Jerusalén, año 1197 d.C. |
Estamos
en 1197, plena Edad Oscura.
Los
musulmanes han retomado el control, y los judíos han regresado a la ciudad
sanos y salvos. Hay un constante trasiego de cristianos de todas clases
deambulando por ella, algunos de los cuales afirman que es sólo una cuestión de
tiempo antes de que los europeos recuperen Jerusalén. Los musulmanes están aterrorizados de que los
cruzados lleven hasta el fin su amenaza, rememorando la matanza de 1099.
Los
judíos, aun cuando prosperan bajo el dominio musulmán, tratan de entender por
qué cristianos y musulmanes insisten en reclamar su ciudad. Los Caraítas
discuten con los Rabinitas acerca de la autoridad de la Torá sobre cualquier
Ley Oral.
Los
griegos Ortodoxos conservan la Iglesia del Santo Sepulcro a pesar de la
belicosa Iglesia latina, y de su mayor número de fieles, que exige ese
privilegio.
Sectas
disidentes, nuevas y viejas, cuestionan a las autoridades cristianas
establecidas.
Saladino
ha muerto, y sus herederos luchan entre ellos por el poder. Las disputas de
Chiítas y Sunitas, se suman a los frentes tradicionales de conflicto.
Y
la tregua de cinco años entre los cruzados y los musulmanes está a punto de
acabar.
Jerusalén
es un lugar engañosamente tranquilo. El control musulmán de la ciudad parece
razonablemente seguro, a los cristianos se les permite ir en peregrinación y a
los judíos se les deja vivir en la ciudad. A pesar de todo, hay problemas aquí
para todas las facciones.
Los
sucesores de Saladino riñen entre ellos, y la amenaza de una Cruzada en trance
de resurgir se asoma como el final de la paz negociada con Ricardo Corazón de
León.
La
violencia sectaria estalla asimismo con inquietante frecuencia: cristianos,
judíos y musulmanes, todos presentan sectas escindidas que son encarnizadas
enemigas entre sí.
El
recuerdo de la matanza de 1099 todavía perdura en la memoria musulmana, en
tanto que el amargo escozor de la derrota en Hattin y otras indignidades
enardecen el furor cristiano.
Con
los mortales en el mismo borde de tan acérrimo conflicto, los
herederos de Saladino conservan la ciudad como parte del sultanato, y los
últimos y revueltos meses de una tregua de cinco años con los cruzados se
desvanecen...
Fe
y fervor: sociedad y cultura es un breve análisis de las tres fes que creen en
la santidad de Jerusalén, sus sectas y sus prácticas. El Islam medieval,
versículos de la Torá y del Corán que podrían se escuchan desde las calles de
la Ciudad Santa hasta los túneles bajo el Monte del Templo.
Sociedad,
Política y Religión en Jerusalén
En
este preciso momento, Jerusalén es una ciudad sagrada para las tres religiones
que, pese al hecho de que adoran a la misma deidad, son en esencia diferentes
en la manera de percibir a Yahweh/Dios/Alá.
Además,
en no pocos casos, las religiones no sólo tratan de venerar a la misma
divinidad, sino que con frecuencia intentan hacerlo en los mismos lugares de
culto.
Cada
uno se halla completamente convencido de que su forma de veneración es ordenada
por Yahweh, Dios o Alá, y cada grupo está seguro de que sus derechos serán
confirmados cuando Yahweh/Dios/Alá llame a los justos al cielo.
Las
demandas y contrademandas pueden llegar a ser desconcertantes. Yahweh otorgó la
tierra a Sus hijos, pero las tres religiones afirman serlo. A diferencia de la
mayoría de los demás sistemas religiosos, las tres religiones adoran únicamente
a Yahweh/Dios/Alá.
Los
judíos fueron los primeros en afirmarlo, y los cristianos controlaron la ciudad
hasta hace muy poco... más los musulmanes la poseen ahora.
Hasta
que los advenedizos cruzados llegaron en tromba (y sólo han estado en la
comarca durante cien años), los musulmanes habían mantenido la ciudad durante
casi cuatrocientos años bajo uno de los más benévolos y pacíficos regímenes en
la historia de la metrópoli. ("Benévolo y pacífico" es algo
subjetivo, por supuesto, dependiendo de la posición social de cada uno.)
Por
otra parte, aun cuando su ocupación de la ciudad ha sido asombrosamente
esporádica, los judíos han acumulado con toda probabilidad el mayor número de
años de permanencia.
¿Quién
tiene más derecho?
¿Y
quién decide a quién le asiste el mayor derecho a reclamar la tierra?
Pero
las cosas son aún más complicadas.
Dentro
de cada una de las tres religiones principales, existen sectas que no sólo
disienten, sino que lo hacen con violencia. Es no sólo posible, sino más
probable, que un cristiano mate a otro cristiano, por supuesto, en nombre de
Dios, que a un judío o a un musulmán.
Las
riñas entre religiones, después de todo, podrían interpretarse como un acto de
guerra.
Las
limpias internas... bueno, son algo diferente.
Lugares
Santos
Siglos
de invasión y saqueo en la ciudad abunda y aun así abunda en lugares sagrados
para los musulmanes, cristianos y judíos.
Por
otra parte, la herencia de destrucción y reconstrucción ha dado lugar a un sin
número de catacumbas y túneles, en especial bajo el monte del Templo
El
Territorio
El valle de Cedrón |
El
sucesor de Saladino carece de su genialidad, pero puede al menos mantener, por
el momento sus conquistas.
Una
ley inmutable gobierna sobre casi toda la disputada Tierra Santa.
El
segundo "Reino de Jerusalén" no incluye en realidad a Jerusalén.
Se
compone únicamente de las ciudades de la costa que Ricardo I logró sojuzgar en
la Tercera Cruzada.
Esto es Jerusalén en el año 1197 d.C.