CAPITULO 25: Nequam (Sin valor) IV

                                      


     Nequam

(Sin valor)

PARTE IV


Hannah, Ancillae Nosferatu
¿Despedida?

Katja, Sven y Aesir escoltan a la deforme Hannah, una bien posicionada vampiresa del clan Nosferatu que con aspecto de niña imposiblemente encorvada camina cabizbaja y arrastra los pies junto a sus tres neonatos de clan, acompañados y defendidos por la Gárgola Rusticus.

–Debemos tener cuidado por si viene su chiquilla Salma –advierte Aesir a su compañero Sven, que permanece alerta junto a los escoltados.

Hannah se detiene y con los ojos llorosos de sangre, es el único líquido que hay en el cuerpo de los vampiros, pide a los personajes un último favor:

–Me gustaría despedirme de Adam, puede que no le vea nunca más. Es el único que la ha tratado con la dignidad que me merezco. –Pide Hannah con la voz resquebrajada.

– Se lo diremos nosotros –responde Sven tajantemente.

Hannah se gira hacia el Brujah y mirándole a los ojos le dice:

Me lo debéis. Lo pido por favor… –suplica Hannah.

–¿Te lo demos? –pregunta Sven sin entender por qué deberían hacerla caso.

–Ha accedido a venir por las buenas –responde Aesir defendiendo la voluntad de la derruida Nosferatu.

–Quiero despedirme ahora… –pide Hannah de nuevo.

–¿Y si en vez de eso se lo decimos nosotros y se despide yendo él donde estés tu? –pregunta Sven molesto y enfrentándose dialécticamente a la Nosferatu.

–Solamente quiere que hagamos un desvío antes de afrontar su destino. No lo veo tan mal… –insiste Aesir mientras Katja muy callada observa todo pensativa.

Hannah, hasta entonces colaborativa, se ofusca desapareciendo de la vista de los personajes.

Katja, ahora que Hannah está aun cerca, utiliza su hechicería de la vieja patria y los espíritus del viento le susurran la dirección que la Nosferatu ha tomado y donde se encuentra exactamente: huyendo en dirección al barrio musulmán.

La Tzimisce utiliza su brujería para ejercer su influencia sobre los espíritus elementales de la tierra, que a distancia suficiente para no verla, éstos le ayudan a atrapar a Hannah por los pies, surgiendo suficiente tierra bajo ella para intentar inmovilizarla hasta la cintura.

La Nosferatu es tan fuerte que se zafa de la trampa terrenal, ejerciendo una sobrenatural fuerza con la que destroza el montículo de tierra que la impedía huir. Mientras lo hace Katja grita para que Hannah lo oiga:

–¡Esto solo ha sido una advertencia! –amenaza la Tzimisce– ¡la próxima vez os bañare en fuego a ti y a tus chiquillos!

Aparece Hannah en una visión difuminada de su aspecto, su ofuscación ha fallado por haberse soltado de la tierra de Katja. La Nosferatu decide hacer caso omiso a la amenaza de Katja y huir a toda velocidad lejos de los personajes.

–¿Cumplo mi amenaza? –pregunta Katja girándose hacia Sven y Aesir.

–No. La necesitamos viva. Matarla sería muy malo para nosotros. Nos veríamos obligados a dar explicaciones a sus mayores –responde coherentemente Aesir.

Mientras, los tres neonatos Nosferatu, ahora abandonados y desamparados, comienzan a ponerse muy nerviosos. Inquietos se mueven erráticamente; Es cuestión de tiempo que se desboquen por la ausencia de su Sire.

–¡Tranquilos! Sabemos que es una situación tensa y que estáis sometidos a mucha presión. Debéis saber que aquí nadie os desea mal. –Dice Aesir con tono y palabras de líder carismático. Los Nosferatu se calman y quedan a su merced como tres horripilantes cachorros asustados.

–Soy Katja, Sire de Jaroslav. –Dice la Tzimisce dirigiéndose a ellos– Vendréis con nosotros hasta que Ephraim venga a buscaros. ¡Es mi palabra!

No tienen ni idea de quién es Ephraim pero Jaroslav era el antiguo nombre de su desaparecido Señor. Atemorizados deciden hacerla caso sin rechistar.

–¿Voy a la Capilla a buscar a Adam? –pregunta Aesir.

–Bien, pero no te la juegues –advierte la Tzimisce al Tremere. Quien iba a decirlo ambos colaborando juntos y preocupados por la salud del otro.

–Si te encuentras allí con Hannah recuerda que puedes negociar. Tenemos a sus tres chiquillos. –Sugiere Katja haciendo un gesto con la cabeza hacia los asustados Nosferatu.

Sven duda con quien de los dos ir y Aesir le sugiere que acompañe a Katja dado el encontronazo que acaba de tener con Hannah.

–Iré con Katja –decide el Brujah– además tú Aesir te llevas bien con Adam.

–Además igual Adam sabe como contactar con Ephraim. Necesitamos encontrarle para solucionar esto. –Dice Katja.

Aesir se despide de sus compañeros y se dirige rápidamente hacia la Capilla mientras los demás van camino del domino de Katja.

 

Sven de Scania, Brujah
La celda

Las botas de Sven de Scania taconean mientras camina sobre el viejo suelo del barrio cristiano. Sus hachas tintinean entrechocando entre sí, ocultas para esconder su tenebroso fulgor verdoso. El Brujah mira de reojo a Katja, que con paso ligero guía a ambos hacia su dominio, el cual empieza a ser conocido entre los mortales como: la torre del Demonio.

La terroríficamente horrible Katja camina como un muerto andante, pero uno ya putrefacto por el paso del tiempo dando paso a la vorágine de gusanos e insectos que se alimentan de ella. Las cuencas de sus ojos miran hacia su torre, a lo lejos. Mientras ambos Vástagos se acercan es evidente que nadie pisa estas calles colindantes. El miedo los espanta dando al lugar a un ambiente fúnebre y silencioso mientras el frio viento ulula entre las casas con postigos cerrados a cal y canto.

Los tres neonatos Nosferatu caminan con paso ligero entre ambos vampiros guiados por el temor a Katja, Sire de su difunto señor: Jaroslav Vadjanosz.

Ya dentro de la torre Arista conducen a los neonatos por el interior hasta una amplia celda no excesivamente incomoda. Katja cierra la puerta metálica y oxidada con una gran llave. Los tres han entrado muy inquietos y con los nervios a flor de piel, ahora mismo son imprevisibles.

Rebeca, junto a su ama Katja, recibe las llaves de la celda con gran responsabilidad junto a las palabras de la hechicera Koldun:

Mazmorras Torre maldita de Katja

Procúrales sangre si la necesitasen. Hazlo por el ventanuco empleado para ello. –Dice Katja– No pongas en peligro tu vida acercándote demasiado a esta puerta.

Rebeca muy nerviosa traga saliva por el miedo que le produce la situación, no se está caracterizando por ser una sierva domestica excesivamente efectiva.

–Creo que debería entrar para tranquilizarlos utilizando mi Presencia ¿te parece? –dice Sven queriendo ayudar a que los neonatos no den problemas en el dominio de Katja.

–Lo veo muy peligroso –dice Katja mientas los neonatos se inquietan aun más dentro de la celda.

–Me parece que es una buena idea, yo creo que pude salir bien –remarca Sven reforzando su intención de entrar a un lugar tan peligroso, al fin y al cabo el vikingo varego es un aventurero al que le apasiona sentir la adrenalina por todo su cuerpo.

–¡Vosotros tranquilizaos ahí dentro! –golpea Sven la puerta previo a entrar y un silencio precede la más absoluta tormenta de caos y violencia.

Escuchan como al otro lado de la puerta, los tres Nosferatu empiezan a pelearse de forma brutal. Han entrado en frenesí y sus bestias se desfogan a puñetazo limpio para imponerse victoriosas sobre las demás.

Los chasquidos de huesos rotos, la carne desjarretada y los trompazos sobre las paredes provienen de la celda. La puerta metálica suena escandalosamente con violentos golpes que dan muestra del caos letal que hay en la celda ahora mismo. 

Lejos de amedrentarse Sven sigue pensando en entrar y reducirles por la fuerza si fuera necesario.

Kruno, neonato Nosferatu
–Cuando te diga me abres la puerta –dice Sven a Katja, aun no muy convencida.

El Brujah emplea su sangre para potenciar su Disciplina de Celeridad y poder ser tres veces más rápido de lo habitual.

Katja abre la puerta rápidamente y el Brujah desaparece en la ensalada de hostias del interior, con tan mala pata que alguien da una patada a la puerta desde dentro y cierra la celda dejando a Sven expuesto a los golpes y mordiscos de tres Nosferatu fuera de sus casillas. Algo que para un Brujah más que una provocación suma es una llamada de la selva.

La Tzimisce escucha desde fuera como los cuatro se están matando ahí dentro y gracias a su hechicería percibe al otro lado de la puerta como uno de ellos, Goran, cae al suelo en sopor. Le sigue otro de los neonatos, Kruno, pero éste tiene peor fortuna ya que lo hace desmembrado a mordiscos y definitivamente muerto.

Quedan Sven y el tercero de los neonatos que continúan golpeándose y mordiéndose como si no hubiera un mañana. Los puñetazos entre ellos no son peligrosos pero los colmillos de un vampiro pueden matar definitivamente a los no muertos, como se acaba de demostrar con uno de los neonatos, cuyo cuero ahora es pisoteado por los combatientes.

Katja duda si entrar y finalmente decide abrir la puerta para ver como ambos combatientes están gravemente heridos. El neonato Nosferatu tiene a Sven inmovilizado. Con sus fauces abiertas enseña sus ensangrentados colmillos y se dispone a morder al Brujah otorgando el golpe de gracia que acabará con la no vida del Vikingo. 

La Tzimisce no quiere usar su magia esta vez, su refugio ya está suficientemente deteriorado desde la última vez y emplea otra estrategia más física y visceral.

Drazen, neonato Nosferatu

Katja dirige mentalmente su sangre para potenciar una fuerza sobre humana en sus músculos, más allá de la mayor posible para el humano más fuerte de la tierra. Una vez tiene su cuerpo potenciado, la Koldun entra rápidamente y sacude una poderosa patada en el abdomen del neonato Nosferatu, Drazen, que se estampa contra una de las paredes rompiéndole varias costillas en el golpe y dejando a Sven liberado. El Brujah hace un esfuerzo de fuerza de voluntad para someter a la bestia para controlarse para dejar la violencia a un lado.

Drazen se incorpora, aun en frenesí, y enseñando sus colmillos carga contra Katja que es más rápida que él le golpea con otra potente parada en la cabeza que se la parte, dejándolo incapacitado en el suelo y en sopor sobrenatural, un estado de letargo que deja a los vampiros vulnerables y a un paso de la muerte definitiva. 

Katja acaba de salvar la no vida de Sven que al fin es consciente de lo que está ocurriendo, sin embargo no sabe qué ha pasado desde que entró a la celda para solucionar la pelea.

Sven herido y dolido ve los cuerpos de los tres neonatos y a Katja como se va de la celda y regresa con sendas estacas que utiliza para atravesar los corazones de los dos Nosferatu, que en sopor, aun siguen con vida pero ahora inmovilizados mágicamente.

La Tzimisce raja su muñeca y derrama parte de su vitae sobre las bocas de los inmóviles neonatos, vinculándolos una vez a ella. Ahora cuando se despierten ya no la verán como una amenaza, si no como una aliada.

Sven comienza a curar sus heridas solamente dirigiendo su sangre a las zonas dañadas, reparando rápidamente los tejidos desgarrados y recomponiendo los huesos rotos.

–¡Me habéis faltado al respeto! –dice Katja  a los asustados Nosferatu después de despertarlos a golpes– Esto en nuestra vieja patria significaría la muerte. Ahora habéis bebido de mi sangre y ya sabéis lo que eso supone. A la mínima que me deis problemas os vinculo definitivamente y seréis mis esclavos para siempre.

Katja, enfadada, les arranca la estaca dejándolos asustados y quietos como niños traviesos tras una gran reprimenda. Los dos neonatos están cagados de miedo y más al ver a su compañero muerto y desparramado por la celda. No son capaces de mirar a la cara a Katja y esperan que ésta les ejecute ahí mismo, sin más dilación. En ese momento son conscientes de que las historias que contaba su anterior señor Jaroslav sobre su Sire Katja, eran ciertas.

 

Adam, Antiguo Capadocio
El Adiós de Adam

Aesir, el mago Tremere, camina ligero para llegar a la Capilla de Adam, hasta hace poco perteneciente al clan Tremere. Dentro se encuentra con el gran pedestal y su enorme esqueleto de dientes de sable que da nombre al templo.

Hay un silencio sepulcral y Aesir busca alguna presencia notable cuando se topa de bruces con una espeluznante escena:

Salma abraza a Adam, empalado en el corazón con una estaca, y bebe del cuello de este algo más que su sangre. Efectivamente lo está diabolizando. Ese crimen llamado por los más ancianos Amaranto; La peor de las atrocidades, el canibalismo vampírico donde un Vástago absorbe el alma de otro consiguiendo parte de su poder y toda su esencia vital, con el que los más jóvenes roban generaciones prohibidas para acercarse más al primero de los suyos: Caín.

Aesir escandalizado no puede hacer nada para que Salma acabe su tenebrosa obra. Pero por instinto ejecuta los movimientos para hacer el ritual de las cadenas invisibles con las que inmoviliza a Salma justo en el momento en el que termina de diabolizar al antiguo Capadocio.

Las cenizas de Adam se esparcen por la habitación y sus ropajes caen al suelo tristemente vacíos.

Salma con las manos bajas e inmovilizada alza la cabeza con sus colmillos al aire y con actitud desafiante. Su éxtasis es tal que siente el poder fluir a través de cada célula de su organismo.

–¡¿Qué has hecho?! –pregunta el Tremere alzando la voz. Su eco resuena por todo el templo.

Beber su esencia. Diabolizarle para conseguir más poder. Una práctica habitual y aceptada por el clan que me enseño: Los Assamita –dice Salma desafiante sin esconder sus colmillos. 

Aesir está horrorizado pensando que no ha sido un accidente y que premeditadamente ha acabado con una de las vidas más inocentes y valiosas que él conocía en Jerusalén.

Salma, neonata Nosferatu

–¡Adam era un Santo! ¿Cómo se te ha ocurrido tal barbaridad? Era alguien que siempre ha ayudado desinteresadamente ¿y le pagas con esto? –argumenta Aesir muy molesto.

–No tengo que darte explicaciones. ¡No he hecho nada malo! –se excusa Salma con gallardía.

–¡No quiero escucharte! –la corta Aesir sin querer escuchar las horribles razones por las que Salma ha obrado tan egoístamente.

Tu abuelo te busca –dice Aesir refiriéndose a Ephraim, Sire de Hannah, a la que el Tremere venía a buscar y no ha encontrado. Parece que al final no quería despedirse del Capadocio… ¿o ya lo ha hecho?

Salma piensa y recoge sus colmillos  mirando desafiante a Aesir.

–Yo iba a hacer justicia a tu favor, pero ya no te lo mereces –dice Aesir mientras se aparta malhumorado dejando paso a la diabolista.

Salma altiva camina despacio y pasa por la vera del Tremere en guardia esperando su ataque, pero no ocurre y la asesina desaparece en la noche.

Aesir se queda solo y pensativo en la oscuridad del templo. Con tremenda pena se acerca a las cenizas del inocente Adam y con cuidado recoge todas las que puede guardándolas en un doblez de su túnica y atándolas para que no se vuelen.

 

Capilla Tremere, Dientes de sable
La capilla infernal

El Tremere termina su meticulosa y considerada acción, cuando de pronto comienza a oler a quemado y empieza a haber humo en el interior de la capilla.

El calor empieza a ser notable y se escucha el bramar de las llamas fuera del templo. Aesir abre la puerta principal y una gigantesca lengua de fuego entra por ella tumbando a Aesir de una tremenda onda expansiva. El rugido del fuego es atronador y parece que las llamas rodean el templo. El Vampiro se encuentra atrapado en el edificio en llamas y la muerte definitiva llama a la puerta, no es momento de perder los nervios.

Aesir tiene un as en la manga: Todas las noches prepara un ritual que le permite apagar un número determinado de llamas de fuego. Hasta ahora nunca ha tenido que emplearlo pero ha llegado la noche en la que le puede ser tremendamente útil.

Gracias a este ritual apaga las llamas que se encuentran frente a él y se salva de la peligrosa situación manteniendo el buen juicio y la cabeza fría, es lo único que ahora mismo puede salvarle.

El Tremere titubea mientras el fuego comienza a extenderse ahora por el interior de la capilla, engullendo rápidamente todo a su paso. Aesir atemorizado extingue llamas cercanas con su ritual y va salvando la mortal situación con una dosis notable de suerte extra, algo que siempre ha caracterizado toda su existencia y esta vez podría salvarle la no vida.

Todo está en llamas, la temperatura es infernal y el humo empieza a llenar los espacios de aire, enturbiando también la vista. Aesir sabe que no puede aguantar mucho más aquí dentro y carga hacia la salida utilizando su ritual para apagar todas las llamas posibles a su paso. Igualmente emplea sus últimas dosis de suerte y la mezcla de ambas, magia y suerte, hace que Aesir salga indemne de la capilla en llamas. 

Corre todo lo que puede y deja la capilla aun ardiendo a su espalda. Un lugar muy especial construido con el esfuerzo de un grupo de Vástagos, sobre unas mentiras que ahora mismo carece de importancia. Igual que los Tremere de la ciudad, su capilla dentro de poco… será historia. 

Aesir, aun nervioso se percata de que la capilla ha ardido con una rapidez inaudita, esto le hace pensar que alguien ha acelerado el fuego de alguna forma. Igualmente piensa en la única persona que salió antes que él, Salma.  Quizás pudo ser la que incendió la capilla…

Aesir Pentagast, Tremere

Pero algo no cuadra: ¿Por qué Salma iba a esperar más de diez minutos, los que Aesir utilizó para recoger las cenizas de Adam, para esperar y prender la trampa? ¿No hubiera sido más eficaz darle fuego justo en el instante que la abandonaba para dar menos tiempo de reacción a Aesir?

Por esta razón el Tremere descarta que la neonata Nosferatu hubiera dejado de pensar en su Amaranto para quemar la capilla con él dentro. También podía haber intentado matar a Aesir y sin embargo pasó de largo ¿Por qué quemarlo después? No cuadra.

Alguien desconocido ha prendido fuego al templo con Aesir dentro, quizás no sabía que Adam había muerto y era contra quien estaba atentando, pero el Capadocio no parecía ser alguien que se rodease de enemigos. Más bien sospechaba de alguien que quisiera hacerle daño a él mismo, a Aesir, pero no se le ocurría quien exactamente… ¿Hannah? ¿Shahara? ¿Ephraim?

 

Torre maldita de Katja,
barrio cristiano
Encuentro en la torre

Aesir vuelve raudo al dominio embrujado de Katja y se encuentra con ésta y Sven que acaban de concluir la peligrosa escena de los calabozos. Ha sido una noche llena de emociones y los tres comparten sus experiencias sin omitir detalle alguno.

–Me da pena Salma –dice Aesir– no sé cómo se va a salvar de esta. Verdaderamente me pone triste. Adam, ese viejo Capadocio era nuestro aliado, no se merecía esa muerte tan injusta…

–A mi no me da ninguna pena –dice Sven frunciendo el ceño.

–Veremos cómo se toman los Assamita que este ardiendo parte de su barrio musulmán –dice Katja.

–Me ofende la diablerie que Salma ha hecho –sigue Aesir con la mirada perdida y muy afectado– Los pecados de los chiquillos los debe pagar el Sire. Ahora veo claramente que hay Vástagos que están preparados para ser Sires y otros que no.

–Viven tres chiquillos de cinco que ha abrazado –dice Katja refiriéndose a los ghoules que debían haber conseguido y han sido abrazados por Hannah.

–Esto nos viene grande. –Dice Aesir– han diabolizado a un Antiguo conocido de Jerusalén. Esto ya no es algo banal, se convierte en algo gordo.

–¿Y si nos desvinculamos de todo? –sugiere Sven.

–Sven… ¡no mates a nadie más! –Dice Aesir dirigiéndose al guerrero Brujah– Mantén quietas tus hachas. Ya ha muerto suficiente gente durante estas noches. Me han dicho que España está muy bien en esta época del año… –dice Aesir bromeando para quitar hierro al asunto.

–Tenemos que hablar con Ephraim, el Sire de Hannah –sugiere Aesir.

–Este es el momento de poner toda la carne en el asador –dice Katja mirando a Sven y señalándole con el dedo índice– ¡y tú recuerda que me debes la vida!

Sven asiente ante las palabras de Katja.

–Salma ya no es inocente, no ha sido un arrebato como con la muerte de Fukaina –recuerda Katja

–Quizás sean leyes Assamita, dado que era una ghoul de uno de ellos. –Dice Aesir– Pero sabía lo que hacía, me lo dijo.

–A mis ojos no tiene perdón. –Dice Aesir malhumorado– Debemos ir donde Ephraim y que atrapen a Salma por las malas o incluso la maten. Lamento pedir la muerte de alguien, pero ella la merece. No pude matar inocentes impunemente.

–Deberíamos contar todo a los Señores Nosferatu –dice Sven.

Deciden irse los tres juntos de caza, prefieren no separarse estando las cosas como están. Consiguen un mísero perro pulgoso que buscaba basura por las calles oscuras del barrio cristiano. Ante tan poca fuente de alimento deciden dejarle el animal a Sven, que se encuentra casi hambriento tras haber tenido que sanar las heridas de su reciente pelea.

–Katja, tu conocías a Jesper, he recordado que me habló de cierta biblioteca… –Dice Aesir a la hechicera ahora que no hay tanta tensión– ya hablaremos del tema cuando todo esto acabe.

Para terminar la noche deciden refugiarse todos en el refugio de Katja por la misma razón por la que han cazado juntos, temen que puedan atacarles por separado y la paranoia alimenta sus pensamientos.

En diferentes calabozos acondicionados en las mazmorras y preparados por la bella Rebeca, los tres vampiros descansan durante el día.

 

Jerusalen 1197 d. C
La séptima noche

Esta es la séptima noche desde que Yusuf, el mercader Brujah hablara con ellos y pactase su encargo. Quedaron en conseguirle seis ghoules y encontrarse siete noches después ya que el Brujah solía venir a Jerusalén semanalmente. Se acerca el final de ese plazo y los personajes no tienen ninguno de los ghoules que debían encontrar para su señor y a cambio tienen un montón de problemas con el clan Nosferatu y algún neonato sin Sire. Se encuentran en el filo de una crisis diplomática de tal magnitud que se juegan incluso el inicio de una posible guerra contra los leprosos, hasta ahora fuera de la ciudad y de la política.

Los tres Vástagos deciden ir de nuevo juntos de caza y con Sven a la cabeza los guía hasta un redil situado a las afueras de Jerusalén, tras las murallas, donde dan buena cuenta de un rebaño de cabras. Se adentran en el en silencio y alimentándose de las asustadizas bestias de forma silenciosa y sin matarlas, bebiendo de cada una de ellas un poco para después lamer sus heridas y que no se desangren. Lo hacen así hasta saciar su apetito llenando sus estómagos de sangre roja y nutritiva. El estomago es el único órgano interno que trabaja incansablemente, el resto permanecen muertos y sin vida.

Katja sin embargo mata a la cabra de la que bebe y a otra de ellas la sacrifica para hacer un ritual con su sangre. Derrama su cálido líquido elemental sobre el suelo haciendo un barro rojizo que Katja se come tras pronunciar en susurros unas palabras ininteligibles. Éste ritual se llama “lazos que atan” y con él se sentirá en sintonía con los espíritus elementales que le dan su poder durante toda la noche haciendo que su hechicería sea más sencilla de emplear.

Saciados y muy serios los tres se miran y deciden ir al valle de Hinnom, lugar donde, desde hace siglos, se esconde la colonia de leprosos Nosferatu más grande de la zona.

Nadie ha necesitado ir, que se sepa, pero ellos creen que la situación lo merece y tratarán este delicado asunto en su propia casa. Allí buscarán a Ephraim para que escuche sus palabras y juegue sus cartas en el asunto para solucionarlo de una vez por todas. Allí no podrá darles largas, esto no puede quedar así.

Sven y Aesir se orientan y recuerdan los valles cercanos a Jerusalén. Hace pocas noches que llegaron a la ciudad y tienen su entorno orográfico fresco en sus recuerdos.

 

Desierto de Judá
Justicia en el valle de Hinnom

Caminado durante varias horas hacia el sur de la vieja ciudad, en plena noche junto a la oscuridad, se adentran a un valle donde vive la leyenda del vampiro más viejo de todo Jerusalén: Kothar el Profeta.

Tímidamente, nuestros protagonistas se adentran en el valle, agujereado por múltiples cuevas de donde emergen decenas de leprosos, quizás un centenar. Todos ellos los miran fijamente mientras caminan por lo más profundo del valle. Hay tantos leprosos que podrían formar un ejército. Algunos de ellos sufren serias malformaciones además de tener lepra y los visitantes se preguntan cuántos de ellos serán Nosferatu.

Es imposible que no se sientan vulnerables al adentrarse en un territorio nunca ates hollado por nativos de Jerusalén, al menos no que haya constancia en la historia. Puede ser que alguien lo hiciera pero que después nadie hablase de ello nunca. También pudiera ser que esta sea la última vez que se vea a estos tres valientes Cainitas tras hoyar las tierras de la lepra.


Valle de Hinnom (o Gehenna)

–Buenas noches. Buscamos a Ephraim. –Dice Aesir a uno de los leprosos que llama más la atención. El Tremere piensa que podría ser un Nosferatu, aunque no podría asegurarlo.

Sin mediar palabra los leprosos comienzan a apartarse haciendo un pasillo “humano” y dejando paso a uno de sus líderes, Ephraim, chiquillo del Profeta.

Ephraim camina con paso firme hacia los personajes y se sitúa a unos metros de ellos, mirándoles fijamente. El frio viento sopla moviendo las sucias túnicas y capas roídas de la horda de leprosos presentes.

El silencio es ensordecedor y los cientos de miradas se clavan sobre los extraños inquietando a los tres vampiros que se sienten claramente en peligro dada su inferioridad numérica.

Sven y Katja comienzan a sentir como el miedo empieza a apoderarse de sus cuerpos. Los pelos de la nuca se les erizan y sus colmillos emergen de la tensión, aunque ambos son capaces de controlar su temor ante tal peligro.       Aesir permanece sin embargo estoico ante los Nosferatu, firme y con la cabeza alta mira a Ephraim esperando que haga o diga algo.

–¿Ephraim? –pregunta Aesir– soy Aesir, no nos conocemos.

–Soy yo –susurra el horrible leproso en un tono serio.

–¿Podemos hablar aquí mismo? –pregunta Aesir mirando a su alrededor a todos aquellos leprosos que les clavan los ojos por la espalda. 

Sin mediar palabra Ephraim comienza a caminar dando respuesta a la pregunta del Tremere. Los tres Vampiros extranjeros en esta tierra siguen al Sire de Hannah que les conduce por una gran gruta hasta una enorme cúpula excavada en la roca.

Rusticus, la Gárgola

Parece el interior del osario de una gran catedral, solo que no lo es, es un lugar tallado en el interior de una montaña. El detalle de los bancos de piedra rodeando la estancia en círculo y la iluminación con antorchas hace entrever que pueda ser un lugar de reunión. 

Hay un detalle muy inquietante, las paredes de la bóveda de piedra están agujereadas por decenas de cuevas que concluyen en esta gran cámara, creando un efecto colmena que hace volar la imaginación de los personajes sobre el uso de tal salón y hacia donde conducirán los múltiples túneles que se abren ante ellos.

–Buscábamos a Hannah y la encontramos… –dice Aesir– tenemos malas noticias…

En ese instante aparece Hannah que arrastrando los pies y cabizbaja se coloca tras su Sire Ephraim. El muy serio, ella muy avergonzada y los visitantes sorprendidos, no esperaban encontrarla junto a su Sire.

–¿Sabéis lo que ha ocurrido con Adam verdad? –pregunta Aesir llevando la voz cantante.

Hannah llora sangre. Mientras Ephraim, arropado por las sombras, espera en silencio de forma siniestra. De lo más profundo de la negrura de una cueva superior aparece Rusticus, que extiende sus alas y de un salto cae en picado y planea magistralmente hacia el suelo central de la cúpula. En sus brazos el cuerpo inerte de una pequeña mujer que es arrojada, sin ningún cuidado, al suelo a la vera de Ephraim. Al otro lado de éste Hannah mira a la mujer del suelo con pena, es Salma, su chiquilla y tiene su corazón atravesado por una estaca que la inmoviliza manteniendo solo sus ojos abiertos y clavados en el infinito.

Rusticus se coloca tras Hannah como si fuera su guardaespaldas, su vinculo hacia ella no le permite mucha más libertad. Las Gárgolas fueron creadas para servir. Aesir saca las cenizas de Adam y enseñándolas mira hacia Salma rompiendo el silencio:

–Estas cenizas son de nuestro amigo el Antiguo Capadocio Adam. –Dice Aesir mientras el eco de su voz resuena fantasmagóricamente– Os imaginareis quien ha cometido semejante pecado deshonrando a nuestros mayores. No se merecía esto –y alza sus cenizas mirando a Hannah y acercándose se las  da.

–Espero que esto te haga ver la estupidez de sus actos –Le dice Aesir a Hannah mirándola a los ojos mientras coge las cenizas mirándolas con pena, Adam era un interesante compañero de charla.

–Estupidez que merece un castigo –dice Katja apuntillando las palabras de Aesir.

Ephraim sigue en silencio y mira al suelo entristecido mientras Hannah llora sobre las cenizas de Adam.

–Esto ya, es asunto suyo –dice Aesir dirigiéndose a sus compañeros– los Nosferatu tendrán sus tradiciones y verán que hacer… –dice mientras se da la vuelta dirigiéndose hacia la salida de la cueva. 

Por sorpresa Hannah se abalanza sobre la espalda de Aesir y lo agarra inmovilizándolo violentamente en el suelo. La Nosferatu tiene los colmillos fuera y los enseña cómo muestra de superioridad.

Katja, Tzimisce Koldún

Aesir, cierra los ojos y concentrándose emplea su sangre para elevar su resistencia física al tope de sus capacidades para que el mordisco de la Nosferatu sea lo menos dañino posible.

Rusticus de un salto se coloca ante Sven, diciéndole sin palabras que si mueve un musculo se las tendrá que ver con él.

Katja no se lo piensa demasiado y concentrada en su hechicería Koldúnica emplea los poderes elementales del fuego invocando una increíble bañera de lava fundida bajo los pies de Rusticus.

La Gárgola comienza a deshacerse por los pies e impulsándose con sus doloridas piernas y sus alas salta a dos metros de la lava mortal que está derritiendo su dolorido cuerpo, ahora en llamas por el calor de la lava. Bajo ella va dejando un rastro de cenizas, humo y restos de lava carbonizada.

Sven, cerca del magma creado por Katja, es invadido por un terror primigenio al fuego acrecentado por el estado de este, liquido fundido capaz de engullir a un vampiro en cuestión de segundos. El vikingo varego corre en dirección contraria al peligro sin capacidad de pensar, ha entrado en estado de Rötschreck y nada puede hacer que recapacite excepto el tiempo.

Rusticus, en el aire, paralizado por el miedo a la lava que ha calcinado sus pies comienza a caer y desgraciadamente para él, lo hace justo al lado de Katja.

Aesir se concentra en utilizar su Taumaturgia y con su senda del fuego, prende una palma de llamas en la espalda de Hannah. La Nosferatu también queda inmovilizada por el terror al ser quemada por el fuego que comienza a calcinar sus viejos ropajes.

Ephraim desaparece de la escena y solamente Katja es capaz de saber gracias a sus poderes elementales, ya que los espíritus del aire le susurran, que el Nosferatu se encuentra ofuscado corriendo hacia su chiquilla Hannah, ahora en peligro de muerte. El Sire de Hannah la coge y la ofusca haciendo que nadie pueda verlos a ambos. Las cenizas de Adam flotan en el aire cayendo al suelo lentamente.

Katja mira a Rusticus, que herido de muerte a su lado, lucha por no sucumbir a la bestia. La Tzimisce invoca un muro de roca fundida y magma que la rodea circularmente y engulle a Rusticus por completo abrasándolo y fundiéndose en él hasta sus resistentes huesos, dejando de la Gárgola convertido en un montón de cenizas.

Salma, que estaba empalada en el suelo, también desaparece por arte de magia y ya no ven a ninguno de los tres Nosferatu.

Aesir debe contener su miedo al fuego al ver la coraza de magma que rodea a Katja y queda paralizado concentrándose para no huir.

Los Nosferatu reaparecen al final de la cueva, Ephraim y Hannah abrazados y humeando ésta, y en el suelo apoyada sobre Ephraim, Salma, aun empalada.

Aesir levanta la vista hacia ellos y permanece atento. Katja baja el escudo de magma y rocas enfriándolo a su alrededor, ahora es un circulo de piedra negra brillante y humeante. La hechicera mira a los leprosos y se dirige a él Sire de Hannah:

-¡Ephraim! ¡¿Qué va a suceder con Hannah y con Salma?! –pregunta Katja a voz en grito desde el otro lado de la cámara.

Ephraim llora sangre con la cabeza baja mirando a Hannah. La chiquilla le devuelve la mirada ensangrentada y solamente hay silencio.

Sven puede al fin controlar su Rötschreck y ya paralizado casi fuera de la cueva, da media vuelta, observa la escena, se coloca su yelmo y desenvuelve sus hachas hechizadas por Aesir. Ahora tienen un fulgor verduzco y tenebroso pero el Brujah las portará igualmente, nadie más fuera de aquí puede verlas y además está deseoso de utilizarlas. El Brujah en guardia mira a los presentes para ver quien se merece una dosis de hacha varega.

–Los Nosferatu siempre hemos sido superiores pero nunca nos lo han reconocido –dice Hannah dirigiéndose a los personajes– siempre hemos sido ninguneados y se nos ha apartado de asuntos de importancia. Dentro de las murallas de Jerusalén  siempre ha habido muy pocos y eso debía cambiar.

–Creo que el concepto de misericordia de mi abuelo Kothar, que comparto enérgicamente, sería mejor servido expandiendo el Abrazo por todas partes y es lo que he hecho –explica Hannah mirando a su Sire Ephraim.

–Sin embargo, también temo la “justicia" que Kothar podría impartir…–reflexiona Hannah en alto– me considero a mi misma al menos en parte fuera de la comunidad de Hinnom. No soy una leprosa y me horroriza la lepra. Así Hinnom nunca ha sido mi hogar. Siempre he prefiriendo mezclarme con los menesterosos y pordioseras entre los que una vez me conté. Y es allí donde me di cuenta de que éramos Nequam, no teníamos valor en Jerusalén…

Cuando Hannah dice esto una fuerza invisible eleva el cuerpo de Salma por el aire, lo coloca en el centro de la sala ante la atónita mirada de todos los presentes y tras unos tensos segundos quieta en el éter, una fuerza descomunal la desmiembra en pedazos sangrientos. Su cabeza salta hacia el techo, sus piernas golpean el suelo y su torso y brazos se esparcen por la estancia. Una fuerza invisible y descomunal ha matado a Salma acabando en un segundo con la diabolista neonata.

Envuelto en sangre de Salma y con las manos rojas se deja ver un ser difícil de contemplar…

 

Kothar el Profeta

Aquellos que se encuentran con Kothar por primera vez suelen preguntarse cómo es posible que se mantenga unido en una sola pieza. Su carne es apergaminada y su cuerpo marchito, con huesos desnudos visibles por muchas partes. Apenas puede reunir el suficiente aliento para que se oiga su voz. Las cataratas velan el ojo que le queda. Si no fuese por los poderes de la Vitae, estaría completamente incapacitado.


Kothar, el Profeta, milenario Nosferatu


El viejo Nosferatu mira  fijamente a Ephraim y éste suplica por la no vida de su chiquilla Hannah, culpable de todo este embrollo.

Sire, pido clemencia para mi chiquilla Hannah –dice Ephraim lloroso con un hilillo de voz postrándose ante su Sire tapando a Hannah con su propio cuerpo.

Kothar el milenario permanece inmóvil.

–¿Clemencia? –pregunta Katja insatisfecha mientras resuena el eco de su voz.

Hannah eleva la cabeza y apartando a su Sire sobre ella se alza de pie y camina decidida hacia los personajes. Ephraim ha intentado evitarlo pero ha desistido cuando Kothar lo ha mirado con cólera retenida deseosa de salir.

–La frivolidad de lo bello y falso frente a lo horrible y honesto –explica Hannah mientras camina y su voz resuena en las paredes de la agujereada caverna– He abrazado a un puñado de ghoules, pero vosotros aquí presentes también lo habéis hecho con Fukaina, y sin permiso alguno, solamente con vuestro consentimiento y necesidad. Sois unos hipócritas echándome en cara mis abrazos cuando habéis obrado de igual manera.  

–Todo lo que he hecho lo he hecho pensando en el bien de mi clan y por la fortuna de Jerusalén –confiesa Hannah llorando sangre.

–Aun hay tres chiquillos míos que dejé en Jerusalén con vida y estaban en vuestras manos… ¿aun viven? –pregunta Hannah a Katja interesada y mirándola a los ojos.

–Prometimos respetar la vida de tus chiquillos si venias con nosotros y huiste –explica Katja– aun así cumplimos nuestra palabra. Dos de ellos están vivos, el otro murió en un desafortunado frenesí que no pudimos evitar.

–No eres un buen Sire si abrazas chiquillos y los dejas a su suerte, sin enseñarles nada –echa en cara Katja a la Nosferatu.

–Solo fue una prueba de supervivencia –se exculpa Hannah.

La Ancillae Nosferatu se acerca a ellos mientras derrama lagrimas de sangre por todos y cada uno de los neonatos suyos que han muerto.

–¡Atrás! –grita Aesir desconfiado y alzando la mano frente a Hannah antes de que esta llegue demasiado cerca.

–Creo en el perdón y me gusta perdonar… pero no soy estúpido, no des ni un paso más. No volverás a engañarme –dice Aesir muy afectado.

Katja observa a Kothar esperando que se haga justicia mientras Sven permanece en guardia blandiendo sus hachas hechizadas, dejando ese fulgor verdeazulado impregnado en el aire cercano a ellas.

–¡Para! –ordena Sven en el mismo instante en el que Hannah se disponía a seguir acercándose a ellos.

Y la Nosferatu se detiene una vez más elevando su ensangrentado rostro manchado por las lagrimas de sangre y dejando ver su descarnado semblante. Sintiéndose culpable mira a los tres vampiros.

–Todo esto no habrá servido de nada si ellos mueren… –dice Hannah mirando a los ojos de los tres Cainitas– pero si ofreciendo mi no vida como sacrificio consigo salvar la no vida de mis dos chiquillos... ¡SEA!

El eco de la voz de Hannah resuena en los oídos de los tensos personajes. Y la Nosferatu cierra los ojos con fuerza, eleva la cabeza mostrando su cuello y  ofrece las palmas de sus manos como muestra de haber sido vencida en esta violenta contienda sin sentido.

Katja la contempla indiferente mientras Aesir no puede más y escupe sus palabras, es su propio corazón quien habla:

–¡Estoy cansado de tanta muerte! Has errado de la forma más estúpida pero no seré yo quien te de la muerte que deseas. Kothar sabrá que hacer, yo no voy a matar más –Dice Aesir con voz enérgica y tono de enfado. El Tremere se da media vuelta y encamina sus pasos hacia la salida de la gran cueva mientras el ulular del viendo acompaña su larga marcha.

Sven y Katja hacen lo propio y siguen en silencio a Aesir mientras Hannah abre los ojos y cae de rodillas viéndoles marchar.

Katja se da la vuelta justo antes de salir y dirigiéndose a Ephraim:

–Tus dos nietos están en mi dominio. Si deseas puedes venir a buscarlos –y diciendo esto la Tzimisce abandona también el lugar.

Los tres Vástagos abandonan en silencio el legendario valle de Hinnom mientras cientos de leprosos miran como se van sin perder detalle. No se conoce muchas visitas de Cainitas no Nosferatu que hayan llegado a la colonia de leprosos y hayan vuelto intactos pero ellos lo han conseguido.

 

Yusuf, Brujah
La ira de Yusuf

Mientras tanto en el dominio de Katja, Nailah se encuentra sola esperando la llegada de sus compañeros no muertos. Tras la muerte de su chiquilla Fukaina se ha tomado un par de noches para pensar en sus asuntos y ya está despejada y con las ideas más claras.

No sabe donde se encuentran sus compañeros por lo que opta por esperarles, tarde o temprano suelen regresar a la torre maldita de Katja la bruja maldita, son los únicos que lo hacen en todo Jerusalén, nadie más entre la población humana se atreve a hacerlo.

Un ruido interrumpe los pensamientos de la Setita, es el sonido de alguien tocando la puerta de la torre.

La seguidora de Set se interesa por quien ha llegado y Rebeca está abriendo la puerta, disculpa al visitante diciéndole que su señora no se encuentra en el refugio y antes de que le cierre Nailah toma la palabra pidiendo a la ghoul de Katja que le deje pasar, que habían quedo con él. 

Yusuf, el carismático mercader, entra sonriente mientras se acaricia la barba y da las gracias a Nailah con una ensayada reverencia. Al verla sola pregunta por los demás y recuerda que viene a cerrar cierto trato que hizo con ellos hace siete noches.

Nailah Salem, Seguidora de Set

Nailah le ofrece solo un pequeño adelanto, le dice que no eran los únicos interesados en los ghoules, insinúa su fracaso pero no quiere darle explicaciones hasta que vengan sus compañeros y cuenten la resolución final del caso, quizás haya mejores noticias que las que ella sabe…

Ambos esperan inquietamente. Ahora que la Setita no ha anunciado buenas nuevas, el Brujah parece haber cambiado de actitud, ya no sonríe tanto y está nervioso e inquieto.

No tardan mucho tiempo en llegar los compañeros de Nailah y lo hacen con caras largas que no presagian nada bueno. Al menos han regresado de una pieza y eso ya es algo bueno…

–Buenas noches compañeros –saluda enérgicamente la Setita– ¿Habéis dado con la solución?

Sin fijarse en Yusuf comienzan a hablar mientras el Brujah, en un segundo plano, escucha atento.

–Hemos estado en el valle de Hinnom, en la colonia Nosferatu y ellos van a ocuparse de sus asuntos. No hemos querido crear más discordia –confiesa Aesir– Nos hemos topado con una tormenta llamad Kothar y el se ha encargado de hacer justicia…

–¿Habéis estado con el Profeta? –pregunta Nailah incrédula.

–Sí. Ha tomado cartas en el asunto –responde Aesir– Nosotros hemos contenido la tormenta. Ellos se harán responsables de todo lo demás.

Yusuf el Brujah interrumpe, parece que no estuviera aquí y molesto pregunta por su trato:

–¿Los Ghoules que debíais conseguir? –pregunta Yusuf notablemente alterado teníamos un trato– pero ve las caras de los Cainitas que solamente con su expresión le dicen que no habrá suerte esta vez con la transacción.

 –No tenemos ningún ghoul –dice Aesir valientemente.

–¿Cómo? –pregunta el Brujah reteniendo su bestia interior– ¡Mi anciano Sire se enfadará mucho por este fracaso y pedirá explicaciones!

–Todos han sido abrazados –dice Aesir.

–Por una Nosferatu –completa Nailah apoyando al Tremere.

–Tuvimos seria competencia del clan de leprosos de Hinnom –añade Katja.

–Eres un buen comerciante ¿verdad? –pregunta Aesir– entonces entenderás que no pudo haber negocio en el momento que fueron reclamados por la nieta de Kothar el Profeta y los abrazo a todos uniéndolos así a su clan.

–¡Yo seré castigado! –amenaza Yusuf muy enfadado señalando a los personajes– pero sabed que a vosotros no os conviene nada tener al Brujah más anciano y poderoso de Tierra Santa de enemigo…

Colérico, Yusuf se va dando un gran portazo y maldiciendo por lo bajo.

Aesir piensa que le había pedido a Yusuf que le buscara un ghoul maestro en arquitectura… puede despedirse de su trato.


Ephraim, Anciano Nosferatu,
chiquillo de Kothar
Acogidos por el leproso

Los Cainitas presentes, rodeando la montaña interior de la torre Arista, hablan de lo ocurrido y se encuentran muy enfadados con la reacción del Brujah y su poca comprensión.

Aesir es el que más muestra su enfado reprimiendo a su bestia por sentirse dolido e impotente.

–No lo entiendo –expresa Nailah con ganas de acción– ¿y si tomamos cartas en el asunto?

–Casi muero engullido por el fuego. Sven también ha estado a las puertas de la muerte en un frenesí sangriento y los tres venimos de jugarnos la vida de la colonia de Kothar –dice Aesir enfadado dirigiéndose a la Seguidora de Set insinuando si eso no es suficiente...

–Confieso haber estado a punto de saltar al cuello del Brujah –dice Katja hasta ahora callada– he tenido que reprimirme por no crear más problemas. Me parece intolerable…

Los tres Cainitas cuentan a Nailah todo lo acontecido en su ausencia, culminando su historia con la peligrosa expedición al valle de Hinnom, sin omitir detalle alguno.

–Teníamos que haber matado a Salma desde el principio –dice Nailah recordando que ella mató a su chiquilla Fukaina, para después diabolizar a Adam. 

Aesir no puede dejar de sentirse culpable por la muerte del Capadocio ya que fue él quien soltó a Salma pensando que hacia lo mejor para todos. Y en silencio calla pensando en si podía haber obrado de otra forma.

Goran, neonato Nosferatu

–Solicito a un neonato Nosferatu de los que tienes encerrados ahí abajo –pide Nailah a Katja señalando el maltrecho suelo.

–No puedo dártelo –dice Katja– Ephraim vendrá por ellos.

Es decir su nombre y de las sombras aparece el susodicho Nosferatu con su aspecto de leproso harapiento, acompañado por Rebeca, que le acompaña tras haber pedido permiso a Katja para dejarle entrar.

Quiero ofreceros mis disculpas y mi eterna gratitud –dice Ephraim muy afectado.

Sin palabras Katja le acompaña a las mazmorras y abre el calabozo donde se encuentran ambos neonatos, en la oscuridad, muertos de miedo.

Los dos nietos Nosferatu miran a Ephraim y sin mediar palabra, solamente con miradas, entienden que deben seguirle y así lo hacen.

Como una santa comparsa, en silencio sepulcral los tres Nosferatu se disponen a abandonan el dominio de Katja.

–Ambos eran ghoules de mi chiquillo Jaroslav y ahora tienen un inicio de vinculo de sangre conmigo… –confiesa Katja a Ephraim rompiendo el silencio.

–Descuida, estarán a salvo y tendrán una familia que les acogerá –dice Ephraim esbozando una tierna sonrisa mientras les mira y ellos a él, sin entender que ocurre.

Rebeca, ghoul sierva de Katja

–¿Cuál ha sido el destino de Hannah? –pregunta Aesir.

Ephraim escucha la pregunta pero sus ojos se pierden en el infinito y no responde, solamente retoma la marcha hacia la colonia junto a sus nietos no muertos, ahora Nosferatu del valle de Hinnom.

Nailah percibe los sentimientos del anciano Nosferatu, está muy entristecido y le apena hablar de su chiquilla, pero no es capaz de intuir el estado actual de Hannah ¿es porque está muerta? ¿o simplemente su castigo le apena? No tiene respuestas para sus preguntas y deja el misterio en el aire.

Este es el final de la infructuosa empresa de una Nosferatu por aumentar el número de Nosferatu de Jerusalén, que ha acabado con muertes de varios neonatos, de una gárgola, la diablerie de un antiguo y una capilla que ha ardido hasta los cimientos convirtiendo en cenizas al viento a los restos del clan Tremere en Jerusalén. Al igual que ellos acabaron con los Salubri de la ciudad, ahora la justicia divina ha destruido todo aquello que tanto esfuerzo costó alzar de la nada.

Jerusalén engulle hambrienta, vidas, no vidas, dominios, refugios y recuerdos… de nuevo.