Aesir Pentagast, Tremere |
Me
desperté en medio de una gran refriega. Las explosiones y los encantamientos
hacían mella en aquella capilla a la que llamaba hogar. Esa noche hubo una gran
matanza causada por el mago que se convertiría en mi mentor, pero en aquel momento,
era una fuerza imparable de destrucción y muerte.
De
todos los moradores de la capilla, solo sobrevivimos tres vástagos y cinco
ghoules, el resto murió, desaparecieron para siempre. Tras ser aplastados por
el Archimago Ezra, decidió perdonar nuestras vidas por algún misterioso motivo,
que más adelante me sería revelado.
Ezra
llevaba tiempo asaltando diferentes capillas Tremeres, robando sus pertenencias
y matando a quien se le oponía. Más adelante me enteré que todo era debido a
una rencilla entre los antiguos magos de la orden de Hermes, ahora convertidos
en cainitas y un grupo de magos en el que él estaba incluido. Parece ser que
varios de ese grupo fueron abrazados a las filas Tremere, que eligieron la
inmortalidad sobre sus amigos y les llevaron a cometer actos atroces. Eso fue
lo que desencadenó esta guerra.
Mis
siguientes años fueron un ir de aquí para allá, nunca estuve más de medio año
en una capilla, pues por algún motivo siempre acababan destinándome a otra.
Esto me dio una perspectiva bastante curiosa del clan y de su gobierno, y me
permitió profundizar en la magia de sangre más de lo que hubiera imaginado,
pues Ezra vino a buscarme una de esas noches.
Parece
ser que le caí en gracia, y acabó convirtiéndose en mi mentor, así que, junto a
los grandes conocimientos de Ezra, logre adquirir conocimientos sobre la magia
e sangre más allá de habitual. Me enseñaban lo que todo neonato debía aprender,
pero el Archimago siempre me ayudaba a saber un poco más.
Ezra, el Archimago |
Llegó
un día en que nuestros caminos se separaron, me destinaron a una nueva capilla
fundada en la ciudad Santa de Jerusalén. Ezra vino una noche y me pidió un
pequeño favor. Pareces ser que en dicha capilla, mora una Tremere llamada Mara,
que conoce el paradero de un antiguo amigo de Ezra, un matusalén llamado Nahum.
Ezra me ha pedido que ya que me han destinado allí, que busque a Nahum y vea si
está bien, que le de recuerdos de parte de Ezra. Se le notaba preocupado,
parece ser que Nahum debe correr algún peligro, aunque desconozco cuál.
Partí
a Jerusalén con un nuevo ánimo, un lugar desconocido y con un cometido
encargado por mi mentor. Me imagino que no será muy difícil encontrar a ese tal
Nahum, tendré que preguntarle por su paradero a Mara.