PRELUDIO
DE SVEN “BRAZOS DE VIENTO”
Mi nombre es Sven, mi lugar de nacimiento Escania, mi pueblo los vikingos. Fui criado en una familia de granjeros y desde
muy pequeño ayudé a mis padres en sus labores. Desde siempre se me dieron bien todo
aquello en lo que empleara un hacha, cortar leña, cazar… dichas armas son como
extensiones de mis manos y desde que tengo uso de razón ha sido así.
Como buenos hijos de vikingos, todos los
infantes éramos entrenados desde bien jóvenes en luchas con y sin armas, a este
singular combate lo llamamos glima, y había sido utilizado desde siempre por vikingos y
dioses nórdicos para sobrevivir o ganar una batalla. Fue creada con la
intención de que los guerreros ganaran cualquier pelea con y sin armas. La
practicaban mujeres, hombres y niños de todas las edades. Todos los niños la
aprendíamos con interés para en el futuro ser fieros guerreros que pudieran proteger
el poblado o acompañar a los más veteranos en sus largas expediciones por mar.
Esperaban mucho de
mí, ya que mi abuelo era una leyenda entre los vikingos. Egil “el Berserker”,
contaban de él que era mitad hombre mitad lobo, descendiente de la tribu de la
camada de Fenris, hermano de Månegarm y Sköll. Se contaba de padres a hijos la
historia que narraba su épica muerte a manos de la iglesia católica. Sólo pudo
con él un ejército de hombres armados con cruces y espadas de plata. Se dice
que quemaron su cuerpo en una gran hoguera por miedo a que regresara del
Valhalla para decapitarlos a todos.
“Brazos de viento”
Me hice mayor y tras mi rito de iniciación
como guerrero vikingo me llamaron “Brazos de viento”, debido a mi velocidad
blandiendo mis hachas de mano, de las que jamás me separaba. Las llamé Månegarm
y Sköll, igual que los hijos de Fenrir, el gigantesco lobo.
Partí junto a los míos, ya era un hombre y
desde bien joven descubrí el calor de la sangre en mi cuerpo tras atacar y
saquear aldeas y monasterios de Inglaterra,
Irlanda, y Kiev. Alimentaba mis hachas con carne y vísceras de enemigo,
mientras después me bebía su vino y su cerveza junto a mis hermanos vikingos.
Entonces fue cuando, junto a un puñado de
compañeros tuve la oportunidad de unirme a la guardia varega: guerreros vikingos
al servicio del imperio bizantino. Nuestro señor, el emperador de Bizancio, que
desde Constantinopla nos encargaba arriesgadas empresas contra rivales de todo
tipo, por mar o por tierra. Trabajábamos como mercenarios bien pagados y éramos
odiados y temidos por aliados y enemigos. Nos traía sin cuidado, mientras
amasáramos un buen botín tras cada masacre.
La codicia hizo cambiar mi destino. Tras
terminar una peligrosa misión, ordenada por el emperador de Constantinopla en
persona, quisimos abarcar más de lo que nos correspondía. Era un oro que no era nuestro y fuimos
tratados como ladrones y traidores.
Así fue como acabé junto a un puñado de compañeros varegos juzgado y encarcelado como un criminal, en las celdas más sucias y oscuras de Bizancio. Fuimos condenados a remar en galeras de guerra, cuando estábamos en la mar y a cargar con piedras, cuando estábamos en tierra. Pagamos caro nuestro pecado y este error costó la vida a muchos de mis hermanos vikingos.
Así fue como acabé junto a un puñado de compañeros varegos juzgado y encarcelado como un criminal, en las celdas más sucias y oscuras de Bizancio. Fuimos condenados a remar en galeras de guerra, cuando estábamos en la mar y a cargar con piedras, cuando estábamos en tierra. Pagamos caro nuestro pecado y este error costó la vida a muchos de mis hermanos vikingos.
Mientras fui esclavo, entablé amistad con
prisioneros griegos y bizantinos. Y en las largas charlas con ellos conocí al
Cristo Blanco y sus creencias cristianas. El mismo poder que dominaba la mayor
parte de Europa y la misma que acabó con la vida de la leyenda de mi abuelo.
Varias veces intentaron imponerme su nueva religión para que dejase de creer en
los Antiguos Dioses. No lo consiguieron pero aún hoy sigo albergando dudas
sobre cuál será el camino correcto tras la muerte, el Valhalla o el cielo. El sonido de la tormenta es Thor golpeando un
yunque con su martillo o una bendición del Dios llamado Yahvé…
Recuperé mi libertad gracias a un motín
ocasionado en el barco en el que viajaba. Durante una tormenta enviada por Yahvé
o quizás por Odín conseguimos asesinar al capataz y luchar por nuestras vidas
hasta que unos pocos llegamos a nado a la costa de Dalmacia.
Desde allí viajé acompañando varias caravanas
hasta el reino de Judá, escuché grandes historias sobre Jerusalén, la ciudad
Eterna. Allí el Cristo Blanco había bebido de un legendario tesoro llamado el Santo
Grial. Se decía que tenía el poder de sanar cualquier herida, incluso la muerte
y que cualquiera que lo poseyera, tendría con él la vida eterna. Fantaseaba
pensando que seguramente pagarían bien por ése tesoro judío si fuera capaz
de encontrarlo. Podría conseguir tantas riquezas cómo un poderoso Jarl, los
condes vikingos. Quizás si lo hallase podría disipar mis dudas sobre que
camino había de seguir, el del Cristo Blanco o el de los Antiguos Dioses.
Camino a Jerusalén
Largo y duro fue era camino hasta Jerusalén y
ya no me encontraba junto a mis hermanos vikingos. Mis habilidades de
supervivencia me ayudaron a cazar alimento y a buscar refugio de una forma
segura.
Por el camino trabajé esporádicamente de
mercenario, contratado por los jefes de las caravanas para proteger su viaje.
Las monedas que conseguía eran suficientes para sobrevivir y en ocasiones
también proporcionaba alimento a mis queridas hachas, la sangre de asaltantes y
bandidos que nos atacaban por la noche, pretendían estar protegidos por las
sombras y a cambio encontraban la muerte a hachazos.
Pero Fulla, la Diosa del éxito y la buena
fortuna no siempre me acompañó. También pasé momentos de penuria y escasez. En
los cuales tuve que sacar mi lado más oscuro y asaltar yo a los viandantes para
poder subsistir.
La muerte de Sven
Cierta noche me acerque a una fogata lejana,
cual insecto atraído por la luz, esperando conseguir mi siguiente botín. En
sigilo, observé a un hombre de gran físico descansando, parecía un guerrero de
alguna tierra del este.
Sin hacer ruido me quité la cota de mallas y
el casco y me acerqué a él, con la intención de degollarle rápidamente y
terminar lo antes posible con el pobre diablo. La sorpresa me la llevé yo
cuando me atacaron un par de perros de caza que descansaban en las
inmediaciones, estaban vigilando y guardando a su amo mientras éste dormía.
El combate con los canes fue feroz, mientras
yo les golpeaba con mis hachas ellos se lanzaban a morderme rabiosos. Cómo era
de esperar con tal jaleo, su amo se despertó y cargó hacia mí mientras yo, de
un certero golpe, decapitaba a uno de sus perros. Con gran brutalidad aplasté
contra una piedra la cabeza del otro.
Estaba bañado en la sangre de sus perros y el
guerrero, enfurecido y fuera de sí me empujó arrojándome al suelo. El combate fue feroz y
brutal, estaba muy igualado y en momentos como ese debía demostrar a mis
antepasados que la glima que había aprendido me serviría para dar buena cuenta
de mi enemigo.
Todo terminó cuando por fin pude conseguir
hundir a Månegarm en su hombro, lanzándosela a distancia. Mientras intentaba
arrancársela, su compañera Sköll le tajó en el cuello y éste fue el final de
tan digno rival.
Magullado y con mi ropa hecha jirones, por
esos malditos perros, me puse los ropajes del difunto, no quería morir de frío aquella noche. Me fijé que en una de sus prendas había bordado, bien visible, un escudo eslavo, seguramente de su lugar de origen.
Me deshice del cuerpo del hombre y desollé
sus perros preparándolos para comérmelos, estaba hambriento. Mientras revisaba
sus pertenecías buscando algo de valor escuché un ruido, alguien intentaba
tenderme una emboscada.
Ya estaba en guardia cuando mostraron sus
rostros, eran dos soldados al mando de una joven y misteriosa mujer enfundada
en una armadura de guerra.
Alexandrus, Gangrel guardián de Celine |
El ser parecía estar al mando de la
imponente, aunque menuda, mujer guerrera. De inmediato supe que aquella noche
iba a morir, pero si mañana iba a despertar en el Valhalla lo haría con Månegarm
y Sköll bañadas en sangre.
La mujer ordenó matarme y su superioridad
numérica no les dio una rápida victoria como los atacantes esperaban. Jugaron
conmigo como tres gatos lo harían con un ratón acorralado, pero me levanté una y
otra vez cuando me tumbaban.
Su fuerza y destreza era increíble y el
hombre bestia luchaba con una habilidad inusitada, sin duda era un diestro
guerrero. Me sentí impotente y rabioso y cuando lo mostré la mujer, que observaba muy atenta el combate, pareció
estar satisfecha con mi reacción.
Intenté un ataque desesperado sobre la mujer,
si conseguía matarla a ella, seguramente afectaría a la moral de los demás.
Cuando quise darme cuenta, la Señora de la guerra me había desarmado y me enseñaba sus
afilados colmillos mientras me tenia inmovilizado contra el suelo. Era descomunalmente fuerte para su tamaño.
–¿Deseas
morir esta noche?
–me preguntó la mujer justo antes de morder mi cuello. No me dejó responder y el placer se mezcló con
el dolor... después todo se volvió negro.
Era el final de Sven “brazos de viento”, por
fin sabría si me iba a despertar en el Valhalla o en el infierno, tenía muy
claro que el cielo no sería mi destino.
–No te
resistas. Tu muerte es inevitable… bienvenido a la inmortalidad– fue lo último que
escuche de su suave voz femenina antes de desvanecerme.
Desperté tumbado en el camastro de una oscura
y fría habitación. Aquello no se parecía al Valhalla ni al infierno que me
habían descrito. Sufría una horrible sensación de hambre y sed infinita, me dolía el cuello a morir y mi estomago había vomitado hasta el ultimo alimento que tenia.
Toda la realidad era diferente y mi
percepción de la misma había cambiado por completo. Las propias sombras
parecían cobrar vida y en cada rincón parecía haber ojos que me observaban.
Mi asesina estaba sentada junto a mí, mirándome,
tranquila y emocionada. Con voz suave y tono de sorna, comenzó a hablarme:
–Buenas
noches Miroslav. Mi nombre es Celine, disculpa mis modales. Te he matado y
ahora eres un Vampiro. Bienvenido a la gran familia de los Brujah.
–Yo no
soy Miroslav –le
dije con mucho esfuerzo– no entiendo que está ocurriendo…
En ese momento entró en la habitación el
guerrero mitad bestia con el que me había peleado. Estaba claramente enfadado y
arrojó un cuerpo inerte al suelo junto a un saco con mi cota de maya y mi
casco.
–Aquí
tienes a Miroslav, ¡Al verdadero Miroslav! –dijo el Gangrel malhumorado señalando
el saco de pertenencias de Sven.
La pálida mujer enmudeció. Se levantó con
suavidad mientras apretaba sus puños con fiereza. Era evidente que estaba
autocontrolandose. No esperaba que un impostor hubiera suplantado a su elegido,
a su futuro chiquillo, al guerrero eslavo Miroslav.
–¿Dónde
está Miroslav? –preguntó
la mujer muy seria mirando amenazante a los ojos de Sven.
Sven le contó a Celine cómo había asesinado a
Miroslav y a sus perros guardianes, mientras el Gangrel rugía ligeramente
deseando que la mujer le diera la orden de matar al vikingo impostor.
Celine lejos de ordenar la muerte de Sven,
satisfecha, le dio una oportunidad para demostrar que era digno de ser su chiquillo
y un buen guerrero del clan Brujah. La mujer le acercó sus hachas y miró al
exterior mientras desenfundaba su propia espada.
Celine y Sven, armas en mano, se miraron a
los ojos mientras daban vueltas en guardia girando en círculos sobre sí mismos. El campo de
batalla elegido fue un antiguo desfiladero cercano y la única testigo era la
luna llena.
Lucharon durante toda la noche. Lo hicieron
con armas de filo y con las manos desnudas. Horas interminables en las que se
hirieron mutuamente mientras crujían huesos y salpicaba la sangre.
Celine acabó doblegando a Sven, pero no le
fue fácil, era un guerrero muy apto y su manejo de las hachas era sencillamente
espectacular. La mujer se encontraba sobre el vikingo sentada a horcajadas y sonriendo
le miro a los ojos y le dijo:
–Sven,
serás un gran Brujah.
Las noches sucesivas las dedicó a contar a
Sven la historia de su clan, los Brujah. Una familia de vampiros revolucionaria
con ideales lejos de lo material, algo a lo que el vikingo no estaba acostumbrado.
Celine inició a Sven en el mundo de Tinieblas
mientras el neonato aprendía a desarrollar sus Disciplinas rápidamente. Alexandrus, que era el Gangrel protector de
Celine, siguió de cerca la formación de Sven, sin quitarle ojo y en cierto modo
celoso del vikingo.
Durante un par de décadas Sven acompaño a su
Sire Celine por el sudeste de Europa, aprendiendo de ella todo lo posible para ganarse
la ansiada libertad. La Sire Brujah le llevo a diferentes emplazamientos
cruzados para que se familiarizase con los poblados cristianos. Era un buen
momento para hacerlo ya que se encontraban en una tregua firmada por el Rey Ricardo y el Sultán Saladino al finalizar la tercera cruzada.
El 25 de diciembre del año 1100 asistieron en
Belén al nombramiento del primer Rey de Jerusalén, Balduino I de Edesa, fue uno
de los líderes de la Primera Cruzada y era coronado tras la muerte de su
hermano, Godofredo de Bouillón.
Sven contó a Celine que cuando se conocieron se dirigía a
Jerusalén en busca del Santo Grial, algo que no dejaba de ser un detalle
jocoso para la mujer y demostraba que la ambición de su neonato no tenía
limites.
Alexandrus aparecía y desaparecía enviado por
Celine a diferentes empresas secretas para Sven. Aunque el neonato Brujah preguntaba a su
Sire, esta le mantenía al margen de sus asuntos.
Pasados los años la Sire de Sven apresura la
liberación del neonato, ya que la tregua firmada por Ricardo se encuentra en
terreno de nadie al haber muerto los los dos dirigentes que la firmaron.
Celine se sentó junto a su chiquillo Sven y le dijo:
Celine se sentó junto a su chiquillo Sven y le dijo:
–Sven
ha llegado el momento de tu libertad. Conmigo has
aprendido que hay mucho más que el oro en esta no vida. Seguiremos en contacto con Alexandrus pero ahora, veinte años después acabarás tu viaje hacia Jerusalén. Es un lugar
que actualmente se encuentra en una fina línea de paz. No hay Príncipe y las
diferentes facciones se encuentran expectantes y en tensión ante el siguiente paso de las
cruzadas.
–Siempre
había querido enviar a alguien al reino santo de Jerusalén. Tu objetivo será
claro, debes intentar mantener esa frágil paz que actualmente se respira en Jerusalén.
Nuestro ideal es unificar los esfuerzos de los vampiros que allí viven
únicamente para el bien de Tierra Santa.
–Eres
mi chiquillo Sven, “brazos de viento”, tuya es la capacidad de poder canalizar
mis enseñanzas para el equilibrio de la Estirpe. Necesitamos un mundo mejor.
Aporta tu parte y demuestra que eres chiquillo de Celine. Hazme sentir
orgullosa… eres libre vikingo. Ahora que la era de tu pueblo ha finalizado y tu la has sobrevivido…
Sven se despidió de Celine y se encaminó
hacia Jerusalén con en peso de la responsabilidad de su primera empresa
ordenada por su Sire. Mantener la paz en Jerusalén y quién sabe si encontrar el
Santo Grial...