CAPITULO 1: Afikomen, consecuencias




En Canaán, que también fue conocida como la tierra de Israel, en la primavera del año 1192 para los cristianos, los musulmanes rezaban públicamente pero con una sensación de inquietud.
Los judíos, para quienes la primavera coincidía con la celebración de la Pascua, llamaban al año 4952. Entonces rezaban, también, en secreto y con no menos nerviosismo.

Musulmanes y judíos eran ambos pueblos cuyas familias habían sufrido y sobrevivido a las injusticias y crueldades de tres Cruzadas. Sabían, tanto hombres como mujeres, que esa breve tregua en la guerra no duraría.

Hamid al-Faisir, lider musulmán
Días próximos a la Pascua de 1192, Hamid al-Faisir, líder de la comunidad Musulmana toma la iniciativa para forjar una alianza de las 3 facciones. Cristianos, judíos y musulmanes.
Ales Arista es invitado a esta alianza como líder de la facción Cristiana de Jerusalén.
La alianza se forjará la noche de pascua, el Seder Judío, en la casa de Meyer ben Joseph, líder de la comunidad Judía de Jerusalén.

Las familias de los líderes de las 3 facciones se reunieron juntas a cenar en el Seder. Los Arista invitaron a parte de sus allegados de confianza en Jerusalén. 
Albert Gutemberg el peregrino ayudó a estrechar lazos entre las facciones al igual que ha crear puetes para la alianza.
Yrian el gato se encargaba de una labor de mensajero y guia en Jerusarén y Ales le peagaba bien por este cometido.
Los tres hermanos Arista trabajaron para unificar primeramente a la facción cristiana, que ya de por si estaba quebrada.


El Seder
Meyer ben Joseph, lider judío
Ya en la cena del Seder en cada de Meyer, la jornada fue tranquila pero marcada por la repentina aparición de un extraño al que por tradición tuvieron que acoger a la cena. El misterioso y silencioso forastero afirmo seguir la Vía Humanitatis y no probó bocado aquella noche. 

Débora, la hija mayor de Meyer, según marca la tradición salió a buscar el Afikomen (Consecuencias), un pan ácido que debía recoger de un lugar escondido del jardín. 

Se demoró en su regreso inquietando a su madre y lo hizo porque había ido a alimentar al criado del extraño invitado.El Forastero se marchó igual de misteriosamente que había llegado, sin dar bocado alguno, ni entablar ninguna conversación.

Yrian no entró a la cena y Rosa la mujer de Meyer lo alimentó y regaló las sobras para que las repartiera entre los más necesitados de su entorno.




El Extraño

La Buenaventura
Unos meses después gracias al contacto que mantubo Albert con Meyer, se enteraron que Débora la hija del líder judío estaba embarazada y haciendo cálculos la criatura fue concebida aproximadamente la noche de la cena de Pascua.

Débora, hija de Rosa y Meyer ben Joseph, embarazada de a penas un mes y 8 días y su barriga estaba como si estuviera ya de 9 meses. Débora nunca volvió a hablar de los dos hombres ni del hijo del sirviente, concebido aquella Pascua durante su tiempo de sangrar y crecido en su vientre. Se volvió cada vez más y más sombría. Cada vez que pasaba por delante de un espejo, éste se cubría de gotitas de sangre, y era avergonzada ante su padre, el hombre que quedaba de su familia. Pronto dejó de obedecerlo a él o a cualquier hombre. Como si deseara morir en el alumbramiento, horneaba challah y olvidaba a propósito coger de la masa y entregar lo que había cogido a un sacerdote como diezmo.

Déborahija de Mayer
A Meyer no le gustaba la conducta de su hija, pero la aceptaba como parte de los cambios debidos a la maternidad, un proceso que no pretendía comprender. Rosa estaba más asustada que enfadada. Aunque era la palabra de Dios y de Alá que Sus seguidores crecieran y se multiplicaran, también era Su palabra: "que ningún hijo fuera concebido durante el niddah" (menstruación), y por buenas razones. Meyer compartió su inquietud con los Arista y su grupo.

Temía por la vida de su hija y se estremecía al pensar en el hijo de ésta, por miedo de que aquel niño, concebido durante el sangrado fuese reclamado por la reina demonio, Lilith.

La niña creció fuerte dentro del vientre su madre, Débora. Como todos los niños nonatos adquieren plenamente su herencia, ésta presenció la historia de su pueblo a la luz de una vela que ardía en el vientre, un blanco fulgor que le permitió ver el principio y el final del universo.

El embarazo fue normal, intentaron ocultar la inexplicable velocidad del crecimiento de la criatura, ya del tamaño de 9 meses en un embarazo normal  

La niña fue concebida en un mes y 10 días. No tenían explicación alguna, a excepción de que fuera un milagro incomprensible para sus frágiles mentes.

Dentro del vientre, un ángel velaba por ella, enseñándole la Torá; fuera de él, Lilith, dominada por el recuerdo de su propio matrimonio desgraciado e infecundo, vigilaba al ángel y ardía de celos ante la maternidad de Débora. Aguardó a que, llegase su momento, sonriendo malignamente mientras Rosa construía un talismán del SeferRaziel para proteger a madre e hijo tras el nacimiento, y colgaba amuletos en abundancia alrededor de las paredes y sobre el lecho del parto para disuadir a la demoníaca reina de reclamar a la niña.


Rosa, mujer de Meyer
El Alumbramiento
Justo antes del nacimiento, cuando, como estaba escrito, el ángel se preparó para tocar a la niña levemente en el labio superior de forma que pudiera formarse la hendidura del mismo y olvidara todo lo que había aprendido, Lilith intervino. Apagando la luz en el vientre, empujó a la niña por el canal del parto.

En aquel momento, el alma de Débora, la madre, abandonó su envoltura terrenal. En aquel instante, Marisa nació. Salió de las entrañas de su madre con una consciencia colectiva y una arrogancia que, combinada con su defecto facial.

Este defecto facial la apartó de los otros niños en Mea ShearimRosa contó a su marido, mucho después, que las cosas debían haber sucedido de esa forma. De las 613 Leyes de la Torá, Rekhdut, la primera ley, si bien la menos restrictiva, contra la habladuría malintencionada, fue la más frecuentemente desobedecida en el barrio donde Marisa nació. En el caso de esta niña, el comadreo se originó más por temor que con la intención de hacer daño. No era ningún secreto que había sido concebida durante el niddah, ni podía ocultarse que la niña había sido gestada en tan poco tiempo y además no tenía hendido el labio superior. 

Puesto que su madre había muerto en el alumbramiento, era lógico suponer que había sido reclamada como la hija y sierva de Lilith. Mas el mayor temor era el que se comentaba entre susurros, que a causa de las circunstancias de su concepción y nacimiento, Marisa podría estar infectada con el más terrorífico de todos los males, la lepra.


El Retoño
Meyer y Rosa volcaron todo su amor sobre su nieta, a la que llamaron Marisa Débora y que fue la última de su rama familiar. Por desgracia, por mucha que fuera su buena voluntad no bastaba para apaciguar el nerviosismo de una comunidad que había sido tan maltratada por el paso de los años que temía a todo lo que pudiera traer más problemas a su seno.

Marisa Débora, hija de Débora
Marisa Debora estaba creciendo de una forma sobrenaturalmente incomprensible. En 5 meses tan solo aparentaba 5 años. Y este dato no pasó inadvertido para sus vecinos.

Yrian jugaba con Marisa algunas noches que nadie les veia y la pequeña se iba a dormir a escondidas antes del amanecer.

Una vez más, Hamid al-Faisir, que había informado favorablemente sobre la familia ben Joseph, se reunió con Meyer y Ales Arista. Esta vez unieron fuerzas los tres  para tratar de proteger a Marisa de aquellos que, movidos por una preocupación irracional, amenazaron con hacer daño a la hija sin padre.


El Bautismo de Sangre
La fuerza de los tres resultó ser tristemente insuficiente contra la multitud. Un atardecer, cuando el sol casi estaba en el ocaso, Marisa les fue arrebatada y llevada al desierto. Allí, un pozo de agua seco había sido llenado con la sangre de varios corderos y un exiguo cobijo había sido construido para escudar a la niña de los últimos rayos del sol del desierto.

Como si estuviera siendo bautizada, la niñita fue sumergida y mantenida en el pozo con sangre de cordero hasta la caída de la noche. Teniendo a penas cinco años, por supuesto no podía liberarse del agarre de adultos robustos. Podía haber gritado, pero ni siquiera eso hizo, pareciendo, en cambio, someterse a los deseos de la buena gente de Jerusalén.

Meyer angustiado e impotente, Rosa su mujer deambulo por el desierto buscando una solución. Aunque si hubiera querido hablar, la ira y el presentimiento que la embargaban habrían impedido que las palabras se formaran en su lengua. Cuando el borde de la luna apareció en el horizonte, se encontró con la niña.

Se mantuvo a distancia, con la mirada clavada sobre la niñita. Ésta nunca había parecido más contenta. Chapoteaba feliz en el rojo charco, bebiendo del hueco de su mano la sangre con una avidez que nunca había demostrado por la cocina de su abuela.

Al alzar la vista, Rosa vio al forastero, alto y encapuchado, cabalgando un camello guiado por su sirviente. Era el mismo forastero que asistió al Seder en casa de Mayer en Pascua. 

“No", gritó el extraño, cuando las gentes de la ciudad se hicieron a un lado y éste reclamó a Marisa Débora.

La niña levantó los brazos y el criado la alzó. El forastero la cogió, la sentó a horcajadas sobre el camello con él, y partió. Rosa lloró, pero no hizo nada para intentar detenerlo.


Hija de Lilith
Al amanecer, la gente de Jerusalén volvió a sus quehaceres cotidianos y a chismorrear sobre otros asuntos. Sólo entonces Rosa dejó de llorar y contó su historia a Meyer ben Joseph, Hamid al-Faisir y Ales Arista. No les dijo que había escuchado una voz de mujer, llamando a padre e hija para que se reunieran con ella. Dijo que Lilith, pues sin duda tenía que haber sido ella, había acogido a ambos en su seno. Meyer y sus amigos se abrazaron. Era su tiempo de llorar. Después se enjugaron sus lágrimas y esperaron.

Mientras la historia de Marisa Débora y el oscuro forastero viajaba hasta Chipre y llegaba a oídos de Amalarico El Rey de Chipre: "Cuidado", decía el mensajero, "en la tierra de Canaán, hay una hija de Lilith que es amada por el hombre, y Dios y Alá y está marcada por el Diablo. No provoquéis su cólera, pues su furia podría devorarnos a todos"

Tras estos acontecimientos la alianza entre las tres facciones, judíos, musulmanes y cristianos fue deteriorándose poco a poco hasta desaparecer...



(Aventura basada en una narración de Janet Berliner, del Jerusalén Nocturno)