CAPITULO 30: El Anillo


El Anillo


 

Vinzenzo Giovanni,
Antiguo Capadocio

La Nosferatu arrepentida

El apuesto Capadocio de la familia Giovanni cierra la puerta de la biblioteca donde deja a su Sire Amborgino. Como suele ser habitual, Vinzenzo le ha contado todo lo acontecido en el Conclave. Entre otras cosas, hablan del movimiento clave de Varsik y de la oportunista Danielis de Patras. El Sire le deja claro al chiquillo, una vez más, que disfrute de la política pero que no le implique en ella, ni haga nada que le salpique.

Vinzenzo retoma sus estudios de Nigromancia para desconectar de la ajetreada no vida de Jerusalén. Esta es una de sus pasiones más íntimas, leer viejos tratados prohibidos que hablan, en especial, de la vida después de la muerte.

Bianca, la atenta investigadora Giovanni, sirvienta de Vinzenzo, una mujer fría y distante, muy observadora y de pocas palabras. Los ojos grises de la mujer miran fijamente a su Señor. Su tenue hilo de voz acaricia el aire cuando habla. El Giovanni ordena a Bianca que investigue los posibles recursos del difunto dueño de la mansión, quizás con un poco de suerte pueda sacar algo de ese bastardo.

Bianca Giovanni,
Ghoul de Vinzenzo

La sirvienta, ya lista para salir, se topa en la entrada con una horrible muchacha desfigurada. Hannah, la Nosferatu, se presenta ante el Capadocio para agradecerle su gesto en el Conclave. Le confiesa sentirse apartada y desamparada. Adam, el Antiguo Capadocio era un buen amigo, y Jeanette, la visionaria Malkavian también lo era, pero ahora,  ambos han muerto y se siente muy sola. Y no se siente bien por sus malos pensamientos.

La Nosferatu llora sangre desconsoladamente. Las palabras de Vinzenzo consiguen calmar a la joven, ya que el Giovanni le asegura que Jeanette se encuentra en un lugar mejor, uno donde es feliz con su hija.

–Quiero ofrecer mis servicios a Gabriel –dice Hannah apesadumbrada– quizás vos podáis contactar con él y decirle mis verdaderas intenciones. Quiero sentirme útil y esta es la mejor forma de redimirme.

–Votaste en su contra en el Conclave… –le recuerda Vinzenzo a la Nosferatu.

–No lo pensé demasiado –confiesa Hannah– no lo hice con mala intención. Solo quería vengarme de Katja… ¡esa perra del norte!… fue una tontería. ¡Consígame audiencia con el nuevo Señor del barrio cristiano, se lo ruego!

–Debes solucionar tus roces con la Tzimisce. Todo tiene un precio, pero no deberías estar dispuesta a pagarlo si ello te genera un verdadero problema. –Alecciona Vinzenzo a la Nosferatu– podemos ir juntos a visitarle, no vive lejos de aquí.

Hannah saca de entre sus harapos una pequeña daga hecha con huesos de rata.

–La ha hecho yo misma –dice la Nosferatu– es un presente para vos por su ayuda.

Vinzenzo se lo agradece mientras la mira con detenimiento preguntándose si es un objeto mágico, aunque no lo parece.

–Acepta mis disculpas por mi erróneo acto en el Conclave –confiesa Hannah– no debí votar en contra de Gabriel por despecho a esa bruja malnacida…

–Bonita daga. Agradezco tu detalle –exclama Vinzenzo guardándola en sus finos ropajes de corte italiano.

Ambos cainitas se disponen a salir a las calles del barrio judío, encaminando sus pasos hacia la herrería donde Gabriel se refugia, no muy lejos de la mansión de Vinzenzo.

 

Sven de Scania, Ancillae Brujah

Nombramiento en secreto

Sven, el vikingo varego, se despierta en el sucio sótano de la vieja villa romana, situada en el barrio cristiano y decide acercarse hasta el refugio de Gabriel. Está dispuesto a pedirle un lugar más acogedor para refugiarse ahora que son personajes de posición.

Una vez ante Gabriel, en el sótano de la herrería de su ghoul, Sven le plantea la cuestión:

–¿Cómo a estas alturas seguimos viviendo en sitios así? –dice Sven mirando a su alrededor, un lugar oscuro y húmedo, rodeado de paja mohosa, montones de hierros retorcidos y sacos de carbón.

–Simplemente no ha sido nuestro objetivo –responde Gabriel– Quería ofrecerte algo, Sven. Una vez me salvaste la vida. Has demostrado ser un Vástago fiel y un buen guerrero, por eso quiero que seas mi guardián y brazo ejecutor.

–Acepto encantado –responde Sven sin pensarlo ni un segundo.

Sven, Azote del barrio cristiano. –Continua Gabriel– Deberás protegerme como guardián, en apariciones importantes y oficiales, dando tu no vida si fuera necesario. También deberás ajusticiar a quien quebrante las leyes en mi dominio, todo el barrio cristiano. Si desempeñas bien esta tarea, te ascenderé de posición.

–Eres nombrado Glosbe –dice Gabriel– el Protector, escudo, en mi idioma natal, el viejo hebreo.

Sven se siente orgulloso y Gabriel recibe de buena gana su emoción, parece que ha acertado en su nombramiento del nuevo Glosbe.

 

Alexandrus, Gangrel contacto de Sven
El secreto de Celine

Alexandrus, el salvaje Gangrel, enfadado y en silencio, conduce a Sven por las oscuras y frías calles de Jerusalén. A pesar de la insistencia del Brujah por que le cuente lo que ocurre, el Gangrel no suelta prenda y guía al varego hasta encontrarse ante una modesta villa en el barrio armenio.

Parece que este es el nuevo refugio de Celine… hasta ahora no lo había compartido con su chiquillo, quizás tenga algo importante que decirle.

Alexandrus cabizbajo y enfadado, con la mirada perdida se queda a unos metros de la entrada. Cuando Sven se acerca a la puerta, ésta se abre sin previo aviso.

Sven se encuentra de bruces con alguien a la que no esperaba: Danielis de Patras, que es quien le abre la puerta. Danielis, imponentemente hermosa, viste con poca ropa. Sus labios carmesí contrastan con su piel banca y sus ojos verde esmeralda miran al chiquillo de Celine.

–Buenas noches Sven… –dice Danielis– Pasa, tu Sire Celine te está esperando.

Sven entra en la casa ante la atenta mirada de Danielis.

–Si Celine es tu Sire, yo podría ser tu madre… –dice Danielis mirando al varego de arriba abajo y lamiéndose los labios con lascivia.

–¿Qué habéis estado haciendo? –pregunta Sven a Danielis– espera… no respondas –rectifica el Brujah temiéndose la respuesta.

Danielis, sonríe y Sven ve dentro de la casa a una joven armada hasta los dientes que está en todo momento pendiente de Danielis. Parece su guardaespaldas, es a la que llaman la Sombra de Danielis. La pequeña mujercita mira con mala cara a Sven mientras Danielis termina de vestirse y ambas mujeres se disponen a marcharse.

–Saluda a Katja de mi parte. –Dice Danielis a Sven mientras abre la puerta– y si Gabriel me necesita estoy a su disposición.

–Lo haré –responde Sven dejándolas paso para quedarse solo en la oscura casa, con su Sire Celine.

Entre tinieblas, Sven cierra la puerta y se adentra en la casa. La luz de una vela ilumina tenuemente un modesto cuarto donde apenas hay un camastro, un armario, una mesa y una silla. Sobre la mesa una página de papel amarillento, en blanco con una gota de tinta, y una pluma descansa en su tintero.

–Hola Sven –saluda Celine. Su indumentaria es cómoda y desenfadada y por primera vez en largo tiempo no lleva armas ni protecciones encima. Sven no la ha visto así nunca.

–Como sabes asesinaron a un contacto mío en Jericó. Alguien quiere hacerme daño, su muerte fue un mensaje. –Dice Celine a su chiquillo centrándose en las palabras y no en su entorno– después de aquello, vinimos a Jerusalén y yo me fui a Belén para transmitir un importante mensaje para en clan en España. Desde entonces alguien me observa y me sigue... Alexandrus está tras ello. Ten cuidado.

–De acuerdo –responde Sven– Cualquier cosa de la que me entere te la haré saber. Por cierto, ¿quién era esa joven armada que estaba aquí?

–La guardiana de Danielis. Su Sombra –responde Celine sin dar muchas más explicaciones.

–Gabriel me ha nombrado el ejecutor del barrio cristiano –dice Sven orgulloso– parece que tengo su total confianza. Si lo hago bien me dará más poder.

–Cuidado con el poder –dice Celine– es un arma de doble filo.

–Lo tendré en cuenta –responde Sven pensativo.

Tras la breve conversación Sven se despide de Celine y sale de la pequeña villa, encontrándose con Alexandrus, que apenas le dedica una desinteresada mirada. El varego emprende su camino para encontrarse con sus compañeros dejando al Gangrel y a su Sire atrás.

 

Rebeca,
ghoul meretriz de Katja

Problemas domésticos

Katja ha dejado su refugio nada más despertarse y se encuentra en la biblioteca de Abraham, bajo una importante sinagoga en el barrio judío.  Allí entre rollos de papel, busca cierto conocimiento para poder proteger su refugio de forma mágica. Quizás de con algún tipo de ritual. Rebeca, ghoul de Katja, permanece en silencio en el lugar, por si su señora la pudiera necesitar.

La señora Pods, una anciana criada de Abraham, limpia el lugar y da de comer a un gato que se encrespa al ver a Katja. Todo transcurre con tranquilidad y la Tzimisce no encuentra lo que busca. La anciana sirvienta se va cuando entra a la biblioteca Ashshur, el ghoul de Katja, que la mira con ojos lascivos.

Señora Pods, ghoul de Abraham

El ghoul le dice a Katja que ha llevado en persona el diario a Danielis, tal y como le indicó Katja, y ésta le ha regalado una bosa de oro. Rebeca siente que ese oro está manchado de sangre, ya que Danielis le secuestró, apalizó y para más inri le cortó la lengua. Rebeca pide a Ashshur que tire ese oro. El asesino le grita preguntándola si está loca y la empuja violentamente apartándola de su oro.

Katja actúa rauda y golpea a Ashshur cruzándole la cara. El rudo hombre, asustado, calla y escucha con la mirada baja mientras un hilillo de sangre cae de su boca. El incomodo silencio se adueña del lugar.

Ashshur, Ghoul de Katja

–No quiero discusiones entre vosotros –dice Katja con tono severo mirando al hombre y se dirige hacia Rebeca– y tu Rebeca, debes entender que el oro no tiene dueño, puede perfectamente servir para conseguiros un buen refugio a ambos. De hecho para eso mismo servirá. Conseguid algo en el barrio cristiano, alejado de las ruinas del palacio Arista.

Katja se raja las venas y da de beber sangre a Ashshur, recompensándole con su Vitae que le da la vida eterna paralizando el paso del tiempo. El ghoul lame la sangre que mana de la herida de la Koldun como un perro sediento bebe de las manos de su amo.

–El mundo de la noche tiene sus castigos y sus recompensas. –Dice Katja– En todo momento debes saber cuál es tu sitio.

 

Ephraim, Anciano Nosferatu,
Sire de Hannah
Visita Nosferatu

En ese mismo momento, se deja ver alguien que ha presenciado toda la escena, Ephraim, el Nosferatu Sire de Hannah.  Ha venido para explicarle la situación de su chiquilla. Ha sido castigada con el peor de los males, después de la muerte. El vinculo de sangre con Kothar, el Profeta. Ya no es libre de hacer nada que pueda dañar directa o indirectamente al clan y a la comunidad del valle de Hinnom.

Ephraim le cuenta a Katja que sus dos allegados se encuentran bien, ha habido algún problema de adaptación, solo necesitan tiempo, pero todo va según lo previsto. Pide serenidad  y paciencia ante tal situación. Parece ser que Hannah, quiere volver a Jerusalén, este es su hogar. Ephraim pide a Katja que la perdone.

–¿Puedo hacer algo para ayudar? –pregunta sinceramente el Nosferatu.

–Me alegro de que mis familiares se encuentren bien –dice Katja– En cuanto a Hannah, sabes que no creo que se le haya dado un castigo a la altura de su crimen. Sin embargo no cuestionaré la autoridad de Kothar. No quiero guerra contra los Nosferatu. En mi tierra nuestros clanes son aliados, no veo por qué no podemos serlo aquí también.

Con estas palabras de concordia, Ephraim se despide de Katja y la deja con sus dos criados en la tenebrosa biblioteca del viejo Capadocio.

 

Aesir Pentagast, Ancillae Tremere
El regalo de Aesir

En algún lugar del barrio cristiano, Aesir se encuentra en su refugio secreto, el templo en ruinas que ha protegido de múltiples formas, para empezar nadie puede verlo, excepto el.

El hechicero quiere convertirlo en su santuario, un lugar extremadamente seguro, y para ello lleva toda la semana trabajando en su último ritual. Está creando un guardián muy peculiar, un Golem alimentado por el poder del fuego, nada menos.

Por petición del ritual, el corazón de la criatura debe estar forjado de forma concreta con un tipo de mineral especial que Aesir invoca mágicamente. El siguiente paso es llevárselo al herrero de Gabriel para que forje el corazón de artesanalmente.

Una vez terminado, como pago, Aesir otorga una gran roca de este inusual mineral. Es muy resistente, y por ello es con el que el herrero confecciona el brazo mecanizado para Gabriel.

Aesir se entera de esto y tiene la idea de hechizar el brazo para que este pueda apagar las llamas a su alrededor. Lo que ocurre es que el ghoul de Gabriel, Kal-el, no ha prestado atención a la explicación del hechicero y se ha quedado en que es una sorpresa para su señor, que mejor no sepa que ha sido Aesir quien lo ha hecho.

 

Yasmina, Ravnos Chiquilla de Varsik

Negocios y telequinesis

Yasmina, chiquilla de Varsik, el viejo Señor del barrio armenio, busca a Aesir por el barrio cristiano pero no lo encuentra, nadie conoce su refugio. Es Aesir el que se entera de que la Ravnos le busca y el hechicero, con los ropajes chamuscados y sucios, de trabajar limpiando su refugio y de crear al Golem, se presenta ante la Ravnos y ésta le guía al barrio Armenio.

Entran a una taberna de mercaderes, donde Varsik suele hacer tratos. Allí conoce a un secuaz de Varsik, un bribón mercenario llamado Vartan, conocido de Vinzenzo desde hace años.

Tras el visto bueno de Vartan y con Yasmina en la calles aledañas, Varsik, henchido aparece y se presenta ante Aesir como nuevo Primogénito Ravnos, recién ascendido por Gabriel, el nuevo Señor del barrio cristiano. Aesir le da la enhorabuena y es así como el hechicero se entera de la nueva posición de su compañero Toreador. Asimismo Varsik le da la enhorabuena a Aesir por su nuevo ascenso a Ancillae, que no parece importarle demasiado.

Juntos, hablan del santuario del hechicero, empresa en la que el Ravnos está ayudando por mediación de Vinzenzo Giovanni. El Ravnos le enseña unos planos muy elaborados, demasiado para la idea que tenia Aesir. El hechicero no pretendía dedicar demasiado tiempo, desea tener su refugio activo lo antes posible. Pero Varsik parece que ha encontrado una forma de agilizar la construcción. Es algo atípico, ha oído hablar de una hechicera que revive construcciones y hace en horas lo que de otro modo podría tardar meses o años. Pero será caro. Viene de Luxor en Egipto, ya está en camino hace un tiempo. Si Aesir dispone del oro suficiente como para “enterrarle”, lo hará. Varsik ha oído que no le cuesta demasiado conseguirlos…

En ese instante, se abre la puerta de la taberna y aparece en imponente Capadocio llamado Marcus. Pálido como un cadáver, fornido y alto para la media. Tiene rostro de guerrero bárbaro, barba recortada a estilo romano y nariz aquilina. Vestido con hábitos cristianos de la ciudad, para no llamar la atención.

Nada más entrar, se pelea con uno de los presentes y le parte el cuello, matándolo delante de todos. Esto causa silencio a su camino hasta la mesa donde están Varsik y Aesir.

Sin previo aviso, todo alrededor de Aesir comienza a levitar de forma descontrolada. Sillas, jarras, mesas… los pocos parroquianos que bebían en el lugar no dan crédito a lo que ven sus ojos y se apartan y esconden del suceso.

Varsik, Primogénito Ravnos
Varsik apartándose del hechicero le grita: –¡¡¡Aesir!!!!

Marcus al escuchar el nombre del hechicero reacciona y sonríe mirándole atentamente. Aesir es el centro de todo lo que flota en círculos sin control.

Varsik, el Antiguo Ravnos, crea una ilusión para que los presentes vean que todo va bien, una pantalla ilusoria donde se ve que todo va como debería. Mientras Varsik, pide a Marcus que se vaya por favor.

Marcus se ríe mirando a Aesir, algo despierta su curiosidad.

–¿De los Pentagast de Milán? –pregunta sin esperar respuesta– ¡Ya me acuerdo de ti! Debí matarte pero Ezra me pagó generosamente más que los Giovanni que querían tu muerte… y me fui. No soy dueño de nadie. Ese mago humano, poseía la gallina de los huevos  de oro y eso le salvó.

Varsik abre los ojos y pide a Marcus que los deje tranquilos, están hablando de negocios. El Capadocio mira a ambos y se da media vuelta mientras se despide: –Volveremos a vernos Aesir, tenemos asuntos pendientes.

Todo lo que flotaba en el aire cae haciendo un ruido estrepitoso y rompiendo mobiliario, jarras y platos…

Aesir noqueado, no sabe qué ha ocurrido, no recuerda nada de lo que le ha hablado Marcus, tampoco conoce a este bárbaro y todo es tan confuso…

Vartan, Ghoul de Varsik,
Contacto de Vinzenzo

Varsik pide a Vartan que se encargue de solucionar esto y corra el rumor de que alguien había envenenado las bebidas. Varsik confía en que sabrá como convencerles y le da una bolsa de monedas para incentívale. Vartan sonríe y se pone manos a la obra con los presentes.

Varisk y Aesir salen de la taberna sin llamar la atención, deben terminan el trato que tenían a medias y lo hacen dándose la mano en la entrada de la taberna.

–Ten el oro para dentro de dos noches. –Dice Varisk– Yo tendré a la hacedora de construcciones.

Aesir termina la noche bebiendo la sangre de animales recién muertos en un matadero cercano.

 

Danielis de Patras, Ancillae Toreador
Runas de la discordia

Gabriel ha pasado el día, encamado con Danielis. La conexión de ambos Toreador es más que evidente. Tras ascender Gabriel a Señor del barrio cristiano y otorgar a su círculo cercano posiciones, el anciano siente que comienza a encauzar su no vida.

Danielis fue una de las agraciadas ascendidas por Gabriel y la exitosa mujer decidió agradecérselo recogiéndose con él en su refugio, durmiendo juntos durante el día. Lástima que ambos, como cainitas, cayeran sumidos en un sueño obligatorio mientras el astro rey ilumina el firmamento. Al menos tuvieron tiempo para unir sus cuerpos y mezclar sus pasiones antes de caer rendidos ante el sueño inevitable.

Tras la caída del sol se despiertan abrazados, sus cuerpos fríos y desnudos se desenlazan. Gabriel se levanta y coge su brazo mecánico, aun inacabado, pero bastante avanzando. La muñeca ya se mueve, pero aun le faltan los últimos retoques para ser completamente funcional.

Danielis se viste con gracia y mientras lo hace mira el brazo protésico de Gabriel fijándose en unas marquitas que tiene, casi inapreciables.

Tiene unas runas mágicas en su interior, aquí –señala Danielis a Gabriel en un punto de junta del interior de su codo– ¿Qué hacen?

Gabriel sorprendido, ya que no sabía que las tenía, disimula y no responde, pensando en preguntárselo a su contacto Adin, el Gaón caraíta.

Danielis se despide de Gabriel con un frío beso y sale del modesto camastro donde el Anciano cainita descansa. La Toreador asciende por las escaleras, pasando por la herrería y saliendo al barrio judío.

Adin Yakar, Gaón Caraíta,
Contacto de Gabriel

Adin le trae a Gabriel prototipos de brazos protésicos, que varios maestros y sabios han elaborado para él. Desfilan ante el Toreador pero ninguno funciona con éxito, hasta que el último que ven, coge una copa y al cerrar la mano con ella la hace estallar en 1000 pedazos, desfigurando al portador, un reputado maestro ingeniero entre el pueblo judío.

Adin molesto por lo ocurrido se disculpa ante Gabriel recogiendo los pedazos de la prótesis fallida mientras el portador, arrodillado, se sujeta la cara sangrante. Gabriel tranquiliza a Adin e intenta estabilizar al herido sin lograrlo. Cuando de pronto aparece una mujer. Es Magdalena, la Antigua Lasombra veneciana. Viste como corresponde a una acaudalada veneciana. Cabello oscuro cuidadosamente arreglado y vestiduras caramente enjoyadas.

Con decisión, ante sorpresa de Gabriel, Magdalena se postra efectúa maniobras de primeros auxilios y medicina y estabiliza al herido para que no muera desangrado. Adin se lo agradece y abandona el lugar con el herido.

Magdalena le resta importancia y se limpia de sangre las manos y da la enhorabuena a Gabriel por su ascenso.

Viene a ofrecer toda su experiencia para hacer realidad su nueva posición. La mujer del césar no solo debe serlo, si no parecerlo.

Magdalena Castelucci Borcellino,
Antigua Lasombra

Ofrece: un dominio acorde con lo que merece en el barrio cristiano, un servicio a la altura otorgando protección e información. Todo ello respaldado con el oro y la influencia del mismísimo Narses, Príncipe de Venecia. Todo, solo por aceptar a Narses como socio en el barrio cristiano.

Gabriel responde a Magdalena que debe pensarlo y que le contestará cuando lo haga.

Magdalena, sube la apuesta y se sincera ante Gabriel. Explicándole que sus intereses no son otros que adquirir poder, dinero e influencia en Jerusalén. Narses es un socio que todo buen líder quisiera tener cerca.

Antes de despedir a la mujer, Gabriel le da las gracias por salvar a su sirviente.

Gabriel, a solas con Adin, le pregunta por las runas de su prótesis y éste se escandaliza al no saber nada de ellas. Juntos van a ver a su hijo, el herrero ghoul de Gabriel, el que forjó el brazo y en un encontronazo el padre golpea al hijo cuando éste le confiesa que Aesir le pidió que no le dijera nada, que era una sorpresa para su señor.

Adin ha reaccionado así de violento por que las runas tienen que ver con el vasto poder del fuego y sin duda son una trampa mágica para matar a Gabriel. Kal-el, el hijo de Adin Yakar, lo coge por el cuello, como ghoul su fuerza es descomunal comparada con la del viejo y poniéndolo contra la pared le amenaza por pegarle. Ya no es un niño, se lo deja bien claro.

Kal-el, Herrero
Ghoul de Gabriel
Gabriel se interpone entre ambos y pide calma utilizando sus poderes de Presencia.

El anciano Toreador se quita la conflictiva y peligrosa prótesis y la va a enterrar lejos, a las afueras de Jerusalén, para que no pueda hacer daño a nadie. Lo hace cerca de una roca y lo refleja en un mapa que el mismo dibuja en la herrería de Kal-el, mientras escucha de fondo como su ghoul canturrea mientras pone apunto sus herramientas para trabajar mañana. Gabriel piensa por primera vez en Kal-el cómo en un futuro chiquillo.

 


Carruaje Giovanni

El ofrecimiento de Hannah

Vinzenzo y Hannah viajan en uno de los carruajes del Giovanni. Es negro, lúgubre y ostentoso, con detalles de plata labrada y una enorme G de Giovanni en la puerta. Los cuatro caballos negros, son azotados por el cochero que los dirige hacia la herrería de Gabriel.

Allí Vinzenzo, pide a Gabriel que escuche a Hannah, ya que viene en son de paz y a pesar de su voto en contra en el Conclave, desea prestar servicios a Gabriel.

La Nosferatu explica al Toreador que desea servirle para enmendar el agravio de la votación. Lo hizo por impulso y se arrepiente. Hannah se ofrece para trabajar para Gabriel, puede ser sus ojos en las calles.

Gabriel le muestra su molestia por lo que hizo pero le da la oportunidad de enmendarse, vigilará para él, el barrio cristiano y le informará de todo aquello relevante que en el ocurra. Hannah besa la mano del Toreador y se va contenta agradeciendo en susurros a Vinzenzo antes de marcharse.

El Toreador cuenta a Vinzenzo lo ocurrido con Magdalena y el Giovanni le dice que debe de estar aliada con los Ventrue, si no, no comprende su imprudencia al dejar pasar la oportunidad de adquirir posición a su lado. El italiano cree que pude ser interesante tener a Narses como aliado, aunque desentraña un importante peligro.

Por último Gabriel cuenta a Vinzenzo lo de la runa en su nueva prótesis, por eso lleva ahora la antigua puesta, la que es más un tosco trozo de metal viejo y oxidado que otra cosa.

Le cuenta que Aesir debe haberla puesto allí para hacerle daño, y Vinzenzo refuerza su hipótesis con sus conocimientos ocultistas. El Toreador llama a Sven y los tres van en busca de Aesir, esto no puede quedar así.

 

Biblioteca de Abraham

Tensión en la biblioteca

Mientras tanto Aesir y Katja se encuentran por casualidad en la vieja biblioteca de Abraham. En ella ambos cainitas charlan amigablemente sobre la protección mágica que busca la Tzimisce y que Aesir podría proporcionarle si quisiera.

Gabriel, Sven y Vinzenzo llegan a la biblioteca de Abraham, bajo una de las mayores sinagogas de Jerusalén, en el barrio judío. Se encuentran con Aesir y Katja hablando tranquilamente y el Toreador le increpa al hechicero por haber puesto una trampa mágica en su brazo de metal. La bestia del Primogénito y Señor del barrio cristiano lucha por salir y destrozar a Aesir pero éste la reprime mirando con ira al hechicero.

Cuando Gabriel se calma, Aesir desvela la sorpresa, era un ritual para que pudiera apagar las llamas y no para provocarlas, como todos pensaban. Ha sido un gran malentendido y Katja apoya el argumento de Aesir, con alguna pequeña duda.

Aclarado el malentendido, Vinzenzo pide a los presentes personarse en una hora en su mansión para hablar sobre los siguientes pasos a dar.

G de Giovanni

Aesir acompaña al Giovanni en su carruaje y en el hablan del episodio de Marcus y de Varsik. El Giovanni comparte con Aesir lo que sabe del viejo y peligroso Capadocio y ambos están de acuerdo en que es alguien a tener en cuenta. Aesir confiesa no tener recuerdos de todo lo que ahora sabe y Vinzenzo conoce de oídas lo ocurrido, ya que su familia estuvo involucrada.

Aesir le dice a Vinzenzo que podría acabar con Marcus si lo atrae a su nuevo santuario en construcción, ya que ha conseguido dar vida a un Golem de fuego que podría matar al molesto Capadocio.

Vinzenzo le aconseja mejor no hacer nada aun al respecto.

 

Brazo mecánico de Gabriel
Gabriel y los suyos

Ahora que ya sabe la verdad y está lejos de toda duda que Aesir quisiera dañar a Gabriel, el Toreador regresa al lugar donde enterró su brazo, lo recupera, lo limpia y vuelve a ponérselo a pesar de no estar terminado del todo.

Katja, por otro lado, decide ir a cazar para aumentar la reserva de sangre de su cuerpo. Lo hace buscando mendigos por las calles, y cuando encuentra uno que puede servirle, bebe de su néctar rojo y modifica su cuerpo con su Vicisitud para que parezca un leproso más que ha perdido la vida por la enfermedad, castigado por un poderoso Dios.

Sven se encuentra con su contacto Alexandrus. El Gangrel, bastante molesto, alerta al Brujah de que Danielis no es una buena influencia para Celine. No se fía de ella. Alexandrus está con la mosca detrás de la oreja y sigue buscando quien puede estar siguiendo a Celine, el cree que Danielis puede tener algo que ver y comparte esta teoría con Sven.

Vinzenzo y Aesir llegan en carruaje a la mansión del Giovanni. El lujo a su servicio se muestra ante ellos y comparten una botella de vino de Vitae en el salón de armas de la casa. Hay música de fondo, Vinzenzo tiene unos músicos que interpretan en todo momento, bellas tonadillas para amenizar sus momentos de relax. Nunca se les ve, pero están ahí, tras las cortinas de cada habitación.

Mansión de Vinzenzo Giovanni

Sven, Katja y Gabriel llegan y los cinco cainitas comienzan a hablar ante una impresionante colección de armas, escudos y armaduras. La conversación gira en torno a Hannah, a Celine y a las circunstancias que rodean a cada una de ellas.

Katja pone en duda la repentina lealtad de la Nosferatu y en cuanto a Celine cuestionan que Danielis pueda ser una buena influencia para la Brujah.

Gabriel saca el tema de los Lasombra en Jerusalén, ya que Narses le ha pedido ser socios. A pesar de las largas que le ha dado a su chiquilla Magdalena, no duda de que tendrá que tomar una decisión al respecto y le gustaría escuchar las opiniones de los aquí presentes.

–Narses  es poderoso en Venecia. Es un gran comerciante y no menos hábil político –dice Vinzenzo mientras todos le prestan atención– Es obvio que Magdalena quiere arrimarse a ti Gabriel, porque quiere usurparte tu posición.

–Si eso es cierto, acabamos con ella y se acabó el problema –sentencia Aesir en un tono muy tajante.

–¿De dónde sales tu? –pregunta Gabriel a Aesir, que hace una semana que no saben de él y aparece hablando de matar a una Antigua veneciana.

–He estado ocupado –responde Aesir, enigmáticamente.

Danielis puede darte el oro que Narses te promete –dice Katja.

–Si tenemos a Magdalena de nuestro lado, aseguramos que no se alía con los Ventrue –dice Vinzenzo– aunque improbable, si Narses y los Ventrue de Jerusalén se alían, pueden ser unos rivales peligrosos para nosotros.

–Hannah puede espiar a Magdalena y demostrar así su valía –dice Aesir dándolo como idea.

–Mándale a Narses una carta dejándole claro el comportamiento erróneo de su chiquilla –dice Aesir– nos prometió alianza y nos traiciono en la votación del Conclave.

–No creo que sea necesario asociarse con Narses –repite Katja.

–En cuanto al oro que haces aparecer mágicamente –dice Vinzenzo a Aesir un tanto apartados de los demás– quería proponerte que puertas a fuera venga de mis arcas ¿te parece?

–Sin problema –contesta Aesir dando la mano al Giovanni– ¿podrías conseguirme ropajes nuevos? Dice el hechicero mientras muestra sus ropas chamuscadas y sucias de tierra.

A una sola seña de Vinzenzo un criado llama a un sastre que,  a estas inoportunas horas, se levanta de su cama, viene a la mansión Giovanni para tomar las medidas a Aesir, y hacerle un traje a medida, eso sí, de corte italiano.

Gabriel propone escribirle la carta a Narses, ahora y le pide a Vinzenzo que sea quien la transcriba. El Giovanni, contrariado, ya que no suele efectuar tales banales tareas, se hace con pluma, papel y tinta y de mala gana comienza a transcribir las palabras de Gabriel, para enviárselas al Príncipe de Venecia.

 

 

Querido Narses,

Me siento honrado por la visita de su chiquilla a mi nombramiento. No puedo ocultar que me siento ofendido por su comportamiento traicionero en el Conclave y nos parece precipitado que ahora ofrezca hacernos socios de vos, cuando nos ha agraviado tan recientemente.

Por respeto a un futuro acuerdo, espero una digna compensación.

Podéis escribir aquí la respuesta. El mensajero me la hará llegar sin miedo a que puedan leer este mensaje, debidamente protegido.

Gabriel de Jerusalén, 

Primogénito Toreador y Señor del barrio cristiano

 

Aesir realiza un ritual ante todos por el cual las palabras de la carta comienzan a cambiarse mágicamente por un galimatías imposible de entender. Solamente Narses será capaz de leerlo y responder, de igual modo protegido.

Vinzenzo susurra a su sirviente espiritual, Horus, el pequeño dragón de la Umbra. Le pregunta cuánto tiempo tardaría en llevar una carta a Venecia. Seis noches es su respuesta. Dicho y hecho, Horus materializa su zarpa por una grieta desde el más allá y coge la carta para hacerla desaparecer ante los ojos de los presentes. Ahora es invisible a ojos de todos y emprende su importante viaje. El Giovanni le pide que lleve la carta al palacio de Venecia y moviendo hilos, por medio de su influencia en el comercio, se la harán llegar a Narses.

Aesir cuenta lo de su proyecto de reformar su nuevo refugio y allí mismo, comienza a invocar una cantidad de oro suficiente para pagar a la hechicera que lo hará en un tiempo récord.

Tras un estallido de luz aparece una masa burbujeante en el suelo que acaba transformándose en un pedazo de unos 60 kilos de oro puro. Su tamaño será como el de una cabeza humana y es una roca de oro de buena calidad que pagará el coste de su santuario.

–Gabriel, ¿podría hablar con Elsh para que supervisara los planos de mi refugio? –pregunta Aesir. El Toreador le responde afirmativamente.

 

La ingrata sorpresa

Vinzenzo sugiere a Gabriel, ir a habar con Bonifacio para ganarse a Pacifico, el Lasombra chiquillo de Paliuro. El Toreador accede y pide a Sven que le acompañe como su guardaespaldas oficial. Los tres se encaminan hacia el Hospital al–Bimaristan al–Salahi, donde se celebró el Conclave, organizado por Bonifacio, el Antiguo Brujah hospitalario.

Hospital al-Bimaristan al-Salahi,
Dominio de Bonifacio

El Hospital al–Bimaristan al–Salahi  se encuentra en el corazón del barrio Cristiano y es uno de los cuatro hospitales de Jerusalén. A todos ellos se les permitió permanecer en la ciudad tras la reconquista musulmana con dos  condiciones: la de dejar las armas y la de ayudar a toda la población de la ciudad, sin importar su fe. Así lo han hecho y han cumplido desde entonces. Así mismo son la mayor ayuda para los peregrinos cristianos que llegan exhaustos y enfermos a Jerusalén.

El edificio es grande y solemne y dentro se escuchan los lamentos de los enfermos de cuerpo, mente y alma. Las enfermeras corren de un lado para otro realizando las tareas más duras. Los sacerdotes a menudo dan extremas unciones o misas personales a los enfermos que no pueden valerse por sí mismos para acudir al templo. Y los hospitalarios han dejado las armas para ser los gestores de la salud de Jerusalén y todo sin el oro musulmán. Sobreviven a base de limosnas y financiación de familias devotas que hacen que a duras penas se mantengan los edificios como este en pie.

Un hospitalario desarmado, acompaña a los cainitas ante Bonifacio, que les recibe de buen grado.

Bonifacio, quien parece ser por sus vestimentas una autoridad eclesiástica. Es un hombre pequeño de rostro delgado y negro cabello tonsurado. Parece estar al final de los cuarenta o principio de los cincuenta. Es delgado y aparenta buena salud, tal como debe ser un asceta monástico. Sus fuertes dedos están manchados de tinta, síntoma inequívoco de que escribe a menudo.

Bonifacio, Antiguo Brujah

Los mira sorprendido y se fija en Gabriel, que encabeza a los tres cainitas y toma la palabra.

–Quería agradecerte tu ayuda en el Conclave. –dice Gabriel ante un extrañado y atónito Bonifacio– Vengo para calmar las aguas entre Pacifico y nosotros. Quizás tú puedas convencerle de que juntos podríamos ser mejores. Podemos hacer del barrio cristiano un lugar mejor trabajando juntos. No deseo mal a Pacifico y le doy un lugar a mi lado para curar sus heridas tras el gran mazazo que ha recibido.

Bonifacio mira muy serio a Gabriel. Su semblante ha cambiado mientras el Toreador hablaba, hay algo que se les escapa a los tres visitantes, pero no saben que puede ser. La cara de Bonifacio es un poema, parece no entender a Gabriel.

–Es normal que no quiera juntarse con los asesinos de su Sire. –Sentencia Bonifacio muy enfadado– por no decir que le habéis arrebatado la posición que por derecho le correspondía… y por las manchas de tu halo, veo que jamás debería aliarse con un diabolista como tú, Gabriel.

El Toreador escondía este grave secreto inconfesable, ya que en su juventud cainita, hace siglos, diabolizó a un hermano rival, a escondidas de su Sire, y acrecentó esa macula con un pacto con cierta Tremere que le ayudó a descender de generación, una vez más, con la sangre y esencia de un Salubri al que Gabriel delató.

Nadie debía saber este secreto, y desde que lleva un anillo mágico que oculta este crimen de su aura, nadie debería saberlo… a no ser que… ¡el anillo! ¡Maldita sea! Alguien le ha robado el anillo, por eso Bonifacio puede ver su verdadera aura manchada del mayor de los pecados para un cainita: el Amaranto. El aura de Gabriel está rodeada de vetas negras, color característico de los diabolistas. Solo por ello podría ser condenado a muerte sin miramientos.

–Bonifacio, tienes una cuenta pendiente conmigo –dice Vinzenzo recordándoselo al Brujah.

–¡Fuera de mi dominio! –dice Bonifacio muy enfadado sin responder al Giovanni y señalando a la salida– no quiero que nunca más os acerquéis a mí, ni a ninguno de los míos. Nada quiero saber de diabolistas.

–¿Diablolista? –pregunta Vinzenzo incrédulo mirando hacia Gabriel– un pequeño detalle sin importancia… –dice enfadándose el también con su Señor por no contarle tamaño secreto.

–¡Tú también tendrás secretos que no me cuentas! –dice Gabriel excusándose ante Vinzenzo.

Caballero hospitalario

Vinzenzo sale raudo y se monta en su carruaje, dejando a sus compañeros atrás. Enfadado con Gabriel y la situación, se plantea sus alianzas y decide recogerse en su dominio. No quiere saber nada de nadie. Debe pensar…

Gabriel y Sven salen del hospital ante las atentas miradas de los caballeros hospitalarios, ahora armados, que los escoltan airadamente, preparados para atacar si hiciera falta.

El Toreador se siente desnudo sin su anillo, ahora todos pueden ver la macula en su aura sucia y cualquiera podría utilizarlo para acusarle de Amaranto y pedir su cabeza. Una situación delicada debido a su nueva posición. Todo lo que han conseguido podría correr peligro.

 

Hannah, Nosferatu
El regalo de Hannah

Hannah se presenta en el refugio de Katja y lo hace junto a los dos neonatos Nosferatu, Drazen y Goran, los antiguos ghoules de Jaroslav, chiquillo de Katja. Ambos están vinculados de sangre una vez a la Tzimisce, para castigarles por pelearse y casi matar a Sven en los calabozos del antiguo palacio Arista. Los tres Nosferatu miran a la hechicera Koldúnica y Hannah le explica que son un regalo, para que ésta la perdone.

Allí no encajaban. Eran parias y no se sentían bien. –Cuenta Hannah altiva.

–¿Y vosotros que opináis? –pregunta Katja a los neonatos.

–No son nuestra familia –responde Drazen, el viejo mayordomo de Jaroslav– preferimos los Tzimisce. Son nuestra familia.

Drazen, neonato Nosferatu

–Me siento obligada a protegeros debido a los lazos que me ataban a mi difunto chiquillo Jaroslav –explica Katja mirando a ambos a los ojos– pero debéis entender que no sois Tzimisce, sois Nosferatu.

Ambos neonatos se arrodillan ante Katja y bajan la cabeza. Hannah hace lo mismo, para la sorpresa de Katja. Y así los tres Nosferatu veneran a la hechicera, en los sótanos ruinosos de la derruida capilla Tremere, Dientes de Sable.

Katja le da la mano a Hannah y la ayuda a ponerse de pie.

–Este gesto te honra –dice Katja– Esto es un nuevo comienzo. Drazen y Goran están bajo mi protección, necesitan un guía Nosferatu. Alguien que ejerza de mentor cuando yo no pueda hacerlo ¿tú serás esa figura?

–Acepto tan noble tarea –dice Hannah agachando la cabeza ante su reciente enemiga.

Debes saber algo importante –dice Hannah– Kothar no aprueba su huida… pero él no es dueño de todo. Por favor no se lo digas a nadie…

–Me lo imaginaba –dice Katja mirando a ambos neonatos– los chiquillos no siempre permanecen encadenados a sus mayores. En ocasiones las cadenas que los unen se rompen y los liberan. El valle de Hinnom no es su hogar. Aun son jóvenes y tienen camino que caminar. No son chiquillos de Kothar.

–Pero no han sido liberados por Kothar –dice Hannah preocupada por posibles represalias del Profeta.

Goran, neonato Nosferatu

–Kothar no desaprobará su libertad –dice Katja– además Gabriel, nuevo señor del barrio cristiano, agradecerá que seas su mentora y los tengas a tu cargo. Con la formación adecuada pueden ser buenos espías. Ese es el papel de los aliados Nosferatu en mi vieja patria.

Ambos neonatos se abrazan a la hechicera y se encariñan con ella como si de cachorros perdidos se tratase. Parecen una familia y a Hannah le gusta. Los neonatos no quien estar entre leprosos. No son como ellos. Quieren servir a una Tzimisce.

Ya he empezado a enseñarles la Disciplina de la Ofuscación –dice Hannah orgullosa mientras todos desaparecen con cierta dificultad y ocultándose con sombras y montones de escombros cercanos.

Katja mira a los neonatos y es inevitable que una furtiva lágrima de sangre se deslice por su fría e insensible mejilla. Esta es otra oportunidad del destino, no piensa desaprovecharla.

 

El refugio Pentagast

Aesir se dirige al barrio cristiano, donde se encuentra su refugio, oculto mágicamente a ojos de nadie, excepto los que el hechicero desee. Viene de darle a Vartan, criado de Varsik, el oro invocado para pagar la construcción de su refugio, tal y como acordaron.

Ya en las inmediaciones del templo subterráneo en ruinas que va a ser su dominio se encuentra con una enigmática mujer que se presenta como Emilia Pentagast, hechicera constructora.

Sus ojos son anaranjados, casi rojos igual que sus finos labios. Algo inquietante e infrecuente ante los humanos. Su pelo negro contrasta con su piel blanca y sus ropajes denotan estilo y discreción. Su túnica marrón es de gran calidad y tapa su cabeza encapuchada para no llamar la atención de los mundanos.

Emilia Pentagast, Hechicera Constructora
–¡Pentagast! –dice Aesir– ¡como yo!

–¿De los Pentagast de Milán? –pregunta la mujer intrigada.

–No lo recuerdo –dice sinceramente Aesir preguntándose si esta mujer fuera alguien de su vieja familia, aquella de la que no recuerda nada. Es la segunda persona que le habla de los Pentagast de Milán en poco tiempo.

–El pago convenido lo tiene ya Varsik, ha sido puesto a disposición por nuestro benefactor de recursos Vinzenzo Giovanni –dice Aesir cumpliendo su palabra con el Capadocio– es oro de buena calidad, y cubrirá los gastos.

–¿Cómo quieres tu santuario? –pregunta la hechicera mirando hacia el horizonte, donde no hay nada reseñable.

Aesir le enseña unos planos que ha hecho el mismo, sin mucho conocimiento, pero donde deposita toda su ilusión.

–Te adelanto que si este trabajo sale bien, tendría amigos que estarían interesados en pagar por sus refugios hechos por ti –dice Aesir restando importancia a este trabajo– de hecho los verdaderos encargos, los importantes, serian los suyos y no éste.

–Quiero que sea un lugar que por fuera parezca sobrio y pase desapercibido, que nadie se fije en el –explica Aesir mirando al horizonte, donde nada especial se ve– dentro, me gustaría que fuera un refugio para que una decena de ocupantes vivan cómodamente. Me gustaría algo de buen gusto, no excesivamente ostentoso pero con estilo.

Emilia mira alrededor, como imaginando su obra con las explicaciones de Aesir, que le da detalles que no desvelaremos aquí.

–No alterará tus rituales actuales, pero si los inutilizará mientras yo trabaje, después volverán como antes del trabajo. –Dice Emilia cerrando los ojos y concentrándose mientras murmura en una vieja lengua ininteligible.

Aesir, aprovechando que Emilia tiene los ojos cerrados, hace sus símbolos con sus manos para dejar pasar a la hechicera y que pueda ver el lugar. Por fin el refugio aparece a la vista de la extraña. Es un viejo y derruido templo subterráneo, nada del otro mundo, pero con espacio suficiente para que la hechicera obre su magia.

La mujer camina por el oscuro lugar, recogido y limpiado por el propio Aesir, con esfuerzo y sudor de su frente.

–¡El Grimorio Sin’dorei! –exclama Emilia cuando ve el libro cerrado en el lugar más especial del templo, allí donde una vez hubo un altar con unas reliquias –Menuda joya. Ezra fue un gran mago, nadie sabe qué fue de él.

Grimorio Sin´dorei, de Aesir
–No podrías leerlo –dice Aesir– se aseguró que nadie más que yo lo hiciera.

Emilia mira a Aesir, pensativa, desenado hablar de él sobre este asunto, pero su profesionalidad se lo impide y se centra en su trabajo, ya habrá tiempo para aclarar temas con este misterioso Pentagast. La mujer piensa fugazmente si no será un familiar perdido.

–¿Puedo mirar? –dice Aesir refiriéndose a mientras Emilia trabaja.

–No verás nada si yo no lo permito –dice Emilia sin entender muy bien porque lo hace– pero te dejaré verlo, me has caído bien– tiene un extraño sentimiento hacia este desconocido, es como si pudiera fiarse de él.

–Otra cosa que ocurrirá cuando esto acabe, es que no recordaré nada del trabajo hecho –dice Emilia– si de ti, pero no del santuario o de sus detalles. Es un salvoconducto para proteger los intereses de mis clientes.

–Curioso –dice Aesir pensativo, es algo que el mismo tenía dudas.

Emilia cierra los ojos y canturrea una tonadilla mientras mueve las manos de forma marcial. Hacia fuera, una cortina de ilusión enmascara los ruidos y todo lo que aquí suceda. A ojos de los humanos solo soplará el frio viento nocturno.

De pronto, como un baile ensayado de piedras, tierra y metal, todo empieza a dar vueltas por el aire. Emilia orquesta todo desde el centro del lugar y el santuario, poco a poco, comienza a cobrar forma. Paredes, mobiliario, ventanales, suelo, moqueta… el refugio comienza a confeccionarse ante los atónitos ojos de Aesir, que ve el trabajo de meses hecho realidad en segundos. Es incapaz de percibir los detalles de todo lo que sucede ante él, pero si ve el resultado de cada espacio, que es cuidadosamente erigido por la increíble magia constructora de Emilia Pentagast. En este momento le gustaría estar emparentado con esta brillante mujer.

Tras varias horas de trabajo intenso el santa sanctórum de Aesir está terminado. Un santuario subterráneo que sobre él, apenas es una casa más que pasa desapercibida. Pero bajo ella, todo está en su lugar, una biblioteca, un salón comedor, varias habitaciones unidas por un salón central. En el refugio personal de Aesir, se encuentra el Golem de fuego. Ahora quieto como una estatua decorativa, que no pasa desapercibido por Emilia, callada ante la bella y peligrosa creación, en su semblante puede notarse su admiración hacia el Golem y quien le dio vida.

Golem de fuego de Aesir

Emilia abre los ojos tras horas de concentración y se sienta a descansar en una silla de madera, creada por ella. Parece imposible, antes esto era solo un lugar inhóspito, frio y lúgubre y ahora es sencillamente el hogar de un mago, una verdadero santuario que nada tiene que envidiar a cualquier capilla de cualquier Tremere.

Emilia se siente orgullosa de su trabajo y Aesir no pude articular palabra.

–¿Te ha gustado? –pregunta Emilia rompiendo el protocolo profesional.

–Estoy perplejo… –dice Aesir estupefacto.

–¿Y crees que el apellido Pentagast es común? –pregunta Aesir mirando a Emilia a los ojos. Es una humana, ya que su piel está ruborizada y sus venas palpitan bajo la piel, síntoma inequívoco de que hay un corazón bombeado sangre bajo su pecho.

–En Milán supongo que es más frecuente –responde Emilia pensativa y un poco incomoda por la mirada del cainita.

–Fui acogido por Ezra ya de joven. Es mi primer recuerdo. Nada antes de ese día. –Dice Aesir confiando ciegamente en Emilia.

–Ezra era mi antepasado –dice Emilia emocionada y asustada, como quien ve el fantasma de un familiar– cuentan los viejos de mi familia que reclamó al joven Aesir Pentagast alejándolo de la familia. Ezra ya era una leyenda entre los nuestros y era todo un honor, no ocurría muy a menudo, pero cuando sucedía era algo a celebrar.

–Me alagan tus palabras –dice Aesir– entonces somos familia…

–Tu familia directa fue asesinada –dice Emilia triste– nade sabe porque, suponemos que querían impedirte que fueras con Ezra. Pero su muerte no lo impidió.

–Nadie supo nada de ti –continua Emilia– soy una descendiente de tres generaciones desde lo sucedido. Se pude decir que eres mi pariente lejano…

–No sé qué decir –dice Aesir abrumado.

–Soy maga gracias ti Aesir. –Dice Emilia emocionada y con lágrimas en los ojos– tras la muerte de tu familia y el suceso de Ezra, desaparecisteis del mundo conocido. Y nadie continuó la tradición de la magia, no hubo nadie que desarrollase el don que Ezra podía potenciar. Y si lo hubo, no se enseño y se escondió como un mal recuerdo de un pasado oscuro y sangriento que nadie quería recordar.

–Yo leí mil veces los diarios de mi abuela donde hablaba de Ezra y de tu desaparición –explica Emilia angustiada y emocionada– de tanto desearlo creo que desarrolle ese don dormido en la familia y para proteger a los míos me fui de Milán, dejando todo atrás. Conseguí salir a delante y aprender de brujas, magos y druidas. En un largo y peligroso camino que me ha traído hasta ti…

–Le pedí ideas a Elsh, un Antiguo vampiro de Jerusalén –dice Aesir pensando que Emilia tendría conocimiento de la sociedad cainita. Pero no, la mujer no supo que responder.

–¿Vampiros? –pregunta Emilia intrigada– no conozco a ninguno. Mi padre era arquitecto, no pudo enseñarme sobre este oscuro mundo… eso lo aprendí después, pero no todo, aun soy joven…

Aesir le habla de Elsh, con sus conocimientos milenarios sobre arquitectura podría mejorar sus construcciones. Emilia está interesada pero abrumada por tanta información.

Aesir enseña a Emilia a su Golem y lo activa para que admire su grandeza. El ser, se ilumina con venas de fuego y lava entre sus rocas. Su poder es temible e imponente. Camina despacio y hace caso a su señor Aesir que con voz firme lo guía con cuidado a través de su nuevo refugio, para que no dañe nada.

–¿Cuántos años tienes Emilia? –pregunta Aesir mientras apaga al Golem junto a una pared apropiada.

–24 –responde la mujer– 10 de maga.

–Quien elaboró este Golem, tenía pocos años más que tu. Era una gran persona. Pertenecía a la familia Arista, de España. –Dice Aesir– es un poder sacado de la cábala judía. Viejos conocimientos hebreos de los tiempos del Rey David o incluso anteriores.

Emilia enseña la capilla al completo a Aesir, mientras el mago alucina con lo que ha conseguido en tan poco tiempo. Al fin el destino conjura a su favor.

Acaban la visita en una cámara secreta, su Santa Sanctórum donde el Grimorio Sin’dorei será guardado de todo mal. La bóveda que cubre sus cabezas parece brillar como el metal y las constelaciones se dibujan en la piedra, como un gran mapa estelar.

–Mañana por la noche te llevaré a tu próximo trabajo, es una vieja villa romana, se cae a cachos, pero seguro que conseguirás darle vida –dice Aesir dándole a Emilia un pedazo de oro del tamaño de un puño– por supuesto habrá más como este –dice Aesir refiriéndose al oro que coge con dificultad Emilia.

Ambos Pentagast descansan, en habitaciones diferentes, bajo los techos recién construidos de la nueva capilla de Aesir Pentagast de Milán.

 

Fuente de la villa romana de Gabriel
Confesiones en la villa romana

A media noche del día siguiente, Aesir y Emilia acaban de terminar su trabajo en la villa romana. Refugio actual donde duerme Sven. Anteriormente fue un dominio comunal del grupo, Gabriel también dormía aquí antes de encontrar la herrería en el barrio judío.

El resultado del increíble trabajo de la maga es admirado por el grupo de cainitas de Gabriel, excepto por Vinzenzo, que no ha dado señales de vida desde el desencuentro con Bonifacio.

La villa romana ahora tiene un claro estilo milanés. Es más moderna pero sigue teniendo le esencia y la estructura de la vieja construcción. Los mosaicos de viejas glorias romanas y el patio interior, con una pequeña fuente en el centro, recuerda a épocas pasadas. Un jardín hermoso y sobrio, con setos altos para que nadie meta sus narices desde la calle.

Gabriel felicita por el trabajo a Aesir, que se ha guardado de no presentar a su familiar Emilia, de momento mejor no mezclarla en asuntos de cainitas.

Ahora tienen un Dominio y refugio en el barrio cristiano, acorde con su estatus de Señor y Primogénito.

En el patio interior, alrededor de la fuente y el sonido del agua, Gabriel confiesa a sus compañeros que tiene un grave problema. Le han robado un anillo que ocultaba su aura manchada de diablerie. El mayor de los pecados para un cainita, la muestra de que había cometido canibalismo de almas.

Gabriel cuenta a su corte, como adquirió las vetas negras. La primera vez fue hace siglos, diabolizando a un hermano de sangre, chiquillo rival de Elsh. Éste no le perdono hasta hace poco. Pero esto no queda ahí, por que las vetas negras se acrecentaron con la ingesta de esencia de un Salubri de cuarta generación. Uno que Gabriel y los suyos delataron a los Tremere y como pago todos descendieron de generación. Un poder que ahora tiene sus consecuencias funestas.

Gabriel, Primogénito Toreador,
Señor del barrio cristiano

Todo aquel que tenga una edad y vea su aura manchada de vetas negras, no va ni a preguntar y posiblemente ataque e intente matar a Gabriel por criminal y asesino, sin preguntar. Seria algo normal y legitimo.

Explica que no diabolizó al Salubri, fue un ritual de Mara, una Tremere que les dio de la sangre del cuarta generación antes de beberse su alma. Esa sangre tan poderosa fue suficiente para hacer descender su generación a quinta, pero manchando su aura como castigo póstumo del Salubri.

Katja confiesa que ella también diabolizó a su Sire, de hecho también tiene vetas negras que luce con orgullo. Todo el que vea su aura sabe que es una Tzimisce que ha huido de su clan pagando el precio de beber el alma de su creador. Algo que pueden ver como una costumbre bárbara de sus lejanas y violentas tierras. Los Tzimisce no tienen la mejor de las reputaciones.

Aesir no da crédito. ¡Está rodeado de diabolistas! Menuda putada mayúscula, piensa el hechicero.

Sven no le da demasiada importancia. Los actos no los hace el color de un aura. “El más legal soy yo”, exclama con sorna para quitarle hierro al asunto.

Gabriel insiste en que desvelar este oscuro secreto es muy peligroso y que ha sido una táctica de un enemigo para desacreditar su recién adquirida posición. ¿Pero quién ha podido robarle el anillo?

 

Habiba Al-Sikkeen, Assamita
Visita Assamita

En plena discusión tensa, reciben la visita de una Assamita. Primeramente no saben cómo alguien les ha seguido hasta aquí. Pero teniendo en cuenta que los musulmanes son los dueños de la ciudad, los Assamitas seguramente tendrán poder en el barrio musulmán y seguro que saben moverse sin llamar la atención, con su Ofuscación.

La Assamita confiesa su clan y haber sido recomendada por Magdalena, algo poco oportuno e inquietante teniendo en cuenta que estos cainitas son expertos asesinos.

Se presenta como Habiba Al-Sikkeen, afirma tener 345 años. Es una mujer musulmana con el cabello más corto que la mayoría de las mujeres. No lleva velo. Lleva ropa masculina cómoda. Porta una simple camisa y pantalones holgados.

La mujer es despierta y se mueve silenciosamente. Siempre habla en susurros.

–Mi madre me enseño hace casi 400 años, que el Profeta Mahoma esperaba que las mujeres pensaran por sí mismas, igual que los hombres y si eso significaba cuestionar la autoridad patriarcal tradicional, entonces que así sea. –dice la Assamita a los presentes, como una proclama de presentación– Tuve un chiquillo llamado Rashid, que murió cuando se acercó a ti Gabriel. ¿Cómo murió?

Gabriel le cuenta a la Assamita que Rashid murió asesinada por un Tzimisce que ahora está muerto. Fue una batalla de egos que ambos acabaron perdiendo.

–Lo sé, su sed de venganza lo mato. –Dice Habiba– Es un plato que se sirve frio. Les llegará su hora a todos los infieles, y antes si pagan el precio adecuado para asesinarles…

Tras un silencio incomodo el Toreador rompe el hielo:

–Dale mis respetos a tu Señor del barrio musulmán –dice Gabriel aventurándose sin saber seguro si es así. La mujer no responde.

–Venía a saludar al nuevo Señor del barrio cristiano, pero veo que no durarás mucho. Esas vetas negras de tu alma son como un faro para los viejos de Jerusalén. No lo permitirán mucho tiempo. Nadie impuro será Señor de nada. Vas a durar poco en el puesto. En cuanto Lucius te vea personalmente, te va a decapitar. –Explica Habiba.

–¿Trabajarías para mí por un pago adecuado? –pregunta Gabriel sin cortarse ni media.

–Si –responde rápida y tajantemente la asesina a sueldo– pero no mataría a cualquiera –concluye mientras camina hacia atrás y desaparece. Solo se escucha su risa apagada que desaparece en la negrura de la noche de Jerusalén.

Gabriel pide a Katja que utilice su charca de secretos en la fuente para espiar a Magdalena y ver si lleva su anillo. La Tzimisce lo hace y ven a la mujer haciendo gestiones sin importancia por el barrio cristiano. No lleva el anillo de cristal transparente de Gabriel, cuando él lo portaba era negro, por absorber las vetas negras. Tampoco lleva uno negro, por si acaso.

Gabriel utiliza psicometría con su Disciplina de Auspex para ver si llevaba el anillo cuando se acostó con Danielis, y así poder descartar a sospechosos. Sí que lo llevaba con ella, así que la Toreador sale de la lista. De momento hay dos posibilidades más, que se les ocurra: Hannah y Magdalena. Ambas tienen razones para hacerle daño, pero ¿tanto como para llegar tan lejos?

 

Sombra de Danielis
Por mi señora

Sven decide ir a visitar a su Sire para contarle lo sucedido y que ésta le diese consejo. Ahora que el Brujah sabe que Celine vive aquí en Jerusalén, debe aprovecharlo.

Poco antes de llegar a su casa escucha un estruendo contra una pared. Sven se fija bien y hay dos figuras peleándose a muerte. Una de ellas es un ser salvaje, que a garrazo limpio, intenta degollar a su contrincante, una joven mujer muy ágil que esquiva cada zarpazo del Gangrel, pero no se queda corta lanzando golpes mortales con sus afiladas dagas, que cortan y se clavan dañando la dura piel del salvaje. Son Alexandrus y la Sombra de Danielis. Era cuestión de tiempo.

Sven se mete entre ambos para separarlos y recibe un garrazo de Alexandrus en el cuello, que iba para la mujer. Se lo ha comido de lleno el Brujah. La sangre del varego mana del cuello y le mancha la cota de malla. El golpe casi le arranca la cabeza, dejándolo malherido, otro como este y lo mata, así que no es ninguna broma.

Al ver a Sven herido entre ambos contrincantes, paran de pelear. Nadie allí presente es capaz de escuchar los reproches del vikingo hacia ambos, heridos y ensangrentados.

La Sombra no habla y Alexandrus le ordena que se aleje de su señora.

Momento en el que aparece Celine y Alexandrus agacha la cabeza… parece que ha sido el Gangrel quien ha empezado.

–Soy mayorcita para saber con quién duermo. ¡Tu céntrate y haz tu trabajo! –ordena Celine a Alexandrus.

La Sombra de Danielis enfunda las dagas y desaparece en un callejón. Alexandrus se va con el rabo entre las piernas, sin decir nada, cabizbajo y avergonzado. La Sire de Sven le confiesa lo que ocurre al herido Brujah:

Celine está rota, no le gusta estar así con Alexandrus. El Gangrel se siente celoso, parece que quiere algo que ella no le dará jamás, su amor. Celine le ve como su mano derecha, necesaria, pero nada más… las lagrimas de sangre brotan de los ojos de la mujer y esto deja desconcertado a Sven que le pregunta por su estado.

Nunca te había visto así –dice Sven– mira lo que me ha hecho Alexandrus… creo que deberíamos hablar en otro…

Sin dejar terminar de hablar a Sven, Celine entra en frenesí y su bestia toma el control. Golpea las paredes y el suelo de forma brutal, enseña los colmillos a Sven y este se va, dejándola sola desahogándose a golpes contra las calles de Jerusalén. La sangre Brujah bulle en el interior de la guerrera.

 

Katja, Ancillae Tzimisce
Buscando Nosferatu

Ephraim se presenta ante Katja, en su ruinoso refugio, viene a buscar a los Nosferatu que Hannah ha “liberado” sin permiso de Kothar. Mientras vuelvan con él, no quiere saber cómo han llegado aquí. Si esto trasciende a Kothar, el Profeta, habrá un problema mayor.

–No puedo aprobarlo –dice Katja– Hinnom no es su hogar. Debéis aceptar que pueda haber dos comunidades de Nosferatu.

Debes entrar en razón Katja –dice Ephraim– tu misma aceptaste su situación.

De pronto entra Hannah en escena. La Nosferatu mira a su Sire.

–Katja los acogerá y será su Sire, ¿verdad? –pregunta Hannah mirando a la Tzimisce buscando su complicidad.

Ephraim espera la respuesta de Katja.

–Los protegeré como si fueran mis chiquillos –dice Katja– los entrenaré y serán una fuerza a tener en cuenta en Jerusalén.

–Lamento importunarte Ephraim –sigue Katja– mi intención es la de trazar una amistad con el clan Nosferatu. Los acogeré, como haré con cualquier Nosferatu que necesite ayuda. Seremos una segunda comunidad. Explícaselo así a Kothar. Lo entenderá.

–Está bien Katja, tu ganas –dice Ephraim convencido por la Tzimisce y esperando no equivocarse– pero por favor, no los utilices como peones.

–Eran criados de mi chiquillo Jaroslav. Siempre han formado parte de la familia Tzimisce. No son herramientas. Los aprecio y me siento responsable de ellos. –Dice Katja de corazón.

–Bien, entonces todo vuelve a su cauce –dice Ephraim mirando a Hannah con pena– trátalos como si fueran dos chiquillos tuyos Katja.

–Así lo haré –responde Katja– serán de mi familia y espero llegar a un entendimiento con tu clan y que no se lo tome como una afrenta, no lo es.

–Al menos que mantengamos una relación cordial –dice Ephraim conformándose con menos– buenas noches –y diciendo esto desaparece de la vista de Katja.

–Bien Hannah –dice Katja a la Nosferatu– parece que has conseguido la comunidad Nosferatu que Kothar no quería en Jerusalén.

Katja se acerca a Hannah y le besa la frente. La deformada y temblorosa Nosferatu no puede evitar llorar sangre apretando los dientes, tras el beso de la Tzimisce.

 

Marcus, el Bárbaro, Anciano Capadocio
¡Arde Marcus arde!

En las inmediaciones del barrio cristiano, cerca del dominio secreto de Aesir, ese que nadie puede ver excepto él y quien él quiera, aparece Marcus, el gigante Capadocio que buscaba al hechicero. Ha buscado más o menos por donde podía encontrar a Aesir y lo ha conseguido cogiendo al ghoul de Varsik por el cuello para que le dijera dónde podía encontrar al hechicero Pentagast.

–Así que aquí estás. Hablemos. –Dice Marcus a Aesir– Yo tenía que matarte. Los Giovanni me lo ordenaron, pagaban bien. Acabé con tu familia y cuando iba a matarte a ti, Ezra me pagó más que los Giovanni y tuve que traicionarles. Aun no eran vampiros, eran una familia de humanos que jugaban con fuego de otro mundo. Ahora igual me lo hubiera pensado, cada vez son más importantes en el clan. Son ambiciosos llegaran lejos…

–¿Cómo quieres afrontar esto? –pregunta Marcus– ¿Nos partimos la cara ahora, te mato y así no vendrás en el futuro a dar por culo con tus ansias de venganza?

–¿Tu me deseas mal? –pregunta Aesir.

–No. Pero no quiero que me vengas dentro de un tiempo para vengarte por matar a tu familia. –Responde Marcus sinceramente.

–No sé si el día de mañana recordaré algo o sentiré esas ansias de venganza, pero ahora mismo no recuerdo nada y no las siento. No quiero morir, soy práctico. –Responde Aesir muy calmado.

–También puedo prenderte fuego y acabar con todo esto –dice Aesir sorprendiendo a Marcus que por primera vez cambia la expresión de su cara y parece un poco preocupado.

–Tengo mil años –dice Marcus para que Aesir se plantee no cumplir su amenaza– No creo que puedas ajusticiarme.

Entonces ¿tu por tu lado y yo por el mío? –pregunta Aesir esperando confirmación del bárbaro Capadocio.

–Sí. Pero algún día, Aesir, puede que volvamos a encontraros… –dice Marcus mientras se da la vuelta para disponerse a marcharse– yo si fuera tu, no estaría tranquilo cerca de los Giovanni…

Cuando Marcus se aleja calle abajo Aesir le mira y le prende fuego como había amenazado, pero lo hace por la espalda, sin que se lo espere. La cabeza del gigante Capadocio comienza a arder y el fuego se empieza a expandir por su cuerpo rápidamente. Sin embargo no se mueve, no corre, no grita, no hace nada, solo arde. Su carne a penas parece inmutarse por el mortal y purificador fuego.

Aesir está concentrado intentando aumentar el fuego que prende a Marcus cuando el Capadocio, envuelto en llamas, se da la vuelta y sus uñas se convierten en unas garras de cinco centímetros. Es algo aterrador, el gigante prendido en fuego, que camina lentamente hacia Aesir, con sus garras también en llamas.

El hechicero efectúa su ritual de cadenas invisibles que lo mantienen ocupado el tiempo suficiente para que no se acerque más a Aesir. El tiempo parece haberse detenido y la lucha psicológica es brutal. ¿Quién ganará?

Marcus está completamente envuelto en llamas pero su carne no arde y Aesir sigue concentrado en inmovilizar al Capadocio, si el hechicero falla en una sola de sus artimañas mágicas, será historia.

Ambas bestias interiores hacen esfuerzos para no huir del fuego y ambos siguen en pie, uno frente el otro.

–Te he demostrado que puedo plantarte cara. –Dice Aesir muy serio dándose cuenta de que Marcus es un hueso duro de roer– Aun podemos zanjar la disputa…

–Apaga esto y te doy mi palabra de que esto queda aquí… –dice Marcus con dificultad, apretando los dientes y envuelto en llamas rojas y naranjas.

Instantáneamente, a un gesto de Aesir, el fuego de Marcus se apaga, dejándole humeando y con los ropajes quemados y pegados a su carne marmórea.

El Capadocio, cual cadáver humeante y con cenizas que caen al suelo, se acerca a Aesir y recoge sus garras de sus manos, cerrando los puños. Su expresión es inexpresiva. Quien sabe que se le puede estar pasando por la cabeza… da mucho miedo.

–Quería demostrarte que tengo poder. –Dice Aesir mirando a los ojos al quemado Capadocio. Jugándose la no vida.

Marcus extiende su brazo mientras se desprenden restos de tu toga quemada y caen al suelo en más cenizas.

Aesir mirando a los ojos al Capadocio extiende su brazo y agarra el del bárbaro, aun humeante. Durante un instante ambos se pierden en la mirada del contrario. En ese momento, saben que esto no va a continuar esta noche. Marcus ha recordado la posibilidad de morir y eso le ha inquietado enormemente, ante el joven hechicero.

Ambos se separan y mientras el frio de la noche les arropa. Se distancian hasta que sendos callejones los engullen por separado y se pierden el uno al otro.

Aesir se mete en su santuario invisible para el resto del mundo y mira al Golem de fuego, que lo reconoce y permanece inmóvil. El hechicero se mete en su refugio para descansar pensando en lo ocurrido esta noche. Ha vuelto a nacer, sin duda. Se da cuenta de que Emilia ya no está en el santuario.

 

Celine, Brujah Sire  de Sven
Desaparecidos

A la noche siguiente Celine, inquieta, se encuentra con Sven y le dice que Alexandrus ha desaparecido, preguntándole a su chiquillo si sabe algo de él. Sven no sabe nada de él, no lo ha visto.

Celine, sintiéndose culpable, decide dejar todo e ir a buscar en persona a Alexandrus, se teme lo peor.

Por otro lado Hannah se presenta ante Katja. Muy nerviosa le cuenta que estaba cazando con los neonatos Nosferatu, los ha dejado intentarlo ellos solos y ha ocurrido lo peor que podía haber pasado. Alguien los ha debido ver en plena caza, ha matado a Drazen y se ha llevado a Goran. ¿Quién podía haber hecho eso?

Katja, ante Hannah, decide hacer el ritual de la charca de secretos para ver si encuentra a Goran.

En la imagen reflejada en el charco, se ve a Goran arrojado en el suelo, boca arriba, iluminado por la luz de una antorcha lejana. No se mueve, su corazón está atravesado por una afilada estaca de madera y hay alguien tendido a su lado, empalado igual que él, es Alexandrus, el Gangrel aliado de Celine. Ambos están vivos, quien les ha inmovilizado podía perfectamente haberlos decapitado. Los quiere con vida…

Katja no reconoce el lugar, pero parecen estar en algún tipo de sótano oscuro. Sus compañeros deben saber esto…

 

Anillo "comevetas" de Gabriel