin miedo a perderlo la noche siguiente de haberlo conseguido.

–Lo bueno de que sea presencial –continua Amborgino mientras apura su copa– es que todos podéis veros las caras, y llegado el momento de la verdad, será más gráfico y visual saber con qué efectivos cuenta cada facción. Peligroso sí, pero efectivo.

–Deberéis tener en cuenta a los que no puedan o no quieran asistir. No por ello deberían ser excluidos de la decisión que toméis. No contar con un no asistente, que si existe en el tablero de juego, puede hacer que todo se desmorone, no por no asistir quiere decir que no tenga poder, o no tenga que ser tomado en cuenta, lo sé por experiencia propia, hazme caso chiquillo.  

–¿Asistirás? –pregunta Vinzenzo llenándole la copa de vino de Vitae a su Sire.

–No. –Responde rotundamente Amborgino– No quiero asistir. Agradezco tu invitación pero paso de estos temas. No quiero saber nada de política local, no pidas mi apoyo, no te lo daré. Te seré mucho más útil en segunda línea de batalla, créeme, así contaremos con el factor sorpresa si alguna vez me necesitas, así que ni me mientes en ese Cónclave.

Mansión de Vinzenzo Giovanni
–Puedo apoyarte para adquirir la posición dentro del clan Capadocio de Representante del clan en Jerusalén. –Dice Amborgino– Pero la posición política en el barrio cristiano… eso son palabras mayores, hasta ahí no puedo llegar. Y ten cuidado chiquillo, tu ambición puede ser tu perdición.

–¿Puedo contar ya con la posición de representante Capadocio? –pregunta Vinzenzo reclamando lo suyo.

–Por mi parte sí –responde Amborgino– pero deberías tener el apoyo de alguien influyente en la ciudad, algún cainita poderoso que legitime tu posición. Si no, no servirá nada en la ciudad.

–¿Podrías darme nombres de cainitas importantes del entorno al barrio cristiano a los que podríamos invitar? –pregunta Vinzenzo.

Amborgino va a la biblioteca por unos papeles y tras ojearlos responde a la pregunta de su chiquillo:

–Danielis de Patras, Toreador. –Responde Amborgino a Vinzenzo– Es una recién llegada pero tiene cierta influencia sobre Grecia.

Pacifico, el chiquillo del difunto Paliuro Rustucci, es el legítimo heredero de su Sire, así que seguro que reclamará su derecho.

Narses tiene sus largos tentáculos aquí, desde Venecia. Hay alguien enviado por él en Jerusalén.

Y por ultimo y no menos importante, los Ventrue con un tal Lucius al mando. Sé que son al menos tres y todos con posiciones relevantes.

Vinzenzo deja solo a su Sire y se dispone a reunirse con sus compañeros para dar el siguiente paso diplomático para conseguir el poder.

 

Gabriel, Anciano Toreador
El candidato

Sven caminaba por el sinuoso sendero de piedra que atravesaba el jardín de la mansión de Vinzenzo Giovanni. Como siempre, la verja de la entrada se había abierto sola y el frío y las sombras observaban al vikingo varego mientras caminaba con paso firme hacia la puerta principal de la gran casa.

Ya en su interior, la servidumbre lo guió por la ostentosa mansión. Atravesaron pasillos adornados con cuadros y tapices hasta llegar al comedor, lugar donde suele reunirse el grupo de cainitas compañeros de Sven.

Sven, con su aspecto de rudo guerrero nórdico, siempre armado hasta los dientes y con su casco puesto, presto para la batalla, aquí y ahora. Camina decidido para encontrarse con sus compañeros tras sus noches de ausencia.

Allí estaban: Gabriel, el anciano Toreador imponente y digno como siempre, bien vestido y con aire de grandeza enmascarada por una noble apariencia; Katja, con su nueva apariencia de fría y calculadora mujer fatal, vestida con atavíos negros, como si de una viuda negra se tratase, no inspira mucha confianza, su semblante es serio e inquietante; Y Vinzenzo, el anfitrión, muy elegante con un traje de la última moda veneciana, su hermoso rostro empalidecido y su pelo largo impecablemente peinado. Pocos mercaderes tendrán tanto estilo como el Giovanni.

Los tres cainitas dan la bienvenida a Sven y un criado le sirve vino de sangre, asa bebida tan original y única entre los vampiros, ya que los alimenta y mantiene el sabor a la bebida original, que de otro modo sin tratar jamás podrían tolerar.

–He visto la iglesia quemada –dice Sven saludando a sus compañeros– por cierto, no te conozco ¿Quién eres? –pregunta el Brujah mirando a Katja, ahora con su nuevo semblante.

–Hay que saber ver más allá de las apariencias –dice la misteriosa mujer con una voz que Sven no conoce, definitivamente no sabe quién es.

–Soy Katja– desvela la Tzimisce mientras Sven asiente sorprendido, no se acostumbra a los cambios de apariencia de su compañera.

–La iglesia que dices es el Santo Sepulcro, donde ha muerto quemado Rustucci, el Lasombra Antiguo del barrio cristiano. –Dice Vinzenzo mientras le da los detalles de lo ocurrido al varego.

Vinzenzo les cuenta la idea de su Sire para conseguir apoyos en un Cónclave organizado por ellos mismos. Su apuesta sería por Gabriel, aquí presente.

–Pero Gabriel es judío –dice Katja– ¿Señor del barrio cristiano?

–Eso da igual –responde Vinzenzo– cuando él nació hace casi dos mil años no existían los cristianos. Lo importante es que tiene la edad para respaldar la posición que reclamará.

–No lo veo –dice Gabriel aturdido mirando a Vinzenzo– creo que será mejor hacer ese Cónclave pero para presentarme como primogénito Toreador. Deberíamos ir paso a paso.

–Si no somos nosotros los que tomamos ese puesto, será otro –dice Vinzenzo– ¿Cómo queréis hacerlo? He hablado con mi Sire y coincidimos, deberíamos buscar apoyos. Bonifacio y Alá nos apoyarán.

No lo tengo claro –repite Gabriel indeciso.

 –¿Y qué ocurre con Danielis? –pregunta Katja mirando a Gabriel inquisitiva.

–Podemos invitarla… –sugiere el Toreador a Katja. Sabiendo que es su rival y que actualmente viven una situación más que tensa que pude acabar en tragedia.

–No es el mejor momento para rivalidades que puedan tornarse en enemistades –dice Vinzenzo– deberías darle el libro que busca y ganarte así su alianza.

Invadió mi dominio sin mi permiso. Me robó mi sarcófago. Y me jodió bien jodida. –Dice Katja al Giovanni con expresión dolida.

–Tú también la has jodido. Creo que ahora mismo estáis como al principio. En tablas –dice Vinzenzo.

–No. Yo tengo las de ganar. Tengo el diario –responde Katja altiva.

–¿Quieres ser tú la gobernante del barrio cristiano? –pregunta el Giovanni tanteando a la hechicera Tzimisce.

–¿Yo? No se… soy una pagana. ¡la bruja! Tú también podrías serlo –responde Katja a Vinzenzo.

–Sven tampoco… –dice Vinzenzo sin tener en cuenta las palabras de Katja y mirando hacia el Brujah y pensando en el candidato idóneo.

–Aesir, no sé si quisiera –dice Katja recordando a su compañero hechicero que no se encuentra con ellos esta noche.

–También podemos presentarnos como facción conjunta –dice Vinzenzo– Y debemos buscar un lugar para la reunión. No deseo quedarme sin refugio.

–Hablando de destruir… –dice Katja– hay un cazador buscando a mi antigua yo. Solo para que lo sepáis.

–Tenemos el favor de Bonifacio, quizás el podría buscarnos un lugar para organizar el Cónclave. –Dice Gabriel.

–Me parece una excelente idea –añade Vinzenzo– como Antiguo respetado nadie le ninguneará, y si se encarga de organizar el Cónclave y contactar con los invitados, su nombre dará veracidad a las invitaciones ¿Vamos a invitar a Alá?

–La opción de Bonifacio me parece correcta. Es algo lógico y nos dará seguridad. A priori nadie querrá hacerle daño ni ofenderle. –dice Katja– en cuanto a Alá sería peligroso, un impetuoso y megalómano Malkavian musulmán entre cainitas cristianos y afines al barrio, no lo veo.

Una vez decidido que Bonifacio deberá ayudarles a organizar la reunión de cainitas, en un lugar seguro y bajo su amparo, el grupo de vampiros va a hacerle una visita al hospital de al-Bimaristan al-Salahi, dominio del Antiguo Brujah, situado en pleno corazón del barrio cristiano.

 

Hospital al-Bimaristan al-Salahi,
Dominio de Bonifacio
Encuentro en el hospital

El viejo edificio emana dolor y sufrimiento, sangre y pústulas, pero también es el epicentro de una gran labor de bondad infinita. Los hospitalarios, enfermeras y médicos se dedican día y noche a cuidar y curar todo tipo de dolencias de los innumerables peregrinos que llegan exhaustos a Jerusalén. Lepra, fiebres, viruela, y muchas otras enfermedades desconocidas viven aquí, donde Bonifacio, el Antiguo Brujah, señor de los hospitales de Jerusalén, se cerciora de que todos los cuidados son pocos para sus hermanos los cristianos. Por supuesto el servicio de cura no es exclusivo para cristianos, los hospitalarios ayudan a judíos, armenios y musulmanes por igual, el gobierno musulmán así lo ordena, y esto los hace más necesarios que nunca para el equilibrio de la ciudad.

Las camas con enfermos que gimen y las enfermeras a toda prisa por los pasillos, son el telón de fondo que les da la bienvenida al hospital. Nuestros protagonistas, los cuatro cainitas, caminan guiados por un criado de Bonifacio, un caballero hospitalario desarmado que les lleva ante su señor.

Una pequeña celda, muy humilde, es el lugar donde se encuentran con el viejo Brujah. Allí, casi apelotonados, le exponen sus inquietudes y le proponen su idea.

Bonifacio está apesadumbrado por la muerte de un peregrino ocurrida esta misma noche y su ánimo está por los suelos. Si a esto le sumas que el Santo Sepulcro ha sufrido un accidente fatal y anoche ardió hasta los cimientos, tenemos a un cainita abatido y con pocas ganas de conversar.

El padre Paliuro Rustucci ha muerto –dice Katja para abrir de boca.

–Va a haber algunos cambios aquí en el barrio cristiano… –añade Gabriel– tengo el apoyo de mi Sire Elsh para crecer en Jerusalén. No somos precisamente unos neonatos.

–Somos un grupo variado y peculiar, lo sabemos. Solos no lo conseguiremos pero con los apoyos necesarios, Gabriel, será el nuevo señor del barrio cristiano –dice Vinzenzo convincentemente.

–No nos fiamos de cualquiera –añade Gabriel– por eso estamos aquí, contigo.

–Queremos una Jerusalén prospera y en paz –dice Vinzenzo– ¿Cómo lo ves?

–Alabo vuestro coraje… pero tengo una opinión encontrada con este asunto –dice Bonifacio.

–Tu opinión es muy importante para nosotros, Bonifacio, comparte tu opinión pues –dice Gabriel.

–El chiquillo del difunto padre Rustucci, Pacifico, me ha ayudado en el hospital durante años. Es traductor y hace un trabajo importantísimo para que la labor de los hospitalarios sea efectiva cada noche. Y lo hace personalmente por orden de su Sire, ahora muerto. –Explica Bonifacio– A mi parecer, Pacifico, se merece heredar el señorío del barrio cristiano. Se lo ha ganado. Y ha demostrado ser una persona fiel, buena y trabajadora. Así que debo estar en desacuerdo con vos.

–No es su destino –dice Katja– Rustucci no estimaba a su chiquillo Pacifico, nunca lo presentó en sociedad, ni habló de él en términos de liderazgo o gobernación. Por algo seria. Colaboraba contigo pero seguro que no lo hacía por gusto. Ningún vástago hace una labor tan mundana si no es odiado por su Sire. Y estoy convencida de que este odio era mutuo.

–Colaboraba con nosotros por orden de su Sire, si –dice Bonifacio enfrentado a Katja– pero lo hacía por vocación. No hay más que habar. Yo le apoyaré en su escalada.

–Después de lo ocurrido con Rustucci, podíamos tener en cuenta a Pacifico y dejarle una posición más elevada de la que goza actualmente. Podría colaborar con nosotros. –Dice Vinzenzo.

–Queríamos que organizases una “fiesta”, un Cónclave en el que invitases a todos los cainitas influyentes del barrio cristiano. –Dice Katja– en ella anunciaremos el ascenso de posición a Primogénito Toreador de nuestro compañero Gabriel.

–Ayudé a construir Jerusalén con mis propias manos hace casi dos mil años –dice Gabriel– ahora aportaré algo más en la política cainita.

–Quería pedirte que saldaras mi deuda conmigo, personalmente, y organizases dicho encuentro. En el lugar que estimes oportuno e invitando a todo aquel que creas que deba estar representado. –Dice Katja– confiamos en tu criterio y necesitamos tu buen nombre. Si gozamos de tu protección y tu respaldo, todo invitado se sentirá seguro y la reunión podrá llegar a buen puerto.

–Cuando me salvasteis la no vida, os dije que os debía un favor de vida a cada uno de vosotros –dice Bonifacio– este favor seria saldado únicamente para uno de vosotros ¿con quién será?

–Conmigo, –dice Katja– quédate con mi favor. Estaremos en paz si te encargas de organizar este Cónclave.

Acepto pues vuestra petición –dice Bonifacio– dejarlo en mis manos. Será aquí en este mismo hospital. En dependencias seguras. Yo me encargaré de enviar las invitaciones de los cainitas más relevantes del barrio cristiano. Os ayudaré con gusto a construir algo duradero.

–Hablando de ayudar –dice Vinzenzo– como sabes pertenezco a los Capadocio, el clan de la muerte. Quizás podría aliviar alguna vida que sufra en este lugar… ya me entendéis. Algún peregrino quizás necesite ayuda para encaminarse hacia el más allá de la mejor forma posible.

–Agradezco tu ofrecimiento, Capadocio, pero no será necesario. Dios nos ampara y nuestra fe se encarga de limpiar sus almas y espíritus ante el hacedor –dice Bonifacio rechazando elegantemente el ofrecimiento de Vinzenzo Giovanni.

–¿Invitarás a tu hermano de clan Azif? –pregunta Vinzenzo.

–Es musulmán y me odia a mí y a todos los cristianos. –Responde Bonifacio– No creo que su presencia fuera bien recibida entre los presentes. Ni aportase nada positivo excepto tensión y quizás violencia.

Vinzenzo asiente pensativo. El criterio del Brujah es acertado, el conoce mejor la ciudad y a los cainitas que en ella residen, la elección de los presentes está en las mejores manos.

–Tenemos ciertos nombres que podrían ser invitados –dice Gabriel– nos gustaría tu opinión.

Vinzenzo le habla de las recomendaciones que su Sire Amborgino le sugirió.

–Danielis de Patras, Toreador. Pacifico, el chiquillo del difunto Paliuro Rustucci. El representante en la ciudad de Narses de Venecia. Y los Ventrue de Lucius. –Dice Vinzenzo después de que Gabriel le mirase pidiendo su apoyo.

–Me parece una lista bastante completa –responde Bonifacio pensativo– a pesar de ser de origen armenio, creo que debería estar también invitado Varsik, el Antiguo Ravnos. Siempre ha tenido lazos con los gobernantes cristianos, por sus negocios unidos al comercio.

–Es lógico que también venga. Invítale, por supuesto –dice Gabriel.

Los cuatro cainitas terminan de ultimar algún detalle y unas horas antes del amanecer se despiden regresando cada cainita a su refugio. Mañana será otra noche y deben comenzar con los preparativos de su ascenso al poder en el barrio cristiano. Está empezando a montarse el escenario de la inminente función.

 

Vinzenzo Giovanni, Capadocio

Preparativos

Durante las siguientes noches los cuatro cainitas mantienen varias reuniones para decidir cómo abordar el juego de la diplomacia con los invitados.

Varias facciones, a priori pro cristianas se encontrarán en el Cónclave y deben ganar el máximo de apoyos, al menos los suficientes para que los que no lo hagan se planteen dejarles como señores por no poder oponerse a sus apoyos.

Como son ellos quienes han decidido hacer el Cónclave, organizado por Bonifacio, ellos mismos deciden quien asistirá.

Repasemos la lista de invitados y veamos varias de sus peculiaridades:


- Danielis de Patras, Toreador, rival de Katja. La influencia y el dinero de la griega son evidentes y notables. La hechicera Tzimisce ha pedido encarecidamente a Gabriel que la Toreador se disculpe públicamente. Este será el momento de la verdad entre ambas vampiresas. Se decidirá si su rivalidad lleva a una cruda enemistad o por el contrario se queda como está.

- Pacifico Grillati, Lasombra, chiquillo del difunto Paliuro Rustucci, asesinado por los personajes. Es el desconocido heredero cainita del barrio cristiano. A priori goza del apoyo de Bonifacio. No se sabe muy bien porque nunca ha estado en el candelero político, pero ahora va estarlo, seguro.

- Magdalena Castelucci Borcellino, Antigua Lasombra, enviada por el poderoso Narses, Príncipe de Venecia. Al parecer desde hace un tiempo que ojea lo que sucede en la ciudad para su señor, nadie sabe por qué lo hace qué exactamente.

- Leufruy de Provenza, Antiguo cruzado Ventrue, representa a Lucius Trebius Rufus, un Anciano Ventrue del antiguo Imperio Romano. Ausente por asuntos del clan. Vincelín de Marsella, Ancillae Ventrue, también será representado por Lucius, también ausente por asuntos bélicos. El papel del clan Ventrue en las cruzadas siempre ha sido evidente, apoyando a la cruz, igual de evidente será su interés por el único reducto cristiano que queda en la ciudad de Jerusalén. Esta asistencia es muy discutida entre los anfitriones, serán el hueso más duro de roer. Son los rivales más poderosos y numerosos en el barrio. Vinzenzo sugiere plantearles formar parte del gobierno, pero no convence a la mayoría de los anfitriones. Aseguran que no se conformarán con las migajas pudiéndose comer todo el pastel.

- Varsik, Antiguo mercader Ravnos, ha regresado hace poco a Jerusalén, ausente las últimas noches. Estaba en Acre, visitando a su chiquillo el Príncipe de esa misteriosa ciudad. Sus intereses comerciales con los Lasombra cristianos son evidentes, por eso asistirá al Cónclave.

- Bonifacio, Antiguo Brujah, caballero hospitalario líder Brujah de la facción cristiana. Se está encargando de organizar el Cónclave, desde las invitaciones, pasando por el lugar de reunión, la seguridad y demás logística. A pesar de ello, Bonifacio asistirá como invitado, los anfitriones serán los personajes, esquivando el protagonismo a toda costa. Ha confesado abiertamente su predilección, para el señorío del barrio cristiano, por el heredero del difunto Rustucci, el joven y menospreciado Pacifico.

- Celine, Brujah, Sire de Sven. Siempre ha apoyado a su chiquillo ayudándole cuando lo ha necesitado y guiándole en sus primeros pasos de libertad. Ahora su asistencia puede ser crucial, ya que los apoyos son vitales vengan de donde vengan.

- Alexandrus, Gangrel, guardaespaldas de Celine. Políticamente no tiene ni idea de nada, pero siempre está guardando la espala de Celine. Moriría por ella y si la vampiresa le pide que apoye a los personajes, lo hará con los ojos cerrados.

- Marcus, Anciano Capadocio. Vinzenzo Giovanni habla con su Sire Amborgino para saber si invitar al Cónclave al milenario Capadocio Marcus. Llegan a la conclusión de que pude ser un apoyo interesante, es un miembro del clan y no existe razón para la enemistad. Cierto es que es una pieza inestable, todo un bárbaro, pero jugando bien sus cartas, su apoyo puede ser decisivo. Vinzenzo avisa a Marcus de que estarán allí sus enemigos los Ventrue, por si desea replantearse su asistencia. Aun así Marcus confirma, una valiente o estúpida decisión.

- Elsh, Anciano Toreador, Gabriel pide a Bonifacio que envíe una invitación a Elsh, su Sire, que rechaza amablemente. La política nunca le ha atraído especialmente, Gabriel es el elegido para tal arte. Gabriel pregunta a Bonifacio si hay más Toreadores en Jerusalén, el Brujah le responde que una vez conoció a un escriba llamado Duyal Al-Malatya, pero Gabriel le informa que murió tristemente asesinado por un Assamita a las afueras de la ciudad. El asesino también está muerto.

- Yusuf, Brujah siervo de Azif. Vinzenzo sugiere a Celine invitar al enemigo de Bonifacio, para limar asperezas en el clan Brujah. Si es muy arriesgado invitar al cuarta generación de Azif, a lo mejor se puede contar con su siervo Yusuf. Puede ser una buena idea para acercar al clan Brujah y darle cierta relevancia a pesar de ser musulmanes. Celine intenta que asistan al Cónclave pero Yusuf y por extensión Azif, rechazan la invitación, quizás sea lo mejor, jugar con fuego siempre ha sido peligroso y ya libraron una vez.

-Lesmes Sinester, Antiguo Lasombra. Vinzenzo tiene un aliado en el clan Lasombra. Su antiguo maestro de nigromancia. Enemigo del difunto Rustucci, que vive a unas semanas de viaje en un lugar incógnito. Le invita por si quisiera asistir, pero el viejo Lasombra rechaza la invitación. No está interesado en la política de Jerusalén, como le dijo Amborgino, por eso vive en su propia ciudad oscura, llena de esclavos zombis, sin un solo humano, cainita o ghoul.

 

Adin Yakar, Gaón Caraíta,
Contacto de Gabriel
Brazo mecánico

Los sabios judíos ya tienen un prototipo de brazo para enseñarle a Gabriel. Adin Yakar, el Gaón caraíta, trae la extremidad ya montada con la mayoría de las piezas. Fabricada por un grupo de maestros judíos, sabios expertos en diferentes disciplinas y herederos de una vieja orden olvidada, llamada: La Torá Negra.

El brazo aun no está terminado del todo, algún maestro sigue perfeccionando su interior pero al menos podrá llevarlo como si de una prótesis se tratase.

Gabriel siempre ha llevado una tosca pieza de madera y metal en lugar de su brazo, pero esta prótesis es algo diferente. Su aspecto, cercano a una obra de arte, es algo bello y atractivo. Al mismo tiempo desafía a Dios, como hacedor de miembros que respondan al ser humano que los porta. Pero ni el portador es humano, ni su brazo está hecho por un Dios.

Brazo Artificial
para Gabriel
El Anciano Toreador se la coloca en el muñón y cierra los mecanismos y correas que hacen que no se le caiga. Es bella y atroz a partes iguales. Difícil de describir. Un adelanto de otra época, ideada para un vampiro de otra era.


Gabriel está satisfecho y piensa en el momento en el que pueda volver a agarrar algo con este brazo artificial. De momento solo puede llevarlo colgado, emulando su brazo original, ese que perdió de humano hace casi dos mil años, ese que jamás recuperará.

 

Jerusalén, 1197 d. C.

Antes del Cónclave

Lucius Tiberius Rufus, Anciano Ventrue y señor de la facción cristiana y cruzada, envía una respuesta a la invitación de Bonifacio. En la carta, con sello Ventrue, pide que Leufruy de Provenza, Antiguo Ventrue, sea su portavoz. El tendrá la potestad de la palabra, la voz y el voto de todos los Ventrue de Jerusalén. Bonifacio traslada la misiva a los anfitriones que le responden accediendo a sus peticiones, como acto de buena fe.

Otro de los invitados, Varsik, el Antiguo Ravnos, por medio de su ghoul Vartan, un mercenario de la peor calaña, desea quedar a solas con Vinzenzo para abordar asuntos de vital importancia. El Giovanni por supuesto accede, Vartan es un contacto de Vinzenzo, por lo que el veneciano confía en que todo irá como es debido.

Vartan, Ghoul de Varsik,
Contacto de Vinzenzo
El encuentro sucede en el salón de armas de la mansión de Vinzenzo. Allí Varsik se encuentra con el Giovanni y le muestra sus respetos. El Ravnos es un comerciante armenio de aspecto astuto. Sus intensos ojos son brillantes y su atavío discreto para ser un Ravnos. El cainita desprende un carisma combinando una embriagadora modestia y una seductora confianza que conecta con Vinzenzo, otro comerciante de éxito, pero veneciano.

Tras las cordiales presentaciones ambos cainitas hablan con la máxima discreción. Un silencioso criado sirve un par de copas de vino de sangre para ambos vampiros, que degustan con placer y brindan antes de hablar.

–Ahora que Paliuro Rustucci ha muerto no deseo tener problemas debido a los negocios que tenia con él. –Dice Varsik– No quiero que tras su muerte sus calamidades se transmitan a mis asuntos. Seguro que me puedes ayudar con eso… no sé si me explico… Si rascas mi espalda yo rascaré la tuya…

–Como no. –Responde Vinzenzo en tono afirmativo, alzando la copa y siguiéndole Varsik acabando en otro brindis.

–No saque en el Cónclave el tema de la muerte de Jeanette –sugiere Varsik sin dar más explicaciones sobre el comentario– Si lo hacéis así, tendréis mi apoyo para lo que necesites.

–Cuenta con ello –responde Vinzenzo asintiendo.

–¿Vendrá su chiquilla Yasmina? –pregunta Vinzenzo.

–Merodeará por los alrededores al lugar del Cónclave, pero no entrará, prefiero encargarme yo de la corte. Ella es de ambientes más callejeros, no se sentiría cómoda. Y poco tendría que aportar una ratera como ella –Dice Varsik excusándola sin saber cuánto se equivoca.

–De momento Vinzenzo podemos hacer para ser contactos a corto plazo, pero a medio plazo podemos ser aliados, tras caminar los senderos apropiados –dice Varsik apurando su copa. Bebe ansioso y mirando a los ojos a su anfitrión.

–Si se investiga la muerte de Jeanette, aparecemos nosotros como sus asesinos –dice Vinzenzo.

–¿Y? –pregunta Varsik.

–Hablé con ella tras su muerte y hay algo que no cuadra –dice el Giovanni con la mayor naturalidad del mundo– ¿Cómo lo pudieron hacer?

–Pase pagina, Vinzenzo –recomienda Varsik– nada la devolverá a este mundo y no se llegará a ningún sitio bueno tirando de ese hilo.

–Recuerde extender este acuerdo a sus compañeros –sigue hablando Varsik mientras el criado le llena la copa.

–Se lo diré –dice Vinzenzo– pero serán ellos quienes decidan.

–Pero tú puedes aconsejarles que no abran esa herida –insiste Varsik.

–Eso sí puedo hacerlo –responde Vinzenzo.

–Tú y yo somos mercaderes, podemos hacer dinero y negocios –dice Vinzenzo mirando a los ojos a Varsik.

–Se que tu chiquilla tenía una relación afectiva con Jeanette –dice Vinzenzo– yo podría ayúdale a que se despidiera de ella para su consuelo.

–Puede ser un buen incentivo para que lo use con ella –dice Varsik mirando al infinito pero sin responder al ofrecimiento del Giovanni.

Ambos cainitas se despiden medio embriagados tras beberse un par de botellas de vino de sangre de la mejor cosecha.

Vinzenzo transmite esta información a sus compañeros para que en el Conclave sepan cómo actuar debidamente con Varsik.

Queda en el aire la duda de que Varsik esté tan interesado en silenciar la muerte de Jeanette por que tenga algo que ver con ella, dado que era aliado conocido del difunto Paliuro y también tenía razones para desear a la Malkavian muerta.

 

El Cónclave

El Hospital al–Bimaristan al–Salahi 

Tras unas noches de preparación, ha llegado la noche del Cónclave. Bonifacio el Antiguo Brujah se ha encargado de todo. Elegir asistentes, enviar invitaciones, preparar el lugar del encuentro y todo lo relacionado con este importante evento nocturno.

El frio es especialmente acentuado esta noche elegida y Katja, la hechicera Tzimisce, antes de abandonar su refugio, prepara varios de sus rituales koldunicos por si tuviera que utilizar su magia esta noche.

Katja decide cambiar de nuevo de aspecto utilizando su Disciplina de Vicisitud. Y por primera vez en muchos años, se devuelve el aspecto original con el que fue abrazada.

Moldea su carne como si de arcilla se tratase, y sabe de memoria el aspecto que desea.

Es una imponente mujer morena muy sensual. Sus atuendos son provocadores y oscuros y en el cuello luce un broche con forma de enorme murciélago. Sus profundos ojos son negros y brillantes como dos piedras de obsidiana. Su piel blanca y suave como la seda y sus labios carnosos rojos y sensuales. Una belleza sobrenatural, salvaje y prohibida. Este será el aspecto con el que la verán esta noche en el Cónclave.

La hechicera se encuentra con sus compañeros en la mansión Giovanni. Todos se quedan impactados al ver a la nueva Katja, aunque este es su aspecto original, ellos nunca la habían visto así.

Vinzenzo, Sven y Katja deciden llegar al evento antes de la hora, mientras que Gabriel lo hará puntual, para crear cierta expectación pero sin faltar al respeto a los presentes por llegar demasiado tarde.

Así que los tres anfitriones se dirigen al Hospital al–Bimaristan al–Salahi, dominio de Bonifacio y lugar elegido por él para la oscura reunión.

El Hospital al–Bimaristan al–Salahi se encuentra en el centro del barrio cristiano y es uno de los cuatro hospitales de Jerusalén. A todos ellos se les permitió permanecer en la ciudad tras la reconquista musulmana con dos  condiciones: la de dejar las armas y la de ayudar a toda la población de la ciudad, sin importar su fe. Así lo han hecho y han cumplido desde entonces. Así mismo son la mayor ayuda para los peregrinos cristianos que llegan exhaustos y enfermos a Jerusalén.

El edificio es grande y solemne y dentro se escuchan los lamentos de los enfermos de cuerpo, mente y alma. Las enfermeras corren de un lado para otro realizando las tareas más duras. Los sacerdotes a menudo dan extremas unciones o misas personales a los enfermos que no pueden valerse por sí mismos para acudir al templo. Y los hospitalarios han dejado las armas para ser los gestores de la salud de Jerusalén y todo sin el apoyo del oro musulmán. Sobreviven a base de limosnas y financiación de familias devotas, que hacen que a duras penas se mantengan los edificios como este en pie.

Al margen de lo que sucede en el hospital, hay sirvientes que se encargan de guiar a los invitados a través de antiguas catacumbas situadas en las entrañas del viejo edificio.

Las antorchas iluminan los pasadizos por los que los invitados avanzan de forma misteriosa hasta encontrarse con los demás en una gran sala acondicionada para la ocasión.

Es un lugar amplio, cerrado, sin salida al exterior, austero pero preparado como salón de reuniones. Hay varias mesas y sillas situadas cerca de las paredes, para dejar espacio suficiente en el centro para que varios grupos de cainitas, hablen de sus asuntos sin molestarse unos a otros.

Hay caballeros hospitalarios armados, protegiendo el lugar desde el interior, para no llamar la atención. Situados en varios lugares estratégicos, por donde van avanzando los invitados. En el salón de reuniones hay media docena, en un discreto segundo plano.

La iluminación viene de una gran lámpara de araña iluminada con velas que está secundada con antorchas esparcidas por las paredes. La multitud de sombras que ocasionan son inquietantes y hace que parezca que han más gente de la que realmente hay.

El servicio son enfermeras muy capaces y eficaces, que sirven copas de sangre a los invitados que lo deseen.

El lugar dispone de varios espacios para respetar la intimidad de las conversaciones paralelas que se quieran efectuar. Podríamos definir el lugar como un sitio cómodo, amplio, limpio, sencillo y con toques claros de humanidad y de podredumbre.

 

Bianca Giovanni,
Ghoul de Vinzenzo
Los anfitriones

Los invitados e invitadas van llegando y presentándose a los tres anfitriones, Vinzenzo muy elegante, diplomático y cordial, Katja, con su nuevo aspecto, en contraste con el Giovanni, es más distante y fría, y Sven en un segundo plano, como buen soldado fiel.

El carruaje negro de Vinzenzo Giovanni, hoy sirve de transporte para Gabriel. Escoltado por dos soldados, avanza por las calles del barrio judío hasta llegar al hospital de Bonifacio.

Una vez en las caballerizas, Bianca, la ghoul de Vinzenzo se queda en el carruaje con la muñeca de Jeanette, esto es lo que su señor le ha ordenado y eso es lo que hará el resto de la noche. Además tendrá vigilancia desde el más allá, de eso se ha encargado Vinzenzo.

Gabriel, escoltado por los dos soldados pagados por el oro Giovanni, se dirige al lugar del Cónclave y al fin se reúne con sus compañeros, los demás anfitriones. La mayoría de los invitados han llegado ya, faltan pocos cainitas de la lista, e incluso parece haber alguno que no estaba en ella.

Escudo Giovanni

El Anciano Toreador, vestido para la ocasión ya está junto a sus compañeros saludando a los cainitas que ya están en el Cónclave. Luce  serio y formal, viste elegante a la moda medieval actual. Su brazo metálico llama la atención y le encaja como un guante, imponente y mortal. El viejo herrero siempre ha tenido una presencia inquietante y en este caso no podía ser diferente, pero esta vez puede que juegue a su favor, después de todo, viene para postularse como Primogénito del clan Toreador y quizás como Señor del barrio cristiano.

Katja, la hechicera Koldúnica del clan Tzimisce, luce una belleza sobrenatural, con vestido de corte bizantino. Altiva como una señora de la nobleza observa todo y a todos por encima del hombro.

Vinzenzo Giovanni, el Capadocio, extremadamente pálido, cual cadáver, viste muy elegante de negro y va sin arma alguna, como dicta la etiqueta. Se ve que es un comerciante de éxito con gesto afable con los invitados. Luce una belleza prohibida que lo hace más cautivador si cabe. Su atractivo es siniestro, sin duda alguna.

Sven, Brujah
Sven, el Brujah varego, viste con una cota de malla, su yelmo puesto como para la batalla y con sus hachas enfundadas a la espalda. No le importa que los demás cainitas vean que ha roto toda etiqueta portando armas en una reunión diplomática.

Se echa en falta la presencia de Aesir, el mago Tremere, que también pertenece al grupo de cainitas, pero no ha podido estar presente hoy, nadie sabe por qué desde hace unas noches no se le ha visto. A veces suele sumergirse en sus estudios y rituales, puede que esté en alguno de ellos y que le haya hecho perder la noción del tiempo, quien sabe…

A simple vista parecen haber llegado todos los invitados, Marcus, por supuesto ha sido el último en llegar, media hora tarde, nada fuera de lo esperado.

Tres vástagos se han presentado en el Cónclave por sorpresa y sin invitación:

El Lagarto, del clan Malkavian y su súbdito Abdullah Al-Sathaja, el Manso, Seguidor de Set.

Y Hannah, del clan Nosferatu, una vieja conocida de los anfitriones. La última vez que la vieron no fue en un ambiente cordial, digamos. Iba a ser castigada por el líder Nosferatu, Kothar el Profeta, allá en el valle de Hinnom. Debía pagar por abrazar sin permiso a una multitud de ghoules y soltarlos a su suerte. Una de ellas diabolizó a Adam, el Antiguo Capadocio, por lo que Vinzenzo Giovanni vino a investigar a Jerusalén. Hahhan había sido Ancillae y lo mínimo que la hicieron fue degradarla como castigo, despojándola de su posición vampírica.

 

Katja Janosz, Tzimisce Koldunica
Invitados al Cónclave

Anfitriones:

- Gabriel, Anciano Toreador.

- Katja, hechicera Tzimisce.

- Vinzenzo Giovanni, Capadocio.

- Sven, Brujah varego.





Antiguos:

- Bonifacio, Antiguo Brujah.

- Magdalena Castelucci Borcellino, Antigua Lasombra.

- Leufruy de Provenza, Antiguo Ventrue.

- Varsik, Antiguo Ravnos.

- Marcus, Anciano Capadocio.

 

Jóvenes:

- Pacifico Grillati, Lasombra.

- Danielis de Patras, Toreador.

- Celine, Brujah.

- Alexandrus, Gangrel.

 

No invitados:

- Hannah, del clan Nosferatu.

- El Lagarto, Malkavian.

- Abdullah Al-Sathaja, el Manso, Seguidor de Set.

 

A continuación describiremos a cada uno de los invitados y las conversaciones que mantienen con los anfitriones esta noche señalada y por orden cronológico a los acontecimientos hasta llegar al sorpresivo clímax del Cónclave.

 

Celine, Brujah Sire  de Sven
Celine, Brujah

Celine es la Sire de Sven, orgullosa de ser Brujah. Nada más llegar se acerca a los anfitriones, poco antes de la aparición pública de Gabriel.

La Brujah es una joven atractiva mujer guerrera, viste como un hombre, cota de maya, botas, guantes, con un yelmo difícilmente podría diferenciarse de un joven guerrero. Su trenza de pelo castaño le da una comodidad necesaria. Es altiva y por su seguridad se deduce que no tiene miedo a nada. Guardando su espalda, en todo momento una bestia silenciosa, Alexandrus y su aspecto de hombre lobo, impone respeto y la mirada del Gangrel alerta de la ligereza de sus garras al viento si fuera necesario.

Su actitud hacia su chiquillo Sven es defensora, no hace mucho que lo liberó y siente que ambos tienen mucho que aportar a Jerusalén. Está en el Cónclave con la idea de apoyar a su chiquillo y ayudarle a integrarse.

Hay algo que la preocupa enormemente y lo comparte con los anfitriones, la falta de concordia del clan Brujah en la ciudad. La enemistad entre Azif, musulmán y Bonifacio, cruzado, hace muy complicado el objetivo que se había marcado Celine con su chiquillo Sven, conseguir la unidad en el clan, al menos dentro de Jerusalén.

Celine le cuenta a chiquillo que todo ha ido bien en Belén, el contacto llevó su misiva. Ahora investiga el asesinato de su contacto en Jericó, pero al no encontrar ninguna prueba de lo contrario está empezando a pensar que su muerte ha podido ser fortuita.

Celine se muestra feliz de ver a Katja con el aspecto con el que la conoció cuando solo eran humanas, bueno en concreto ghoules, cuando eran algo más que aliadas, eran amantes…

Ambas vampiresas tienen una complicidad evidente y sin hablar se percibe que tienen conexiones invisibles, que los demás jamás llegarán a entender.

Celine comparte con Sven y sus compañeros que no le gusta nada la presencia de Leufruy de Provenza, el Antiguo Ventrue. Ha averiguado que tiene nada menos que seis siglos de edad y que es un molesto peso pesado. El bebió ser quien instigo la idea las cruzadas a Lucius, su Sire. El resto es historia.

–He escuchado un rumor –dice Celine sin saber lo que ocurrió–  es sobre la muerte de Paliuro Rustucci, el Lasombra. Lo asesinaron…

–Era malvado y jugaba sucio –dice Vinzenzo– pero no hay que negar que tenía cierta elegancia eclesiástica.

–Mi Sire te estima –dice Vinzenzo cambiando de tema– me ha hablado bien de ti y eso no es algo habitual en él.

–El sentimiento es mutuo, Vinzenzo –responde Celine sonriendo pícaramente.

–Tienes toda la razón –dice Katja– los Ventrue solo están aquí porque son unos oportunistas.

Celine no es tonta y se da cuenta de que ni ella si Sven saben lo que ha ocurrido con el asesinato del Lasombra, pero los anfitriones no quieren hablar de ello, al menos no aquí, donde sus palabras pueden levantar ampollas no deseadas.

–Tenemos una buena ocasión para hablar con Bonifacio sobre tu preocupación del clan desunido –dice Sven a Celine mirando a Bonifacio– juntos podemos intentar conseguir su apoyo.

Mientras Sven la habla, Celine mira a Danielis de Patras, que a su vez también la mira. Sus ojos se cruzan durante unos segundos y es evidente que hay cierta tensión entre ambas vampiresas.

 

Danielis de Patras,  Toreador
Danielis de Patras, Toreador

Katja deja a sus compañeros y se dirige hacia su rival Danielis, con la que se encuentra en guerra abierta, en este mismo momento.

Danielis es una mujer imponentemente hermosa. Su actitud es altiva y desprecia todo que no sea ella misma. Su vestido negro lleva un escote tan provocador que casi deja ver lo prohibido. Luce una capa de plumas de aves exóticas que combinan a la perfección elevando su elegancia a planos inexplicables para los humanos. Sus labios carmesí contrastan con su piel banca y sus ojos verde esmeralda son tan profundos como el mar.

La vampiresa es una viuda negra, alta cortesana griega, experta en conspiraciones y amarga rival de Katja y ahora se encuentra frente a ella, de nuevo con el aspecto de cuando se conocieron y no el que tenía recientemente, el de esa horrible vieja arrugada y amargada con aspecto de bruja de cuento.

Gabriel ha hablado previamente con Danielis. Al ser ambos del clan Toreador y el ser más anciano, quizás sus palabras puedan apagar las llamas de la ira entre ambas vampiresas. En esa conversación le pidió que hiciera las paces con Katja, por el bien de Jerusalén y de todos los presentes, ellas incluidas. Gabriel le transmite que Katja quiere que se disculpe públicamente de Katja, algo que la Tzimisce sabe que sería tremendamente humillante para alguien como ella, con el ego del tamaño de una montaña.

Increíblemente, Katja recibe a Danielis cariñosamente y respetando al dedillo la etiqueta.

Estoy encantada de que salieras sin un rasguño del desafortunado ataque que sufrió tu refugio. –Dice Katja sonriendo, cuando fue ella quien ordeno dicho a taque y nada menos que a un súcubo– Me alegro de que estés aquí.

Danielis está descolocada, no sabe que está ocurriendo, ni por que Katja está tan amigable con ella. Seguro que es algún tipo de jugarreta. No se fía de la Tzimisce, ni un pelo y se muestra respetuosa pero precavida, por si las moscas.

Katja invade ligeramente el espacio de Danielis, mientras la Toreador la mira incrédula.

–Tengo ese librito que buscabas… –dice Katja– es una lectura ciertamente interesante…

–¡Lo has encontrado! –dice Danielis ahora que Katja ha captado completamente su atención.

–Como te prometí –responde Katja– y te lo hubiera dado si me hubieras devuelto mi sarcófago a tiempo, antes de hacerme daño premeditadamente. Supongo que recibiste la visita de mi enviada la súcubo.

–Lo dejó todo perdido… –dice Danielis quitándole hierro al asunto– ¿Cuándo puedes darme el diario? ¿Dónde lo tienes?

–No te impacientes. Lo tengo guardado a buen recaudo, bien protegido de cualquier ladrón. –Responde Katja– puedes estar tranquila, su contenido no saldrá a la luz, amiga…

–¿Quieres que vaya a buscarlo? –pregunta Danielis intentando provocar a Katja.

–Te recuerdo querida amiga, que fuiste tú quien invadió mi dominio, me secuestro y me robó delante de mi cara –dice Katja incomoda– ahora solo te estoy dando una cucharadita de tu medicina. Su vuelves a hacerlo, si vuelves a insultarme de esa manera… seremos enemigas, y no es algo que desee.

–¿Ya tienes tu sarcófago no? –pregunta Danielis– pues dame el diario y en paz.

–Sí, tengo mi sarcófago y ahora si quieres tu libro deberás elegir el camino correcto –dice Katja con la sartén por el mango.

–¿Qué quieres por él? –pregunta Danielis.

–¿Qué puedes ofrecerme? –responde Katja con otra pregunta– si no quieres que el contenido de ese manuscrito no esté en boca de todos

–¿Me estás amenazando? –pregunta Danielis apretando los dientes y mirando a Katja con los ojos entrecerrados como dos puñaladas.

–Si quisiera amenazarte te arrancaría los ojos –responde Katja con una enorme sonrisa en su hermosa cara.

–No te atreverás –dice Danielis retando a la Tzimisce.

–Sí, sé que es una locura… –responde Katja asintiendo.

–Morirías después de hacerlo –asegura Danielis mirando fijamente a los ojos a la hechicera Tzimisce.

Lo estás pidiendo a gritos. –Dice Katja– Debemos retomar nuestra rivalidad de una forma civilizada. Dejemos pasar unas noches para pensar. Seguro que llegas a una conclusión sobre que puedes hacer por mí y mi amigo Gabriel el Primogénito Toreador de Jerusalén.

–Tú tienes la decisión. Puedes cambiar esto, esta misma noche. No entiendo porque alargarlo más –dice Danielis mirando fijamente a los ojos a Katja y señalándola con el dedo índice– Esto acabará esta noche o será el inicio de una guerra abierta donde ya no seremos rivales, si no enemigas. Tú decides.

–Me amenazas delante de mis amigos… delante de esta gente tan poderosa… –dice Katja señalando a los presentes.

–Piénsalo Katja –asevera Danielis muy centrada sin quitar ojo a la hechicera– Esta noche. No más allá.

–Deseo que me recompenses humillándote ante los presentes –dice finalmente Katja.

–Como te gusta hacerte la víctima –dice Danielis.

–Reconoce esta noche ante los aquí presentes lo que hiciste, aunque sea ante los más cercanos a mí y dejaré que me debas un favor –dice Katja orgullosa.

Danielis aparta bruscamente la cara y se va de la vera de Katja, evitando llegar a las manos y mordiéndose la lengua. Su bestia lucha por salir a pasear y pelearse con la Tzimisce a muerte, pero la Toreador la mantiene atada mientras se aparta del punto caliente de provocación.

Celine se topa con una encendida Danielis y se presenta ante ella. Ambas mujeres comienzan a hablar, destensonando la presión que aplastaba el alma de la Toreador. Parece que se entienden, a pesar de ser tan diferentes. Una Brujah sabe de mantener el control y Danielis ahora tiene más parecido a alguien del clan de Celine que a su propio clan.

 

Marcus, el Bárbaro, Anciano Capadocio
Marcus, Anciano Capadocio

Vinzenzo Giovanni camina decidido, distanciándose de sus compañeros para tener una conversación privada con el único anciano de clan, aquí presente.

El Capadocio llamado Marcus, es pálido como un cadáver. Esta fornido y es de altura superior a la media. Tiene rostro de guerrero bárbaro, barba recortada a estilo romano y nariz aquilina. Aparenta unos 30 años y viste con hábitos cristianos de la ciudad, seguro que para no suscitar una atención no deseada. No va vestido para la ocasión parece que le importa muy poco cumplir la etiqueta que se requiere.

A simple vista es apreciable que es alguien de otra era, a su paso rompe mobiliario sin la menor intención de hacerlo, o incluso sin pensar que hace nada malo. Jarrones, sillas, copas… se comporta claramente como un verdadero bárbaro.

Marcus ha viajado mucho como mortal y como vampiro. Es indisciplinado, testarudo y resuelto y así lo demuestra en sus conversaciones. Tiene poco respeto por los lugares sagrados. Ayudó a destruir el templo de Yahvé y aun no le han fulminado por ello. Ningún Dios va a interponerse en su camino.

No sabía si finalmente vendrías –dice Vinzenzo enseñando su mano desnuda y ofreciéndosela después a Marcus como muestra de amistad. El Anciano Capadocio le devuelve el saludo de forma ruda y brusca–  Tienes todo mi respeto. Somos del mismo clan y tú tienes mil años, sería absurdo negarlo.

–No podía perderme esta fiesta –dice Marcus satisfecho– aunque solo he venido a pasar el rato, no tengo ningún interés más allá de mi curiosidad ¿Qué hacemos aquí?

–Mi colega Gabriel, se postula como Primogénito del clan Toreador –explica el Giovanni–  y tras el vacío de poder dejado en el barrio cristiano, tras la muerte de Paliuro Rustucci, deseamos llenarlo debidamente. No necesariamente una sombra debe sustituirse por otra sombra ¿me explico? Pero nada de ceremonias, es algo meramente diplomático, para afianzar apoyos y medir rivalidades.

–Habrá que verlo… –dice Marcus incrédulo mirando a los presentes que charlan tranquilamente en varios corros esparcidos por toda la habitación. 

–Debes entender que ni yo ni mis compañeros queremos nada malo para ti, por haber trabajado con Paliuro. –Dice Vinzenzo.

–Por mi parte está todo bien, no te molestes –responde Marcus sin darle importancia– No me gustan mucho las ceremonias…

–No podrás negar nuestro poder de convocatoria –dice orgulloso Vinzenzo mientras mira a los presentes bebiendo de su copa.

–No, eso no –dice Marcus– ahora hay que ver que ofrece esa convocatoria. La verdad es que no me interesa la política, ya lo sabes, pero no quita que no desee estar informado de primera mano, y en persona.

–No me tomes por estúpido Marcus –dice Vinzenzo sonriendo– tienes mil años, no eres ajeno a lo que aquí sucede, si no, no hubieras venido.

–Respeta mi silencio, chiquillo –dice Marcus ligeramente irritado por su comentario mientras mira a los ojos al Giovanni.

Sin añadir nada más Vinzenzo le da dos palmadas amigables en la espalda, apura su copa y con un gesto en su frente se despide de su anciano.

Marcus aplasta su copa con la mano desnuda, mientras mira cómo se va Vinzenzo.

 

Bonifacio, Antiguo Brujah

Bonifacio, Antiguo Brujah

Celine se despide de Danielis, proponiéndola continuar la interesante conversación más tarde, y junto a Sven, se disponen a hablar con Bonifacio, el Antiguo Brujah, superior suyo en la ciudad de Jerusalén.

Propondrán una tregua entre Bonifacio y Azif, su enemigo musulmán, también Brujah.

Bonifacio, quien parece ser por sus vestimentas una autoridad eclesiástica, es un hombre pequeño de rostro delgado y negro cabello tonsurado. Parece estar al final de los cuarenta o principio de los cincuenta. Es delgado y aparenta buena salud, tal como debe ser un asceta monástico. Sus fuertes dedos están manchados de tinta, síntoma inequívoco de que escribe a menudo.

Es un cainita que se manifiesta con pasión siempre ha dejado claro que su misión es proteger a los peregrinos de Jerusalén. Dicen que realmente puede ser rudo y de genio vivo, fue un caballero hospitalario al fin y al cabo.

Se encuentra aquí después de organizar el Cónclave para velar por la paz en el barrio cristiano.

Ha declarado abiertamente ante los anfitriones, su apoyo a Pacifico, leal a su difunto Sire, ya que tenían intereses comunes. Pacifico trabaja aun de traductor en uno de sus hospitales. Bonifacio siempre lo ha agradecido y por eso le apoyará en su reivindicación como heredero de su Sire Paliuro.

Hoy aun se encuentra apenado por la caída del Santo Sepulcro, hace varias noches. Esto hace que su tono de melancolía sea detectable en sus palabras.

–Venimos a volver a hablar sobre la paz entre los Brujah de Jerusalén –dice Sven a Bonifacio sin saludar siquiera.

–Ya sabes mi opinión, Sven –dice Bonifacio mirando al vikingo mientras Celine se encuentra en un segundo plano como ausente– no es algo fácil. Azif nos odia y quiere expulsarnos de la ciudad y hacer pagar a todos los cristianos por la masacre de la primera cruzada, aquí en Jerusalén.

–Debemos evitar otro Cartago –dice Sven conociendo la historia de su clan, en la que su utopía se vio truncada por la ambición y la enemistad de los Ventrue. Sven mira a Celine por si ella pudiera aportar algo nuevo a la enquistada conversación, intentando demostrarla que no es un asunto sencillo.

–Solo seremos fuertes, si somos uno –dice Celine mirando a los ojos a Bonifacio. Es de suponer que ambos cainitas se conocen, ya que no ha habido presentación alguna, más bien cierta tensión inexplicable. La mujer no dice nada más.

Celine y Sven se van de la presencia de Bonifacio y le dejan pensando. El vikingo varego le asevera lo complicado de su misión y Celine mira hacia Danielis caminando hacia ella, mientras se despide de Sven sin hacerle mucho caso.

El vikingo, sin notar nada raro, se acerca donde sus compañeros por si le fueran a necesitar.

 

Abdullah Al -Sathaja,
El Manso, Seguidor de Set
Abdullah Al-Sathaja, El Manso, Seguidor de Set

Katja se dirige hacia Abdullah, junto al Lagarto, o como se presentó ante los anfitriones: Alá.

Abdullah Al-Sathaja, apodado el Manso, es un cainita con aspecto árabe. Se presenta como Seguidor de Set. Parece inofensivo de forma agradable, pero de algún extraño modo, no es exactamente alguien que podría ser olvidado, no es alguien corriente, ni alguien banal. Su forma de hablar y su compostura lo hacen especial. Le rodea un aire de tranquila competencia, parece que sabe de lo que habla.

El Seguidor de Set tiene un aire de tranquila competencia. Es alguien que medita cada pregunta. Es esclavo de Alá, el Lagarto, le entusiasma. Es alguien frio y calculador, parece que medita todo lo que ve.

El lagarto y el Manso están aquí por que apoyarán a los personajes como señores del barrio cristiano, aunque no se lo hayan pedido. Así se lo prometieron ante las cenizas de Paliuro, después de asesinarle juntos. Y aquí están para cumplir su palabra.

Me alegro de que estéis aquí –dice Katja saludando a ambos cainitas y dirigiéndose al Setita.

Espero que los presentes opinen como tu –dice Abdullah sondeando que son los únicos musulmanes del Cónclave, en el que todos son cristianos o simpatizantes.

–Mi historia pasada estuvo muy cercana a Set –dice Katja– en el pasado si mi Sire no me hubiera abrazado, ahora mismo sería una Seguidora de Set.

–Interesante –dice Abdullah pensativo.

–Tu Señor Alá, es un aliado honorable –dice Katja mirando al Malkavian que se encuentra bebiendo sangre y mirando al infinito, muy altivo y distante. Como si un Dios hubiera descendido de los cielos y decidido caminar entre los meros mortales, fuera del lugar entre los que no son como él.

–Ha llegado a mis oídos –dice Abdullah susurrando al oído de Katja– que Adam, el Capadocio asesinado, tenía una deuda con los Brujah para que lo defendieran, y al parecer no pudieron o no quisieron hacerlo, ya que murió de la forma más vil…

–Diabolizado por la chiquilla de la Nosferatu aquí presente, Hannah –dice Katja dolida mirando a la Nosferatu que se encuentra sola– es algo que me toca de lleno. Adam era un aliado de mi difunto chiquillo.

En ese momento tan tenso, Hannah mira a Katja y sus miradas se cruzan en una tensión palpable.

Katja se fija en Varsik, el Antiguo Ravnos y piensa en ir a hablar con él.


Magdalena Castelucci Borcellino,
Antigua Lasombra
Magdalena Castelucci Borcellino, Antigua Lasombra

Vinzenzo Giovanni eleva la cabeza y se dirige hacia Magdalena Castelucci, del clan Lasombra, enviada por el poderoso Príncipe de Venecia, Narses, conocido en medio mundo.

El Capadocio se acerca a la vampiresa y cuando pasa cerca de una de las enfermeras, de su bandeja con copas, coge dos rebosantes de Vitae, una con cada mano y se dirige con paso firme hacia la enigmática mujer.

Viste como corresponde a una acaudalada veneciana. Cabello oscuro cuidadosamente arreglado, vestiduras incrustadas con hebras de oro puro. Lleva una pieza de fino bordado y joyas del más exquisito detalle. Regia, solo seres inferiores besan su mano. Astuta Observadora. Seductora hábil.

–Me alegra ver a una hermana veneciana –dice Vinzenzo dándole una de las copas que porta con gracia.

La mujer se deja besar la mano, como dicta la etiqueta y altiva escucha al atractivo mercader.

–Como sabrás hay un vacío de poder en el barrio cristiano tras la muerte de Paliuro, miembro de tu clan –dice Vinzenzo– hay dos clanes que quieren reclamarlo. Vosotros los Lasombra y los Ventrue.

–Las facciones están formadas por personas y las personas solo son opciones –dice Magdalena con voz suave y tono misterioso.

–Entiendo que Narses quiera barrer para casa y hayas venido por el trozo de pastel que le corresponde –dice Vinzenzo tras beber Vitae y chuparse la sangre restante de los labios.

–Narses quiere tener presencia en Jerusalén y este es el momento adecuado para hacerlo, por eso estoy aquí –responde Magdalena– Valoro el honor, la fuerza, la belleza y la pureza. El caos y la deformidad solo sirven para arruinar el paisaje. Paliuro no era más que una sombra deforme del pasado, el caos latente.

–Cierto, Rustucci estaba de capa caída –añade Vinzenzo mirando a los ojos de Magdalena que bebe con gracia de su copa.

–Las malas hierbas hay que cortarlas –dice Magdalena– así que no me parece mal lo que le ha ocurrido. Tarde o temprano iba a suceder.

–¿Quieres apostar sobre quien se hará con el barrio cristiano? –pregunta Vinzenzo con tono irónico.

–Vengo de Venecia para liderar el barrio cristiano –dice Magdalena muy seria.

–Hay una tercera opción –dice Vinzenzo– mi grupo y yo no somos unos cualquiera. Tenemos contactos con Vástagos relevantes. Uno de nosotros pronto será aclamado como el Primogénito Toreador… somos una pieza clave en Jerusalén. Si apoyas al Primogénito Toreador esta noche, tú podrías salir beneficiada y acceder a una importante posición, como aliada nuestra. Somos los inminentes señores del barrio cristiano. Frente a los Ventrue, haremos una alianza de facciones y no podrán contra nosotros.

–¿Cerramos el trato? –pregunta Magdalena muy echada para adelante y mirando a los ojos de Vinzenzo.

–Deme un momento, debo consultarlo –dice Vinzenzo reculando sus palabras.

–Está bien –dice Magdalena bebiendo después de su copa.

–Un placer Magdalena –dice Vinzenzo besando de nuevo su mano y mirándola a los ojos. Mientras lo hace y ella sonríe satisfecha, como si supiera algo que el Giovanni desconoce.

El Capadocio Giovanni se acerca a Gabriel y le informa del acuerdo al que quiere llegar con Magdalena. Al Anciano Toreador le parece bien y le pide a Vinzenzo que se lo transmita a Magdalena, que así lo hace con un signo a distancia que la Lasombra comprende. Magdalena sonríe y bebe de su copa de sangre hasta dejarla completamente vacía, mientras cruza la mirada con Vinzenzo, que le corresponde hasta que la mujer la aparta.

 

Detalle del Brazo Artificial para Gabriel
Diplomacia Toreador

Gabriel, en solitario, se acerca de nuevo a Danielis de Patras que ahora también se encuentra sola, esperando que una enfermera le llene la copa de Vitae.

–Danielis –dice Gabriel haciendo una reverencia y besando la mano de la bella mujer.

–Gabriel –responde Danielis sonriendo– Los miembros del clan debemos estar en gracia, allá donde nos encontremos.

–Veo que habláis cortesmente –dice Gabriel mirando a los ojos a Danielis– venia a hablar sobre las diferencias entre tú y Katja. Debéis apartarlas definitivamente.

–Para ello la bruja de Katja quiere que me exponga a la humillación pública –dice Danielis con rabia– quiere echarme a los lobos.

–No debemos ser tan dramáticos. Lo importante es la conciliación y más cuando yo estoy entre ambos –dice Gabriel sonriendo a Danielis.

–¿Qué debería hacer Gabriel? Vos sois Anciano y habéis vivido mucho, dadme consejo –pide Danielis sinceramente.

–Katja lleva todo hasta las últimas consecuencias. –Dice Gabriel– pero no quiere tu pellejo. Entiendo vuestras diferencias y no es momento de acentuarlas. Pueden acabar en una guerra en la que ambas perderéis. Debéis colaborar, os guste o no, olvidar los rencores y ser aliadas del nuevo Primogénito Toreador de Jerusalén, yo.

–¿Ella lo sabe? –pregunta Danielis– no la veo muy colaborativa.

–Deberá acatarlo, debido a mi posición una vez salga de este Cónclave. –Asevera Gabriel

–¿Cuál es el objetivo del clan Toreador en Jerusalén? –pregunta Danielis a su superior.

–Construimos –responde Gabriel mirando fijamente a Danielis– antes edificaciones y templos, ahora leyes y política para unirnos y ser mejores. Hasta ahora no ha habido un liderazgo claro, pero conseguiré poder para el clan y para eso necesito ayuda.

–Estoy de acuerdo contigo Gabriel –dice Danielis– te apoyaré en tu ascenso si tu lo haces en el mío. Quiero posición en Jerusalén.

–Por supuesto. –Responde Gabriel– somos pocos y necesitamos posiciones de poder para que nos oigan bien y construir mejor.

–Mi disculpa pública a Katja y tú esta noche me conseguirás ascender a Ancillae de Jerusalén. –Negocia Danielis acercándose a la oreja de Gabriel y hablándole cada vez más bajo.

–Tenemos un trato –dice Gabriel manteniendo la mirada de Danielis– por tu apoyo al clan en la ciudad.

Danielis se acerca a Gabriel y lo besa apasionadamente. El Anciano, lejos de apartarse, se regocija en el beso y ambos exhiben su acuerdo durante un instante apasionado. Tras el beso, Gabriel alza la copa y ambos brindan mirándose a los ojos y sonriendo como dos niños jugando a un divertido juego.

 

Disculpas y proclamaciones

Gabriel se despide de Danielis y regresa a lado de Katja. Ambos hablan sobre su rival y las opciones que hay de que todo llegue a buen puerto entre ambas vampiresas.

Danielis y Katja pueden hacerse enemigas o solucionar sus problemas y ganar a la Toreador como apoyo. Gabriel quiere que Katja ceda un poco y no humille a su rival, no cree que sea oportuno.

–¿Hay otra alternativa? –pregunta Katja a Gabriel después de haber visto la exhibición de ambos dándose un morreo, que ha roto todos los protocolos de etiqueta.

–No. –Responde Gabriel aseverando en su respuesta.

En ese momento Danielis de Patras comienza a golpear una daga de plata contra su copa vacía, atrayendo con el tintineo a todos los presentes, que dejan de hablar y la prestan atención rápidamente.

La atractiva y altiva mujer toma la palabra dirigiéndose a todos los presentes y mirando ocasionalmente a Katja y a Gabriel.

–Quiero anunciar que en pro de la paz social de Jerusalén. Debo pedir disculpas por agraviar a Katja, la Tzimisce aquí presente –dice Danielis apuntado a Katja con su copa– No fue mi intención hacerte daño y espero, de corazón, que esto sea el inicio de una nueva era. –dice Danielis bajando la cabeza un par de segundos en muestra de sumisión ante una henchida y satisfecha Katja.

Ambas mujeres se miran a los ojos y finalmente Katja inclina la cabeza en señal de aprobación.

–Que este Cónclave sea la proclamación del Primogénito Toreador Gabriel. –Dice Katja aprovechando para nombrar la nueva posición de su compañero– Y sea esta la oportunidad de hermanamiento de los hijos de Caín, el inicio de una alianza duradera y una época de paz y prosperidad para Jerusalén.

–Por la prosperidad de Jerusalén y del Primogénito Toreador Gabriel –dice Vinzenzo elevando la copa y proponiendo un acertado brindis en el momento adecuado. La mayoría de los presentes elevan sus copas, brindan al aire y beben Vitae.

–Los Toreadores de Jerusalén, hemos dado momentos de grandeza a la ciudad, desde siempre –dice Gabriel sonriente– construyendo templos y haciendo única a Jerusalén. Es un honor ser el Primogénito del clan Toreador de la ciudad sagrada de Jerusalén. Desde hace dos mil años que lucho por hacer lo mejor para Jerusalén. Desde que solo era un asentamiento sobre unas colinas. Juro que haré que la ciudad prospere como se merece y siempre estaré a favor del entendimiento y la cordialidad… ¡POR JERUSALÉN!

Casi todos los presentes repiten sus últimas palabras y brindan al aire de nuevo. Ya es oficial, Gabriel es el Primogénito del clan Toreador en Jerusalén y no ha habido nadie que se haya opuesto abiertamente a su nombramiento.

Katja pensativa bebe de su copa y mira a Varsik, será el siguiente con el que intercambie unas palabras.

 

Leufruy de Provenza, Antiguo Ventrue
Leufruy de Provenza, Antiguo Ventrue

Tras el brindis  haber hablado con Katja, la hechicera le convence a Sven para acercarse al otro hombre de armas del Cónclave, Leufruy de Provenza, el Antiguo Ventrue, representante de los de su clan aquí y ahora, los Ventrue.

Leufruy es un cruzado francés de altura media pero muy musculado. Pelo rubio toscamente cortado y ojos azules. No se preocupa demasiado de las sutilezas de la apariencia. Viste como un guerrero tras la batalla, Tiene una presencia dominante.

Sven intenta charlar amigablemente con un hombre de armas como él, y el Ventrue le cuenta todo y mucho más.

Está aquí en nombre de su Sire y no dudará jamás de su palabra. Sirven a la más santa de las causas, la cruzada y eso complace a Dios. Y tiene algo claro: cualquier daño será justificado el día del juicio. Los que no comparten su convicción son herramientas para ser usadas o enemigos que deben destruirse.

Leufruy no cree tener ninguna obligación hacia los que niegan la verdad. Pero por sentido común deben ser explotados para asegurar la victoria. Se encuentra aquí para preparar alianzas contra el infiel para la cuarta sagrada Cruzada. Sus más de 600 años abalan sus palabras con hechos.

-¿El Cónclave está siendo de tu gusto? –pregunta Sven intentando destensar la situación, ya que Leufruy está tremendamente enfadado.

Leufruy no responde al vikingo Brujah y lo mira airado.

–Soy un varego… un aventurero –dice Sven– yo también he vivido mis aventuras…

–Eres un mercenario pagado al mejor postor –dice el Ventrue provocando a Sven– ¡no eres más que un infiel! –y el Ventrue lo mira de forma inquisitiva.

–¿Y tú a quien representas? –pregunta Sven al cruzado.

–A mi Sire el Anciano Lucius –dice Leufruy–  aunque en este Cónclave también represento a Vincelín de Marsella, Ancillae del clan.

–Has venido con el Capadocio ¿verdad? –dice Leufruy señalando a Vinzenzo con su copa– Adam, el difunto Capadocio, tenía una deuda con los Brujah de Jerusalén para su protección. Y es evidente que no habéis hecho bien vuestro trabajo. Azif debería pagar por su muerte. Los Capadocio deben saberlo. ¡Díselo tu, varego!

Sven asiente y pregunta al Ventrue por la cruzada.

–¿Y qué me dices sobre la cruzada? –pregunta Sven.

–Mi Sire organizó la primera cruzada –dice el Ventrue orgulloso– imagina lo preparado que estoy para la batalla que vendrá. Dios no permitirá que Jerusalén sea regida por paganos eternamente.

Escoltando unos suministros de Acre a Jerusalén fui bendecido con la visión de otra cruzada Santa que tomaría Jerusalén desde el sur después de haber conquistado Egipto. Toda la Tierra Santa volverá a ser nuestra.

–Disfrutemos de la fiesta –dice Sven aburrido de tanta palabrería y tenso por las provocaciones del Ventrue. Decide apartarse de su lado por lo que pudiera ocurrir. Mejor tener la fiesta en paz. Tras esto el vikingo deja al molesto Ventrue solo con su cruzada y sus aires de grandeza.

 

Varsik, Antiguo Ravnos
Varsik, Antiguo Ravnos

Katja se dirige hacia Varsik, en un momento en el que no está hablando con nadie. El Antiguo cainita es un comerciante de aspecto astuto de origen armenio, que desprende un carisma combinando una embriagadora modestia y una seductora confianza. Sus intensos ojos son brillantes y su atavío discreto para ser un Ravnos.

El Ravnos es elocuente, encantador y efusivo. Siempre le ha encantado las conversaciones sobre Matusalenes, reliquias sagradas y Antediluvianos y así lo demuestra en su charla con Katja. Las historias de Varsik extraen datos de los demás pero siempre ha sido difícil de adivinar las verdaderas motivaciones del viejo comerciante Ravnos.

Después de la conversación privada que tuvo con Vinzenzo, en la que aclararon que apoyaría a los anfitriones si no le trataban de involucrar en la muerte de Jeanette, ahora por parte de los anfitriones toca demostrar que lo van a cumplir, y Varsik cumplirá su parte del trato. Por ahora el Ravnos está expectante y así mira a Katja en todo momento.

Me alegra vernos en mejores circunstancias que la última vez –dice Katja a Varsik– es un placer que nos acompañes esta noche.

–El placer es mío hechicera –dice Varsik besando la mano de la Tzimisce–Sigo molesto con vos por haberte entrometido en la educación de mi chiquilla Yasmina. Pero no la culpo por su reacción. Por mi parte, todo ha vuelto a su cauce…

Comprendo su molestia y entiendo que estas aquí para colaborar en una causa noble –dice Katja mirando a Varsik a los ojos.

–Así es. –Responde Varsik– tengo ciertos negocios con Vinzenzo para construir un refugio a otro de vuestros compañeros, al hoy ausente, Aesir, el Tremere. Deseo colaborar por el bien de todos.

–Por mi parte es agua pasada. Deseo que nuestra nueva relación sea cordial y amigable –dice Varsik sonriendo.

–Debo confesarle que siento aprecio por su chiquilla Yasmina –confiesa Katja.

Varsik mira hacia arriba como si el nombre de su chiquilla le recordase algo, en la superficie.

–Es un buen punto de partida para nuestro futuro –responde Varsik.

–Hablando de buenas relaciones y para alimentar las nuestras… –dice Varsik cambiando elevando notablemente el tono– hay cierto rumor sobre un cazador que va tras la “vieja” Katja.

–Es algo a mi favor –dice Katja– este cazador busca a una Katja que ya no existe y yo, puedo conducirle donde me plazca. No deja de ser un arma de carne humana.

–Un arma de doble filo… y con fe –dice Varsik– La fe le da seguridad,  confianza en su Dios. Adoctrinado en una religión fanática, ​y como tal, se manifestará por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad. Tenga cuidado Katja, mucho cuidado. Le aconsejo que no haga nada al respecto, el tiempo juega a su favor, el morirá, vos no.

–Seria un último recurso –dice Katja– ciertamente no deja de ser mortal. Quizás acepte su consejo y deje que el tiempo sea su asesino sigiloso.

–Contad con mi apoyo –dice Varsik besando de nuevo la mano de Katja para despedirse– me alegra mucho el nuevo rumbo de nuestra relación.

–Juntos podemos ser aliados y no enemigos –dice Katja para despedirse mientras mira al Lagarto que se acerca a ella como quien camina sobre las aguas, a unos pasos su esclavo Abdullah silencioso y atento a todo lo que acontece, como una serpiente expectante.

 

Al-Hakim, Alá, el Lagarto,
El Loco, Malkavian
El Lagarto, Malkavian

Katja se encuentra frente al Malkavian Al-Hakim, el Lagarto, Alá, el Loco… múltiples son sus nombres pero todos responden ante una única figura. Tiene el porte y la dignidad de un califa con la postura imperial que le corresponde. Se viste con grandeza y elegancia. Su figura imponente presenta a alguien elevado que entra en la estancia.

Siempe con un tono claramente arrogante y megalómano. Al-Hakim ¡es el Dios Alá! Siempre espera obediencia o habrá castigo divino.

El y su esclavo el Seguidor de Set, Abdullah, solo están aquí para apoyar a los anfitriones, tal y como prometieron tras asesinar juntos a Paliuro Rustucci.

Claramente se encuentran fuera de lugar, su aspecto de musulmanes puede ser provocador ante la mayoría de cainitas cristianos. Las miradas sobre ellos son de incredulidad o de desprecio, depende de quien lo haga.

–Alá –dice Katja– agradezco tu apoyo. Hay cainitas importantes en este Conclave y no podía faltar vos.

–No todos los días un Dios baja ante los mortales –dice Al-Hakim muy digno– pero de vez en cuando, debo dejarme ver para inspirarles.

–Últimamente tu presencia no es algo infrecuente –dice Katja haciendo una reverencia hacia el Malkavian– desde luego tu presencia hace que simples pones se postulen como piezas más importantes en Jerusalén.

–Sin mi presencia no seriáis nada –dice Al-Hakim altivo.

–No le quitó razón –dice Katja pensando que sin su iniciativa de atacar a Paliuro y su petición de ayuda al grupo, jamás habrían decidido atacar al Antiguo Lasombra, no lo hubieran matado y por supuesto no estarían ahora aquí, postulándose para señores del barro cristiano. Así que en cierto modo Al-Hakim, Alá como le gusta que le llamen, ha sido la chispa de locura que ha ocasionado el caos que los ha conducido a esta situación tan propicia para ella y su grupo.

–Espero contar con su apoyo y su inspiración más adelante –dice Katja– ojala otras facciones vieran las cosas tan claras como lo hacéis vos… Dios Alá. Es paradójico que se llegue a la paz y la prosperidad gracias al Dios Alá, aquí en Jerusalén, Tierra Santa.

–Que así sea –dice Alá mientras se da la vuelta y camina altivo por la estancia buscando alguien más que le adule, seguido de cerca de Abdullah que mira a Katja sonriente y satisfecho.

 

Hannah, Nosferatu
Hannah, Nosferatu

Vinzenzo se acerca a Katja con dos copas de sangre, una en cada mano, le da una y mira hacia Hannah la Nosferatu que aislada del resto parece la más incomoda del Cónclave.

La Tzimisce se encuentra pensativa, ahora que ha deducido que el Malkavian puede ser la pieza discordante e inesperada que haga que este Cónclave también llegue a buen puerto.

No debemos olvidar que Hannah ha aparecido sin invitación y la relación con Katja y los suyos fue más que tensa, la última vez que se vieron, donde Hannah, caminaba, figuradamente, hacia el cadalso.

Katja y Vinzenzo deciden acercarse a hablar con la deforme Nosferatu.

La columna de Hannah está gravemente deformada. Haciéndole imposible permanecer erguida. Tiene rasgos nórdicos en una cara deforme. Se viste modestamente para poder mezclarse con los habitantes de Jerusalén y de esta guisa llama la tensión en el Cónclave, produciendo miradas de asco entre algunos asistentes, sobre todo las de Danielis y Magdalena.  

Extraña entre los Nosferatu, Hannah no forma parte de la comunidad de Hinnom y solía vagabundear por Jerusalén sin rumbo fijo. Al fin, sin que nadie la reclame, regresa a la sociedad cainita que la había apartado.

Vinzenzo siente pena al verla, recordando que unas noches atrás, la hacía directamente responsable del asesinato caníbal de Adam, el Capadocio al que el Giovanni investigaba al llegar a Jerusalén.

No se puede negar que una neonata ilegalmente abrazada por Hannah fue la que diabolizó a Adam. Pero ahora hay una nueva oportunidad de abordar los hechos y de que se explique.

Vinzenzo se presenta formalmente ante la Nosferatu con nombre, apellido, lugar de procedencia y clan.

–Vinzenzo Giovanni de Venecia, del clan Capadocio –dice Vinzenzo ante la Nosferatu, que en silencio no es capaz de mirar a los ojos a ninguno de los dos presentes. La tensión y la culpa se palpan en el ambiente.

–He sido liberada del valle de Hinnom por Kothar –dice Hannah cabizbaja– ya he pagado mi condena con las cadenas de un vinculo de sangre que jamás podré romper.

–Presentándote aquí tienes más valor de lo que pensaba –dice Katja– y más sabiendo que yo te hubiera dado un castigo más definitivo.

–Kothar ha sido quien me ha castigado, ¡el Profeta en persona! –dice Hannah exaltada e impotente.

–Abrazaste a los ghoules de mi chiquillo y los hiciste Nosferatu sin nuestro permiso –acusa Katja a la Nosferatu.

–Ahora son hermanos Nosferatu –dice Hannah– tienen una nueva familia y han sido acogidos y protegidos por Kothar y los leprosos de Hinnom.

–El vinculo que les ata a mi me coarta a ser más agresiva contigo –dice Katja mientras Vinzenzo las mira atentamente– os salva que los estáis tratando bien…

–No soy de Hinnom, nunca lo fui –dice Hannah– no me metas en el mismo saco que a los leprosos del valle. Este es mi hogar, la ciudad de Jerusalén, sus calles, sus agujeros, sus cloacas. Por eso he vuelto. No quiero problemas.

–Respeto a Kothar. No así a sus métodos –dice Katja.

Vinzenzo mira apenado a la herida Nosferatu.

–Por tu culpa murió Adam, aliado de mi chiquillo –dice Katja metiendo el dedo en la llaga.

–¡Ya he pagado mi error! –dice Hannah con lagrimas de sangre en sus ojos– La asesina de tu hermano de clan fue ajusticiada y asesinada por Kothar –dice la Nosferatu mirando a Vinzenzo– ¡No soy  es culpable más que de desear el bien de mi desdeñado clan! ¡Nadie nos tiene en cuenta nunca! Solo quería ampliar la familia para ser más respetados…

–¿Esa es tu forma de prosperar? –pregunta Katja– ¿abrazando indiscriminadamente a ghoules propiedad de otros cainitas?

–¡No eran propiedad de nadie, eran huérfanos! –se defiende Hannah exaltada.

–¡Katja! … ¡ya! –dice Vinzenzo alzando la voz y mirando a su compañera para que deje de acusar a la Nosferatu.

–¡Espero por tu bien que nuestros caminos no se crucen! –Amenaza Katja a la Nosferatu antes de irse repentinamente dejando al Giovanni y a la abatida niña deforme en una tremenda tensión.

–Vine a investigar la muerte de Adam –dice Vinzenzo con el corazón en la mano– no te negaré que busque como vengarme de ti y sacar provecho de ello, pero decidí, por consejos cercanos, no hacer nada. Pensaba lo mismo hasta que he escuchado que la pasión por tu clan, que fue la causante de tus tremendas e impopulares acciones. Y me he sentido identificado. A mí me ocurre igual, soy de una familia veneciana que ha sido abrazada Capadocio y digamos que somos más ambiciosos que nuestros primos mayores…

–Puedo ser alguien en la familia Giovanni, pero no soy nadie aun en el clan Capadocio –dice Vinzenzo captando la atención de la Nosferatu– y entiendo y respeto tu ambición por hacer grande a tu clan.

–Te perdono Hannah –dice Vinzenzo mirando a los ojos a la deforme y encorvada niña, ahora atónita y desarmada ante las palabras del Capadocio– Nuestras puertas están abiertas para lo que desees.

Ambos cainitas se miran y Vinzenzo abre sus brazos ofreciendo su regazo. La Nosferatu, temblorosa se acerca tímidamente y ambos se funden en un emotivo abrazo, mientras Hannah llora desconsoladamente manchando de lágrimas de sangre los caros ropajes del Capadocio veneciano.

Nadie es ajeno a esta emotiva escena y pocos son testigos de la mirada de asco de Magdalena que está cercana a la arcada.

La mayoría de los presentes agradecen algo tan bonito entre cainitas, cuando lo normal en otros Cónclaves, hubiera sido una decapitación o un empalamiento seguido de un castigo de Vínculo de sangre u otros actos violentos.

Vinzenzo rompe las reglas de la sociedad cainita, de forma evidente y transgresora. Otra que no está nada conforme con lo ocurrido es Katja que coincide con su rival Danielis, ya que ambas miran la escena con una desagradable mueca de incomprensión.


Pacifico Grillati, Lasombra

Gabriel, acompañado por Sven y Katja, decide ir a hablar con el otro gran rival por el control del barrio cristiano.

El astuto Pacifico Grillati es un digno Lasombra, clásico en su estilo romano,  a sus dos siglos de edad se suma su aire de esplendoroso cortesano y su fe en la iglesia es algo que lo acompaña, aunque no sea un poder evidente que incomode a los presentes.

Tras las presentaciones toma la palabra el Anciano Toreador:

Gracias por venir Pacifico –dice Gabriel– Bonifacio nos ha hablado muy bien de ti…

–Soy el chiquillo de Paliuro Rustucci –dice Pacifico interrumpiendo a Gabriel– heredero de mi Sire, y ahora futuro Señor del barrio cristiano.

Es una lástima lo ocurrido en el Santo Sepulcro –dice Katja– la verdad sobre tu Sire es que no ejercía de señor del barrio

–¡Eso no es verdad!  –dice Pacifico– Mi Sire es un héroe, defendió el Santo Sepulcro hace cien años, durante la primera cruzada y es uno de los pocos cainitas presentes de aquella época. ¡Aguantando incluso cuando los musulmanes tomaron el control!

–No tenía ningún tipo de autoridad en el dominio fuera de área del Santo Sepulcro. –Dice Katja– Te guste o no, ya no era alguien importante. Su tiempo ya pasó y el tuyo también.

–Vengo de una familia poderosa de Roma, siendo humano comandé una turba con antorchas con la que destruí a un Gangrel enemigo de mi Sire Paliuro. –Dice Pacifico muy encendido– Soy un sicario convertido en emisario Lasombra. Antes de la conquista de Saladino, la ciudad fue de mi Sire y yo siempre he sido su mano derecha. Ahora soy traductor en el hospital, con el permiso de su dueño Bonifacio. Mi red de información entre los peregrinos me mantiene informado...

–No necesito que una Tzimisce extranjera venga a decirme que mi tiempo ya ha pasado, cuando llevo dos siglos preparándome para esto –Dice Pacifico enervado después de haber expuesto todas sus cartas.  

–Sí, no vamos a negar que habéis sido importantes para Jerusalén –dice Gabriel– Yo viví en Jerusalén hace dos mil años y he estado en un segundo plano hasta ahora. Este es el momento de hacerme cabeza visible.

–Supongo que tendré algo que decir al respecto ¿no? –dice Pacifico enfadado.

–Es para mí un honor presentarme al puesto de Señor del barrio cristiano –dice Gabriel– respetaré el nombre de tu difunto Sire y de Bonifacio. Deseo contar con tu ayuda para cumplir el sueño de hacer grande a Jerusalén.

–No tienes los apoyos suficientes para hacerlo –dice Pacifico mirando a los presentes.

–Deseo mantener un trato cordial contigo, Pacifico –dice Gabriel– debes aceptar que ya no tienes nada bajo tu control.

–Eso es lo que tú crees sin saber nada de mi –dice Pacifico señalando a Gabriel con inquina.

–Si gano, tendrás una oportunidad de subirte a mi carro –dice Gabriel dando  una salida digna a su rival.

Pacifico mira con rabia e impotencia a Gabriel y se da media vuelta saliendo de la vista del Toreador y los suyos.

 

Alexandrus, Gangrel contacto de Sven
Media noche

Danielis de Patras y Celine han desaparecido de la reunión, lo han hecho mientras Alexandrus, el bestial Gangrel, protegía su intimidad. Cuando regresan al de un tiempo,  parecen satisfechas con su “encuentro secreto” y lo hacen cada una por su lado, disimulando.

Los cuatro anfitriones se reúnen y comparten sus encuentros, dando a todos ellos una visión un poco más real de las opiniones de los presentes. El único punto de vista que no tienen claro aun, aunque suponen cual será, es el de la facción de los Ventrue. Gabriel propone hablar con ellos del tema y Vinzenzo y Katja deciden ir ellos dos solos, dejando al candidato al margen para que los Ventrue sean más sinceros con sus argumentos.

Katja y Vinzenzo se presentan a Leufruy de Provenza y este hace lo propio con ellos. Tras una tensión inicial Vinzenzo decide romper el hielo:

–Tenemos clara cual es vuestra postura, el clan Ventrue desea ocupar el hueco que Rustucci ha dejado –dice el Giovanni– pero eso no va a suceder. Gabriel va a ser el nuevo señor. Si podemos proponeros una alianza para formar parte del gobierno.

–Habrá que ver cuántos apoyos tenéis –puntualiza el Ventrue.

–La enemistad Ventrue no es nada bueno para nadie, para nosotros, pero tampoco para vosotros. –Dice Katja– supongo que vuestro Señor no quiere tener enemigos. Por eso debéis negociar con nosotros. No podéis  gobernar en solitario, no tenéis los suficientes apoyos, lo sabéis. Os ofrecemos un trato de alianza para compartir el gobierno del barrio cristiano. Un hermanamiento de clanes. Algo que deberíais coger sin pensar.

–No necesitamos nada de eso –dice Leufruy con desprecio– nuestro clan ha sido elegido por Dios para reinar y una extranjera pagana diabolista del clan de los Demonios no va a decirnos cómo hacerlo.

–Mi clan es ajeno a mi destino en Jerusalén –responde Katja– Soy extranjera, sí, pero la posición no tiene patria. Me da igual quien tenga delante, yo haré lo que tenga que hacer. Conseguir poder e influencia en Jerusalén no tiene que ver con el clan o la procedencia, si no con los apoyos y el respeto, y creo que nosotros, empezamos a tener ambos.

–No necesito escuchar nada más… –dice el cruzado decepcionado.

–No tenéis más alternativas –replica Katja.

Y en ese instante, Magdalena llama la atención de todos los presentes.

 

El momento de la verdad

Magdalena, a Lasombra veneciana, pide la atención de todos y dice:

–Es evidente porque estamos aquí. Los anfitriones desean saber si apoyamos su candidatura para ser Señores del barrio cristiano, ¿verdad? –pregunta Magdalena mirando a Gabriel.

El Toreador asiente y da un paso al frente, desmarcándose de sus compañeros.

–Sugiero materializar el apoyo –continua Magdalena– y si no sale ver si hay otras alternativas… –mira esta vez a Pacifico, pero con cierto desdén, que no cae en saco roto.

Parece que ha llegado el final de esta velada… –dice Gabriel acariciándose la mano de metal.

Varsik coge un tablero de Shatranj* y sus piezas blancas y negras, lo coloca sobre una mesa vacía, agrupando sus piezas en dos bandos, divididas en colores.

(*Shatranj o shatranji es el nombre de una forma antigua del ajedrez, a partir del cual el ajedrez moderno se ha desarrollado gradualmente. El juego llegó a Persia a partir del juego indio del chaturanga alrededor del siglo VI d. C. El nombre persa del juego era Chatrang. Después de que el juego se extendiera a lo largo del mundo islámico, su nombre cambió por el de Shatranj. Las reglas y los nombres de las piezas se mantuvieron tales y como eran en Persia. El juego fue muy popular durante casi 1000 años, pero después fue siendo reemplazado gradualmente por el ajedrez moderno, cambiando los elefantes por los alfiles. Originariamente lo jugaban los príncipes en Persia para aprender estrategia militar, para cuando fueran reyes poderla aplicar a la vida real, con piezas de carne y hueso.)

–Creo que esto podría valer…–dice Varsik mientras todos los presentes se empiezan a acercar a la mesa, rodeándola. Dieciséis cainitas de lo más variado alrededor de una mesa con un tablero y fichas blancas y negras. Mirándose a las caras y sabiendo que ha llegado el momento de la verdad.

Pacifico sugiere dar presencia a los ausentes, si tienen alguien que les mueva la ficha. Los presentes asienten estando de acuerdo. Supondrá que los que no están pueden ser decisivos para que los anfitriones no salgan elegidos y así poder tener más oportunidades él mismo.

–Peón rey –dice Katja mirando a Pacifico.

–Deberíamos votar por los que no están, son poderes que no llevaran bien que no se cuente con ellos, y sería estúpido ignorarlos, puedes ignorar el mar o la lava, pero están ahí y te ahogarán o te calcinarán aunque desees con toda tu alma que no lo hagan y tengas los apoyos para que no suceda. –Explica Pacifico en voz alta, seguramente pensando que los Ventrue son clave para oponerse al ascenso de los anfitriones.

Todos asienten. Excepto Celine que no está de acuerdo

–Si no están, es que no le han dado importancia a venir y dejar lo que tuvieran entre manos y deberían acatar a los que sí que hemos dejado todo para venir… –expone la Brujah con cierta razón.

Pero nadie la secunda, ni siquiera Bonifacio, de su propio clan, que aparta la cara de Celine, que pedía su apoyo con su mirada. O su chiquillo Sven que no dice nada.

–Dos piezas, antiguo, anciano o Dios y una los demás sugiere el Lagarto.

Hay mayoría en este punto también.

–Solo será un nombramiento oficial si el apoyo total es más de la mitad de los votos –dice Bonifacio.

En ese momento Vinzenzo hace un gesto a Bonifacio para que se acuerde de que les debe un favor de vida y sea ahora cuando pague con su apoyo. El Brujah baja la cabeza.

–Todos los presentes deberemos respetar lo que aquí se decida, nos guste o no –puntualiza Celine.

–Estoy de acuerdo –dice Gabriel que mira a todos los cainitas que asienten.

–¡No me parece bien! Este sistema no es serio –protesta Leufruy de Provenza.

–¿Tienes algo mejor? Porque si no es así puedes marcharte y dejarlo en nuestras manos –asegura Danielis encarándose ante el Ventrue.

–Todos queremos ver cuál es la situación del barrio cristiano tras la muerte de Paliuro. –Dice Varsik– Fue un apoyo importante en la política cainita y debemos dejar esto zanjado cuanto antes para que los enemigos no aprovechen este vacío…

–Si hay una facción rival más poderosa nos verá como débiles, ya que estamos divididos. –Dice Katja– Todos perderemos si no tomamos una opción que sea lo mejor para todos.

–Yo soy el legítimo heredero de mi Sire –exige Pacifico– no debería haber discusión sobre mi posición…

–El Gran Narses de Venecia cuestionaba el liderazgo de tu Sire el Padre Paliuro y cuestionará también el tuyo. –Dice Magdalena reavivando heridas de su clan Estoy aquí para que haya otras opciones, por ejemplo Yo.

Marcus escupe sangre al suelo y atrae las miradas: –¿Votamos ya?

–Bien, zanjemos esto cuanto antes. –Dice Bonifacio mirando al tablero.

–¿Alguna aportación más al sistema que emplearemos? –pregunta Magdalena mirando al tablero de cuadros blancos y negros situado en el centro de la mesa vacía. A un lado del tablero el grupo de fichas negras y al otro las blancas.

–La mayoría simple será acatada por todos los presentes y ausentes representados. –Concluye Magdalena.

 

Caballos de Shatranj
Apoyos

Magdalena mira a Gabriel y le dice: –Como anfitrión deberías elegir color.

Gabriel coge dos piezas negras, un peón y un rey y las pone encima del tablero de Shatranj, hasta ahora vacío. (Negras 2 - Blancas 0) 

Leufruy de Provenza es el siguiente en elegir bando. Mira a los ojos a Gabriel y con una sola mano selecciona cinco piezas blancas, un rey, dos elefantes y dos caballos.

–Por mi Señor Lucius Tiberius Rufus, Anciano Ventrue, por mi, Antiguo Ventrue y por Vincelin de Marsella, Ancillae Ventrue.

Y pone las cinco piezas frente a las dos que ha colocado Gabriel. (Negras 2 - Blancas 5)

Vinzenzo Giovanni coge una torre negra la deja sobre el tablero y dice:

–Voto por Gabriel. (Negras 3 - Blancas 5)  

Pacifico, claramente afectado y nervioso, coge la torre blanca y la pone de forma enérgica a lado del grupo de piezas blancas, que doblan el número con respecto a las negras. (Negras 3 - Blancas 6)  

Celine coge un caballo negro, Sven a su lado, coge otra pieza igual y Alexandrus un elefante negro y los tres la ponen en ese mismo orden, junto a las negras, equilibrando la balanza. (Negras 6 - Blancas 6)  

Marcus mira a Vinzenzo y sonriendo socarronamente coge las dos primeras piezas blancas que pilla, dos peones, y las deja caer cerca del grupo de las de su color, quedando estas tumbadas. Esto ha sido un golpe bajo para el Giovanni que pensaba que el Anciano de su clan iba a apoyarles, de esta forma reivindica su autarca barbarie. Las piezas blancas se distancian de las negras. (Negras 6 - Blancas 8)  

Alá, el Lagarto, se acerca al tablero, y Abdullah a su lado, justo tras él. El Malkavian, muy altivo coge dos piezas negras, un elefante y una torre, y las sitúa junto al grupo de piezas del mismo color. La mayoría de los presentes saben que solo le correspondería una sola pieza, ya que no es Antiguo, ni Anciano, pero según él mismo, es un Dios, por eso ha puesto dos. Sin embargo Abdullah ha esperado que Alá se dé la vuelta y no mira al tablero, para poner la pieza de peón negra que ha cogido por él y ponerla justo al lado de las que ha puesto Alá, con un movimiento muy claro y cristalino coge la torre negra que había puesto Alá, la muestra rápidamente a los presentes y la vuelve a dejar donde el grupo de piezas negras originales. Anulando así uno de los votos de su señor y devolviendo la legalidad a la votación, de una forma sibilina, que Alá no se ha percatado. Muchos de los presentes no saben que ha sucedido exactamente pero rápidamente los susurros de los que sí, se lo cuentan para que todos los presentes menos el megalómano Malkavian, sepan que ha sucedido. (Negras 8 - Blancas 8)

La balanza vuelve a estar equilibrada, la emoción está servida. De momento podría salir cualquier cosa, está muy reñido e igualado.

Hannah mira a los ojos a Katja y con un gran odio, recordando lo mal que la Tzimisce se ha portado con ella hace un rato, en este mismo Cónclave.

Coge un peón blanco y despacio y sin apartar la mirada de Katja lo pone junto a las blancas, las contrarias a los anfitriones. La Tzimisce se toma esto como una declaración pública de su enemistad, esto no quedará así. (Negras 8 - Blancas 9)

Este último voto de la Nosferatu herida, ha a desequilibrado ligeramente la balanza en contra de Gabriel.

Danielis de Patras mira a Gabriel a los ojos, sonríe y se acerca a las piezas negras, justo antes de cogerlas, mira a Katja y coge una torre negra y la pone junto al rey negro, una de las piezas que puso Gabriel. Después, la Toreador se acerca a Gabriel y le coge del brazo, situándose a su lado como su consorte. Se vuelve a empatar manteniendo la emoción. (Negras 9 - Blancas 9)

El voto de la Toreador vuelve a equilibrar las cosas entre ambos bandos.

Bonifacio apenado, mira a Vinzenzo y a Gabriel y cogiendo dos peones blancos los pone con cierta dificultad, junto a las piezas de su color, sobre el tablero y dice en bajo pero audible:

–Lo siento, es lo justo –susurra Bonifacio mientras Vinzenzo se siente decepcionado, ya que el Antiguo Brujah no ha pagado su favor de vida cuando se lo ha reclamado, y los ha dejado descubiertos en el peor de los momentos. Nadie dijo que un favor deba devolverse rompiendo los principios del deudor. (Negras 9 - Blancas 11)

Solo quedan tres cainitas por votar, de momento cualquiera de los colores podría ganar. Los nervios a flor de piel ante los presentes, que emocionados asisten a una batalla psicológica a la altura cualquier sangrienta lucha cuerpo a cuerpo.

Katja se percata de que la reina negra aun no ha sido utilizada y no duda en cogerla, ponerla a lado del rey que puso Gabriel y decirlo: –la reina negra, a lado del rey negro. (Negras 10 - Blancas 11)

Magdalena se acerca a las piezas y coge dos blancas, la reina y la torre. Y mirando fríamente a Vinzenzo las pone junto a las blancas, votando lo contrario de lo que había pactado con el Giovanni. El Capadocio piensa que si ganan ellos, ha desaprovechado una oportunidad de oro para conseguir posición. (Negras 10 - Blancas 13)

Katja se apresura a coger un peón negro por su compañero Tremere ausente, lo levanta y dice antes de colocarlo: –Negra de Aesir. (Negras 11 - Blancas 13)

Solo queda Varsik de votar y las piezas blancas ganan 13 a 11. De momento la mayoría no desea que Gabriel sea señor del barrio cristiano.  Sin embargo el empate está en la mano de Varisk, que lo sabe y mira a los ojos de Gabriel cogiendo dos peones negros y empatando la votación, 13 a 13. (Negras 13 - Blancas 13)

El propio Varsik justo tras poner las piezas levanta la mano y se la mete en la boca, produciendo un sonoro silbido que deja a todos anonadados preguntándose ¿qué hace el Ravnos?

Instantes después, un golpe abre una puerta del lugar y aparece Yasmina, la chiquilla de Varsik, que se acerca a su Sire mientras todas las miradas se clavan en ella, unas la desean la muerte y otras la aman a más no poder. El voto decisivo acaba de entrar por la puerta y nadie se lo esperaba.

Varsik le susurra algo al oído de la pequeña, que asustada no entiende nada. Mira las piezas del tablero y acerca la mano a los seis peones que quedan huérfanos.

Dubitativa coge un peón blanco y lo levanta, en ese momento se para el tiempo, ya que Varsik cambia la cara abriendo los ojos mucho y no creyéndose lo que su chiquilla va a hacer: ¡lo contrario de lo que le ha pedido! Varsik piensa que si lo hace, no sale con vida de aquí…

Yasmina mira a Varsik, que con sus ojos le dice que no se le ocurra por nada del mundo hacer lo que está pensando. Este sería el momento para devolverle todas sus palizas, pero el vínculo de sangre es algo que no suele dejar decidir y Varsik sigue siendo el Sire de Yasmina, ese que le dio la vida eterna, le guste o no.

La chiquilla Ravnos hace un movimiento en falso y la pieza blanca que tiene en la mano, y daría como perdedor a Gabriel, se le cae hacia el tablero, pero la pequeña Ravnos es muy rápida y la coge antes de que caiga donde las demás. La devuelve donde la cogió, decepcionando a los rivales de Gabriel. Coge un peón negro y despacio lo sitúa junto a las piezas negras, devolviendo la sonrisa a su Sire y el aliento al grupo de cainitas que apoyan a Gabriel, que estaban paralizados como estatuas de sal.

El tablero de Shatranj, con los dos grupos de fichas enfrentados, ha quedado en 14 piezas negras frente a 13 piezas blancas. Esto hace que Gabriel sea el nuevo señor del barrio cristiano. (Negras 14 - Blancas 13)

 

Nombramientos

Varsik se acerca rápidamente a Gabriel y le susurra al oído:

–Nómbrame ahora mismo, Primogénito Ravnos de la ciudad, creo que me lo debes.

–Creo que estamos todos de acuerdo –dice Gabriel mientras hay miradas de odio y de aprobación, casi a partes iguales– soy el nuevo señor del barrio cristiano. Debéis saber que no guardo rencor a ninguno de los presentes que ha votado en mi contra. Vamos a llevarnos bien y a trabajar por este barrio.

–Ahora voy a nombrar algunos ascensos –dice Gabriel viendo las caras de decepción de sus detractores y las de orgullo de sus apoyos.

–Nombro Primogénito Ravnos a Varsik –dice Gabriel dando la mano al Ravnos que muy contento sonríe situándose a lado de Gabriel.

Danielis besa a Gabriel en la mejilla y el Toreador, el recién nombrado Señor del barrio cristiano continúa hablando:

–Nombro Ancillae a Danielis de Patras, del clan Toreador. Mientras Danielis solo tiene ojos para Katja, que se da cuenta de que su rival se le ha metido hasta la cocina de su refugio, una vez más…

Y continua, justo después de que Vinzenzo le recuerde al oído a Gabriel que él iba a ser nombrado Representante del clan Capadocio, y debería ser nombrado Antiguo para compensar la posición, ya que sería más elevada de la que virtualmente tiene ahora. Gabriel asiente y continúa:

–Nombro Antiguo a Vinzenzo Giovanni, del clan Capadocio –dice Gabriel mientras Vinzenzo mira a Marcus, que pasa del veneciano.

–Nombro Ancillae a: Sven del clan Brujah, a Katja del clan Tzimisce y a Aesir del clan Tremere.

Tras los nombramientos, los que apoyaban a Gabriel aplauden y los que no comienzan a retirarse, algunos dando la enhorabuena al Toreador y otros ni mirándole a la cara.

–Quiero agradecer vuestra asistencia y apoyo a los que lo habéis hecho –dice Gabriel para despedirse de los presentes.

Todos van abandonado el lugar, primero los que no han apoyado a Gabriel y después los que sí lo han hecho, estos últimos no dudan en acercarse al Toreador y los suyos,  para compartir su triunfo.

–Danielis, el diario es tuyo –le dice Katja al oído a Danielis, que aun sigue colgada del brazo del nuevo señor del barrio cristiano. Gabriel también lo oye y la Toreador sonríe sin mirar a Katja.

Alá se va del Cónclave poniendo la guinda, diciendo en voz alta para todos los presentes:

–Me voy contento de este Cónclave ya que sin mi apoyo, Gabriel no hubiera sido Señor del barrio cristiano –dice el Malkavian retirándose junto con su esclavo Abdullah.

Lo que no ha pensado Alá es que todos los votos han sido igual de decisivos, ya que solo han ganado por uno, si cualquiera no hubiera votado por Gabriel, no lo habría conseguido. Pero parece no importarle demasiado, ya que Alá se va muy henchido y satisfecho.

El grupo de anfitriones celebra su triunfo y ahora todos ellos tienen posición. Han dado el siguiente paso para ser alguien en la ciudad eterna de Jerusalén.